No. 169 - Junio 2003
Tratado de Libre Comercio Chile-Estados Unidos
Liberalización de inversiones acentúa primarización económica
por
Orlando Caputo Leiva
El acuerdo de libre comercio entre Chile y Estados Unidos en realidad enfatiza la liberalización de inversiones. Las inversiones desde Estados Unidos superan en más de cinco veces las exportaciones y están determinando la estructura exportadora de Chile, acentuando la venta de materias primas.
En la actualidad, para controlar la mente humana es habitual poner nombres atractivos o neutros a los hechos y procesos. Esto permite ocultar y engañar a la sociedad. Esto sucede con el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Chile. El nombre quiere instalar en la conciencia social que lo más importante de la relación económica con Estados Unidos es el comercio entre los dos países.
Pero ese título es engañoso porque oculta dos hechos fundamentales. Primero, que lo más importante de las relaciones económicas internacionales son las inversiones directas de las empresas de Estados Unidos en Chile. Segundo, que en el tratado mismo el capítulo más importante es el de inversiones, donde se otorga la más amplia libertad en Chile a las empresas estadounidenses.
Consideramos que Chile está facilitando la política norteamericana a favor del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y en contra del Mercosur. No sólo porque está negociando unilateralmente con otros países, sino porque está acordando un tratado bajo el título de comercio cuando el contenido esencial refleja los intereses de las inversiones de las grandes empresas estadounidenses.
En efecto, las inversiones directas de las empresas de Estados Unidos en Chile son cercanas a 15.000 millones de dólares, en tanto las exportaciones de Estados Unidos a Chile son alrededor de 2.900 millones de dólares (datos del año 2001). Como se puede ver, las inversiones desde Estados Unidos en Chile equivalen a más de cinco veces el total de las exportaciones hechas desde ese mismo país. A pesar de la fuerza de los hechos Estados Unidos impone el nombre del tratado, y Chile y sus negociadores aceptan este nombre engañoso.
Así sucedió también con Canadá, cuando hace algunos años Chile discutió y aprobó bajo el nombre de Tratado de Libre Comercio un acuerdo económico. Las inversiones directas canadienses en Chile son 6.400 millones de dólares, en tanto las exportaciones canadienses a Chile son sólo 427 millones, es decir, una relación de 15 a uno.
A las inversiones directas habría que agregar los créditos que en gran parte han sido contratados por las grandes empresas extranjeras que operan en Chile. Las inversiones extranjeras totales se aproximan a 50.000 millones de dólares y la deuda externa del país, que también ha crecido enormemente, se acerca a los 40.000 millones de dólares.
Las diferencias entre las inversiones extranjeras en general y el comercio exterior son abismales. Sin embargo, a los tratados se les da, como hemos dicho, un nombre que engaña. Este engaño está apoyado en el neoliberalismo y corresponde a una de sus formulaciones ideológicas centrales. Esta corriente en la ciencia económica ha trasladado el objeto de estudio de la disciplina económica de la totalidad constituida por sus fases de producción, distribución, mercado y consumo, al mercado y, particularmente, al consumo. El individuo y la libertad de elegir está por sobre las empresas. Tratándose de relaciones económicas internacionales se afirma que la economía nacional y mundial está determinada por la soberanía del consumidor en los diferentes países.
El carácter de falsa ideología del neoliberalismo queda en este aspecto mucho más evidente que en otros. No sólo las inversiones de las empresas norteamericanas son mucho mayores que el comercio exterior, sino que la información demuestra categóricamente que las empresas norteamericanas que tienen inversiones en Chile controlan la mayoría de las importaciones que se hacen desde Estados Unidos, y también manejan gran parte de las exportaciones chilenas a Estados Unidos.
La disminución de los aranceles en Estados Unidos y en Chile beneficiará a las empresas nacionales dedicadas a exportar y también a aquellas empresas nacionales que usan insumos importados. Pero sin duda los más beneficiados son las empresas estadounidenses que tienen filiales en Chile, ya que lograrán ventajas por la disminución y eliminación de los impuestos en Chile a las importaciones que se hacen desde Estados Unidos y fundamentalmente desde sus casas matrices o de otras filiales. Como también controlan gran parte de las exportaciones chilenas a Estados Unidos, la disminución de los aranceles en el Norte también los beneficia directamente.
Además, lo más significativo es que las inversiones extranjeras directas determinan la estructura exportadora de la economía chilena. Como se sabe, son las exportaciones y el capital extranjero las bases dinámicas de la economía chilena en las últimas décadas. La falta de una propuesta estratégica de inserción desde el interior de la economía chilena a la economía mundial, ha llevado a estructurar la economía desde fuera y particularmente desde Estados Unidos y Canadá.
Por lo anterior, la estructura de las exportaciones es fundamentalmente de productos primarios. Ha quedado fuera de toda discusión la segunda fase exportadora. La profundización de la especialización en productos primarios es parte de una acentuación de las localizaciones productivas como parte de la globalización de la economía mundial actual. Las filiales de las empresas norteamericanas en Chile importan desde Estados Unidos productos industriales, bienes de alta tecnología, servicios tecnológicos, etc., y exportan desde Chile fundamentalmente productos primarios.
La información sobre la industria del cobre es muy categórica en este sentido. Estados Unidos es un gran productor de cobre; en 1990 compartía con Chile el liderazgo en la producción mundial de ese mineral. A partir de mediados de la década de 1990 disminuye su producción en forma sistemática. En 2001, su producción comparada con la de 1995 es menor en un 30 por ciento, pero sigue siendo el segundo productor mundial. La producción chilena, a través de las grandes inversiones extranjeras y particularmente de Estados Unidos, se incrementa en forma extraordinaria, llegando a producir en 2001, tres veces más que en 1990. En 1990, Estados Unidos y Chile producían volúmenes casi iguales: poco más de un millón y medio de toneladas métricas de cobre fino; en 2001, Estados Unidos descendió un poco su producción (al nivel de 1,3 millones de toneladas métricas), mientras que Chile la aumentó considerablemente, alcanzando los 4,7 millones de toneladas métricas.
Esto es presentado por el gobierno, por la mayoría de los economistas y de los centros académicos, como el principal éxito del modelo y del neoliberalismo en Chile. Este país, que había compartido con Estados Unidos los mismos niveles de producción en 1990, ahora produce 3,5 veces más que Estados Unidos.
Este "éxito" es la principal causa que explica la crisis actual de la economía chilena. Los precios del cobre en los últimos cinco años son los más bajos del siglo. Estados Unidos en la actualidad se abastece de cobre barato y reserva su propia producción para el futuro. Por otro lado, mientras que en el pasado Chile había logrado exportar la mayor parte del cobre como cobre refinado, el crecimiento de la producción y de las exportaciones de cobre en el último tiempo es fundamentalmente bajo la forma menos elaborada de concentrado. En Chile se ha dado una involución hacia una situación doblemente primaria de exportación. En la actualidad, Chile con el cobre tiene la soga al cuello. Esto refleja la predominancia del capital extranjero por sobre el comercio exterior, que se ha profundizado en las condiciones de la globalización de la economía mundial.
Estos problemas se repiten de similar manera con el capítulo de inversiones en el Tratado de Libre Comercio Chile-Canadá. Su texto es tan favorable a las empresas extranjeras que junto al trato de nación más favorecida, señala los más variados aspectos en los cuales Chile no puede hacer ninguna exigencia, por ejemplo empleo, nivel de producción, porcentaje de exportación o de contenido nacional de las exportaciones, etc. La definición de inversión extranjera es tan amplia que indica que las concesiones mineras constituyen un activo de propiedad de las empresas extranjeras y, por lo tanto, elevan los montos globales de las inversiones extranjeras.
Las empresas extranjeras al explotar el yacimiento pueden captar la depreciación anual por su desgaste, pueden arrendar el yacimiento a otra empresa y también pueden venderlo (como lo hizo recientemente la Exxon con la Disputada de Las Condes). En el caso de Chile, las concesiones mineras que entregan en propiedad privada los yacimientos a las empresas son inconstitucionales.
Si bien la negociación y la situación actual del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos ha sido duramente criticado por parte de dirigentes políticos, los economistas neoliberales han callado. Sin embargo, las criticas, si bien justas, se han concentrado sólo a nivel del comercio. Es necesario abrir una amplia discusión de todos los capítulos del tratado y particularmente del capítulo de inversiones. La firma del tratado de Chile con Estados Unidos podría formalizar y profundizar las tendencias que han llevado al agotamiento relativo del modelo y darle carácter internacional a la entrega de los yacimientos y recursos naturales en propiedad privada de las empresas extranjeras. La posibilidad de propiedad privada de los yacimientos llevó a que las empresas extranjeras hicieran grandes inversiones en Chile. El gran incremento de la producción desde Chile basada en este subsidio ha distorsionado el mercado mundial de la principal riqueza básica.
Se llega así a una situación donde las exigencias para la libre circulación y máxima seguridad para las inversiones de sus empresas en Chile, son tan elevadas que, como ha sostenido Lori M. Wallach sobre el fallido Acuerdo Multilateral de Inversiones, ..."hace falta remontarse a los tratados coloniales más leoninos para encontrar muestras de tanta arrogancia y deseos de dominación".
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Orlando Caputo Leiva es economista del Centro de Estudios sobre Transnacionalización, Economía y Sociedad (CETES) de Chile y participa en la Red de Estudios sobre la Economía Mundial (REDEM). Este artículo es una versión corregida autorizada por el autor.
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