Nº 190 - Marzo 2005
Los candidatos en “audiencia pública” con ONGs
por
Martin Khor
En el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional ya se sabe que el funcionario principal es elegido por Estados Unidos y la Unión Europea, respectivamente. El director general de la OMC, o de su predecesor el GATT, también solía ser de países industrializados. Pero esta tradición se quebró cuando en 1999 se anunció la candidatura de Supachai Panitchpakdi, quien libró una dura batalla con Mike Moore, de Nueva Zelanda.
Varios observadores consideran que Supachai habría ganado si hubiera habido un sistema de votación. Es más, los miembros de la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN) insistieron en que la decisión fuera adoptada por votación. Pero como es habitual en la OMC, donde las decisiones se adoptan por consenso, en lugar de una elección hubo interminables consultas y al final se logró una solución de compromiso: Moore ejercería durante los tres primeros años y Supachai durante los tres siguientes. Un resultado de esto es que una persona de un país del Sur ocupa ahora el máximo cargo de la OMC y tres de los cuatro aspirantes a sucederlo son del mundo en desarrollo.
Esta vez la OMC espera evitar otra batalla que provoque divisiones.
La comparecencia de los candidatos ante el Consejo General de la OMC tuvo lugar el 26 de enero y fue un interesante ejercicio de conocimiento. Aún más inusual fue una reunión con ONGs esa misma noche, cuando tres candidatos aceptaron una invitación a participar de una “audiencia pública”: el ex comisario de Comercio europeo Pascal Lamy, el ministro de Comercio de Mauricio, Jaya Krishna Cuttaree, y el embajador de Brasil ante la OMC, Luiz Felipe de Seixas Correa. El ex embajador de Uruguay ante la OMC Carlos Pérez del Castillo no asistió debido a compromisos asumidos previamente.
La reunión, que se realizó en la Maison des Associations, el centro de las ONG en Ginebra, y se transmitió en vivo por Internet, fue organizada por el Instituto de Agricultura y Políticas Comerciales (IATP), Oxfam, 3-D y el Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL).
Al inaugurar la audiencia, su presidente Ricardo Meléndez Ortiz, del Centro Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sostenible (ICTSD), destacó la preocupación de la sociedad civil de todo el mundo sobre los efectos de las normas comerciales en la vida de la gente común, y la percepción de que la OMC, junto con el Banco Mundial y el FMI, promueven los intereses de las grandes empresas de países ricos. Por lo tanto, señaló, la audiencia sería una oportunidad para conocer de qué manera los candidatos abordarían esas preocupaciones.
Los organizadores seleccionaron cinco preguntas entre decenas que plantearon ONGs de todo el mundo, y se las transmitieron a los tres postulantes que participaron de la reunión. Los candidatos compartían la misma plataforma y se turnaban para responder a cada pregunta. Sus respuestas fueron siempre interesantes y contrastaron en el estilo.
Lamy, un experimentado político, tuvo una actuación mesurada y trató de contrarrestar su imagen de agresivo funcionario comercial europeo expresando que, como director general de la OMC, sería sensible a las preocupaciones de los países en desarrollo y la sociedad civil. Cuttaree surgió como ministro de Comercio en la lucha de los países en desarrollo más pequeños por un trato mejor en el desequilibrado sistema comercial. Y Seixas Correa fue el prolijo y comprometido diplomático que dio el argumento de que con un director general con experiencia proveniente del mundo en desarrollo, la OMC podría hacer cumplir a los países industrializados su promesa de suprimir los subsidios y abrir sus mercados, a la vez de incluir la dimensión del desarrollo en el sistema.
Capacitación de los candidatos
La primera pregunta de las ONG se refirió a la capacitación de los candidatos para ocupar el puesto. Mientras la OMC elige a su director general en base a su representatividad y sus condiciones personales y profesionales, el principal criterio para la sociedad civil es un firme compromiso con la transparencia de la organización. Las ONG quisieron saber, entonces, si los candidatos cambiarían el oscuro proceso decisorio de la OMC.
Lamy admitió que él mismo había criticado a la OMC por su falta de transparencia (en realidad, había calificado a este proceso de “medieval”), pero expresó que desde la Conferencia Ministerial de Seattle (1999) había mejorado y procuraba mayor transparencia.
Cuttaree acordó que hay una percepción de que la OMC no es transparente. El antagonismo en las conferencias ministeriales de Seattle y Cancún refleja ese problema y no es bueno que exista una división entre la sociedad civil y la OMC, dijo. A menos que logremos traer mayor transparencia a la OMC, su futuro correrá peligro, añadió.
Seixas Correa dijo que la transparencia tiene dos aspectos: uno interno (dentro de la OMC) y otro externo (las relaciones de la organización con el mundo exterior). La OMC tiene problemas en ambos, afirmó. Hay un tema de integración y participación de parte de las delegaciones en las negociaciones que podría ser resuelto por un buen presidente y mediante formas inventivas de hacer que la gente participe. En ese sentido, recordó su experiencia como presidente de las negociaciones de la Convención Marco para el Control del Tabaco, de la Organización Mundial de la Salud (OMS). También se comprometió a mejorar las relaciones de la OMC con las ONG, como parte de la “transparencia externa”.
Coherencia política
La segunda pregunta se refirió a la coherencia política. La principal crítica de la sociedad civil al actual sistema mundial de comercio es que tiene efectos negativos sobre los derechos humanos, las normas laborales, la diversidad cultural y el ambiente. Sin embargo, las iniciativas de la OMC sobre coherencia se han limitado a la relación entre los objetivos de liberalización de la organización y de las instituciones financieras multilaterales. A la pregunta “¿Qué medida concreta cree que sería eficaz para mejorar la coherencia entre las normas comerciales y esos otros asuntos?”, Cuttaree respondió que la OMC fija normas comerciales, y la cuestión es en qué medida los países miembros pueden hacer que el comercio beneficie a sus ciudadanos. El candidato consideró incorrecto plantear cuestiones de derechos humanos o ambiente en el sistema comercial, porque existen otras instituciones para ayudar a los países en esas áreas.
Seixas Correa dijo que no necesariamente hay un vínculo negativo entre las negociaciones comerciales, los derechos humanos y el ambiente. Admitió que una liberalización mal concebida puede tener efectos negativos, pero el impacto de políticas aislacionistas y proteccionistas sería peor, por lo tanto es importante tener una visión equilibrada, dijo. Puede ser de ayuda combatir los subsidios agrícolas y las distorsiones del mercado, y en muchos casos la fuerza de trabajo de los países en desarrollo puede beneficiarse de las oportunidades comerciales, observó.
El candidato brasileño destacó que el actual ejercicio de coherencia entre la OMC, el Banco Mundial y el FMI es muy importante y forma parte del mandato de la OMC, pero resaltó otro aspecto de la coherencia: los derechos humanos, la diversidad cultural y las cuestiones ambientales deben reflejarse adecuadamente en el comercio, mediante mayor diálogo y coordinación con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Comisión de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Lamy dijo que no compartía la idea de que el sistema mundial de comercio tenga efectos negativos sobre los derechos humanos, el trabajo o el ambiente. El comercio es sólo un factor y puede afectar a la gente de una u otra manera según otros factores, dijo. Según el candidato europeo, la OMC debe tener dos tipos de coherencia: una por mandato (con el Banco Mundial y el FMI) y otra espontánea (por ejemplo, en la relación con otras organizaciones). Él cree que la coherencia con el Banco y el FMI no anda bien, porque esas dos instituciones no han mostrado la flexibilidad necesaria hacia los países en desarrollo. El próximo director general deberá corregir esa situación, dijo. En cuanto a la coherencia con los derechos humanos, el ambiente, etc., no consta en el mandato de la OMC, apuntó.
La Conferencia Ministerial de Hong Kong
¿Cómo abordarían los candidatos la próxima Conferencia Ministerial de la OMC, que se realizará en Hong Kong en diciembre, dado el historial deficiente de las reuniones anteriores? ¿Tratarían de asegurar un acuerdo a toda costa?
Seixas Correa dijo que el papel del director general es obtener un acuerdo dentro del mandato cuando se iniciaron las actuales conversaciones de Doha, y no procurar un acuerdo a toda costa. Para ser legítimo, un acuerdo debería basarse en intereses de desarrollo que reviertan las normas desequilibradas, afirmó. El candidato brasileño advirtió que la consigna “ningún acuerdo es mejor que un mal acuerdo” puede ser aprovechada por aquellos países que no desean cambiar situaciones convenientes para ellos, como los subsidios agrícolas. En Hong Kong, “debemos alcanzar un acuerdo sobre modalidades, pero no a cualquier precio”, dijo.
Lamy manifestó que como la función del director general es limitada, no puede imponer cosas a los miembros. Si los países pobres no están de acuerdo con algo, de alguna manera harán pesar su posición, como lo hicieron en Cancún. Además, el futuro de la OMC no depende del éxito de la próxima Conferencia Ministerial. La OMC ha sobrevivido al fracaso de reuniones ministeriales, recordó.
Cuttaree dijo que algo especial le ocurrió a la OMC en Cancún. “Nunca había visto tanto acaloramiento generado y tanta división entre los grupos, especialmente entre los países industrializados y en desarrollo”. Expresó que el grupo de los 90 (países en desarrollo) quería que la reunión resolviera temas importantes para ellos, como algodón y agricultura, pero en lugar de eso se les pidió que aceptaran negociar temas nuevos, como inversión y competencia, para los cuales no estaban preparados. Y lamentablemente se responsabilizó a los países pobres por el fracaso de Cancún.
La OMC y las transnacionales
La cuarta pregunta se refirió al control de las grandes empresas. La OMC es percibida como una fuerza que actúa en interés de firmas transnacionales con sede en Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. ¿Qué harían los candidatos acerca de esta preocupación? ¿Debe la OMC crear un acuerdo sobre prácticas de competencia?
Lamy sostuvo que la OMC no es un agente de las empresas multinacionales. “En cuanto a un acuerdo sobre competencia, se les planteó a los miembros de la OMC y su respuesta en julio fue ‘no’. Esta es la situación”, recordó. No cree que exista otro ámbito adecuado para negociar un acuerdo sobre competencia. Ni la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ni la UNCTAD serían apropiados, opinó. El único ámbito apropiado sería la OMC, pero actualmente no es la voluntad de los miembros celebrar un acuerdo en esa materia.
Cuttaree destacó que los países en desarrollo dependen del capital extranjero y consideró improbable el surgimiento de un nuevo orden mundial basado en la solidaridad, en que los fondos fluyan hacia donde se los necesita, y por tanto el Banco Mundial y el FMI son males necesarios. Recordó que la cuestión de la competencia ha estado sobre la mesa de la OMC desde la Conferencia Ministerial de Singapur (1996), pero hay demasiada desconfianza hacia el tema de los países más débiles.
Seixas Correa también rechazó la idea de que la OMC sea una fuerza negativa usada para promover los intereses de las multinacionales. La organización tiene más de 140 miembros y, si bien sus normas tienen deficiencias, obran a favor de un sistema comercial multilateral más fuerte y justo, afirmó. “La responsabilidad social de las multinacionales forma parte de este debate. Muchos miembros de la OMC decidieron que no debe haber un acuerdo sobre competencia, por diferentes motivos. No lo aceptaron (en julio) y no creo que lo acepten en el corto plazo”, concluyó.
Liberalización agrícola
Sobre liberalización agrícola, se preguntó a los candidatos qué les dirían a los agricultores de los países en desarrollo, cuyas formas de sustento han sido destruidas por las importaciones de productos agrícolas baratos.
Cuttaree dijo que es un error creer que todos los países en desarrollo pueden exportar más si se liberaliza el comercio, ya que los países africanos no tienen la capacidad de exportar incluso si los mercados fueran más abiertos. Por otro lado, en muchas partes de África las importaciones baratas podrían liquidar la industria avícola.
Seixas Correa añadió que los agricultores de los países en desarrollo están amenazados por la liberalización agrícola, ya que se ven afectados por las importaciones provenientes de los países industrializados, por ejemplo, productos lácteos, maíz y algodón. Las conversaciones de Doha están destinadas a resolver estas amenazas. Subrayó que es injusto exigir a los países en desarrollo que liberalicen sus mercados cuando en los países industrializados todavía existen subsidios a la exportación y subsidios internos. Como director general, él les diría a los agricultores de los países en desarrollo que tienen razón y “ayudaremos a resolver ese problema”.
Lamy manifestó que les diría a los agricultores que la OMC no tiene el mandato de liberalizar la agricultura sino de profundizar la liberalización. Hay formas suficientes de proteger a los agricultores vulnerables de la liberalización de las importaciones, como los conceptos de productos sensibles y especiales, y un mecanismo de salvaguardia especial.
Relación con las ONG
Finalmente, se consultó a cada candidato cómo trabajaría con las ONG si fuera designado director general.
Lamy contestó que, de hecho, él había sido acusado de debilidad, de que está demasiado del lado de las ONG.
Cuttaree dijo que muchos ven a las ONG como una molestia, pero eso es un crédito para las ONG ya que su preocupación no es pelear por intereses sectarios sino por los intereses más generales. “Me gustaría ver este tipo de relaciones con las ONG en la OMC”, añadió.
Seixas Correa dijo que en el mundo actual es fundamental mantenerse en estrecho contacto con las ONG, que él estaba constantemente en contacto con varias ONG sobre numerosos temas y que había aprendido mucho. Como presidente de las negociaciones de la convención del tabaco en la Organización Mundial de la Salud tuvo una enorme interacción con las ONG, las que aseguraron que sus decisiones como presidente estaban en la dirección correcta. “Haré eso como director general y espero que ustedes sigan presionando”, afirmó. (FIN)
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