No. 143 - Marzo 2001
Nuevo Acuerdo de Basilea sobre Capital
Grandes bancos salen fortalecidos
por
Chakravarthi Raghavan
El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea ha formulado algunas propuestas para que los bancos reemplacen las normas existentes con nuevas normas de adecuación de capital. Si bien se dice que sirven para alinear más estrechamente los requisitos de capital a los riesgos subyacentes, el autor cuestiona las normas propuestas, que en caso de ser aplicadas tenderán a fortalecer la posición competitiva de los grandes bancos y empresas internacionales, a expensas de los pequeños prestamistas y prestatarios del mundo en desarrollo.
El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea ha formulado algunas propuestas para un Nuevo Acuerdo de Basilea sobre Capital, que una vez finalizado y puesto en práctica sustituirá al actual acuerdo de 1988. El Comité ha invitado a que se envíen comentarios a sus propuestas -a través de autoridades nacionales supervisoras, bancos centrales o directamente- antes del 31 de mayo de este año. La conclusión de las normas, que ahora están en la etapa de proyecto, se haría a fines de 2001 en función de los comentarios, y se aplicarían en 2004.
El Comité, con sede en Basilea y con apoyo locativo y secretarial del Banco de Pagos Internacionales (BPI), está integrado por supervisores y reguladores bancarios de los principales países industrializados, pero las normas de acuerdo de capital que establezca serían adoptadas y seguidas por más de 100 países.
Al anunciar las propuestas para el nuevo acuerdo, el presidente del Comité de Basilea, William J. McDonough, quien es además presidente y jefe ejecutivo del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, dijo que están destinadas a alinear más ajustadamente los requisitos de capital a los riesgos subyacentes, y ofrecer a los bancos y supervisores varias opciones para evaluar la adecuación de capital.
Para elaborar sus propuestas, el Comité de Basilea ha consultado a supervisores de todo el mundo, manifestó el presidente del Grupo de Trabajo del Comité de Basilea sobre el Futuro de la Regulación del Crédito, Claes Norgren, director general de Finansinspektionen, en Suecia.
Así, si bien se ha consultado a los bancos centrales de los países en desarrollo con los cuales el BPI y el Comité de Basilea han establecido un diálogo, y además tendrán oportunidad de presentar sus opiniones, la toma de decisiones continúa estando en manos de los principales países industrializados en función de sus intereses.
El proyecto es una versión revisada de las propuestas conceptuales discutidas por el Comité en junio de 1999. El nuevo acuerdo se basa en lo que el Comité de Basilea denomina los “tres pilares”: de exigencias mínimas de fondos propios, análisis prudencial del nivel de recursos propios y del proceso de evaluación interna de las instituciones, y la utilización eficaz de la disciplina del mercado para reforzar la difusión de información y fomentar las prácticas bancarias seguras y sólidas.
¿Requisitos de capital diferencial?
El nuevo acuerdo, “en promedio”, no aumentará ni reducirá los requisitos de capital reguladores para los bancos -que, en el marco de las normas de adecuación de capital de 1988, para los activos de riesgo ponderado se establece en ocho por ciento-, anunció el Comité en un comunicado de prensa emitido desde Basilea. No obstante, admitió que los requisitos de capital podrían aumentar o disminuir para un banco en particular, dependiendo de su perfil de riesgo.
Otros expertos dijeron que si bien una evaluación debe aguardar un estudio concienzudo de las propuestas, es bastante obvio que el comunicado de prensa del Comité puso énfasis en el uso de las palabras “en promedio”.
Los bancos internacionales gigantes, que son los verdaderos actores mundiales, probablemente podrán tener menos capital inmovilizado para satisfacer los índices de adecuación de capital, mientras que los bancos más pequeños -entre ellos los del mundo en desarrollo, cuyos bancos centrales y gobiernos aplican las normas de Basilea-, seguramente serán obligados a mantener, o incluso aumentar, el nivel mínimo de fondos propios.
Las nuevas normas, cuando se pongan en práctica, sin duda reforzarán la posición competitiva de los grandes bancos y de las empresas mundiales gigantes, mientras que la pequeña empresa de los países en desarrollo tal vez tenga que pagar mayores precios por los servicios bancarios y financieros.
Si bien la liberalización y desregulación de los servicios bancarios y financieros, y éstas y otras normas de supervisión, aumentan el grado de competencia entre poco más de una docena de oligopolios bancarios en la fijación del precio de sus servicios a diferentes clientes, el pequeño cliente de los bancos (pequeñas empresas, personas, etc.) seguirá expuesto al aumento constante de los costos y cargas.
Esta situación provoca una serie de consecuencias de política pública. En una sociedad de mercado, los bancos realizan una función básica intermediando y facilitando en una gran gama de actividades económicas, recibiendo depósitos y prestándolos en un periodo más largo. Es en reconocimiento de este papel y de los riesgos que tiene para el sistema -si todos los depositantes retiraran simultáneamente su dinero- que los bancos centrales estipulan una serie de garantías y facilidades.
Si esta función primaria no se cumple o se hace a un costo relativamente más elevado (relativo a los costos y precios cobrados a los clientes grandes), y los bancos se comprometen en actividades financieras, especulativas o de otro tipo para obtener ganancias, ¿por qué, pues, es el contribuyente quien garantiza el sistema bancario y sus gastos?
Ha llegado la hora de analizar con otros ojos los temas de la banca en sentido estricto y utilizarla como una pieza central en cualquier ejercicio de diseño o reforma del sistema financiero, como se sugirió en un artículo de Andrew Cornford, economista principal y experto en mercados financieros de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, publicado en Journal of Economic Issues, 1994.
La medida del riesgo
Las normas de adecuación de capital de 1988 establecieron un requisito mínimo general del ocho por ciento del total del capital, tomando en cuenta tres tipos de riesgos en una operación bancaria: riesgo del crédito, riesgo del mercado y riesgo operativo.
Las nuevas normas propuestas perfeccionan los parámetros de ponderación establecidos en el acuerdo de 1988, y parten de ciertos enfoques de los detalles para medir el riesgo del crédito, el riesgo del mercado y el riesgo operativo. El enfoque del acuerdo de 1988 para ponderar el riesgo del mercado utilizando un enfoque normalizado o de modelos internos (al banco) ha quedado incambiado, pero se prevén cambios en los otros dos tipos de riesgo.
Con relación a la ponderación del riesgo del crédito y el menú de enfoques (a ser adoptado por los reguladores bancarios), se ha establecido una versión modificada del enfoque normalizado existente. Para el riesgo operativo (el riesgo de pérdidas directas o indirectas como resultado de procesos internos, personas y sistemas inadecuados o fallidos, o eventos externos -desde la falla de un sistema de computadoras hasta un crac del mercado o incluso un desastre natural, como un terremoto u otros desastres prolongados en uno o más centros financieros centrales-, el menú de enfoques ofrece lo que dan en llamar un enfoque de indicador básico, un enfoque normalizado o un enfoque de ponderación interna.
Si bien aparentemente es más discutido, todavía se recurre al enfoque normalizado para el riesgo del crédito en la calificación de las agencias calificadoras del crédito externo.
Como comentaba Cornoford en un documento de investigación del G-24 (sobre los proyectos iniciales de discusión del Comité de Basilea de 1999), el historial en materia de seguimiento de las agencias calificadoras del crédito no ha sido suficientemente bueno, en especial con relación a identificar la probabilidad de amenazas graves a la capacidad de pago de la deuda o el incumplimiento de prestatarios soberanos.
Estas agencias también han actuado cíclicamente, apareciéndose con bruscas e importantes bajas de calificación después del estallido de una crisis, con lo cual la acentúan, así como los problemas de los prestatarios, como sucedió en la crisis asiática. Como comentaba Cornford, si los anuncios de las agencias calificadoras del crédito “simplemente toman posición en forma paralela a los cambios en cuanto a los sentimientos con relación al mercado o, lo que es peor, acompañan dichos cambios, entonces son capaces de exacerbar las fluctuaciones de las condiciones de los mercados de crédito y con ello las crisis financieras”.
También existe una correspondencia imprecisa entre la ponderación del riesgo mínimo de un enfoque normalizado y la asignación, por los bancos, de capital para cobertura del riesgo ante diferentes prestatarios, y el precio de su préstamo.
El nuevo proyecto del Comité de Basilea aduce que, conforme a su propuesta, algunas de las empresas del mundo en desarrollo podría obtener una calificación mayor que las de sus gobiernos (como prestatarios soberanos). Antes, la calificación del crédito de cualquier prestatario privado en un mercado emergente no podía ser mayor de la del país en cuestión.
Evaluación del riesgo interno
Las nuevas propuestas dicen que el enfoque normalizado podría ser utilizado por bancos menos complejos. Pero los bancos con mayor capacidad de administración del riesgo y que pueden cumplir normas de supervisión más rigurosas pueden utilizar un enfoque basado en calificaciones internas. En este caso, el banco estimaría internamente algunos de los elementos claves del riesgo del crédito, tales como la posibilidad de incumplimiento por parte del prestatario. El Comité también propone un cargo explícito al capital por riesgo operativo.
Un enfoque de este tipo implica aplicar métodos de “valores amenazados” para evaluar los riesgos del mercado. Podrían ser útiles y confiables en buenos tiempos, pero su fragilidad para los malos tiempos quedó expuesta en el caso del fondo con cobertura Manejo de Capital a Largo Plazo (LTCM, por sus siglas en inglés), al cual varios bancos importantes le habían hecho abultados préstamos y les aparejó cuantiosas pérdidas, que compensaron aumentando el precio a sus otros prestatarios.
La propuesta establece varias opciones posibles, pero extraoficialmente los expertos dicen que necesitan un estudio cuidadoso antes de emitir un juicio en cuanto a si es mejor y qué efectos tendrá en los países en desarrollo.
El nuevo proyecto de acuerdo propone procedimientos a través de los cuales los supervisores pueden asegurar que cada banco tiene procesos internos saneados para evaluar la adecuación de su capital y fijar metas para el capital que sean acordes al perfil de riesgo específico del banco y sus condiciones de control.
El efecto general de las nuevas propuestas sería que los grandes bancos, con sofisticados sistemas de manejo del riesgo podrán tener menos capital. Así, se fortalecerá su posición competitiva en el mercado. Se trata de instaurar normas para ayudar a que continúe el proceso de globalización/oligolopolización. Otros bancos, tanto del mundo industrializado como de los mercados emergentes cuyos bancos centrales siguen estas directrices, necesitarían tener más capital.
Previamente, la ponderación para todos los prestatarios de los mercados emergentes era del 100 por ciento. Ahora, si bien algunas compañías y bancos de ciertos mercados emergentes podrían obtener una mejor calificación que la de sus propios gobiernos, hay otros que sufrirían un aumento de la ponderación hasta el 150 por ciento.
Un efecto de esto es que, en tiempos buenos, los bancos -particularmente los que utilizan sus propios sistemas de evaluación interna del crédito- estarían dispuestos a prestar más. Pero precisamente si el mercado experimenta un revés y los prestatarios necesitan que tengan con ellos más consideraciones, es posible que los bancos tiendan a retraerse, ya que de lo contrario sus relaciones de capital tendrían que aumentar.
Algunas de las grandes empresas privadas de Estados Unidos que sòlo el año pasado obtuvieron elevadas calificaciones, este año han visto como se las bajaban.
Y con una adecuación de capital y un riesgo del crédito basados en la calificación del prestatario y el riesgo bancario gravitando en torno a un único prestatario, aumentaría la presión recesiva sobre un banco.
Por lo tanto, el sistema de negociación actuará cíclicamente, sumándose a los problemas y reveses del ciclo de un negocio. Tendrá el efecto de aumentar la volatilidad de los mercados financieros (mercados de divisas, acciones y bonos) y convertirse en un elemento más en las recurrentes crisis financieras, ahora aparentemente endémicas para los sistemas y mercados financieros liberalizados.
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