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Nº 190 - Marzo 2005

Controvertido informe sobre el futuro de la OMC

por Martin Khor

La Organización Mundial de Comercio dio a conocer un informe sobre su futuro, con dos aspectos destacables: fustigó el crecimiento de los acuerdos bilaterales y regionales, y también realizó varias propuestas, algunas de ellas controvertidas, acerca de cómo modificar su actual funcionamiento.

La Organización Mundial de Comercio (OMC) publicó un informe titulado El Futuro de la OMC, que fustiga los acuerdos comerciales regionales y bilaterales, y propone cambios en el estilo de funcionamiento de la institución.
El informe, que fue elaborado por un Consejo Consultivo nombrado por el director general, Supachai Panitchpakdi, y presidido por el ex director general Peter Sutherland, actual presidente de Goldman Sachs International and British Petroleum, aborda el papel que desempeña la OMC en el proceso de globalización y analiza los acuerdos comerciales preferenciales, las relaciones con otros organismos y la sociedad civil, su sistema de solución de diferencias, el proceso de adopción de decisiones, y la función del director general y la Secretaría.
Los otros autores son Jagdish Bhagwati (economista de la Universidad de Columbia), Kwesi Botchwey (ADPOI, African Development Policy Ownership Initiative), Niall FitzGerald (presidente de Reuters), Koichi Hamada (economista de la Universidad de Yale), John Jackson (catedrático de Derecho de la Universidad de Georgetown), Celso Lafer (catedrático de Derecho de la Universidad de Sao Paulo) y Thierry de Montbrial (Instituto Francés de Relaciones Internacionales).
El informe contiene dos aspectos principales. En primer lugar, el sistema multilateral de la OMC está gravemente amenazado por los acuerdos comerciales regionales y bilaterales, a los cuales califica de acuerdos comerciales preferenciales. En segundo lugar, la OMC debería cambiar algunos de sus actuales métodos de funcionamiento.
El informe, fustigando el incremento de los acuerdos comerciales preferenciales, advierte que la práctica del principio de la nación más favorecida (NMF) ha dejado de ser la regla para convertirse casi en la excepción. (Según el principio NMF, cada país miembro de la OMC debe dar a todos los demás miembros de la OMC el mismo tratamiento en las mejores condiciones –por ejemplo en aranceles a las importaciones- que da a cualquiera de sus miembros). “Actualmente la sigla podría definirse mejor como trato de la nación menos favorecida”, dice el informe, lamentando la maraña de uniones aduaneras, mercados comunes, zonas de libre comercio regionales y bilaterales, preferencias y acuerdos comerciales.
Sostiene que la reciente proliferación de los acuerdos comerciales preferenciales ha generado confusión e incrementado los costos administrativos, constituyen más bien escollos que elementos básicos para el sistema multilateral, y los recursos en materia de negociación invertidos en el proceso multilateral sufren una desviación hacia los acuerdos comerciales preferenciales.
El informe critica que en los acuerdos comerciales bilaterales se hayan introducido objetivos no comerciales, citando las disposiciones relativamente ambiciosas y parciales sobre propiedad intelectual, los compromisos en la esfera de las relaciones laborales y de la protección del medio ambiente, y restricciones a la utilización de los mecanismos de control de capitales. Manifiesta el temor de que esos requisitos se conviertan en “moldes” para otros acuerdos comerciales preferenciales y que abran paso a nuevas demandas en la OMC. Advierte que si no puede justificarse que esos requisitos entren por la puerta grande de la OMC, no deberían entrar por la puerta de atrás.
Varias de las propuestas del informe acerca de la forma en que funciona la OMC son controvertidas. Entre ellas figura la utilización del criterio “plurilateral” para nuevos acuerdos sugeridos cuando no es posible lograr consenso entre los miembros para tales normas, establecer un nuevo comité pequeño y poderoso en la OMC (en el cual algunos sean “miembros permanentes”), y ampliar las facultades del director general y la Secretaría.
El informe plantea la conveniencia del criterio plurilateral, que permite que algunos miembros negocien tratados nuevos y compromisos ambiciosos cuando otros no están dispuestos a ello. Los miembros restantes pueden tomar parte en las negociaciones de un acuerdo plurilateral pero más tarde optar por retirarse de él, o bien pueden estar excluidos de las negociaciones pero optar después por incorporarse a las mismas.
Este criterio había sido propuesto por la Unión Europea en 2001 y 2003, cuando tuvo que enfrentar la oposición a su propuesta de iniciar negociaciones para cuatro tratados nuevos sobre los llamados “temas de Singapur” (inversión, competencia, contratación pública y facilitación del comercio). El criterio plurilateral había sido reiteradamente rechazado por numerosos países en desarrollo, en especial cuando 45 países (en una declaración sobre los temas de Singapur) manifestaron en diciembre de 2003 que el criterio plurilateral no era apropiado en una organización multilateral como la OMC.
El informe reconoce que hay retrocesos en este criterio, pero no obstante propone que un grupo de expertos vuelva a examinar su posible utilización en la OMC.
El informe reclama mayor involucramiento político en la OMC, para lo cual propone que los ministros se reúnan anualmente, en lugar de cada dos años, y también que cada cinco años se realice una cumbre de jefes de Estado en la OMC.
Propone la creación de un “órgano consultivo” integrado por ministros o funcionarios superiores para guiar las negociaciones. Para ser eficaz, este órgano poderoso debería tener sólo 30 miembros y algunos países comercialmente importantes serían miembros permanentes, mientras que otros miembros rotarían. Sería un tipo de sistema similar al del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde los países poderosos son miembros permanentes e incluso tienen poder de veto, mientras que otros países se turnan. Como los países en desarrollo ven con malos ojos este sistema de dominación por parte de las principales potencias del Consejo de Seguridad, seguramente no aceptarán establecer una estructura similar en la OMC.
El informe lamenta que la OMC esté “dirigida por los miembros” y realiza varias propuestas para dar a la Secretaría un mayor protagonismo. Esto toca un aspecto muy sensible, ya que la mayoría de los gobiernos recelan de concederle demasiado poder a la Secretaría, y varios países en desarrollo perciben que la Secretaría tiene una actitud parcial, a favor de los principales países industrializados.
La OMC ha tenido la mala reputación de que dos de las tres últimas conferencias ministeriales fracasaron (Seattle en 1999 y Cancún en 2003). Numerosos observadores y gobiernos consideran que el carácter antidemocrático del proceso de toma de decisiones -como los textos redactados por unos pocos “facilitadores” designados y la convocatoria a reuniones exclusivas de “sala verde” a las cuales se invita a unos pocos países- ha contribuido en gran medida a esos fracasos.
El informe reconoce que se han formulado fuertes críticas a la forma en que transcurrieron esas reuniones, pero no propone cambios básicos en las formas en que se llevan a cabo las conferencias ministeriales. Aprueba la utilización de “facilitadores” designados por el director general o el presidente de la conferencia -más que seleccionados por los miembros- así como la convocatoria a reuniones de “sala verde”.
Además, está de acuerdo en que la Secretaría cumpla una función predominante en las conferencias ministeriales, en las que el director general y el personal de la OMC deben estar “en el centro de las negociaciones”, incluso realizar proyectos de propuestas. Esta idea es muy impopular entre numerosos países en desarrollo que han criticado la interferencia de los anteriores directores generales y de parte del personal, a quienes acusan de haber sido parciales a favor de los principales países industrializados. Es muy poco probable que estén de acuerdo en legitimar y fortalecer las funciones de la Secretaría.
El informe critica duramente que la OMC sea una organización “dirigida por los miembros” y que la función de la Secretaría sea sólo de apoyo y no de iniciativa. Propone que el director general asuma un protagonismo mucho mayor y que tenga un adjunto para presidir los grupos de negociación. El informe llega incluso a decir que si los miembros no están preparados para defender y promover los principios que suscriben, entonces la Secretaría debería quedar en libertad de hacerlo -y hasta habría que solicitarle que lo hiciera- y también debería ser el “custodio” de los tratados de la OMC.
Esas propuestas no van a caer bien entre la mayoría de los miembros de la OMC. Estos a menudo han tenido diferentes interpretaciones acerca de las normas o de cómo pueden ser aplicadas, y esas diferencias a veces son tema de agitados debates y negociaciones. Verdaderamente, hacer del personal de la Secretaría el custodio de los tratados significaría una gran falta de confianza en los miembros.




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