No. 82 - Segunda quincena de Marzo 1996
Claves del milagro del Este asiático
por
Chakravarthi Raghavan
El éxito de los países del Este asiático en su rápida industrialización y desarrollo ha sido el resultado de la marcada intervención de los gobiernos de la región, promoviendo la acumulación general de capital
Los gobiernos del este asiático actuaron como promotores de la acumulación general de capital, permitiendo a las empresas obtener ganancias a través de rentas e interacciones dinámicas entre ganancias e inversión por medio de "políticas industriales selectivas".
El debate sobre el secreto del milagro del este asiático -en el que participan la escuela neoliberal ortodoxa de los economistas del Banco Mundial, sus consultores y académicos, los economistas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y los economistas heterodoxos- se ha centrado en el tema de la asignación de recursos y en qué grado fue el resultado de las fuerzas del mercado libre o de la intervención estatal.
Pero varios de los documentos de la reunión auspiciada por la UNCTAD -llevada a cabo del 29 de febrero al 1º de marzo en Kuala Lumpur- sobre "Desarrollo del este asiático: Lecciones para un Nuevo Ambiente Global" sugieren que este argumento acerca de la asignación de recursos ha prestado escasa atención a las cuestiones de acumulación de capital, y particularmente al papel de los gobiernos en la promoción de la inversión y la consiguiente aceleración del crecimiento.
En términos de la conferencia y sus documentos, "el este asiático" ha servido para cubrir un amplio grupo de países de toda la región, incluso Japón, el primer y segundo grupo de las economías de reciente industrialización del lejano oriente y del sudeste asiático y las nuevas economías de mercado, en especial China.
Intervención estatal aceleró la acumulación de capital
Un documento de Yilmaz Akyuz y Charles Gore, titulado "The Investment-Profits nexus in East Asian Industrialization" (El nexo entre inversión y ganancias en la industrialización del este asiático) aduce que el éxito de la industrialización de esa región dependió en gran medida de la función de la intervención estatal como acelerador de la acumulación de capital y del crecimiento, y que los gobiernos de esos países lo lograron fomentando el nexo entre inversión y ganancias, es decir, las interacciones dinámicas entre ganancias e inversión que surgen debido a que las ganancias son simultáneamente un incentivo para la inversión, una fuente de inversión y un resultado de la inversión.
Con la intención declarada de cambiar los términos del debate sobre el milagro del lejano oriente a temas de eficiencia en la asignación, el documento basa sus argumentos en el papel central del proceso de acumulación de capital, a partir de las experiencias de Japón, y el primer grupo de países de reciente industrialización (PRI): Hong Kong, Corea, Singapur y Taiwan, la provincia de China. El argumento se apoya en tres propuestas:
* Las altas tasas de inversión desempeñaron un papel importante en el crecimiento excepcionalmente rápido de las exitosas economías del este asiático, y esta inversión, después de un período inicial, fue apoyada por elevadas tasas de ahorro nacional.
* Las ganancias se volvieron la principal fuente de ahorros y de acumulación de capital.
* La política fiscal aceleró el proceso de acumulación de capital creando rentas y llevando las ganancias a niveles más altos de los que podrían obtenerse en el marco de políticas de mercado libre.
Otros documentos críticos
El académico de Cambridge Ajit Singh analiza este argumento y lo expone en dos documentos. Admite que los economistas de la UNCTAD han hecho una buena exposición del caso pero es necesario una investigación más a fondo. También subraya que si bien los economistas del Banco Mundial aparentemente intentaron cerrar el capítulo sobre el análisis del milagro del este asiático y las lecciones que entraña, el debate de ninguna manera terminó y no sólo las opiniones ortodoxas y heterodoxas están arribando a cierto grado de convergencia en algunas áreas, sino que también hay muchas preguntas sin respuesta y cuestionamientos a la opinión ortodoxa acerca de que el mayor protagonismo de los mercados libres y la empresa privada dan como resultado eficiencia en la asignación de recursos y esto automáticamente trae aparejados cambios estructurales, crecimiento y bienestar.
Otro informe del economista chileno Gabriel Palma, de la Universidad de Cambridge, afirma que los ahorros de una economía -necesarios para la acumulación de capital y la inversión- no son voluntarios o espontáneos sino que requieren que el Estado intervenga "con el látigo y la zanahoria" y que en general la imposibilidad de América Latina de progresar tan rápido como el este asiático se debe a que el ahorro interno se volcó al consumo y no a la inversión.
Los documentos también concluyen que si bien el capital extranjero puede inicialmente impulsar el ahorro, son los ahorros internos brutos los que desempeñan un papel clave, y cualquier política de "integración" precipitada y total -en lugar de mesurada y gradual- a la economía mundial (a través del comercio, la liberalización del sector financiero y la inversión) no crearía la formación de capital interno y el nexo de inversión necesario para el cambio estructural y la industrialización de los países en desarrollo.
Otro documento del profesor Robert Rowthorn, también de Cambridge, sostiene que el paradigma de "los gansos en vuelo" y la ruta de la inversión extranjera directa (IED) de las trasnacionales y su "reciclaje de la ventaja comparativa" en términos de transferencia de tecnología al cambio estructural y la industrialización, pueden tener una dimensión cooperativa pero también tienen una dimensión conflictiva cuyos proponentes minimizan.
Esos conflictos, dentro de cada país, entre países y entre países y trasnacionales, frecuentemente se superponen y en muchos casos se darían simultáneamente, a medida que los países avanzan de la competencia en la oferta de productos con mano de obra intensiva a productos sofisticados. Se da como resultado "un creciente temor a esos países y a su impacto en la seguridad y prosperidad de los trabajadores de las economías adelantadas".
Más sobre la acumulación
El documento Akyuz-Gore señala que las teorías sobre el papel del gobierno en el proceso de crecimiento se han concentrado en los temas relativos a la asignación y descuidaron los aspectos de la acumulación.
Si bien los protagonistas de ambas partes han señalado la importancia de la inversión, ha sido en términos del papel del gobierno frente al mercado libre o al enfoque "orientado al mercado" -que utiliza el crecimiento del factor total de la productividad (FTP) medido como parte del crecimiento no atribuible al crecimiento en cantidad de insumos de los factores- con variantes atribuidas a la política económica, en especial la apertura y la competencia.
Si bien el Banco Mundial atribuyó el éxito de las economías asiáticas al FTP, otros economistas resaltaron que de hecho varias economías (sobre la base de la paridad del poder adquisitivo) tuvieron FTPs mucho más elevados: Bangladesh, Congo, Egipto y Pakistán, por ejemplo.
La evidencia conflictiva sobre el FTP, argumenta el documento de Akyuz-Gore, refleja el hecho de que en un mundo donde la nueva tecnología exige inversión de capital, es casi imposible separar la contribución al crecimiento de la producción de un aumento de la cantidad de capital, de la contribución a la tecnología y el conocimiento que lo acompañan.
Pero si se toman en serio los altos niveles de inversión en el este asiático, el tema es cómo explicarlo y cómo explicar también la relación entre el aumento del ahorro interno y la inversión.
Importancia de la inversión interna
En los casos de Japón (1950-73), Corea, Taiwan, Hong Kong y Singapur, -excepto Japón luego de ese período- el ahorro extranjero sirvió de escalón inicial. En el caso de Japón, el programa especial de Estados Unidos de compras del sector público que representaba cerca del 30% de las entradas de moneda extranjera a principios de los 50, ayudó a un proceso autosustentable de inversión y crecimiento, generado por el ahorro y los ingresos de exportación. Para Corea y Taiwan, los préstamos inicialmente bilaterales y multilaterales jugaron su parte; para Hong Kong fue la transferencia de fondos de los chinos en el extranjero, y en Singapur los flujos de capital ingresaron en la forma de inversión extranjera directa (IED).
Pero a pesar de la importancia inicial de estos ingresos, el ahorro interno bruto trepó a niveles muy elevados: en Japón de 24% a principios de los años 50, a 36% en los años 60 y a 40% en los años 70; en Singapur, del 10% del Producto Interno Bruto de 1965 al 30% en los 70 y 42% en los 80. En Corea y Taiwan, de aproximadamente el 4% y 9% durante el período 1956-1960, aumentó rápidamente a un promedio del 32% en los 70 en Taiwan, y en Corea al 22% en los 70 y al 32% en los 80.
Ahorro, ingreso y consumo
Aun cuando el rápido crecimiento económico explica gran parte del índice del incremento del ahorro interno, permitiendo tanto el aumento del ahorro como del consumo, el crecimiento del ingreso no siempre se traduce en mayor crecimiento del ahorro.
Por ejemplo, la tasa promedio de ahorro en algunos de los PRI de América Latina no registró un aumento significativo entre los años 60 y 80, a pesar de un crecimiento relativamente rápido en los ingresos per cápita.
Brasil, en el período 1968-1977, creció a un promedio de 7,4% por año, pero su ahorro interno bruto permaneció estancado en torno al 20% del PIB y el ahorro privado alrededor del 16%.
Si bien el Banco Mundial (en "El milagro del este asiático") reconoció que los PRI de la región adoptaron una serie de medidas para elevar tanto el ahorro como la inversión, atribuyó esta acumulación a "actuar correctamente en lo fundamental", controlando la inflación para asegurar que la represión financiera fuera relativamente moderada y los ahorros públicos elevados, y regulando en forma prudente las instituciones financieras.
No obstante, el documento de Akyuz-Gore aduce que el aumento de las ganancias y los ahorros de la empresa privada tuvo más incidencia en el retraso del consumo interno con respecto al aumento del ingreso y las crecientes tasas medias de ahorro e inversión.
En todos estos países los ahorros de la empresa privada representaron una gran proporción de sus ingresos y en los PRI del este asiático éste fue por el ahorro empresarial, y no el doméstico. Una excepción a destacar es la de Singapur, donde los ahorros domésticos representan gran parte de la inversión interna bruta.
Pero esto es el resultado de ahorros compulsivos acumulados en el Fondo Central de Previsión, donde la tasa de contribución, originalmente fijada en 1955 en el 5% del salario de los empleados y una contribución similar del empleador, se elevó al 25% a mediados de los 80, y se utilizó para la compra (por parte de los empleados) de viviendas construidas por el Departamento de Desarrollo de la Vivienda o se invirtió en títulos del gobierno. En su pico más alto, en 1985, la contribución del Fondo Central de Previsión alcanzó el 36% del ahorro bruto nacional, equivalente al 15% del PIB.
En la mayoría de los PRI del este asiático hubo otros ingresos vinculados a las ganancias que también contribuyeron al aumento del ahorro interno. El ahorro personal y las ganancias empresariales del este asiático estuvieron vinculados a las ganancias obtenidas a través del sistema de bonos, en el que una parte importante de la paga de los trabajadores estaba directamente relacionada con las ganancias de la compañía.
Políticas para el ahorro y la inversión empresarial
La política gubernamental desempeñó un papel importante en el aumento de la ganancia y el ahorro empresarial. Se utilizaron instrumentos fiscales para complementar las ganancias empresariales y alentar la retención para acelerar la acumulación de capital. Las políticas comerciales, financieras y competitivas aumentaron las ganancias por encima de los niveles que se hubieran alcanzado en condiciones de mercado libre, creando así rentas.
Entre los instrumentos fiscales figuran varias rebajas impositivas y fondos especiales de amortización para alentar a las empresas a retener e invertir las ganancias.
Pero las rentas creadas por el Estado fueron importantes. Estas rentas fueron creadas a través de una mezcla de protección selectiva, controles sobre las tasas de interés y asignación del crédito, competencia dirigida, incluyendo el fomento de inversiones, la coordinación de la expansión de la capacidad, las restricciones al ingreso en determinadas industrias, la selección de la adquisición de tecnología y la promoción de cárteles con fines específicos como estandarización de productos, especialización y exportación.
Los subsidios al crédito fueron fundamentales para la inversión en nuevas industrias, así como el racionamiento del crédito, que no podía ser visto meramente como instrumento para obtener ganancias sino para permitir la creación de renta y acumulación de capital.
La creación de renta a través de la protección estuvo ligada a los resultados en materia de exportación.
La mayoría de los instrumentos fiscales y creaciones de renta se centraron de manera deliberadamente concertada en determinadas industrias y en momentos específicos. No se limitaron a reasignar los recursos en distintos sectores, sino que hicieron una contribución significativa a la tasa general de acumulación.
Esta creación de rentas, argumentan Akyuz y Gore, fue fundamental para acelerar la acumulación de capital y el crecimiento y establecer industrias nuevas. Contradijo la teoría de búsqueda de renta en el marco de regímenes de comercio orientados hacia adentro, elaborada en los años 70 y 80.
La reciprocidad entre el apoyo estatal y la actuación del sector privado trajo aparejada una tasa de acumulación de capital y de crecimiento más acelerada, no sólo porque el apoyo a menudo se brindó a cambio de mayores inversiones, sino también porque un mejor resultado en materia de exportaciones como medida de la calidad de la inversión necesitaba una acumulación más rápida para elevar la competitividad a través de la adaptación de nueva tecnología, economías a escala, aprendizaje y aumento de la productividad.
Distribución del ingreso y propiedad de la tierra
Pero las economías del este asiático pudieron lograrlo con niveles de desigualdad de ingreso relativamente bajos. La evidencia obtenida utilizando coeficientes del índice de desigualdad Gini indica claramente que la distribución del ingreso en el este asiático ha sido mucho más pareja que en América Latina. Si bien las causas exigen una investigación más a fondo, ambos autores sugieren que parte de la respuesta podría radicar en la propiedad de la tierra. En el este asiático no existen grandes terratenientes como en América Latina. Si se comparan los PRI del este asiático y Japón con una muestra de ocho países en desarrollo (Argentina, Brasil, Egipto, India, Kenia, México, Filipinas y Turquía) resulta que estos últimos tienen un coeficiente GINI de propiedad de la tierra más elevado.
La discusión sobre el papel del Estado en el crecimiento y el desarrollo, argumentan Akyuz y Gore, continúa estando ideológicamente polarizada. Los intentos de explicar el crecimiento económico sostenido de los PRI aislando las condiciones económicas atribuibles al gobierno y las atribuibles al mercado "están encaminados al fracaso".
La política estatal contribuyó al dinamismo de la economía y aceleró el proceso de acumulación de capital animando el nexo inversión-ganancias mediante la creación de rentas e impulsando las ganancias por encima de los niveles que podrían lograrse en condiciones de mercado libre. El aislamiento de la asignación derivada del proceso de acumulación de capital es artificial. De no haber habido un ritmo importante de acumulación de capital en el este asiático, habría sido imposible mejorar tan rápidamente los métodos y la calidad de la producción, diversificar la variedad de bienes y servicios producidos y competir exitosamente en los mercados mundiales de bienes manufacturados.
La atención puesta en la inversión, agregan los autores, también es crucial para evitar los errores de los años 80 en los cuales la tendencia de los Programas de Ajuste Estructural (PAE) en contra de la acumulación desembocó en políticas que, en el nombre de una asignación más eficiente de los recursos, casi invariablemente condujeron a menores inversiones y crecimiento más bajo.
Aunque el Banco Mundial en se evaluación 1992 de los Programas de Ajuste Estructural describió la caída de la inversión como una "pausa", la persistente depresión de la misma en muchos países en desarrollo sugiere que los efectos adversos de los PAE han sido duraderos.
Reformas y estructura del ahorro en América Latina
En su documento "Whatever happened to Latin America's Savings?" (¿Qué sucedió con los ahorros de América Latina?), Gabriel Palma compara las tasas de ahorro nacional de América Latina en todos los sectores, con las del este asiático y señala que en América Latina el ahorro familiar cayó en los años 90 a cerca de la mitad de los niveles relativos de la mayoría de los 80, tanto antes como después de la crisis de la deuda, a un nivel similar al que tenía en los años 70. Los ahorros de la empresa privada retornaron en los 90 a su nivel anterior a la crisis y los ahorros estatales tuvieron un aumento sustancial a fines de los 80.
Esto, comenta Palma, resulta curioso porque hasta ahora las reformas neoliberales no parecen haber tenido gran impacto en el ahorro de la empresa privada, rebajaron significativamente la propensión al ahorro del sector doméstico e hicieron (en términos relativos) del gobierno el agente clave del ahorro de estas economías.
La comparación de las tasas de ahorro de América Latina con las de los PRI demuestra no sólo que los niveles del ahorro nacional son totalmente distintos entre ambas regiones sino también que las estructuras del ahorro nacional son casi exactamente opuestas. En América Latina, entre 1970 y 1980, tanto el ahorro doméstico como el estatal bajaron con relación al ahorro de la empresa privada. Este patrón cambió significativamente con la crisis de la deuda de 1982, pero en 1987 la estructura del ahorro nacional volvió, en términos generales, al modelo de los 80. No obstante, a partir de entonces hay una caída del ahorro doméstico, y un saldo relativo correspondiente del consumo familiar, y un aumento del ahorro estatal y empresarial.
"La caída del ahorro familiar", comenta Palma, "parece demostrar que la liberalización financiera y comercial aumentó el grado de sustitución intertemporal doméstica en el consumo, con desastrosos efectos sobre el ahorro. Por un lado, por lo menos hasta la crisis mexicana, los proponentes de reformas parecen haber logrado presentarlas como capaces de aumentar significativamente la tasa de crecimiento del ingreso; por otro lado, la liberalización del comercio aumentó sustancialmente la cantidad de bienes de consumo suntuarios disponibles en esas economías, y la liberalización financiera levantó las limitaciones al préstamo doméstico. El resultado fue un auge del consumo y el endeudamiento del sector doméstico."
Este fenómeno es particularmente importante pues "va en contra de los resultados anunciados por quienes abogan por la 'profundización' de las reformas financieras...De hecho, al hacer que se pudiera acceder con toda facilidad al crédito con fines de consumo en el sector familiar, y aumentar de manera no realista las expectativas de futuros ingresos, esas reformas parecen haber reducido el ahorro familiar a tal grado que en muchos países la inversión y el crecimiento económico se han visto gravemente afectados".
(Fuente: SUNS)
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