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Nº 186 - Noviembre 2004

Pobreza, problema político de solución política.

por Roberto Bissio

El actual modelo de globalización económica está generando pobreza a nivel mundial. Con base en este diagnóstico, el ex presidente soviético Mijail Gorbachev convocó a muchos de los líderes de todo el mundo los días 22 y 23 de octubre en Stresa, Italia, a una reunión del Foro Político Mundial, creado por él en 2002 con la intención de llenar la brecha entre el Foro Económico Mundial, de Davos, y el Foro Social Mundial, de Porto Alegre. El objetivo de la reunión era discutir con varios de los principales líderes políticos que moldearon la globalización para buscar soluciones a los graves problemas actuales.

“Todos coincidimos en que la pobreza es un problema clave de nuestro tiempo, y es un problema político”, dijo el ex presidente soviético Mijail Gorbachev al cierre de la reunión del Foro Político Mundial en Stresa, una localidad turística italiana sobre el Lago Maggiore, en las laderas de los Alpes. “Es un problema político porque el mundo tiene recursos suficientes para resolverlo si adopta las decisiones adecuadas, pero no lo ha resuelto. Por el contrario, el problema es cada vez más grave, y lo que requiere es voluntad política”, agregó.
El actual modelo de globalización económica está generando pobreza a nivel mundial. Con base en este diagnóstico, Gorbachev convocó a la reunión a muchos de los líderes políticos de todo el mundo que moldearon la globalización, para buscar soluciones.
El ex presidente soviético creó el Foro Político Mundial en 2002, con la intención de llenar la brecha entre el Foro Económico Mundial, de Davos, y el Foro Social Mundial, de Porto Alegre. El nuevo foro fue la respuesta de Gorbachev a los desafíos planteados por Davos y Porto Alegre.
Participaron de la reunión de Stresa unos 20 ex presidentes y primeros ministros, entre ellos Lionel Jospin, de Francia, Mahathir Mohammad, de Malasia, y Benazir Bhutto, de Pakistán. También estuvieron Boutros Boutros-Ghali, ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y Mike Moore, ex director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), además de economistas, expertos en cuestiones sociales y representantes de ONGs. Durante dos días, los participantes discutieron formas de combatir la pobreza en el mundo actual.
“En los años 90, existía la ilusión de que los mecanismos del mercado podrían resolver los problemas, pero ahora sabemos que el problema es esencialmente político. El libre comercio y el buen gobierno son importantes, así como el aumento de la cooperación para el desarrollo y el alivio de la deuda, pero necesitamos un enfoque integral”, declaró Gorbachev en su discurso de bienvenida.
“Al final de la Guerra Fría, tardamos demasiado en elaborar un nuevo orden mundial. Desperdiciamos oportunidades y la globalización acarreó muchas consecuencias negativas, ampliando brechas y creando inestabilidad”, dijo el ex presidente soviético. “Yo creo que el cambio es posible. Creo que existe una alternativa. Comparto la consigna del Foro Social Mundial de que otro mundo es posible”, manifestó Gorbachev, y urgió a los máximos líderes mundiales que integran el Foro Político Mundial a acordar recomendaciones para presentar el año próximo a la Asamblea General de la ONU, cinco años después de la solemne promesa de la Declaración del Milenio de combatir la pobreza. “La base deberían ser los principios democráticos. Es totalmente inaceptable construir un nuevo orden mundial por imposición unilateral. ¿Quién debe tomar la iniciativa? Esta es la cuestión que debemos discutir”, dijo Gorbachev.
Mario Soares, ex primer ministro y presidente de Portugal, reconoció que “el modelo neoliberal impuesto por el Banco Mundial, el FMI y la OMC parece acabado”. Soares apoyó la propuesta de los presidentes Luiz Inácio Lula Da Silva (Brasil), Jacques Chirac (Francia) y Ricardo Lagos (Chile), y del jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, de crear impuestos mundiales para luchar contra el hambre y la pobreza, y abogó por el “desarrollo sostenible”, dado que “el actual modelo de consumo de los países ricos es insostenible y no debe generalizarse”.
Benazir Bhutto vinculó la pobreza con cuestiones de gobernanza, y sostuvo que “el autoritarismo no ha ofrecido prosperidad”. La ex primera ministra de Pakistán señaló la paradoja de que se hayan ofrecido “créditos generosos a dictadores por razones políticas, pero cuando la democracia regresó, las instituciones financieras internacionales insistieron en responsabilidades y condiciones de ajuste estructural que la desestabilizaron”. Bhutto reclamó “democracia, alivio de la deuda y comercio justo”.
Las declaraciones de Bhutto coincidieron plenamente con las del embajador Anwarul K. Chowdhury, el Alto Representante de las Naciones Unidas para los Países Menos Adelantados, quien reclamó la cancelación total de la deuda de los países más pobres, más ayuda y comercio justo.
Para hacer posible esta última aspiración, Mahathir Mohamad reclamó la construcción de infraestructura en países pobres. “Necesitamos dinero. Necesitamos fondos. ¿De dónde obtenerlos?”, se interrogó el ex primer ministro malasio “Es necesario imponer algún tipo de impuesto internacional a los individuos y países que se han beneficiado del comercio. Aquellos que se benefician de la eliminación de restricciones fronterizas, la desregulación o la reducción de impuestos no contribuyen a mejorar la situación internacional. Deberían pagar algún impuesto, porque son quienes se benefician de la globalización. El impuesto que precisamos es para el desarrollo de los países más pobres”.
Pero no será fácil hallar los fondos. El ex canciller alemán Hans-Dietrich Genscher lamentó que “el fin de la Guerra Fría no haya producido los dividendos de la paz esperados”. Y el ex primer ministro japonés Toshiki Kaifu sugirió enviar jóvenes voluntarios japoneses al exterior para ayudar a países en desarrollo, además de prometer capacitación para 100.000 estudiantes extranjeros en Japón, pero no mencionó la ayuda para el desarrollo ni la cancelación de la deuda.
El ex primer ministro francés Lionel Jospin señaló la necesidad de “reequilibrar la globalización y universalizar la diversidad, no imponer un sistema único”.
Muchos de los participantes destacaron los valores democráticos. Inder Kumar Gujral, ex primer ministro de India, observó que “el crecimiento no es lo único importante para erradicar la pobreza”, porque “la mayoría de las historias de éxito se basan en la participación de las personas afectadas”.
Sin embargo, también hubo desacuerdos, como era de esperarse en una reunión de políticos. Milos Zeman, ex primer ministro de la República Checa, comparó al ex presidente iraquí Saddam Hussein con Hitler y defendió la “guerra preventiva contra los dictadores”, aunque insistió en que no debería ser “unilateral”. Federico Mayor Zaragoza, ex director de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), respondió de inmediato que “no existe tal cosa como la guerra preventiva”, y reclamó en cambio una “cultura de la paz”. Mayor Zaragoza rechazó la “imposición de modelos” y las condiciones de la ayuda o las donaciones, que “llevan a las privatizaciones y a la pobreza” y arguyó que “reducir el Estado básicamente significa reducir el número de maestros”.
En los corredores de la reunión, el último primer ministro comunista de Polonia, Wojciech Jaruzelski, fue visto conversando animadamente con el economista estadounidense Jeffrey Sachs, quien fuera el principal asesor extranjero sobre el diseño de una economía de mercado en ese país. Sachs, actualmente director del Proyecto del Milenio de la ONU, pidió abordar los problemas “con sentido práctico, no ideológico”. Sin embargo, “ser práctico implica que los países donantes deben dar más dinero”, aseguró.
El ex director general de la OMC Mike Moore señaló que ese dinero debería proceder de la eliminación de los subsidios agrícolas en los países ricos, que suman más de mil millones de dólares diarios.
Al cierre de la reunión, el sábado 23 de octubre, Gorbachev destacó el carácter político del problema de la pobreza. En su audiencia estaban jefes de Estado que en el año 2000 habían firmado la Declaración del Milenio, por la que se comprometieron a reducir la pobreza a la mitad antes de 2015, además de legisladores, ex ministros, asesores y representantes de organizaciones de la sociedad civil.
Gorbachev elogió al Foro Social Mundial y criticó al Foro Económico Mundial, que se reúne no lejos de Stresa, en la localidad suiza de Davos. El Foro Económico Mundial se ha transformado en un foro de ricos, dijo el ex presidente soviético. Sus participantes van a esquiar, mientras el Foro Social y el Foro Político intentan crear auténticas herramientas.
El ex jefe del Partido Comunista de la Unión Soviética se proclamó socialdemócrata y defensor de la democracia, tanto en lo nacional como en las relaciones internacionales. Sin embargo, la democracia no puede imponerse por la fuerza o mediante guerras preventivas, señaló. En cuanto a la guerra en Irak, la consideró un error y un golpe al derecho internacional y a la democracia. “Creo que los estadounidenses están comenzando a comprender eso”, dijo Gorbachev.
“Necesitamos a la democracia para combatir la pobreza, y también para controlar el proceso. Mucho dinero asignado al combate de la pobreza fue a parar al bolsillo de unos pocos en Rusia, y como resultado muchos rusos viven hoy en la pobreza”, recordó el ex presidente soviético.
Gorbachev dio la bienvenida a los representantes de ONGs en el Foro Político Mundial, y dijo que la política cambiaría muy lentamente sin una sociedad civil poderosa a escala internacional.
El ex mandatario soviético resumió así el tema de la reunión: “Nuestras discusiones han confirmado que no existe una panacea. No hay soluciones mágicas. Se necesita un enfoque integral, que tome en cuenta las leyes de la economía de mercado y también las responsabilidades del Estado. Mucho depende de cada gobierno y sus políticas. La tentación de encontrar soluciones fáciles, autoritarias, sencillas, así como la tentación de la mano invisible del mercado, son insostenibles”.
“Sabemos cuáles fueron las consecuencias del Consenso de Washington”, dijo Gorbachev. “En la política real, no podemos ignorar las responsabilidades sociales y ambientales. Tampoco podemos ignorar el comercio, sino que debemos hallar un equilibrio. Nada puede reemplazar la capacidad de los políticos de buscar soluciones y escuchar a la gente”.
Gorbachev prometió presentar a la comunidad internacional un informe sobre la reunión, incluso sobre la necesidad de mejorar el gobierno mundial, aliviar la deuda y gravar los flujos financieros, las grandes empresas y el comercio de armas.
La necesidad de gravar o limitar de otra forma el comercio de armas había sido planteada previamente por el ex presidente de Polonia el general Jaruzelski y por el ex primer ministro de Malasia Mahathir Mohammad, quien destacó la necesidad de limitar los derechos de propiedad intelectual para facilitar el desarrollo y denunció el costo de la fuga de cerebros para los países pobres. El ex primer ministro indio Inder Gujral apoyó esa idea. “Precisamos cambiar las leyes de patentes y los acuerdos impuestos por la OMC”, afirmó.
El ex primer ministro francés Michel Rocard también subrayó la necesidad de crear impuestos internacionales.
Sylvia Borren, directora de la ONG holandesa Oxfam-Novib, pidió a Francia y otros países europeos que eliminen los subsidios agrícolas que perjudican a los países pobres y cumplan las metas de cooperación para el desarrollo fijadas hace 30 años. Pero Rocard replicó vagamente que Francia ya redujo sus subsidios y que Africa debe protegerse de la brutalidad de las fuerzas del mercado, porque el libre comercio es sólo para los fuertes.
El vicepresidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, recordó a la audiencia que las heridas de la esclavitud todavía no han cicatrizado en Africa y que los esfuerzos del pasado por nacionalizar recursos y proteger las economías africanas se enfrentaron con sanciones e intervenciones neocolonialistas.
Gyula Horn, ex primer ministro de Hungría, y Frei Betto, asesor personal del presidente brasileño, se refirieron al problema de la pobreza en los países de medianos ingresos de Europa oriental y América Latina.
Frei Betto reclamó una campaña mundial contra el hambre, pero opinó que enviar ayuda alimentaria a los pobres no es una buena idea, porque justifica los subsidios agrícolas, destruye culturas locales, crea dependencia y fomenta la corrupción. En Brasil, y en el planeta en general, no faltan alimentos sino justicia, dijo Frei Betto, y destacó que el plan Hambre Cero del presidente Lula ofrece ayuda económica a 4,6 millones de personas de un total de 11 millones que viven con menos de un dólar al día.

-------------- Roberto Bissio es director ejecutivo del Instituto del Tercer Mundo (ITeM).




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