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No. 59 - Primera quincena de Marzo 1995

Inadecuación de las políticas uniformes

por Chakravarthi Raghavan

La crisis mexicana y las reacciones de Estados Unidos, Europa y las instituciones financieras internacionales obligan a repensar las políticas uniformes exigidas hasta ahora a los países en desarrollo, opina un grupo de especialistas.

Economistas de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y otros especialistas, reunidos en Ginebra para un seminario sobre el tema "Finanzas internacionales: de la universalización a la crisis", resaltaron la necesidad de repensar las políticas recomendadas a los países en desarrollo a partir de un modelo uniforme.

El destacado académico argentino y uno de los más prominentes economistas latinoamericanos, Roberto Frenkel, dijo que si había alguna lección para extraer de la experiencia mexicana ella era la necesidad de aplicar medidas nacionales para controlar los flujos de capital de corto plazo, respaldadas por acuerdos internacionales.

La opinión de Frenkel es compartida por economistas y especialistas de todo el mundo, quienes piensan que de la misma forma que las recomendaciones del FMI y el BM cambiaron a fines de los 80 y principios de los 90 y se presionó a los países en desarrollo para que abrieran el sector financiero y los mercados de capital en beneficio de los intereses de estadounidenses y europeos, cuando estos últimos se den cuenta que las operaciones de "rescate" de México implicarán mayores cargas a los contribuyentes, habrá otro giro de política y se aconsejará a los países en desarrollo que regulen los mercados de capital e impongan restricciones.

Viraje en los análisis

El Oficial Encargado de la UNCTAD, Carlos Fortin, quien presidió el seminario, señaló en un breve discurso de apertura que el año pasado (cuando el Informe de Comercio y Desarrollo planteó algunos temas sobre las finanzas mundiales y el papel del Estado en la economía), el Wall Street Journal había calificado a los economistas de la UNCTAD de obsoletos, pero ahora había sacado un artículo en primera página sobre cómo los economistas habían advertido hace años la posibilidad de un tipo de crisis como la que estalló en México.

Shaheen Abrahamian, quien preside la División de Interdependencia Mundial de la UNCTAD (y uno de los principales autores del Informe sobre Comercio y Desarrollo que dicho organismo publica anualmente), dijo que a los países en desarrollo se les había pedido que no dependieran de la deuda para el desarrollo sino de corrientes de capital no generadoras de endeudamiento, y que cuando todo quedara librado a las fuerzas del mercado, los que seguían las políticas correctas serían recompensados y los que no, recibirían su castigo. Sobre estos parámetros América Latina recibió la señal de partida, liberalizó su economía y comercio internos y entraron los capitales a corto plazo.

"Ahora, repentinamente, en los últimos años se habla de que estos países se expusieron demasiado al capital a corto plazo", comentó Abrahamian.

"México no salió a buscar capital a corto plazo. Su ingreso fue el resultado de la política económica aplicada, y antes de que estallara la crisis, este país era exhibido como "ejemplo". La pregunta que queda por hacer es cómo las políticas "ejemplares" provocaron un fracaso tan grave de la economía. ¿Cómo es que las "recompensas" del mercado se transformaron en las "semillas" de una crisis? Pero la verdadera pregunta es si el actual paradigma ortodoxo es correcto, si el péndulo osciló demasiado lejos (en cuanto al papel del Estado en la economía) y si el modelo actual debe ser corregido."

Sobraron las advertencias

Andrew Cornford, otro economista renombrado dedicado a servicios bancarios y financieros, citó los informes anteriores de la UNCTAD donde se habían reiterado opiniones de cautela con relación a la apertura del sector financiero y los peligros de las entradas de capital a corto plazo.

México entró en crisis no por políticas erróneas o mala administración, sino porque fue un fiel seguidor de la política y las recomendaciones ortodoxas, opinó Yilman Akyuz, otro economista con experiencia y director de la unidad de política macroeconómica de la UNCTAD. México había reducido su déficit público, controlado la inflación (una tasa del 9% en noviembre) y adoptado la liberalización comercial, incluso del sector financiero.

El análisis convencional (la opinión del canciller británico Lawson) supone que si se cuida el déficit del sector público, el déficit del sector privado no importa porque el mercado sabe qué hacer. El capital es escaso en los países en desarrollo y ofrece una alta tasa de inversión; por lo tanto, si el Tercer Mundo abría su cuenta de capital y alentaba la inversión extranjera, los capitales entrarían al país. Los países tendrían dificultades sólo si había otros problemas: altos déficit presupuestales, elevada inflación y comercio contraído. Pero si estos aspectos estaban bien, desaparecerían las dificultades.

El problema con este análisis fue que en América Latina el capital entró no sólo en los países que siguieron esta línea, sino también en otros como Brasil, que no lo hicieron. Y el capital entró a financiar el consumo privado. Anteriormente, cuando las corrientes oficiales se destinaban a financiar el consumo, más que la inversión, el FMI y el Banco Mundial lo marcaban y presionaban a los países para que se ajustaran. Pero bajo la doctrina Lawson, la deuda del sector privado contraída por concepto de consumo fue ignorada. Tampoco podía predecirse el comportamiento de los flujos de capital por los indicadores. En 1992-93, las bases de la economía francesa eran mejores que las de Alemania, y sin embargo el Franco francés se vio en problemas.

Chile también podría caer

En América Latina, agregó Akyuz, incluso un país como Chile, que es menos vulnerable a los ataques especulativos, podría tener dificultades si cambian las "expectativas", si bajan los precios del cobre o las relaciones de intercambio se modifican de manera adversa.

En 1980, recordó Akyuz, los países latinoamericanos estaban en mejores condiciones en el sentido de que podían renegociar su deuda. A los prestamistas sólo les preocupaba que les pagaran sus intereses y no les interesaba recuperar el capital. "Ahora, con las corrientes que no generan deuda, los países no se pueden dar el lujo de renegociar nada. Se trata de extranjeros que se llevan el capital. En esa situación, el único remedio que le queda a un país es rebajar los salarios y reducir la demanda, y como no puede restringir las importaciones (por los convenios de la Organización Mundial de Comercio), tiene que devaluar..."

El tipo de línea de crédito del FMI propuesto para ayudar a los países a enfrentar las dificultades por el ingreso de capitales a corto plazo, presentaría "riesgos morales", tanto para prestatarios como para inversores de capital a corto plazo. Este tipo de préstamo nunca funcionó, como lo demostró la experiencia con el crédito compensatorio para productos básicos otorgado por el FMI y que terminó como otra fuente de condicionamientos. Además, las cantidades exigidas para este tipo de línea crediticia son demasiado grandes y ese papel del FMI debe terminar en los mercados secundarios, como el de México.

Roger Lawrence, quien presidió la división de interdependencia y política macroeconómica y ahora está al frente del Centro de Estudio sobre las Trasnacionales (que promueve la liberalización de los mercados y servicios financieros), sugirió que la relación entre finanzas y economía real tal vez exiga un estudio más profundo.

Las finanzas y la economía

Pero Akyuz señaló que numerosos estudios, llevados a cabo dentro y fuera de UNCTAD, demuestran que cuando el sector financiero de un país enfrenta una crisis, esa crisis afecta la economía real, a través de la recesión, el desempleo, la reducción de los salarios y las consecuencias sobre el sector social.

Y, según él, la premisa es que "Las finanzas deben servir a la industria, y no al revés."

Frenkel dijo que si bien la crisis mexicana sorprendió a muchos, no podría decirse que fuera una sorpresa para los mercados. En términos de primas por riesgo y diferenciales, los mercados financieros habían sopesado los riesgos y tenían diferenciales altos comparados con Estados Unidos. Cuando las tasas de interés de Estados Unidos subieron, estos inversores volvieron allí (con un riesgo menor).

Akyuz pensó que con el paquete financiero de 50.000 millones de dólares y la garantía virtual de EEUU, los fondos podrían regresar a México y que los que ponen su dinero ahora podrían incluso beneficiarse.

Según Frenkel, el paquete podría ayudar a México, pero si los 50.000 millones de dólares no se consideran suficientes y no hay corrientes de capital para financiar el déficit contable actual, entonces habrá inflación, recesión, etc.

Cornford, por su parte, opinó que nadie, ni siquiera los analistas y las empresas de Wall Street, están en condiciones de decir cuándo estalla la "burbuja" del mercado y qué factores influyen en la recuperación: políticos, sociales o económicos. Todo lo que puede decirse es que cuando la burbuja crece todos se suben y cuando alguien se va todos los demás hacen lo mismo. Por lo tanto, sería difícil decir qué papel jugaron en el estallido de la crisis de México los procesos políticos (comenzando por la rebelión zapatista, las elecciones y el cambio de presidente en noviembre).

El FMI, Cavallo y el mercado

Con respecto a las declaraciones del ministro de economía argentino, Cavallo, en cuanto a que su país tenía 15.000 millones de dólares de reservas, que las autoridades monetarias vinculaban estrictamente la oferta de dinero con las reservas, que Argentina tenía una tasa de inflación del 3,5%, que tenía un déficit del sector público relativamente bajo comparado con los países occidentales y que el vencimiento de su deuda pública era solamente de 5.400 millones de dólares que -de ser necesario, podían ser financiados con los ahorros nacionales-, Frenkel expresó que no había discrepancias en cuanto a cifras sino a conceptos.

Al igual que los conceptos del FMI (y Lawson), Cavallo no veía que el endeudamiento del sector privado ocasionara problema alguno, ya sea en términos de servicio o pago de la deuda. Para él se trata tan sólo de un problema financiero de la deuda del sector público: los 71.000 millones de dólares de deuda pública (adeudada a residentes y no residentes), la relación peso-dólar de la tasa de cambio y las reservas para pagarla.

(La deuda de Argentina con los no residentes, públicos y privados, según estimaciones de la CEPAL, es de 78.000 millones de dólares). Un país tiene que servir su deuda y pagar las importaciones con las exportaciones a los mercados internacionales. Si Argentina tiene que servir en 1995 el vencimiento de la deuda de 5.000 millones de dólares, el argumento de Cavallo es que podría ser financiada, de ser necesario, con las reservas o con una tasa de interés más alta por el refinanciamiento de esa deuda.

Pero Argentina tiene una relación deuda-exportaciones del 412% y un déficit contable en 1994 de 12.000 millones de dólares. Para mantener el mismo nivel de actividad en 1995, necesitaría un ingreso de 13.000 millones de dólares (en términos nominales) para financiar el déficit contable actual y otros cinco para pagar o refinanciar el vencimiento de la deuda.

Pero si este dinero no entra (no por principios del gobierno argentino sino por las reacciones del mercado a la crisis mexicana y el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, entre otros factores), entonces las reservas deben contraerse, y debido a la relación entre reservas y oferta de moneda -como el viejo patrón oro- se reducirá la liquidez del sistema monetario y la economía se contraerá y entrará en recesión, expuso Frenkel.

La dolarización de la economía argentina no ayudaría ya que, a diferencia de Estados Unidos, Argentina no puede crear dólares: tiene que ganarlos con exportaciones y excedentes contables.

"De manera que el FMI y Cavallo ven el asunto de una manera, y el mercado (a juzgar por la diversificación de los riesgos)y yo, de otra."

Repensar todo el sistema

Chakravarthi Raghavan, de la Red del Tercer Mundo, hizo referencia a las opiniones de la gran coalición de ONGs del Norte y el Sur -el Caucus (o Grupo) de Desarrollo- con relación a la Cumbre Social y su llamado a repensar totalmente la filosofía de mercado, los programas y las responsabilidades del FMI y el Banco Mundial, y sugirió que con relación a la UNCTAD-9 la secretaría no debía tan sólo observar si el péndulo había oscilado demasiado lejos sino observar con otros ojos todo el orden neoliberal y los modelos de desarrollo.

Las instituciones financieras de crédito están asumiendo un papel curioso. El FMI y el Banco Mundial, creados en Bretton Woods para mediar entre los mercados de capital y las necesidades financieras a largo plazo del desarrollo, encomendaron primero esta tarea a los Bancos durante la era de los petrodólares. Cuando la intermediación de los bancos sumió a los países en una crisis, como resultado de los aumentos de las tasas de interés de Paul Volcker (ex-presidente del Banco Central de Estados Unidos), los países en desarrollo fueron empujados a adoptar las teorías orientadas al mercado, obligándolos en los hechos a hacer la intermediación y combinación de los depósitos, las corrientes de capital a corto plazo y la compra por parte de extranjeros de acciones en los mercados accionarios.

Ahora que los países están en dificultades, como ocurrió en el caso de México, el FMI propone una línea crediticia para poder intermediar y constituirse en garantía de los inversores y especuladores a corto plazo.

Incoherencias y conflictos

Si bien Keynes y (Harry Dexter) White tuvieron la visión de un sistema monetario y financiero estable para compensar los defectos del sistema comercial, la OMC impulsa una versión neomercantilista del libre comercio, incluida la liberalización del sector financiero, frente a un sistema monetario inestable e inexistente. Fue una contradicción que sólo conduciría a conflictos sociales.

Al-Shabibi se preguntó si frente a una economía mundial universalizada y mercados financieros universalizados, los argumentos sobre los flujos a corto plazo significan que "no hay mejor dinero que el dinero en efectivo".

Abrahamian respondió que las recomendaciones de la UNCTAD no eran contra los ingresos a corto plazo como tales -que tenían su razón de ser para fines particulares- sino el exceso de dependencia en los mismos para financiar los déficit comerciales y el desarrollo. El problema con el dinero a corto plazo es que existe una "mentalidad de rebaño": alguien entra porque encontró atractivo un mercado particular y los otros lo siguen; pero cuando alguien se arrepiente, empieza a cundir el pánico y todos hacen lo mismo, y se da una corriente de capital negativa. "En ese sentido, no hay mejor dinero que el dinero negativo."

Michael Sakbani dijo que es necesario hacer un cuidadoso análisis de cuáles son los países que están en condiciones de liberalizar, qué cosa y cómo. Si bien una economía como Estados Unidos pudo liberalizar todo, los países en desarrollo son mucho más vulnerables y deben ser más cuidadosos acerca de la liberalización comercial, y particularmente la liberalización de los ingresos, egresos y depósitos de moneda extranjera del sector financiero.

Fuente: SUNS




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