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Nº 183 - agosto 2004

Acuerdo sobre Doha del Consejo General de la OMC.

Un triunfo menor para el multilateralismo, dice Supachai.

por Kanaga Raja

El Consejo General de la Organización Mundial de Comercio (OMC) finalizó en la madrugada del domingo 1 de agosto una intensa semana en que día y noche se sucedieron consultas, reuniones de sala verde, sesiones informales y, finalmente, una sesión formal para adoptar una decisión y anexos sobre el Programa de Trabajo de Doha. En las evaluaciones posteriores hubo una nota de cautela y sobriedad, y poca algarabía. Incluso el diario The Financial Times evaluó el resultado como “planes y exhortaciones vagas”, y anunció que quedan años de disputas por delante acerca de los detalles de los acuerdos.

En un informe ante la prensa, después de que el Consejo General adoptara la decisión sobre el Programa de Trabajo de Doha, el director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Supachai Panitchpakdi, consideró que el resultado era un “triunfo menor” para el multilateralismo, pero que el “triunfo mayor” aparecería recién después de que las conclusiones de las negociaciones llegaran a buen puerto. Sin embargo, Supachai no aventuró un nuevo plazo o fecha para la culminación de las conversaciones, diciendo sólo que los países miembros esperan terminar “en un futuro previsible”.

Los retos que enfrentan los miembros después del fracaso de Cancún, expresó Supachai, fue superado gracias al compromiso y el trabajo constructivo realizado en Ginebra, apoyado por las capitales de los países miembros. Es así que a 10 meses de Cancún, los miembros lograron lo que no habían podido hacer allí.

Entre las decisiones citó los compromisos de trabajar en pos de la eliminación de los subsidios a las exportaciones en la agricultura, aunque falta ponerse de acuerdo en las fechas finales, y los compromisos de reducir sustancialmente los subsidios internos. También se refirió a los esfuerzos que hay que hacer para obtener ganancias reales en el acceso a los mercados en agricultura y bienes industriales. También habló del avance en los temas de Singapur ((inversión, competencia, contratación pública y facilitación del comercio) y del trabajo para iniciar la facilitación del comercio, que podría ayudar a los países industrializados y en desarrollo a reducir los costos de sus actividades comerciales.

El director general de la OMC también dijo que había un “compromiso real” de resolver la cuestión del algodón, importante para los países menos adelantados. Para los países industrializados es una “medida valiente” iniciar negociaciones en ese rubro y también promover la ayuda al desarrollo “para facilitar el proceso de ajuste en los sectores algodoneros”, afirmó.

El ministro de Industria y Comercio de India, Kamal Nath, expresó en conversación con la prensa fuera de la sala de reuniones que “se reconoció aquí que la opinión de los países en desarrollo no puede darse por sentada”. El acuerdo es un reconocimiento largamente esperado de que los subsidios agrícolas de los países ricos son injustos, y “finalmente todos entendieron que nuestros agricultores no pueden competir contra cultivos subsidiados”.

Consideró que para India y otros países en desarrollo resulta claramente beneficiosa la exención total de las reducciones de los niveles de minimis de los pagos a los agricultores marginales y con escasos recursos, así como las disposiciones para Productos Especiales y el Mecanismo de Salvaguardia Especial para los países en desarrollo, el requisito para negociar los criterios antes de autorizar a Estados Unidos que ponga en funcionamiento el nuevo compartimento azul, y sacar del Programa de Trabajo de Doha los otros tres temas de Singapur.

El canciller brasileño Celso Amorim, que dirige el Grupo de los 20, dijo que el acuerdo constituye un hito para los agricultores del Tercer Mundo, quienes nunca podrían competir contra los cultivos subsidiados de los países industrializados, y son millones los que están por ser expulsados del sector. Amorim también habría manifestado que el Grupo de los 20 fue considerado una fuerza destructiva en Cancún, pero ahora es considerado una parte esencial del acuerdo.

Más tarde, en otro informe de la Unión Europea -elaborado por el presidente de la Unión Europea, el ministro holandés J. L. Brinkhorst, y los comisarios de Comercio, Pascal Lamy, y de Agricultura, Franz Fischler-, Lamy dijo que la Ronda de Doha estaba nuevamente en marcha y que los resultados alcanzados eran buenos no sólo para la Unión Europea en términos de su programa de trabajo ofensivo y defensivo, sino también para los países en desarrollo.

En términos de los intereses ofensivos de la Unión Europea en las negociaciones, Lamy expresó que en agricultura, “por el precio de la reforma de la política agrícola de la Unión Europea, introdujimos una reforma a la Ley Agrícola de Estados Unidos, para beneficio de nuestros agricultores”. La Unión Europea se había asegurado que se eliminaran los créditos a las exportaciones, la ayuda alimentaria o las empresas comerciales estatales por considerar que son elementos que distorsionan el comercio, así como los subsidios a las exportaciones de la Unión Europea.

Se han adoptado directrices precisas para reducir los aranceles a los productos industriales, y en servicios se fijó la fecha de mayo de 2005 para la nueva ronda de negociaciones. Lamy también mencionó las negociaciones para simplificar los procedimientos aduaneros (las negociaciones sobre la facilitación del comercio).

En términos de los intereses defensivos, la Unión Europea podrá seguir protegiendo productos sensibles para sus agricultores. Las otras concesiones que hizo la Unión Europea y están incluidas en la OMC son las políticas agrícolas, entre ellas los subsidios a las exportaciones. La Unión Europea lamentó tener que sacar del Programa de Trabajo de Doha tres de los cuatro temas de Singapur, “pero no era el momento correcto”.

En referencia a la oferta que hiciera a algunos de los países del Grupo de los 90, en un intento por dividir a los países en desarrollo, Lamy dijo que “los países del Grupo de los 20 tendrán que negociar” para obtener beneficios, mientras que los del Grupo de los 90 “tendrán la ronda a un precio módico”.

El comisario de Agricultura, Franz Fischler, comentó que las reformas de la Unión Europea ofrecieron la llave para avanzar en la ronda de Doha, y el acuerdo marco aseguró que otros países seguirían a la Unión Europea en el camino de reformas. Para la Unión Europea, el resultado estaba dentro de su propio marco de reforma y no iba más allá. El compartimento verde se mantuvo, y también el compartimento azul, aunque con topes.

En su informe, el Representante Comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, declaró que las negociaciones de la OMC habían vuelto a su senda, con “un mapa para el camino que queda por delante”. Ahora habrá que negociar los límites de velocidad, en cuanto a cuán lejos y cuán rápido “bajaremos los obstáculos al comercio”, añadió.

En su opinión, el marco agrícola “imagina” la eliminación total de los subsidios a las exportaciones agrícolas y nuevas disciplinas sobre créditos a las exportaciones y sobre empresas comerciales estatales, preservó “programas de ayuda alimentaria disciplinados para abastecer necesidades humanitarias y de desarrollo”, y un compromiso global para armonizar los programas de subsidios agrícolas mundiales que distorsionan el comercio, para asegurar que los países con subsidios más elevados estén sujetos a reducciones más profundas.

Reduciría más el apoyo interno autorizado en agricultura en el primer año que en toda la Ronda Uruguay. También abriría mercados para los productos agrícolas, con un compromiso para con el concepto de que los aranceles más elevados deberían sufrir mayores reducciones y que se harían mejoras sustanciales en el acceso a los mercados para todos los productos.

Zoellick puso énfasis en el “principio armonizador” de las reducciones al apoyo interno de los países industrializados y estuvo de acuerdo en que una fórmula gradual es muy positiva para Estados Unidos. Y añadió: “Obviamente todavía estamos trabajando con el concepto de compartimento azul”.

En referencia a los pagos anticíclicos vinculados a los precios, pero no a la producción, Zoellick expresó que Estados Unidos intentaba trasladar algunos subsidios del compartimento ámbar al compartimento azul, pero esto no se había hecho aún.

Acerca de los productos industriales, los miembros habían acordado trabajar por una ampliación del acceso a los mercados en todo, desde automóviles a computadoras pasando por bienes de consumo, y para introducir “reducciones amplias en los aranceles a través de una fórmula que reduciría más rápidamente los aranceles más elevados, complementadas con la posibilidad de lograr la eliminación total de los aranceles en los sectores claves”, y más trabajos para resolver los obstáculos no arancelarios.

En cuanto a los servicios, Zoellick expresó que los miembros han aceptado intensificar las negociaciones para abrir los mercados de servicios, que “ahora representan más de la mitad de la mayoría de nuestras economías, tanto desarrolladas como en desarrollo. Y es importante que hemos dejado en claro que los servicios están a la par con agricultura y manufactura como un sector ‘básico’ de acceso a los mercados”.

Martin Redrado, jefe de negociaciones comerciales de Argentina, declaró que “ha habido un avance tremendo” en el texto, que asegura “una reforma sustancial del comercio agrícola mundial”.

Un informe de la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) fechado en Ginebra, cita a Redrado, que declaró: “Se ha trazado el campo de juego, y ahora tenemos que jugar, pero el campo está trazado a favor de los países en desarrollo”. Esto es verdad por primera vez en 50 años, añadió, refiriéndose al nacimiento del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) en 1948.

Redrado manifestó que en una lectura inicial del documento, no veía ninguna cláusula que perjudicara a los países en desarrollo.

Los grupos de la sociedad civil reaccionaron con cautela, y algunos, como Focus on the Global South, hicieron duras críticas al acuerdo y acusaron a Estados Unidos y la Unión Europea de haber ejercido presiones.

Oxfam y Christian Aid dijeron que tenían serias dudas sobre el acuerdo y los plazos para las promesas realizadas. Andrew Pendleton, de Christian Aid, declaró que “si todo lo que está escrito en ese texto fue acordado, estaría empezando a mejorar para muchos de los países más pobres”. Pero si bien el compromiso de poner fin a los subsidios a las exportaciones es bastante claro y explícito, “no hay ningún plazo fijado”.

Celine Charveriat, de Oxfam, dijo que había poco en el acuerdo de la OMC que garantizara la introducción de reformas que ayuden a los países más pobres. Si bien hay un lenguaje fuerte en el tema subsidios, el acuerdo general fue “decepcionante”. Después de tres años de negociaciones, los resultados de esta reunión están lejos de contemplar lo que se necesita para reformar las normas comerciales mundiales y asegurar que estén enfocadas en mejorar la situación de los pobres. “La vida y trabajo de millones de personas dependen de esas conversaciones, pero los países ricos todavía no muestran liderazgo y en cambio complacen los intereses creados y obligan a los países en desarrollo a adoptar una estrategia de limitación del daño”.

Las aparentes concesiones de Estados Unidos en la cuestión del algodón no tienen fuerza legal obligatoria y no garantizan que se ponga fin al régimen perjudicial. Los negociadores pueden anunciar con bombos y platillos los avances en materia de reducción de los subsidios a las exportaciones y el algodón, “pero no hay compromiso firme ni plazos claros para la reforma”. Si los países ricos no ponen de inmediato sus promesas en acción, la declaración se convertirá en sólo una etapa más “en un largo trayecto de decepciones”.

Aileen Kwa, de Focus on Global South, consideró que el resultado es una catástrofe para los pobres, y acusó a los países ricos de presionar, dividir y excluir a los países en desarrollo. El resultado es un marco para proteger los intereses de los poderosos y mantener sus subsidios, afirmó.

Kwa concluyó: “Considerándolo globalmente, el texto es un acuerdo injusto para el Sur”. El comunicado de prensa menciona algunos países y sus ministros que fueron objeto de presiones y amenazas, y “sobornos de ayuda” por parte de las potencias para dividir a los países en desarrollo.




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