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No. 79 - Enero y Primera quincena de Febrero 1996

Banca argentina sale del "efecto tequila"

A un año de la devaluación del peso que desató la última crisis mexicana y sus secuelas sobre otras economías de la región, la banca argentina se declara libre del "efecto tequila" y en proceso de franca recuperación

El sistema financiero argentino logró recomponer sus depósitos y deja atrás aparentemente la crisis estallada hace un año, que tuvo un costo de 30.000 millones de dólares al sumarse la pérdida de crecimiento proyectado a la caída real del producto interno bruto (PIB).

"El efecto tequila terminó", pues la incertidumbre "ha desaparecido por completo y el sistema se está recuperando" aseguró el presidente del Banco Central, Roque Fernández.

Enrique Ruete, presidente del Consejo Empresario Argentino, pronosticó a su vez que el circuito financiero de Argentina llegó, en el aniversario de la devaluación del peso mexicano, con captaciones ligeramente superiores a las que presentaba antes de sufrir las secuelas del colapso de México.

Quiebras y fusiones

Unos 8.000 millones de dólares, equivalentes a 17 por ciento del total de depósitos, abandonaron los bancos argentinos a partir de diciembre. Los primeros en marcharse fueron los grandes inversionistas, y los pequeños ahorristas se sumaron a la corriente en abril, el momento de mayor peligro.

Las quiebras, las fusiones y el reordenamiento del sistema determinado por la crisis dejaron en pie solo 129 de los 168 bancos que en diciembre del último año poblaban el sistema financiero argentino.

La actividad económica, que en 1994 creció siete por ciento, este año tuvo una contracción "entre dos y tres por ciento", según dijo Ruete.

A la caída real de la actividad en un máximo de tres puntos se agrega la pérdida de un aguardado crecimiento de seis por ciento del PIB, cuyo volumen ronda los 300.000 millones de dólares. Entonces, el inventario preliminar de daños de este año puede situarse en unos 30.000 millones.

El impacto del "tequila" en la actividad económica general fue proporcionalmente mayor que en el circuito financiero en particular, ya que las entidades financieras desaparecidas solo reunían en conjunto cinco por ciento de los depósitos del sistema y éste regresa ya a su posición anterior.

El hundimiento de la Bolsa de Valores de Nueva York en 1929 "provocó una salida de depósitos de 23 por ciento, y la consecuencia fue la quiebra de más de la mitad del sistema financiero" estadounidense, observó Ruete, también presidente del grupo argentino Roberts.

En cambio, una huida de inversiones de Argentina de 17 por ciento causó la quiebra "de cinco por ciento del sistema", agregó.

La depuración continúa

Pero "la depuración" de la red bancaria argentina "continuará", según Ruete, un pronóstico compartido por otros expertos, que creen todavía sobredimensionado el sistema financiero respecto del volumen de ahorro que capta.

En cualquier caso, la concentración de los depósitos parece prácticamente hecha. Los 10 principales bancos registran cerca de 80 por ciento del total de captaciones y alrededor de 90 por ciento corresponde a los primeros 20 de la lista.

El terremoto no derribó ninguna de las instituciones mayores, aunque entre las que cayeron "podía haber bancos importantes para algunas regiones del país", puntualizó Ruete.

"Pueden haber quedado afectadas algunas zonas, que perdieron el servicio de bancos pequeños", admitió.

"México nos engañó"', razonaron los inversionistas internacionales en diciembre de 1994, a la vista de la devaluación del peso mexicano, y cancelaron colocaciones en otros mercados emergentes.

El próximo "engaño" podía tener lugar en Argentina, segundo país de América Latina, después de México, en cuanto a relación de dependencia del flujo de capital extranjero.

Sin embargo, Argentina no devaluó su moneda, que permanece estable desde abril de 1991 en la paridad uno-uno frente al dólar. "El sistema produjo un ajuste recesivo, pero no la devaluación", señaló Ruete.

La depresión económica

La recesión se tradujo en la desaparición de 30.000 comercios, aseguraron organizaciones del sector, y 70.000 cuentas corrientes fueron cerradas por insolvencia, de acuerdo con un informe de la consultora Fidelitas.

La sensación pública fue de franca depresión económica cuando, en mayo, el gobierno argentino detectó un desempleo de 18,6 por ciento, la tasa mayor desde principios de la década de 1940.

El índice se redujo finalmente a 16 por ciento en la siguiente medición, realizada en octubre, debido principalmente a deserciones en la población económicamente activa.

Muchas personas renunciaron a buscar ocupación y ese hecho disminuyó el desempleo declarado, según reconoció el secretario de Programación Económica, Juan José Llach.

La alta desocupación que aun se comprueba "no se debe en primer lugar al tequila, sino a la reestructuración" del Estado que todavía impulsa la administración del presidente Carlos Menem, expresó Ruete.

El proceso de privatización de activos públicos, que es apoyado por la banca, redujo considerablemente el empleo en las antiguas empresas del Estado, como fue el caso de la petrolera YPF, que tenía más de 50.000 trabajadores y ahora, en manos privadas, solo cuenta con 5.000.

Los bancos han mejorado su potencial crediticio respecto de la víspera de la crisis, pero "la demanda de crédito es baja", puntualizó Eduardo Escasany, presidente de la Asociación de Bancos de Argentina

Sin déficit comercial

La recesión acabó, al menos transitoriamente, con el déficit comercial argentino. El comercio exterior tendrá este año un saldo positivo de 2.000 millones de dólares, según proyecciones basadas en los informes oficiales.

Ese aguardado superávit "es otro producto del ajuste que la crisis determinó en la economía. En 1994 hubo un déficit de 5.000 millones de dólares y este año finalizará con un movimiento pendular de 7.000 millones'', dijo Ruete.

"Las importaciones retrocedieron 2.000 millones de dólares'', debido a la retracción del consumo, "y las exportaciones aumentaron 5.000 millones" a causa de la mayor disponibilidad de excedentes, explicó.

El consumo se debilitó cinco por ciento, en consonancia con la reducción de salarios, que en las mayores empresas alcanzó ese mismo porcentaje, según los datos manejados por el grupo Roberts.

Asimismo, la caída de la demanda aplastó los precios minoristas, cuyo aumento en los 12 meses finalizados en noviembre fue solo de 1,7 por ciento.

El Ministerio de Economía confiaba en que 1995 finalice con una inflación de 1,7 por ciento, y la previsión del grupo Roberts es de dos por ciento. En cualquiera de los dos casos, sería la tasa más baja de América Latina y una de las menores del mundo.

México no ha abandonado todavía la zona de peligro, aunque de repetir su crisis, el nuevo impacto sobre Argentina seria de baja intensidad, ya que este país pudo superar la primera prueba, opinó Ruete.

La referencia real es ahora Brasil, ya que los inversionistas "perciben a Argentina muy vinculada" a ese país, "y la estrategia argentina consiste en estrechar ese vínculo", agregó.

"Parecería que Brasil tiene muchos recursos propios" y su dependencia de los inversionistas extranjeros no es tan fuerte como en el caso de México. Aunque su economía está en transformación y ese hecho debilita hasta cierto punto sus defensas, advirtió.

Chile y las jubilaciones

"El único país latinoamericano firmemente asentado es Chile, que no depende del ahorro internacional y ya pasó todas las pruebas", dijo el banquero argentino.

Chile "perdió en el pasado bancos y empresas, llegó a tener un desempleo de 25 por ciento y en la primera mitad de la década de 1980 devaluó su moneda". Pero ahora, cumplida su transformación, "su crecimiento no cesa, tiene una estructura muy firme y todos sus indicadores están bien", afirmó Ruete.

"Todo el misterio reside en el sistema jubilatorio. Chile fue el primero en privatizar su régimen de jubilaciones y por esa vía ha logrado una importante acumulación de ahorro interno, que le permite prescindir del ahorro internacional", agregó.

Las expectativas a largo plazo del sector financiero argentino se orientan en la misma dirección. "Una vez acumulado el ahorro de 10 años, la economía queda indemne ante la reacción de los inversionistas internacionales", según el presidente del grupo Roberts.

"Argentina privatizó (parcialmente) su sistema de jubilaciones en 1994", y debe esperar hasta que se cumpla el proceso de formación del mercado propio de capitales, finalizó.

(Fuente: SUNS/IPS)




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