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No. 176/177 - Enero/Febrero 2004

Diálogo interactivo de la ONU

El espíritu de Monterrey en busca de un cuerpo

por Martin Khor

Con el empeoramiento de la situación financiera de los países en desarrollo después de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Financiación para el Desarrollo, celebrada de Monterrey, México, en marzo de 2002, deben tomarse medidas para fortalecer los mecanismos de la ONU para el monitoreo y la revisión del proceso de implementación. De lo contrario, Monterrey será otro mojón en el camino que lleva a ninguna parte, lamentado por ser otra “oportunidad perdida” en un mundo en donde éstas abundan.

Esto ha surgido después de un día de discusiones en el Diálogo de Alto Nivel sobre financiación para el desarrollo el 30 de octubre, en especial en la “sesión interactiva” donde participaron gobiernos, organizaciones internacionales, y grupos de la sociedad civil y de negocios.

Un punto débil del Consenso de Monterrey es que tiene un mecanismo de seguimiento muy endeble, debido en gran parte a la extrema renuencia de algunos de los principales países desarrollados a dar un alto perfil al trabajo de finanzas en la ONU. Actualmente, el seguimiento consiste en un día de diálogo anual entre miembros de la ONU y las autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio (OMC), y tres días de diálogo sobre financiación para el desarrollo cada dos años.

El proceso post-Monterrey está sufriendo debido a eso, como quedó claro en el primero de los diálogos. Tal como expresó a los delegados Roberto Bissio, coordinador de Social Watch, representando a las ONG: “El espíritu de Monterrey que todos elogiamos, necesita encontrar un cuerpo donde vivir. De lo contrario, seguirá siendo un fantasma”.

Entre los temas clave que surgieron en el diálogo se encuentran: * Existe una tendencia muy preocupante de recursos que están siendo transferidos hacia fuera de los países en desarrollo en vez de hacia dentro, con una salida neta que creció de 111.000 millones de dólares (promedio anual 1998-2000) a 193.000 millones en 2002.

* Hubo un punto positivo: la disminución de la ayuda oficial se revirtió, aunque los niveles siguen siendo todavía demasiado bajos.

* La situación de la deuda externa continúa siendo crítica, dado que la iniciativa PPME (Países Pobres Muy Endeudados) está resultando inadecuada para los países más pobres, y no aparecen soluciones para los países de ingreso medio.

* Los países en desarrollo están todavía esperando los beneficios de los aspectos de desarrollo prometidos del programa de Doha de la OMC; el colapso de las conversaciones de Cancún fue un paso atrás, y las negociaciones deberían retomarse en breve plazo. Muchos de los delegados demandaron la pronta remoción de los subsidios agrícolas del Norte.

* No hubo progresos hacia una nueva arquitectura financiera internacional.

* Monterrey demandó un aumento en la participación de los países en desarrollo en la toma de decisiones de las organizaciones internacionales como las entidades multilaterales de crédito y la OMC, pero no ha habido demasiado progreso a este respecto.

* Monterrey no fue un punto de llegada sino de partida, y el trabajo de implementación, que recién ha comenzado, precisa mayor ímpetu.

* El proceso y las instituciones de seguimiento de la financiación para el desarrollo son muy débiles y precisan fortalecerse si se pretende llevar a cabo un trabajo de seguimiento sobre la implementación en forma seria.

* El problema clave, identificado por muchos de los participantes, es la falta de voluntad política de los países desarrollados. No se llegó a un acuerdo en medidas para fortalecerla.

La falta de participación de los países en desarrollo en la toma de decisiones, las estructuras y las prácticas de la OMC, el FMI y el Banco Mundial fue objeto de críticas.

Al inaugurar el plenario interactivo, el presidente de la Asamblea General de la ONU, el canciller de Santa Lucia Julian Hunte, se refirió a la “cuestión candente” de cómo recargar las negociaciones comerciales después de Cancún. “Parece que las dificultades sustanciales se han entrecruzado con las dificultades del proceso”, dijo Hunte. “Permítanme recordar que nuestros gobiernos acordaron en Monterrey que cualquier proceso de consulta en la OMC debería ser representativo de su membresía plena y que la participación debería basarse en criterios claros, simples y objetivos. Con las inquietudes expresadas después de Cancún sobre la designación de los presidentes y facilitadores de los grupos negociadores, la selección de los participantes en las reuniones de ‘sala verde’, y la redacción de nuevos textos, parece que tenemos mucho trabajo por delante. ¿Por dónde empezamos?” El ministro de Asuntos Exteriores de India, Vinod Khanna, dijo que el consenso de Monterrey era apenas un “mínimo común denominador” comparado con las recomendaciones del panel Zedillo y las proyecciones en relación a la necesidad de recursos para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Monterrey fue así el comienzo y no el destino final.

Muchos elementos todavía requieren implementación, por ejemplo, se avanzó poco en la implementación del acuerdo para mejorar la participación de los países en desarrollo y darles una voz más importante en los procesos de toma de decisiones de las instituciones comerciales, financieras y monetarias internacionales. Era extremadamente importante abordar esta cuestión al inicio, debido a que los sistemas comerciales y financieros no siempre toman en cuenta los intereses de los países en desarrollo.

Sobre el proceso de seguimiento, Khanna solicitó al secretario general un informe evaluativo que explique las razones por las cuales, a pesar de los compromisos de Monterrey, la transferencia neta de recursos a los países en desarrollo no sólo continúa siendo negativa sino que se ha agravado en forma alarmante. ¿Son los factores comerciales y la continuidad de las asimetrías y desequilibrios los responsables? El embajador de Marruecos, Mohamed Bennouna, hablando a nombre del G-77 y China, dijo que el informe del secretario general mostraba que las reformas implementadas en los países en desarrollo no tenían como contraparte un cumplimiento de los compromisos por parte de los países ricos y las instituciones financieras internacionales. Había una baja tasa de flujo de capitales y un empeoramiento de los flujos financieros negativos.

El resultado de Cancún no permitió la implementación de la agenda de Doha. Los países desarrollados deben abrir sus mercados a los países en desarrollo y eliminar sus subsidios agrícolas, dijo Bennouna.

De los 42 países candidatos al PPME, sólo ocho alcanzaron el nivel que les permite beneficiarse de medidas de alivio. Se requiere más flexibilidad para ayudar a resolver la deuda de ésos y otros países en desarrollo.

El G-77 y China lamentaron la falta de progresos en la revisión de la estructura y cálculos de capital de las contribuciones evaluadas en el FMI y el Banco Mundial. Tales medidas son las únicas que permitirían aumentar la participación de los países en desarrollo en la toma de decisiones.

México dijo que el principal punto de Cancún era cómo se reducen los subsidios a la agricultura que distorsionan drásticamente el comercio, y la restauración de la equidad en el sistema. Se sugirió que la ONU solicite a los miembros de la OMC retomar el debate sobre este tema para lograr un comercio justo sin las distorsiones que provocan esos subsidios.

El delegado de Brasil expresó que su país y el grupo de países en desarrollo (G-20) que éste representa se comprometían a recomenzar las negociaciones en la OMC. La contribución del comercio a las metas de Monterrey fue significativa debido a que los países en desarrollo podrían ganar 400.000 millones de dólares en 2015 si se liberaliza el comercio agrícola, por lo que los subsidios deberían reducirse. El comercio Sur-Sur, incluso a través del Sistema Global de Preferencias Comerciales (SGPC), es muy importante. Destacó además la importancia de la coherencia de las políticas y el rol central de ONU y el Consejo Económico y Social (ECOSOC).

China exigió la remoción de las barreras comerciales como el abuso de las prácticas anti-dumping, las medidas sanitarias y fitosanitarias y obstáculos técnicos al comercio, y la aplicación de principios comerciales a la agricultura, textiles y productos de los países en desarrollo. Demandó también un mecanismo más vinculante para el seguimiento de la financiación para el desarrollo, incluyendo el establecimiento de un marco de monitoreo y evaluación para todo el Consenso de Monterrey, localizado en la ONU. También debería establecerse un comité de financiación para el desarrollo en el sistema de ONU.

Pakistán opinó que debería darse cuerpo a tantas buenas ideas porque de lo contrario sólo sería una interminable repetición de los compromisos de la boca para fuera. El proceso de seguimiento debe revisarse. “Si no estamos contentos con las chácharas periódicas de las reuniones de primavera y este diálogo, debemos tener un seguimiento más sostenible”, apuntó. “Implementación es la palabra de moda pero, ¿dónde está el verdadero problema? Necesitamos un seguimiento riguroso a nivel de expertos para revisar el cumplimiento de los compromisos por parte de los países, lo que puede aportar a las reuniones de primavera y al diálogo. Tiene que haber una revisión experta, y un mecanismo de monitoreo y seguimiento”.

Egipto estuvo de acuerdo en la necesidad de fortalecer los mecanismos de seguimiento para asegurar la coordinación, con un sistema continuo que podría incluir al Banco Mundial y al FMI.

El representante del Banco Mundial sugirió que en la reunión de primavera de ECOSOC, sus 54 miembros deberían tener un diálogo con los directores ejecutivos del FMI y el Banco Mundial, con la sociedad civil y las empresas.

Kenya inquirió acerca de la remoción de los subsidios agrícolas. Actualmente, es mejor ser una vaca en Europa, con un subsidio de dos dólares diarios, que una persona en un país en desarrollo, donde muchos viven con menos de un dólar al día, dijo el representante de Kenya. También preguntó acerca de los pasos tomados por el FMI y el Banco Mundial para incrementar la participación de los países en desarrollo en la toma de decisiones.

Italia, en nombre de la Unión Europea, lamentó profundamente el fracaso de Cancún. La Unión Europea considera que las negociaciones de la OMC deben retomarse tan pronto como las partes estén listas. Reiteró el objetivo de la Unión Europea de aumentar colectivamente su AOD (ayuda oficial al desarrollo) en 0,39 por ciento del PNB para 2006.

La ministra de desarrollo de Noruega relató cómo su país había aumentado la ayuda y cancelado todas las deudas de los PPME. Actualmente, Noruega quiere asegurar la coherencia para que las diferentes políticas no dañen a los países en desarrollo. Resaltó la necesidad de voluntad política para alcanzar la implementación. Asimismo propuso un mecanismo eficaz de monitoreo y revisión para abordar las deficiencias de los países desarrollados. La revisión de 2005 debe ser un hito que muestre la voluntad política para hacer que las cosas se lleven a cabo.

Estados Unidos resaltó la importancia de los recursos domésticos para el desarrollo. Cancún fue una oportunidad perdida, especialmente para los países en desarrollo. Estados Unidos está dispuesto a recortar las tarifas y subsidios de forma drástica, pero los países en desarrollo deben también retirar sus barreras comerciales.

John Foster, del Instituto Norte-Sur de Canadá, dijo que con el colapso de Cancún era urgente una revisión de las suposiciones y procedimientos del sistema de comercio. Un único enfoque del comercio no funciona. Por otra parte, las instituciones financieras internacionales deben cesar su presión para imponer medidas liberalizadoras y privatizadoras inapropiadas en los países en desarrollo. La OMC debe cambiar sus hábitos y terminar con sus procesos manipuladores y opacos.

Sobre el seguimiento, dijo que ECOSOC debería ser fortalecida y coordinar actividades y políticas de revisión, entre ellas, hacer responsables a las entidades multilaterales de crédito y la OMC. La OMC debería incluirse en la ONU. También se requiere de una estructura de coordinación para el proceso de financiación para el desarrollo.

Roberto Bissio resumió, en nombre de Social Watch y del Grupo Facilitador Internacional de ONG sobre el seguimiento de la Financiación Para el Desarrollo, los mensajes de las audiencias de ONG. La conferencia de Monterrey fue calificada de exitosa porque tuvo como resultado nuevas promesas de fondos adicionales, afirmó. Y la AOD total de hecho creció cinco por ciento en 2002. Sin embargo, este aumento es relativo a los niveles históricos más bajos de la ayuda al desarrollo y es apenas una pequeña fracción del dinero que se estima necesario para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En el mismo año, antes de la guerra de Irak, el gasto militar mundial aumentó seis por ciento, alcanzando los 794.000 millones de dólares. Parece que el dinero está todavía más disponible para la guerra que para el desarrollo.

“Durante las audiencias, las organizaciones de la sociedad civil identificaron varios mecanismos para recaudar recursos. Por ejemplo, la propuesta de un Organismo Internacional de Finanzas, impuestos y tributos a la utilización de los bienes globales, el propuesto impuesto a las transacciones monetarias y la recuperación de bienes sacados de nuestros países por medio de la corrupción, que podría acordarse en el marco del seguimiento de la financiación para el desarrollo.

“Se discutió la experiencia de Argentina, como un dramático ejemplo de cómo, una vez más, los ‘países modelos’ fracasan estrepitosamente. Los pueblos sufren las consecuencias de estos repetidos fracasos y no los que elaboraron las políticas.

“Se ha mencionado muchas veces la necesidad de monitorear la implementación de las promesas hechas en Monterrey. En el “nuevo contrato” emergente de Monterrey, una de las partes aún no ha cumplido con su parte del trato. Los países desarrollados no están cumpliendo con el Objetivo 8 de los ODM y, entre ellos, los miembros del G-7 son los más atrasados. De hecho, parece existir una relación inversa, cuanto más grande y poderoso es el país, más lento avanza hacia el cumplimiento de sus compromisos.

“La promesa de una ronda de desarrollo hecha en Doha y elogiada en Monterrey no se materializó en Cancún. La falta de acuerdo muestra que existen problemas de gobernanza que tienen raíces históricas. En las últimas dos décadas, el rol de la ONU se ha visto reducido por una decisión política del G-7. Las instituciones Bretton Woods y la OMC han invadido áreas que no estaban incluidas en su mandato original.

“La OMC debería manejar el comercio, y no los servicios o las políticas de salud a través de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPs); el FMI debería limitarse a las finanzas, asegurar la estabilidad, combatir la volatilidad y la especulación, y no involucrarse en políticas comerciales mediante la exigencia de una liberalización unilateral; el Banco Mundial debería apoyar proyectos bien diseñados y no imponer ajustes estructurales.

“La ONU deberían recobrar su rol en el establecimiento de estándares normativos, particularmente en lo que se refiere a derechos humanos, derechos laborales y políticas sociales. Existe un desequilibrio escandaloso entre la imposición de derechos corporativos a través de sanciones comerciales y la falta de poder de los tratados de derechos humanos, incluyendo el derecho a la vida misma.

“Como se reconoció en Monterrey, las finanzas, el comercio y el desarrollo están interrelacionados, pero nadie toma en cuenta esa relación. Algunas medidas concretas a tomar se describen en el documento del Grupo Facilitador Internacional de ONG llamado ‘Una agenda política para la reforma de la gobernanza global’.

“De acuerdo a las recomendaciones de Monterrey, debemos cambiar los poderes de votación en las instituciones de Bretton Woods, asegurar una mayor representación de los países en desarrollo en sus directorios y una periódica rendición de cuentas ante la Asamblea General de la ONU. La OMC debe integrarse a la familia de la ONU.

“Existe una brecha en la gobernanza global relacionada con la deuda: todas las decisiones sobre su sustentabilidad, la cantidad y las condiciones de la ayuda las toman los acreedores. El mundo necesita un mecanismo manejado por la ONU para asegurar que la carga se comparta en forma justa y equilibrada.

“Por lo tanto, las organizaciones de la sociedad civil urgen a la Asamblea General a adoptar la recomendación del secretario general de la ONU en el párrafo 137 de su informe en cuanto a establecer un grupo de expertos sobre la deuda.

“ECOSOC debe fortalecerse y el mencionado documento del GFI explica cómo hacerlo. Grupos de trabajo de expertos con participación de la sociedad civil pueden asesorar en las decisiones sobre políticas. Debe crearse un comité ejecutivo permanente de ECOSOC, tal como se describe en el párrafo 182 del informe del secretario general.

“En resumen, el espíritu de Monterrey que todos elogiamos, debe encontrar un cuerpo en donde vivir. Se simbolizó a la cumbre de Monterrey con un albatros que, en contra de todas las predicciones, pudo verdaderamente volar. Ahora debemos asegurarnos que para 2005 el albatros pueda encontrar un nido adecuado para incubar sus huevos”.




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