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No. 86 - Segunda quincena de Mayo 1996

Estados Unidos provoca crisis en la UNCTAD IX

por Chakravarthi Raghavan,desde Midrand, Sudáfrica.

Estados Unidos llevó a un estado crítico las negociaciones de la IX Conferencia de la UNCTAD y puso en evidencia su propósito de reducir la organización, de una institución de análisis y asesoramiento sobre políticas de desarrollo, a una agencia de asistencia técnica a los países más pobres para la aplicación de las políticas y decisiones de la OMC

Después de haber trabajado arduamente en pequeños grupos de negociación hasta pasada la medianoche del miércoles 8 de mayo último, los delegados del Sur al Grupo de Trabajo I de la IX Conferencia de la UNCTAD informaron que se había llegado a un "bloqueo total", y acusaron a Estados Unidos de haber adoptado una actitud de "rechazo a todo".

En la mañana del jueves, los negociadores reanudaron las sesiones pero teniendo como plazo las 12 y 30 hs. del mediodía, momento en el que debían entregar el trabajo inconcluso al Comité del Conjunto para las negociaciones a ese nivel. La posición de "rechazo a todo" de Estados Unidos -similar a la que adoptó la militancia árabe a fines de los 70 y principios de los 80- podría ser un reflejo de luchas y divisiones internas en Washington, pero su efecto sobre la Conferencia fue el de provocar un estancamiento y prácticamente una paralización de las negociaciones.

Esa situación se ha dado en todos los sectores claves, en especial los relacionados con el comercio, donde Estados Unidos ha adoptado posiciones peores que al principio, informaron los delegados. La oposición de Estados Unidos se vinculaba con su negativa a mencionar en el documento el acuerdo sobre derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (TRIPs).

Parálisis en sectores claves

Si bien los problemas sin resolver estaban, en gran medida, en el Grupo de Trabajo I, en otros sectores existían dificultades en materia de recursos e inversión y de aspectos institucionales, manifestaron los delegados. El Grupo de Trabajo I, abocado al tratamiento de temas comerciales, se había dividido en subgrupos y en la mañana del jueves volvió a reunirse en un pequeño grupo de contacto bajo la presidencia del embajador Kesavapani, de Singapur, para evaluar la situación de los diversos subgrupos e intentar destrabar la paralización.

El Comité del Conjunto, con un grupo de contacto presidido por el presidente de dicho comité, el embajador William Rossier, asumiría el trabajo inconcluso de los grupos de trabajo y se encargaría de los temas paralizados, para resolverlos y colocarlos juntos en un documento final. Según el cronograma original establecido para la UNCTAD IX, la Conferencia debía finalizar el sábado 11. Pero los anfitriones sudafricanos querían concluirla el viernes de noche para poder hacer los arreglos necesarios para la reunión del Grupo de los 7 países más industrializados y varios países en desarrollo sobre la Superautopista de la Información, que comenzaría el 13 de mayo en el mismo lugar, el Gallaghaer Estate, en Midrand. Esto significaba que el Comité del Conjunto debía concluir su trabajo el jueves de noche o el viernes temprano en la mañana, para dar tiempo a preparar los documentos en todos los idiomas para las sesiones plenarias finales que tendrían lugar a última hora del viernes. Pero a la altura de redactar este informe, jueves de mañana, aún no se sabía si se podría cumplir con los plazos.

Aparte del documento final, con el texto negociado que debía fijar el programa de trabajo y los acuerdos institucionales hasta la próxima Conferencia de la UNCTAD, debía haber una Declaración Midrand, que estaba siendo preparada por la presidencia sudafricana.

Problemas con Declaración Final

Si bien no se trataba de un texto negociado, en términos de lenguaje, tradicionalmente es un texto en el que el país anfitrión realiza amplias consultas privadas con países y grupos claves para reflejar diversos puntos de vista y asegurar que no haya objeciones serias. A nivel de la Dirección de la Conferencia, el presidente de la misma indicó los titulares de lo que se abarcaría. Se esperaba que paralelamente se hicieran consultas sobre la Declaración, a partir del borrador que el miércoles de noche hizo circular la presidencia sudafricana.

La Unión Europea rechazó la totalidad del borrador en la medida que no hacía referencia a los "derechos humanos y buen gobierno". Se informó que la presidencia estaba trabajando en otro borrador. Pero muchas delegaciones se quejaban de no haber recibido consultas previas para recoger elementos que volcar en el borrador. También señalaron que la parte introductoria del texto de negociación de la preconferencia, que había sido negociado con reservas en Ginebra, fue eliminada del ámbito de negociación y se les dijo a las delegaciones que se volvería a la misma en la Declaración Midrand. Pero el primer borrador era muy flojo y no contemplaba esos elementos, según comentaron varias delegaciones. El borrador de la Declaración preveía cierto tipo de reunión de evaluación ministerial a mitad de período, que sería convocada por la presidencia sudafricana. La reunión se haría a partir de la iniciativa del presidente de la UNCTAD IX y del Secretario General de la UNCTAD, con el fin de compartir las experiencias de la mayoría de los países en desarrollo exitosos y de otros países en desarrollo, y de promover mayor cooperación entre ellos.

Diálogo con la sociedad civil

También se hablaba de una reunión al cabo de un año que sería convocada por el Secretario General de la UNCTAD como mecanismo para mejorar el diálogo entre la UNCTAD y organizaciones no gubernamentales claves y el sector privado. Esto último presumiblemente era a cambio de renunciar a la idea de incluir la idea de crear un Senado para el Desarrollo en los documentos finales. Muchos delegados del Sur se opusieron a la idea, pidiendo que se aclarara más acerca de su propósito, composición, financiamiento, etc. Algunos estaban preocupados porque en la medida que se están recortando los organismos oficiales intergubernamentales, y el trabajo llevado a cabo por éstos, no se justificaría crear un nuevo organismo.

Al mismo tiempo, varios delegados reconocieron la necesidad de incluir a la sociedad civil en el trabajo de la UNCTAD, ya que esto le permitiría al organismo mejorar su perfil institucional entre los países del Norte. Los delegados comentaron que el miércoles de noche Estados Unidos y otros países industrializados ni siquiera quisieron hacer referencia a la responsabilidad que les cabe en las partes relativas al comercio.

"Incluso se rechazó un texto tan inocuo como 'los países industrializados deberían llevar a la práctica los compromisos asumidos en la Ronda Uruguay para maximizar el impacto de la Ronda Uruguay'", manifestó un delegado. En cuanto al Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), Estados Unidos pretende que esté dirigido solamente a los Países Menos Adelantados (PMA) e intentó incluir "la idea de compartir la carga", en la cual los países en desarrollo son los que deben compartir la carga. E insistió en que la redacción dijera que los países en desarrollo que estén en condiciones de hacerlo deben extender el SGP a los PMA.

Prioridad absoluta a la OMC

Estados Unidos tampoco quiere que en la UNCTAD se trabaje sobre servicios en términos de análisis o programa de trabajo. Parece estar dispuesto sólo a considerar una asistencia técnica a los países en desarrollo con el fin de que creen sus propios sectores de servicios y lleven a la práctica sus obligaciones para con la OMC. Estados Unidos también se opuso por completo a cualquier discusión en la UNCTAD sobre los temas nuevos de la agenda o a considerar los temas de comercio y medio ambiente (que se están resolviendo, o se los quiere resolver, en la OMC). La oposición de Estados Unidos, aislada como se encontraba, llegó tal vez al extremo de rechazar cualquier tipo de mención en cualquier lado, por ejemplo, al acuerdo sobre TRIPs, incluso en términos de las ideas y conceptos que Estados Unidos ha aceptado en el Acta Final de Marraquech y en la OMC y la ONU, el ECOSOC y la Comisión sobre Desarrollo Sustentable.

Las fuentes estadounidenses comentaron en privado a algunas delegaciones que, como máximo, podrían considerar el análisis y tal vez la discusión de los nuevos temas comerciales en la UNCTAD después que la OMC decida estudiarlos. En caso de que ésta actitud prevaleciera podía forzar a algunos de los países en desarrollo a adoptar una línea más dura en la OMC. Pero para esto debía haber por lo menos un grupo de 10 países en desarrollo importantes que actúen juntos en la OMC, y hacerlo conocer claramente aquí. Con ello también se ayudaría a poner a la OMC y a sus formas de funcionamiento no transparentes -no transparentes no sólo para el público sino también para la gran mayoría de sus miembros- en el ojo de la tormenta que se avecina por los aspectos nefastos de la globalización. Muchas delegaciones asiáticas y africanas se desilusionaron por el nivel de participación e interés demostrado por los países en desarrollo latinoamericanos, a pesar de que la UNCTAD está presidida actualmente por Rubens Ricupero, quien tiene gran prestigio en Brasil y América Latina.

Los temas de la parálisis

No había prácticamente tiempo para todo el trabajo que restaba por hacer, y en el apuro por terminarlo era muy probable que el programa de trabajo recogiera compromisos con redacciones vagas. Las situaciones de estancamiento, que debían ser resueltas a nivel del Comité del Conjunto, estaban en el programa de trabajo y en los acuerdos institucionales para el mismo -exactamente donde los tres grupos de trabajo no habían podido llegar a una solución de compromiso. Los temas de difícil solución abarcaban una serie de aspectos:

* análisis macroeconómico, centrado en los temas y problemas mundiales y las posibles acciones políticas que podrían adoptar los gobiernos y la comunidad internacional;

* temas comerciales con una orientación hacia el desarrollo, tanto en términos de los acuerdos de la Ronda Uruguay y su aplicación, como de los temas nuevos de la agenda de la OMC -ya aceptados por algunos países pero rechazados por otros- y otros que surjan, y la discusión y el análisis político de la UNCTAD con miras a generar un consenso que permita las negociaciones;

* temas relativos al futuro trabajo sobre comercio, medio ambiente y desarrollo sustentable de la UNCTAD;

* recursos financieros para el desarrollo y los aspectos relacionados con la deuda; y asuntos institucionales, entre elloslos organismos intergubernamentales y la permanencia de la estructura de la UNCTAD, que trabajaría en los próximos cuatro años para poner en práctica un programa de trabajo de consenso.

La técnica del "bueno" y el "malo"

Estados Unidos adoptó una línea dura en las negociaciones de los grupos de trabajo, dando la impresión a los demás de que estaba dispuesto a bloquear acuerdos en la mayoría de temas posibles en ese ámbito, de manera que en la etapa final de negociación en el Comité del Conjunto pudiera hacer algunos intercambios y eliminar objeciones a los temas secundarios. Públicamente, la jefa de la delegación estadounidense, Melinda Kimble (del Departamento de Estado), trataba de jugar el papel de "buena", mientras que los negociadores estadounidenses que participaban en los grupos de trabajo (y representaban a la oficina del Representante Comercial de Estados Unidos y otras secciones de la administración de ese país) serían los "malos" que bloquean las actividades de la UNCTAD incluso en sectores en los cuales ya habían llegado a un acuerdo en otros foros, como la propia Asamblea General de la ONU y la Comisión sobre Desarrollo Sustentable de Nueva York.

La línea dura estadounidense que se opone a que la UNCTAD se embarque en un trabajo analítico de los temas macroeconómicos mundiales y considere políticas alternativas a los enfoques del modelo único de las instituciones de Bretton Woods, demostró que quienes predican la democracia y los derechos humanos fundamentales temen, a nivel internacional, el pluralismo de ideas y el debate.

Trataban de disfrazarlo con justificaciones en términos de prioridades, la necesidad de imponer restricciones presupuestales y evitar la duplicación, y otros argumentos por el estilo. Pero sus verdaderas intenciones, así como la decisión de impedir cualquier voz discordante con la fallida ortodoxia y arteriosclerosis del Banco Mundial, el FMI y la OMC, eran muy claras.

"Es mejor aceptar el fracaso"

Estados Unidos está aislado en ciertos aspectos en que los otros grandes países industrializados -la Unión Europea y Japón- no están dispuestos a llegar tan lejos como aquél pretende para reducir a la UNCTAD a una cáscara vacía. Aunque también es cierto que no van a enfrentarse con Estados Unidos por eso. Pero el Grupo de los 77 no está en condiciones de explotar ésta diferencia dentro del Norte. No ha estado funcionando como Grupo, sino que ha dejado que sean los grupos regionales (africano, asiático y latinoamericano y del Caribe) quienes expongan sus opiniones y percepciones.

Esa semana, la delegación de Estados Unidos, en una actitud de confrontación y rechazo, manifestó en una reunión que era mejor aceptar el fracaso y volverse a casa que redactar un texto a medias que sólo renovaría las controversias. Estados Unidos nunca quiso a la UNCTAD y a lo largo de los años no ha podido esconder su deseo de liquidarla o, en su defecto, reducir los programas y mandatos y despojarla de los recursos para llevar a cabo eficazmente siquiera los programas acordados. Esto provocará que, como ocurrió después de la UNCTAD VIII de Cartagena, la estructura permanente en Ginebra se pase todo un año discutiendo y renegociando lo que ya se acordó.

Sacar la UNCTAD del camino

Estados Unidos cree que si tan solo la UNCTAD "no se inmiscuyera", podría ejercer su dominio y poder a través de las Instituciones de Bretton Woods y la nueva OMC, donde podría llegar a tener serios conflictos con la Unión Europea y Japón pero puede unirse a ellos en contra de los países en desarrollo, que en ese ámbito actúan individualmente. Si en ésta instancia se sale con la suya y logra reducir la UNCTAD a un organismo de asistencia técnica que ofrecería ayuda y asesoramiento a los PMA para la aplicación de las políticas y decisiones de la OMC, los otros países en desarrollo tal vez se sientan frustrados y pierdan interés en la UCNTAD. Esto ya es un hecho en el caso de varios países latinoamericanos. Por otro lado, todo esto no dará mayor fuerza a la OMC, que se verá forzada a resolver estos problemas y reclamos de los países en desarrollo, y a enfrentar la hostilidad de las sociedades civiles con el proceso de globalización tutelado por las trasnacionales.

(Fuente: SUNS)




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