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Nº 187 - Diciembre 2004

América Latina.

Estancamiento del ALCA y apertura hacia China.

por Eduardo Gudynas

En las últimas semanas se han sucedido una crisis en la Organización de Estados Americanos (OEA), la designación de un nuevo secretario en ALADI, el encuentro de ministros de Defensa de las Américas, una cumbre Iberoamericana y otra del Foro Económico Asia-Pacífico. En todos estos encuentros se repiten los debates frente a los intentos de imponer tratados de libre comercio, alimentados por el optimismo de Washington tras la reelección de George W. Bush. Al conmemorarse un año del colapso del ALCA en Miami, el Representante de Comercio de Estados Unidos amenaza al Mercosur, mientras los socios del bloque se lanzan a acuerdos comerciales con China.

Durante el segundo semestre de 2004, la dinámica de América Latina en el campo de las relaciones internacionales ha adquirido ritmo de vértigo, con importantes novedades tanto políticas como comerciales. Entre los ejemplos más recientes se encuentra la cumbre de líderes del Foro Económico Asia-Pacífico (APEC) en Santiago de Chile, que en buena medida estuvo dominada por temas de seguridad, aunque a nadie escapó la gira comercial previa emprendida por China en el Cono Sur. Los países de la región siguen enfrentando una complicada agenda internacional, tanto política como comercial, que se desenvuelve en varios niveles.

La diversificación de la agenda comercial

En noviembre se cumple un año del estancamiento del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La agenda del “ALCA mínima” aprobada en noviembre de 2003 en Miami finalmente no se cumplió, y es evidente que el proyecto hemisférico se encuentra paralizado. Simultáneamente, la negociación de una zona de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea también llegó a un punto muerto, y las negociaciones han sido suspendidas. En este momento están en proceso tratados bilaterales de libre comercio que Estados Unidos ha adelantado con América Central y ahora negocia con las naciones andinas.
Esos esfuerzos de Washington parecen responder a varios intereses, y uno de ellos claramente reside en reducir los márgenes de maniobra del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay). Podría interpretarse que el acuerdo del sur corre el riesgo de aislarse tanto a nivel continental como a nivel global. Sin embargo, el Mercosur ha logrado avanzar en su estrategia de “ampliación” y logró finalmente concretar el acuerdo comercial con la Comunidad Andina de Naciones, mientras que simultáneamente ha redoblado su diplomacia hacia el sudeste asiático y China.
En efecto, tanto los presidentes Néstor Kirchner, de Argentina, como Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, visitaron China a mediados de este año. Como respuesta, el presidente de China, Hu Jintao, visitó Brasil y Argentina en noviembre, como escala previa a su participación en la cumbre de APEC en Santiago de Chile. También se sumaron giras de los jefes de Estado de Corea del Sur y de Vietnam, e incluso del presidente de Rusia, Vladimir Puttin, recorrió Brasil. De esta manera, tanto Brasilia como Buenos Aires buscan diversificar sus opciones comerciales y políticas mirando ahora hacia el este.
Es indispensable hacerlo de esa manera debido al nuevo contexto internacional. La reelección de Bush seguramente implicará acentuar, o al menos mantener, factores como la insistencia en acuerdos de libre comercio mientras asegura sus medidas proteccionistas, apelar a decisiones unilaterales en lugar de la diplomacia multilateral, la intervención militar directa y la lucha contra un cierto tipo de terrorismo. Si bien América Latina permanecerá relegada en la agenda de Washington, de todas maneras mantendrá la atención en lo que sucede en Colombia y sus ramificaciones en la región andina, insistirá en los tratados de libre comercio y estará alerta a cualquier intento de autonomía.
En ese contexto, la posición del Mercosur contraria a las propuestas de liberalización comercial de Washington, no ha pasado desapercibida, como tampoco los nuevos acercamientos de Argentina y Brasil a China. Justamente en el aniversario del estancamiento del ALCA, el Representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick, criticó ácidamente a Brasil y a los demás miembros del Mercosur. Sostuvo que el “mensaje” a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay “es claro”: en el ALCA “hubo socios no ambiciosos y debimos conformarnos sólo con un acuerdo base que no proliferó”, sosteniendo que esos países deben comprender que es necesario “dar para recibir”, y “Brasil y algunos países del Mercosur no están todavía listos para eso”. Agregó que tomaba nota que el “Mercosur tuvo dificultades en acordar con la Unión Europea”, por lo que el bloque del sur debía mirar sus “propios fracasos” con la Unión Europea para mostrar un poco más de flexibilidad con el proyecto americano. Enseguida advirtió que aquellos que desean “impulsar a Brasil como potencia deben entender que no está listo si no afronta políticas adecuadas, y deben ayudar a crear incentivos”.
Las declaraciones de Zoellick generaron una dura respuesta desde el Mercosur. El presidente del Comité de Representantes Permanentes del bloque, el ex presidente argentino Eduardo Duhalde, sostuvo que aquellas afirmaciones eran “producto de la soberbia post electoral” y constituían una “declaración de guerra”.
La crítica de Zoellick tiene muchos flancos débiles, y en muchos casos aparecen como contradictorias. Por un lado se lamenta del estancamiento del ALCA y critica al Mercosur, pero por el otro afirma que sus prioridades son las negociaciones globales en la OMC. Mientras reclama que los países andinos acepten sus exigencias sobre propiedad intelectual y abrir sus mercados a sus manufacturas, simultáneamente rechaza liberar su propio mercado agrícola derivando ese y otros temas hacia la OMC. Mientras proclama que ayudará a los países de la región, reacciona con prepotencia frente a una pequeña medida comercial de República Dominicana, amenazando con excluir a ese país de la firma del acuerdo de libre comercio. Bajo estas circunstancias, cualquier intento de recuperar el proyecto del ALCA sin que Washington otorgue concesiones comerciales sustanciales parece destinado al fracaso.

Encuentro entre China y América Latina

La presencia de China y otros países asiáticos otorga a los países sudamericanos nuevas opciones, tanto políticas como comerciales. Recordemos que China mantiene un sostenido crecimiento económico, con una fuerte demanda de productos primarios para alimentar a su población, a su industria y su infraestructura (especialmente soja, hierro, aluminio, cobre, cemento e hidrocarburos). Esa demanda ha convertido a América Latina en un proveedor de importancia, mientras que China ha pasado a ser un socio comercial clave.
A su vez, China está acelerando su estrategia de inversión en el extranjero, de manera de intervenir directamente en la propiedad tanto de los recursos como de las empresas locales que los procesan y exportan. Los montos totales de esa inversión todavía son modestos en comparación con las que realizan las naciones industrializadas, pero crecen año a año. En 2003, el total de la inversión china en el extranjero estuvo sólo en el nivel de 1.700 millones de dólares, de los cuales aproximadamente la mitad apuntó a otros países de Asia. El segundo lugar de la inversión extranjera china lo ocupó América Latina, con más de 600 millones de dólares.
Los destinos principales de esa inversión en las últimas décadas ha sido Hong Kong y Estados Unidos, y más atrás aparecen algunos países latinoamericanos. Entre 1979 y 2002, las mayores inversiones regionales fueron destinadas a Perú, México y Brasil. En los últimos tiempos, esas relaciones parecen estar cambiado. Por un lado, China aparece como un competidor directo de México en la “maquila” manufacturera y, por el otro, se han intensificado las relaciones con el Cono Sur.
Las inversiones chinas en Brasil son todavía modestas (alrededor de 10 millones de dólares en 2003), pero el gigante asiático se ha convertido en uno de los principales destinos de las exportaciones brasileñas, superando los 2.600 millones de dólares en 2003, con un saldo favorable en la balanza comercial. Las perspectivas de crecimiento son importantes, y Brasil espera que los nuevos acuerdos signifiquen inversiones en el orden de los 3.000 millones de dólares. Es evidente la importancia que tiene la disponibilidad de recursos primarios, tanto alimentos como minerales, a lo que se suman otras potencialidades hacia el futuro, como el suministro de uranio enriquecido para mantener centrales nucleares. Recordemos que cuando Lula visitó Pekín se manejó la idea de un acuerdo sobre combustibles nucleares que despertó la preocupación de Washington y finalmente naufragó. Los nuevos acuerdos con Brasil incluyen un convenio por 2.000 millones de dólares en minería y siderurgia con la gigantesca Compañía Vale do Rio Doce, en especial para construir una nueva planta para acero y otra para aluminio. Le sigue un emprendimiento conjunto para construir un gasoducto e inversiones en ferrocarriles y vías férreas.
En Buenos Aires se vivió con expectativa la negociación. Argentina realizó exportaciones hacia China por más de 1.500 millones de dólares en 2003, también con un saldo comercial favorable. Los acuerdos, que incluyeron al sector de transporte ferroviario, intentan reactivar la explotación de hierro en la Patagonia, la recuperación de yacimientos de hidrocarburos y la tecnología nuclear. Tanto en el caso de este país como Brasil, se espera liberalizar las exportaciones hacia China de alimentos como carne y granos, y lograr el status de destino habilitado para el turismo chino.
Finalmente en el caso de Chile, desde donde también existe un fluido comercio (exportaciones en el orden de 1.100 millones de dólares en 2003), aunque sin inversiones sustantivas recientes, se han dado pasos para comenzar a negociar un acuerdo de libre comercio, y se logró un convenio para el suministro de cobre.
Tanto en Brasilia como en Buenos Aires, la delegación china reclamó a cambio obtener el reconocimiento de su país como “economía de mercado”. Mientras Brasil rápidamente accedió al pedido, las resistencias eran mayores en Buenos Aires. Ese reconocimiento es importante para el papel de China en en la OMC y en sus prácticas comerciales con los países industrializados, especialmente Estados Unidos. En los dos casos los sectores industriales locales se opusieron fuertemente, ya que esa declaración implicaría abandonar medidas de protección contra ciertas formas de dumping chino que significarían una inundación de sus mercancías baratas. La discusiones entre las delegaciones gubernamentales fueron fuertes, especialmente en Buenos Aires, donde el gobierno de Kirchner se resistía a esa declaración, y los representantes comerciales chinos dejaron de lado las metáforas y la delicadeza. Finalmente Pekín obtuvo lo que deseaba.
De todas maneras, un examen más atento de los acuerdos firmados indica que los proyectos específicos todavía son limitados, y en varios casos en realidad son “cartas de entendimiento” con líneas estratégicas de cooperación. Ha trascendido a la prensa que tanto Brasil como Argentina han incluido cláusulas confidenciales que otorgar un período de protección a su industria.

Complejidades en la unidad regional

La permanente presión de Washington sobre la región, como las negociaciones con China, han puesto en tensión nuevamente los mecanismos de coordinación regional. En algunos casos fueron exitosos. Por ejemplo, pocos días antes de la reunión de APEC, en la cumbre de ministros de defensa de las Américas, la propuesta de Colombia y Estados Unidos para conformar fuerzas militares conjuntas en la región no logró el apoyo de los demás países. El Mercosur logró mantener la unidad y se opuso a la propuesta, y contó con el respaldo de varios otros países. Pero por otro lado, las naciones de la región no coordinaron sus negociaciones frente a China. Como Brasil rápidamente aceptó otorgar el status de economía de mercado a China, la capacidad de negociación de Argentina se vieron limitadas. Además, la negociación se dio entre esos dos países, en forma bilateral, y con ello se marginó a los socios menores.
A pesar de estos inconvenientes es posible que el Mercosur pueda fortalecerse, ya que la victoria del Encuentro Progresista-Frente Amplio en Uruguay implicará un mejor alineamiento regional, cerrándose así un flanco que en más de un momento intentó aprovechar Washington. El acuerdo Mercosur-CAN puede tener efectos en el mismo sentido.
Simultáneamente las resistencias a los tratados de libre comercio siguen en aumento en los países andinos. En efecto, en Perú se suceden los reclamos de las asociaciones agrícolas y de pequeños y medianos empresarios, en Ecuador la autoridad electoral ha autorizado la recolección de firmas para llamar a un referendo contra ese tipo de negociaciones, e incluso hay protestas de algunos sectores empresariales colombianos. Incluso en Colombia, donde se mantiene un estrecho vínculo con Washington, la intransigencia comercial de Estados Unidos está despertando resistencias. Por lo tanto, se mantiene un ritmo casi de vértigo en las negociaciones comerciales internacionales, donde no es posible distraerse ni un solo minuto.

--------------- Eduardo Gudynas es analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad América Latina). www.integracion.sur




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