Instituciones Financieras Internacionales
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Nº 194 - Julio 2005
Informe anual del BID sobre banca latinoamericana
Silencio sobre evaluaciones sociales y ambientales
por
Carolina Villalba
El sector bancario de América Latina se ha concentrado y transnacionalizado, disminuyendo la importancia de los bancos estatales. A pesar de esa tendencia, el crédito bancario sigue siendo una herramienta de desarrollo con enorme potencial, pero será necesario que incorpore evaluaciones sociales y ambientales. El informe del BID nada dice sobre la responsabilidad social y ambiental de los bancos.
El sector bancario está cambiando en todo el mundo por la transnacionalización de las finanzas, los cambios en las tecnologías de la información o la creciente flexibilidad en las normas de regulación. La competencia entre los bancos sigue en aumento, en algunos casos los márgenes de ganancia se reducen y en otros la fusión entre las empresas aumenta. América Latina no escapa a esos cambios, ya que por lo menos desde la década del 90 se han sucedido procesos similares. En la región viene adquiriendo cada vez más importancia la banca privada -en especial la extranjera- y se ha sufrido más de una crisis.
La importancia del sector bancario se mantiene, ya que puede constituir tanto una opción para fortalecer la inversión doméstica como una vía para la fuga de capitales, puede servir para apoyar actividades como el acceso a la vivienda o la reconversión industrial, pero también puede quedar relegado a ser mero agente de especulación financiera. En este contexto, el informe anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), “Desencadenar el Crédito. Cómo ampliar y estabilizar la banca”, presenta el sector bancario como tema central, abordando cuestiones como el costo, la estabilidad del crédito bancario y sus determinantes, así como los riesgos subyacentes característicos de la actividad bancaria. Por lo tanto, es importante revisar la situación de los bancos y abordar algunas cuestiones claves que el BID ha olvidado.
Bancos y crisis bancarias
El sector bancario de América Latina continúa concentrándose, la presencia de los bancos estatales se reduce y aumenta la de firmas privadas, en especial de origen extranjero. La presencia de bancos extranjeros ha aumentado sustancialmente, especialmente debido a que las reformas económicas llevadas a cabo en América Latina permitieron la apertura de la economía y sobre todo del sector financiero.
Por ejemplo, considerando la lista de los 250 bancos más grandes de América Latina, entre los 10 primeros se observa que sólo dos son estatales (E) y de los ocho privados, cuatro son de origen nacional (P) y cuatro de origen extranjeros (PE). Según datos del BID, 65 por ciento de los préstamos totales en moneda nacional son otorgados por filiales de bancos extranjeros. Esta mayor participación de los bancos extranjeros va de la mano con una menor participación de los bancos públicos.
A pesar de ello, la banca estatal sigue teniendo una presencia destacada en América Latina, aunque su importancia se haya visto reducida. Los bancos públicos en muchos casos desarrollan una actividad de mayor compromiso social, ya que participan en proyectos públicos de financiamiento a sectores prioritarios de la economía -como agricultura, vivienda o comercio exterior- en los que la banca privada se muestra más reacia a otorgar créditos. Pero desde la perspectiva ortodoxa empresarial el eje de las evaluaciones está en las tasas de retorno y los intereses devengados, y variables como la generación del empleo pueden ser irrelevantes o incluso negativas si aumentan los costos de producción. Este problema en realidad justificaría intervenciones contrarias a las actuales, ya que se debería potenciar el crédito hacia proyectos con externalidades positivas que pueden resultar restringidos en el mercado.
A pesar de estos aspectos positivos de los bancos estatales, el informe del BID ofrece una evaluación crítica. Los bancos estatales no desempeñarían un papel útil en la expansión del crédito o en su canalización hacia empresas pequeñas o sectores más necesitados. El BID llega a afirmar que no existen pruebas sólidas que indiquen que la presencia de los bancos estatales aumenta el crédito, pese a que el propio informe revela que las tasas de interés de los bancos públicos son más bajas que las de los bancos privados nacionales. Es más, luego de las crisis que han asolado a la región se observa que la banca pública logró recomponer sus depósitos más rápidamente que los bancos privados, con lo cual se convirtió en un factor clave de recuperación. En muchas de esas situaciones, la población se ha visto defraudada cuando el sector bancario extranjero no respondió tal como se esperaba, sino que simplemente abandonó un país cerrando sus oficinas.
Otra paradoja reveladora en el informe del BID es su crítica a medidas que ahora considera deficientes para el sector bancario, pero que en un pasado reciente apoyó. Entre esas medidas se encuentran la dolarización financiera, la alta inflación, la excesiva toma de riesgos y las políticas comerciales restrictivas. La toma de riesgos excesiva se puede explicar por la elevada volatilidad económica, que disminuye la posibilidad de los acreedores y de los organismos de regulación de evaluar adecuadamente los riesgos. Pero también puede explicarse por problemas del riesgo ante incumplimientos en las promesas envueltas en las inversiones (“riesgo moral”), que resultan de un deficiente marco de regulación y supervisión, y del supuesto de que el gobierno finalmente rescatará las inversiones no exitosas.
La dimensión social y ambiental
Como los bancos tienen la llave en los créditos que se otorgan para los más diversos proyectos, sus decisiones tienen enormes efectos potenciales en el terreno social o ambiental. Por ejemplo, un banco puede otorgar préstamos para un emprendimiento de alto impacto ambiental en tanto le asegure una buena rentabilidad, o puede negar fondos para una iniciativa social por temor de que el retorno no sea el adecuado. En América Latina se han sucedido muchos ejemplos de financiamiento de emprendimientos de alto impacto social y ambiental donde los bancos que otorgaban los fondos no incorporaron ningún análisis de esos efectos. Las posturas más modernas reconocen que las evaluaciones ambientales y sociales deben ser incorporadas al estudiar un posible préstamo. La experiencia incluso indica que un impacto ambiental genera costos económicos que pueden poner en riesgo los emprendimientos y, por lo tanto, la recuperación del propio préstamo.
Varias iniciativas promueven compromisos ambientales y sociales entre los bancos, buscando determinar los “mejores proyectos” para proveer préstamos. Un ejemplo de ello son los nueve “Principios Ecuador”, las pautas contenidas en la guía interna del Banco Mundial, la declaración de instituciones financieras acerca del ambiente y desarrollo sostenible del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y la “Declaración de Collevecchio”, que refleja la posición de organizaciones de la sociedad civil en cuanto a que las instituciones financieras contribuyan al desarrollo sostenible.
En general, dichos compromisos se basan en una evaluación ambiental y económica que incluya costos y beneficios de las medidas ambientales y sociales. Estas exigencias no sólo son reclamadas desde la sociedad civil, sino que hasta el propio Banco Mundial comienza a aplicarlas. En el caso de los Principios Ecuador, los proyectos se dividen de acuerdo a sus potenciales consecuencias ambientales. En los casos de mayor riesgo el prestatario ha completado una evaluación ambiental incorporando las exigencias de leyes, regulaciones y permisos del país anfitrión requeridos por el proyecto. Estos principios han sido incorporados voluntariamente por 31 bancos en todo el mundo, de los cuales 14 se desempeñan en América Latina, entre los que se destacan ABN/AMRO y Banco do Brasil.
EL BID, a pesar de que reiteradamente ha intentado presentarse como un banco promotor del desarrollo, no considera ninguno de estos aspectos en su informe sobre el sector bancario. Aparentemente no se estimó necesario dedicarle un espacio a cuestiones como la evaluación social y ambiental de los proyectos. Tampoco apunta a establecer compromisos o códigos de conducta similares a los ya existentes, ni siquiera manifiesta un apoyo a alguna de las iniciativas actualmente en marcha. Por estas razones, el informe del BID no refleja adecuadamente ni la importancia ni las opciones de reforma del sector bancario para América Latina.
Los diez bancos mayores de América Latina. Fuente:
Revista América Economía 2004. E Estatal, P Privado, PE Privado
Extranjero.
Puesto |
BANCO |
PAIS |
ACTIVOS en mill. U$S |
CARTERA de CREDITOS en
mill. U$S |
UTILIDAD ene/jun
2004 en mill. U$S |
UTILIDAD /
PATRIMONIO
|
PROPIEDAD |
1 |
B. do Brasil |
Brasil |
73181 |
26756 |
457 |
22 |
E |
2 |
Bradesco |
Brasil |
56728 |
18797 |
402 |
18 |
P |
3 |
CEF |
Brasil |
53652 |
8996 |
200 |
20 |
E |
4 |
Bancomer BBVA |
México |
43803 |
23045 |
290 |
11 |
PE |
5 |
Itaú |
Brasil |
39510 |
13640 |
587 |
28 |
P |
6 |
Banamex Citibank |
México |
38511 |
16370 |
88 |
3 |
PE |
7 |
Unibanco |
Brasil |
25751 |
9670 |
186 |
15 |
P |
8 |
Santander Banespa |
Brasil |
22042 |
6144 |
270 |
20 |
PE |
9 |
ABN-Amro |
Brasil |
19295 |
9291 |
222 |
18 |
PE |
10 |
Banorte |
México |
18194 |
13076 |
71 |
16 |
P |
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Carolina Villalba es economista y analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología y Equidad – América Latina).
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