Actualidades / Propiedad intelectual
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Nº 186 - Noviembre 2004
Sistema de propiedad intelectual.
ONGs, científicos y académicos reclaman una reforma importante.
por
Martin Khor
En una conferencia realizada ante la Asamblea General de la OMPI, destacados científicos, académicos y activistas deploraron la desigualdad en materia de patentes, generada por el régimen de derechos de propiedad intelectual predominante, que privilegia a un grupo selecto de titulares de derechos a expensas de consumidores, investigadores y pequeños productores.
El sistema de patentes, derechos de autor y otros derechos de propiedad intelectual (DPI) está siendo atacado desde varios sectores, incluso científicos famosos y conocidos profesores de Derecho, quienes dicen que este sistema ha ido demasiado lejos en cuanto a beneficiar a unos pocos a costa de la mayoría.
Los críticos están preocupados de que las patentes y los derechos de autor se den -principalmente a empresas de países industrializados- demasiado libremente y en condiciones que castigan injustamente a los consumidores, investigadores y pequeños productores.
La amplia gama de críticas surgidas en una conferencia sobre el Futuro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), organizada por Transatlantic Consumer Dialogue el 13 y 14 de setiembre en Ginebra, señalaron que el sistema de DPI obstaculiza el libre flujo de la información, aumenta el costo de los programas de computación, impide que los científicos avancen en las investigaciones, reduce el acceso del público a la información y aumenta el costo de los medicamentos.
Entre los participantes estuvieron John Sulston, Premio Nobel y dirigente del equipo científico de Cambridge que descifró el genoma humano, Richard Stallman, pionero del movimiento de software libre -que condujo entre otras cosas al sistema operativo Linux-, y varios especialistas en derecho de patentes.
Sulston se mostró preocupado de que las bases de datos que contienen información científica están cada vez más dentro del régimen de derechos de propiedad intelectual, lo que dificulta y encarece el acceso de los investigadores y, por lo tanto, impide la investigación. Sostiene que los datos científicos deben estar en bases de datos públicas que los investigadores puedan utilizar libremente. Cuando terminó de mapear el genoma humano, el equipo de Sulston publicó rápidamente los resultados en una revista científica, poniéndolos a disposición de todos. “Pusimos los detalles en una base de datos pública para que cualquiera pudiera acceder a ellos y hacer su propia investigación”, expresó.
Sulston se pronunció en contra de la práctica actual de patentar los genes, lo que considera un abuso del sistema de patentes, ya que las secuencias de genes son descubrimientos y no invenciones. Definió como “absolutamente retrógrado” el intento de los gobiernos europeos de hacer más rigurosos los derechos de autor sobre las bases de datos. “Necesitamos contener al mercado y realizar investigaciones en formas que no estén puramente dirigidas al mercado”, expresó. “Necesitamos recuperar la confianza, porque me temo que la raza humana no sobrevivirá si no restauramos la confianza entre los científicos y la ciencia”.
Stallman, presidente de la fundación Free Software (Software libre), dijo que los DPI restringen el acceso público a la información y los bienes esenciales, y no deberían ser calificados como “derechos”. Sostuvo que “las patentes concedidas para software sólo benefician a muy pocos, los cuales tienen la posibilidad de entablar juicios al resto de la sociedad, sobre la cual pesa esa amenaza”, y aseguró que “hay efectos negativos para los creadores de software y los usuarios de computadoras”.
Bibliotecarios, eruditos y estudiantes también están preocupados de que el mayor rigor de las reglamentaciones en materia de derechos de autor impidan el acceso a la información.
Jukka Liedes, del Ministerio de Educación de Finlandia, quien está a cargo del sistema bibliotecario y de la política de acceso a la información de ese país, dijo que antes se consideraba que “cuanta menos propiedad intelectual o derechos de propiedad intelectual hubiera, mejor”. Pero ahora los consumidores están limitados por las condiciones impuestas por los derechos de autor y el acceso a la información se ha convertido en un problema. El sistema de derechos de autor tiene efectos en la diversidad cultural, la expresión cultural y la promoción de la creatividad, afirmó.
Para Volker Grassmuch, de la Universidad Humboldt de Berlín, la revolución digital, propagada por la computadora personal y por Internet, hizo accesible a gran cantidad de personas la información, la edición y las posibilidades de copiar. Sin embargo, ahora hay una “revolución contradigital” con las restricciones impuestas a usuarios de computadoras, por ejemplo, sobre lo que se autoriza o no a bajar de Internet. Además, expresó que los mayores beneficiarios de la ley de derechos de autor no son los autores o músicos sino los dueños de las principales industrias. El precio lo pagan los consumidores y los pequeños productores.
Varios participantes subrayaron que no estaban en contra de la propiedad intelectual en sí misma, pero que debería haber un equilibrio entre los privilegios monopólicos concedidos a los titulares de patentes y los derechos y el bienestar del público. Su preocupación fue que la balanza se inclinó demasiado a favor de los titulares de DPI, que pueden subir los precios de sus productos, afectando el acceso de los consumidores, a la vez que también impiden que otros productores compitan con ellos.
R. Sothi, director de Consumers International en Asia, manifestó que un estudio de las leyes de derechos de autor en cinco países asiáticos había demostrado que el sistema de propiedad intelectual está dejando los materiales educativos fuera del alcance de los pobres ya que aumentó el costo e impide que sean copiados. Un sistema uniforme para todos no sirve para tratar a países que están en distintos estadios de desarrollo.
La organización Médicos Sin Fronteras mostró datos acerca de cómo los precios de los medicamentos para pacientes de sida se han mantenido muy elevados como consecuencia de las patentes. También expuso el hecho de que el 97 por ciento de las patentes en todo el mundo está en países industrializados, mientras que el 80 por ciento de las patentes de los países en desarrollo también pertenece a residentes de los países ricos. Así, los que se benefician del sistema de propiedad intelectual son en su gran mayoría de los países desarrollados.
El sistema de patentes de Estados Unidos está siendo distorsionado por prácticas recientes, según varios académicos estadounidenses.
Brian Kahin, de la Universidad de Michigan, dijo que las normas para conceder patentes han perdido rigor, de manera que se otorgan más patentes. Añadió que la gama de productos para los cuales se conceden patentes también se ha ampliado hasta incluir, por ejemplo, formas de vida, software y métodos comerciales. Como resultado de eso, la validez de muchas de las patentes concedidas resulta cuestionable.
A los participantes del seminario les preocupaba que el modelo de Estados Unidos, que es nocivo incluso para los estadounidenses, se está exportando ahora a los países en desarrollo, donde es aún más inapropiado y provocará más daño.
Se referían, en primer lugar, al Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPS) de la OMC y, en segundo lugar, a los intentos de los países industrializados de crear nuevos tratados en la OMPI -como el Tratado sobre el Derecho Sustantivo de Patentes y el tratado de derechos de los radiodifusores- que “armonizarían” las leyes de DPI de los países en desarrollo con las leyes de Estados Unidos y otros países industrializados.
“Este intento de armonización es inmoral y es el último insulto a los países en desarrollo”, manifestó Graham Dutfiel, de la Universidad Queen Mary de Gran Bretaña. “Japón no se hubiera desarrollado si hubiera tenido esas leyes de DPI, y las grandes empresas de Europa no hubieran despegado si no hubieran estado autorizadas a copiar tecnología”.
El conocido académico estadounidense Jerome Reichman dijo que los nuevos tratados propuestos en la OMPI “transmitirían el sistema disfuncional de la propiedad intelectual de Estados Unidos al resto del mundo”. “¿Por qué los países en desarrollo deberían participar en un ejercicio de fijar normas que sería negativo para ellos y también para Estados Unidos y la Unión Europea? ¿Cómo puede salir algo bueno de eso y por qué los países en desarrollo tendrían que aceptarlo?”, se interrogó. Pidió que se pusiera fin a esos intentos de armonización, lo que fue apoyado por otros participantes.
El seminario también discutió varias ideas para reformar la OMPI de manera que no sólo promueva los DPI, como ahora, sino que pudiera considerarlos dentro del contexto más amplio del desarrollo.
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