Actualidades / Medio ambiente
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No. 62 - Segunda quincena de Abril 1995
Una teoría "genocida" del cambio climático
por
Chakravarthi Raghavan
En la controversia sobre la responsabilidad por el recalentamiento de la atmósfera "quienes crearon el problema (el Norte) y obtuvieron mayor riqueza, ahora exigen el derecho a decidir quién muere", sostiene Aubrey Meyer, de Global Commons.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambios Climáticos (IPCC), que con su experiencia en un sector que requiere rigurosidad científica se forjó una buena reputación y demostró tener idoneidad para hablar en nombre del interés público, podría perder sus credenciales como interlocutor válido. A esa situación lo llevaron sus incursiones en una ciencia menos rigurosa como la economía, donde las teorías, modelos y "hechos" se elaboran para servir a determinadas ideologías.
Los más firmes en esa tesitura serían las autoridades del Sur, que consideran imposible "dialogar" con grupos que, alegan tener experiencia seudocientífica y pretenden cargar al Sur con las responsabilidades.
El Grupo de Trabajo Nº 3 sobre "Temas económicos y otras cuestiones intersectoriales" discutió el informe preparado a nombre del IPCC sobre los daños económicos potenciales a los países y pueblos como resultado del calentamiento de la Tierra.
El año pasado, en un taller llevado a cabo en Nairobi, ONGs del Sur y del Norte se unieron para denunciar que este grupo de trabajo había sido invadido por los economistas de la OCDE. También denunciaron sus intentos de poner un "valor" a las vidas humanas del planeta y a los daños en términos no humanos.
El informe del grupo todavía debe ser aprobado por el IPCC y presentado como parte de la evaluación que deberá entregar a fines de este año, pero contiene algunas opiniones preliminares que fueron transmitidas a la Primera Conferencia de las Partes del Convenio Marco sobre los Cambios Climáticos celebrada en Berlín a fines de marzo.
Ni el Comité de Negociaciones Intergubernamentales de la ONU, que se había estado reuniendo para preparar la Conferencia de las Partes, ni la Secretaría de los Cambios Climáticos habían tomado en cuenta oficialmente estos cálculos.
Uno de los diplomáticos involucrados sugirió que como la Conferencia de las Partes y los organismos intergubernamentales de la misma tienen su propio grupo científico, el IPCC ha tratado de encontrar una función que le dé continuidad. Pero permitió que lo asaltaran esos economistas cuyas opiniones parecen ser un eco del ex economista principal del Banco Mundial, y ahora número dos del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, Summers, quien impulsó la idea de permitir la exportación y el establecimiento de industrias tóxicas y sucias en el Sur.
El Grupo de Trabajo Nº 3 se reunió en París para dar los toques finales al análisis que fue sometido a la discusión en la Conferencia de Berlín.
Según los últimos informes, el Grupo de Trabajo Nº 3 intenta que los cálculos se hagan sobre la paridad del poder adquisitivo en lugar de sobre el tipo de cambio. Pero sus detractores dicen que esto no cambia la situación y que mantienen las críticas en general.
"Economía genocida"
El informe del IPCC será publicado en agosto o setiembre, como parte de la actualización del informe original del grupo publicado por primera vez en 1990.
"Su análisis constituye una economía genocida", dice Aubrey Meyer, del instituto Global Commons, con sede en Londres. "La consecuencia de ese enfoque es que hay demasiados ciudadanos de Bangladesh y que, si se ahogan, a quién le importa..." sostiene Meyer.
Con gráficas sencillas para despertar la atención de las autoridades responsables de la política económica, Meyer preparó un análisis crítico de la postura del Grupo de Trabajo Nº 3 y ofreció una proyección diferente, basada en un enfoque más equitativo. Varios ministros de medio ambiente del Sur lo están estudiando.
Meyer también critica el enfoque de permisos comercializables utilizados por la UNCTAD y la culpa de evitar el "tema de la equidad" en la responsabilidad por el pasado y en qué países deberían reducir el consumo y pagar.
Algunos de los ministros de medio ambiente del Sur intentaron una posición común para aclarar que si éste es el enfoque, será difícil para ellos (o para la Conferencia de las Partes y la Secretaría de los Cambios Climáticos del futuro) participar en un diálogo con el IPCC y sus economistas neoclásicos que intentan salvaguardar al Norte y sus industrias de medidas ambientales que reduzcan el consumo y emisión de gases de efecto invernadero, y en cambio tratan de depositar la carga en el Sur.
El instituto ha discutido con importantes ministros de medio ambiente del Sur los peligros del enfoque del Grupo de Trabajo Nº 3.
Conclusiones del informe
Las conclusiones del informe original del IPCC advierten que la superficie del planeta se está calentando como resultado de la acumulación en la atmósfera de gases artificiales -como el dióxido de carbono y el metano-, que atrapan el calor del sol. Los científicos estimaron que las emisiones de estos gases tendrían que ser reducidas por lo menos en un 60% para revertir este "efecto invernadero".
En la Cumbre de la Tierra realizada en Rio de Janeiro en 1992, 100 países firmaron un acuerdo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta llegar a los niveles de 1990 en el año 2000.
Economistas en acción
El análisis económico del IPCC fue encomendado por el Centro de Investigación Social y Económica del Medio Ambiente Mundial (C-SERGE) a siete economistas, entre ellos Samuel Fankhauser de Alemania, William Cline de Estados Unidos y David Pearce de Gran Bretaña, quienes adoptaron un enfoque concebido en términos de un análisis Costo/Beneficio Mundial (G-CBA).
Con este enfoque, que excluye los costos humanos, los costos del daño mundial anual se estiman entre 1,5% a 2,5% del Producto Bruto Mundial si las concentraciones de dióxido de carbono alcanzan el doble de los niveles preindustriales. Luego el daño se distribuye en la siguiente proporción: 65% para los países de la OCDE y 35% para el resto del mundo.
Como señaló el ministro de Medio Ambiente de la India, Kamal Nath, en una carta que aparentemente envió a varios de sus colegas del Sur, el planteo ignora que las cargas actuales de dióxido de carbono en la atmósfera se deben enteramente o en gran medida a las actividades que los países industrializados han desarrollado desde el comienzo de su industrialización y a su consumo imprudente de los "bienes mundiales". Y ahora pretenden mantener el statu quo depositando la responsabilidad en el resto del mundo y en particular en los países en desarrollo.
Análisis distorsionado
Nath advirtió a sus colegas del Norte y del Sur que India no tenía nada que ver con el enfoque del Grupo de Trabajo Nº 3, y que este punto viciaba todas las negociaciones de la Conferencia de las Partes.
Meyer señala que el enfoque del Grupo no utiliza la Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) para la evaluación comparativa de los costos del daño general, excluidas las vidas humanas o los costos de mortandad, y estos últimos son "desigualmente evaluados" con relación a los cambios climáticos mundiales.
Además, indica Meyer, la evaluación del daño mundial total es el conjunto de todas las evaluaciones de daños de los países en forma individual, convertidas a dólares estadounidenses en las tasas actuales del mercado cambiario. Aduce que esto es engañoso y sólo tendría sentido si los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tuvieran la intención de pagar todos los daños: una posibilidad que, evidentemente, no están dispuestos a asumir.
Por lo tanto, en los países en desarrollo la representación de la importancia monetaria de los costos de los daños -y proporcionalmente en la cuenta mundial con fines de evaluación comparativa internacional- está muy por debajo de lo real porque la suma en cuestión está devaluada por el sistema de los tipos cambiarios.
Es así que el daño a los cultivos alimenticios vietnamitas o de Bangladesh se calculan a una cifra en dólares menor que los daños a los mismos cultivos en Canadá, aun cuando ofrecen el mismo valor nutricional a los seres humanos.
La carga sobre el daño a los países que no pertenecen a la OCDE, dice Meyer, estaría representada en forma más realista si las cifras fueran evaluadas en términos de la paridad del poder adquisitivo.
Al rehacer los cálculos del IPCC (que no cuenta la mortalidad) utilizando los términos de la paridad del poder adquisitivo, la distribución del daño recae mucho más en el resto del mundo. En lugar de un daño del 64% para la OCDE, las estimaciones a partir de los términos de la paridad del poder adquisitivo lo reduce a un 44%, mientras que para el resto del mundo se eleva de 35% a 56%.
Vidas caras y vidas baratas
Meyer señala que el IPCC reconoce que mucha gente morirá cada año como resultado del daño mundial y que la mayoría de estas muertes ocurrirán en los países en desarrollo.
Al intentar dar un valor económico a estas muertes, valoran las vidas de las personas de forma diferente debido a los niveles de ingresos dispares de los directamente afectados.
Las vidas de las personas del resto del mundo están evaluadas en un décimo de las vidas de la gente de los países ricos. Cada vida en Estados Unidos o Europa tiene un valor estimado de 1,5 millones de dólares, mientras que en el Sur su valor es de 150.000 dólares.
Este controvertido enfoque, dice Meyer, compromete el enfoque del IPCC. Los países más pobres del Sur no tienen responsabilidad alguna por las sobrecargas de dióxido de carbono y gases de efecto invernadero de la atmósfera, ni por provocar los cambios climáticos mundiales.
Muchos aducen que los países pobres del Sur, con su consumo bajo de energía, ofrecen ahora un subsidio ambiental a los países ricos, que hacen un consumo intensivo de energía.
Pero las numerosas víctimas mortales de los cambios climáticos pertenecerán a los países pobres.
Según Meyer, al calcular las cifras del Grupo de Trabajo Nº 3 a partir de la paridad del poder adquisitivo, los daños totales de la OCDE caen del 65% al 38% del total y los daños del resto del mundo se elevan del 35% al 62% del total.
Los daños mundiales anuales aumentan por encima de la cifra del Grupo de Trabajo Nº 3 a 275.000 millones de dólares anuales, o sea un 72%.
Campaña de firmas
La naturaleza contenciosa de la desigual evaluación de vidas humanas desembocó en una campaña de firmas contra el IPCC y su Grupo de Trabajo Nº 3 desde fines del mes de junio pasado. Y muchos profesionales del Norte y del Sur, entre ellos varios autores prominentes del IPCC, comentó Meyer, la firmaron.
Si se introducen cambios y se aplica una evaluación de vida pareja a partir de la paridad del poder adquisitivo, el nivel general de los costos de los daños provocados por el calentamiento de la Tierra aumentan sustancialmente y la distribución de los mismos recae mucho más en el resto del mundo de lo que lo hacían en el enfoque original del IPCC, dice Meyer.
Los daños mundiales anuales aumentan por encima de la cifra original del IPCC en 339.000 millones de dólares, o un 89%. El daño para el resto del mundo aumenta de 35% a 70% del total, mientras que el de los países de la OCDE se reduce del 65% al 30% del total.
Los daños totales del IPCC, situados en un 2% del producto bruto mundial, aumentan a 3,2% cuando se hace este cálculo.
Muertes no evaluadas
Algunos, entre ellos Fankhauser, dicen que los críticos malinterpretaron la lógica de su argumento. "Los economistas no evalúan las vidas. Lo que calculan es la valoración que hacen las personas de un medio ambiente libre de riesgos. No tiene nada que ver con el valor de la vida como tal", escribió hace poco en respuesta a un artículo aparecido en la revista británica El Ecologista.
Pero Daphne Wysham, del Instituto para Estudios Políticos, con sede en Washington, dice que la cifra de 300.000 víctimas mortales no tiene en cuenta el posible aumento de la muerte por hambre como consecuencia de la destrucción de las cosechas provocadas por el calentamiento de la Tierra. Un total de entre 135 y 900 millones de personas podrían morir como resultado del calentamiento atmosférico para el año 2030, estima. La mayoría de las víctimas serán del Tercer Mundo.
"La cifra (de Fankhauser) es una extrapolación de los datos del Organismo de Protección Ambiental de Estados Unidos, que se aplica solamente a Estados Unidos y tiende a observar el fenómeno como de muerte inducida por el calor y las víctimas de los huracanes como los tipos de mortandad más importantes", dice Wysham en El Ecologista.
Fankhauser afirma que fue criticado por utilizar valores distintos para los bienes de países diferentes, pero, en realidad, los valores que utilizó fueron idénticos en el sentido de que eran fracciones de ingreso idénticas. "Pero utilizar valores absolutos sería ignorar por completo los hechos observados. Los chinos no están dispuestos a sacrificarse diez veces más que los europeos por los bienes ambientales", argumenta.
¿Más derechos para el Norte?
"Es la industrialización de Europa y América lo que creó la acumulación de gases de efecto invernadero. Pero los que sufrirán serán los países pobres", señala Meyer, centrando la discusión.
Por otro lado, es fácil para un europeo, después de haber alcanzado un cierto nivel de vida, comenzar a darle importancia a mejorar la calidad de los bienes ambientales. Pero en los países del Tercer Mundo la alimentación y las necesidades básicas son los primeros "bienes ambientales" necesarios.
Meyer observa que el argumento de los ricos "es la forma más nauseabunda de anticipo de realización de las ambiciones propias. En los hechos están diciendo que, como quienes crearon el problema obtuvieron mayor riqueza, ahora tienen más derecho a decidir quién muere", expresó.
Fuente: Red del Tercer Mundo
Aseguradores y banqueros temen
por su rentabilidad
Berlín - En un seminario organizado por Greenpeace y presidido por Rolf Gerling del Grupo Gerling (reasegurador alemán), destacadas figuras del sector financiero expresaron la creciente preocupación de aseguradores y banqueros de que el calentamiento de la Tierra signifique una seria amenaza a la rentabilidad futura.
Andre Dlugolecki, Director Gerente de Operaciones de Accidentes Generales y uno de los principales autores del capítulo 1995 sobre los cambios climáticos y las instituciones financieras del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre los Cambios Climáticos (IPCC), dijo a la audiencia de invitados del sector financiero y periodistas que "mirando hacia adelante, estoy seguro que los cambios climáticos se acelerarán, y estoy seguro que tendrán consecuencias de gran magnitud para la industria."
Frank Nutte, presidente de la Asociación de Reaseguros de América, agregó que "de las 25 catástrofes mayores aseguradas en Estados Unidos, 21 ocurrieron en la última década y 16 de esas 25 consistieron en una combinación de viento y agua." Si el calentamiento de la Tierra implica un aumento de los desastres naturales, dijo Nutter, eso podría llevar a la quiebra a las compañías de seguros.
Un representante de grupos religiosos de Estados Unidos con 90.000 millones de dólares de inversiones administradas preguntó si los aseguradores estaban retirando inversiones de las industrias responsables de causar el calentamiento de la Tierra. "No he visto un cambio en las prácticas de inversión, pero tengo esperanzas de que ocurran," replicó Nutter.
Los banqueros presentes en la reunión hicieron los mismos cálculos sombríos del calentamiento de la Tierra que los aseguradores, y propuestas igualmente alentadoras sobre cómo encarar el tema."
"Las amenazas ambientales, de las cuales los cambios climáticos son la mayor, representan un gran peligro," dijo Sven Hansen, vicepresidente del Bank Union de Suiza y presidente del departamento ambiental del mismo. Hansen habló del objetivo del banco de lograr una reducción de 40% del poder de consumo de toda la compañía para el año 2000.
Los comentarios de Hilary Thompson, presidente de medio ambiente del Banco National Westminster, captaron la atención de los dirigentes de la industria de energía solar en el seminario, cuando exhortó al sector de la banca a reducir las emisiones en sus programas de compras. "Todos somos grandes compradores," expresó.
El Dr. Jeremy Leggett, de Greenpeace, dijo en el seminario que a medida que el sector financiero toma conciencia del problema de los cambios climáticos, el capital se apartará de las industrias con tecnología alimentada por combustible fósil hacia las industrias de energía solar y otras energías no contaminantes. Ese proceso enviaría señales de mercado muy importantes que bien podrían presagiar el ocaso de la era del petróleo, el amanecer de la era solar y la derrota de la amenaza del calentamiento de la Tierra. No obstante, agregó, es necesario que los gobiernos ayuden al proceso interviniendo para corregir imperfecciones del mercado, estableciendo metas y plazos para las reducciones de las emisiones de CO2.
Fuente: Red del Tercer Mundo
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