No. 100 - Agosto 1997
"Etiqueta social" retrocede en OIT
por
Chakravarthi Raghavan
El director general de la OIT, Michael Hansenne, retiró su polémica propuesta de una «etiqueta social» mundial que sería otorgada por ese organismo.
El 18 de junio, el Director General de la OIT, Michael Hansenne, retiró su controvertida propuesta de una "Etiqueta Social" mundial que sería otorgada por la OIT y que los países utilizarían en sus exportaciones. En respuesta al debate generado en la Conferencia Internacional del Trabajo, donde presentó su memoria anual sobre Actividad Normativa y Globalización, impulsó una Declaración de la OIT sobre normas laborales básicas y un mecanismo para supervisar su aplicación.
Según Hansenne, el debate generado había servido para incrementar la importancia de la Conferencia, dándole mayor notoriedad a la OIT. Ninguno de los 314 oradores se opuso a que se continuara con la labor, por lo que confiaba en que esto fuera tenido en cuenta por el Consejo de Administración y pudiera terminar en un compromiso cabal. Un fracaso sería desastroso, expresó. La parte de la Memoria dedicada a los derechos fundamentales de los trabajadores, destacó, fue objeto de los debates más animados, y existió un amplio consenso en cuanto a fortalecer el papel de la OIT en el cumplimiento de esas normas, de manera que el progreso económico de los países vaya acompañado de un progreso social. También expresó que es necesario seguir trabajando para explorar las formas de lograrlo. Pero la ratificación universal de los siete convenios laborales fundamentales y la adopción de una declaración solemne sobre los derechos fundamentales no son opciones excluyentes, sino complementarias. La iniciativa de la campaña de ratificación de los convenios fundamentales lanzada en 1995, señaló Hansenne, ha dado sus frutos y hasta la fecha se han registrado unas 60 ratificaciones y aún se espera recibir más de una veintena. Fue sumamente alentador que muchos países en desarrollo hubieran ratificado dichas normas y convenios. El Consejo de Administración, continuó Hansenne, ha estado examinando la cuestión de la dimensión social de la liberalización comercial y arribó a algunas conclusiones: la liberalización del comercio y la supresión de los obstáculos al comercio internacional constituyen la materia prima del progreso social de los países; al mismo tiempo, esta liberalización y competencia a ultranza puede obstaculizar los esfuerzos de otras naciones que deseen mejorar la suerte de los trabajadores de sus propios países. La OIT, a través de su actividad normativa, debe tratar de crear armonía entre el progreso social y el progreso económico que se espera lograr a través de la liberalización del comercio. Hansenne sugirió que los resultados de los fructíferos debates que al respecto habían tenido lugar en el Consejo de Administración no fueron suficientemente difundidos entre los países mandantes, y se comprometió a que la Secretaría adoptaría las medidas oportunas para poner remedio a ese déficit de comunicación. Los países miembros de la OIT deberían examinar minuciosamente en el Consejo de Administración, los motivos de sus dudas y reticencias a la idea de una declaración, para así poder llegar a un consenso amplio. Los intentos de promover la observancia de normas laborales fundamentales a través de una declaración de ninguna forma supondría imponer obligaciones a los países en contra de su voluntad, sino simplemente reafirmar la lógica de los compromisos y valores que los Estados ya suscribieron libremente al convertirse en Miembros de la OIT. Hansenne dijo que era necesario investigar más cuáles serían las consecuencias que se desprenderían de tal declaración, pero que, al respecto, convenía asimismo disipar las inquietudes o malentendidos. La naturaleza de dichas consecuencias debía derivarse de la propia Declaración y por lo tanto no podría tratarse de sancionar las violaciones o los incumplimientos a través de un procedimiento judicial (del sistema de supervisión). No obstante, si un país no ratificó los convenios fundamentales, igualmente debería respetar el espíritu de dichos convenios, argumentó el jerarca de la OIT. Reconoció, asimismo, que existen muchas maneras de concebir un mecanismo de este tipo, pero cualquiera sea el que surja debe poder suscitar la más amplia aceptación posible. Las propuestas que la secretaría de la OIT presente al Consejo en el mes de noviembre en relación con la declaración y su mecanismo de aplicación, manifestó, deberían ser objeto de un consenso suficiente y reflejar las distintas sensibilidades, de modo que éste pueda inscribir esta cuestión fundamental en el orden del día de la Conferencia de 1998. Al convertirse en miembros de la OIT, recordó Hansenne, los países asumen un compromiso con el progreso social, para asociar a los trabajadores a los beneficios del progreso económico, y su idea de los informes regulares de la OIT sobre los progresos sociales apuntaba a brindar información e intercambiar experiencias.
Reacciones negativas a la propuesta de la "etiqueta social"
La idea de "etiquetas sociales" propuesta en el informe, señaló Hansenne, suscitó bastante agitación y reacciones negativas. Pero la propuesta pretendía únicamente iniciar un debate sobre una solución multilateral y fundamentalmente voluntaria que se sitúa en las antípodas de la filosofía de cláusula social en el comercio. Hansenne reconoció que ese marco multilateral no podía llegar a existir sin una aceptación general, que al parecer no existe todavía. Aclaró, además, que la propuesta la realizó pensando sobre todo en los países en desarrollo, pero que ahora le competía al Consejo de Administración decidir si proseguía o no con ese debate. Pero si el "tanteo" de Hansenne -como lo describió un funcionario de la OIT- fue presentado como un intento de "ayudar" a los países en desarrollo contra el riesgo de sistemas de etiquetado unilaterales por parte de grupos privados del mundo desarrollado, el debate demuestra que no logró convencer a los gobiernos del mundo en desarrollo y que las propuestas fueron recibidas con entusiasmo por las secretarías internacionales de trabajadores controladas por el Norte. Una lectura de las alocuciones de los representantes de varios países en desarrollo claves indica que las sospechas por la maniobra de Hansenne en cuanto a la etiqueta social afectó sus opiniones sobre la idea de una declaración y su posterior seguimiento. El ministro egipcio de Trabajo e Inmigración, Sr. Ahmed El Amasy, fue muy claro, dijo que la OIT debe promover el valor universal de sus convenios fundamentales, pero sólo a través de un proceso de ratificación podrá un miembro asumir una obligación. Cualquier intento de crear alguna obligación a través de una Declaración sería una violación de los Tratados Jurídicos de Viena, y un mecanismo de supervisión sobre la declaración constituiría un "precedente grave e inconstitucional", y por lo tanto inaceptable. El Amawy también insistió en tener "garantías de objetividad, imparcialidad y transparencia en las iniciativas de la OIT", palabras que parecían dirigidas a Hansenne y su iniciativa en este ámbito desde que asumió el cargo. La propuesta de una "etiqueta social de carácter general", declaró el ministro egipcio, "no fue más que una nueva versión de lo que la Conferencia Internacional del Trabajo había rechazado desde 1994, y un intento de introducir nuevamente el tema de vincular las normas laborales con la liberalización del comercio". Si la OIT quiere aumentar su credibilidad, debería prestar más atención a la promoción del empleo, el combate de la pobreza y la eliminación de la marginación.
El etiquetado social puede generar proteccionismo
El delegado de India M. Venugopal, de Bharatiya Mazdoor Sabha (una central sindical vinculada a uno de los principales partidos opositores), manifestó que "con razón o sin ella, los trabajadores y pueblos de los países del Sur tienen aprensión acerca de los motivos últimos de las empresas financieras internacionales y los gobiernos de los países desarrollados que las secundan. Temen que las nuevas propuestas de los países del Norte sean sólo un pretexto para imponer su imperialismo económico sobre los países del Sur con el fin de fortalecer sus propias economías. Creemos que el progreso no es posible si antes no se elimina esta desconfianza". La OIT es la única organización internacional que puede encarar esta labor con seriedad, y los trabajadores del Sur cooperarían para aplicar cualquier solución "que pueda iniciar una nueva era sin erosionar la independencia y soberanía de nuestros países". Venugopal dijo que "en general, la posición de la OIT en materia de etiquetado social, etiquetado de productos y otros temas por el estilo, podría dar lugar al proteccionismo, y eso será una decisión unilateral... Nos oponemos a un sistema que otorgue una "etiqueta social de carácter general" a los "países que respetan los principios y derechos fundamentales y aceptan someterse a inspecciones internacionales confiables y jurídicamente autónomas. ... En el futuro ese sistema dejará a los países en desarrollo sometidos a las presiones de los países que controlan la OMC", manifestó. El representante indio también se quejó de que varias normas de la OIT "se tornan irreales en las condiciones prevalecientes en los países en desarrollo, mientras que el sistema de monitoreo ya adoptado por el organismo supervisor de la OIT tiene un enfoque indebidamente legalista y rígido. Ciertas organizaciones internacionales de sindicatos ejercen una presión indebida a través de denuncias de menoscabo de la libertad de asociación e incumplimiento de normas laborales, sin tomar en consideración la importancia y el estado de desarrollo económico del país... Deberían ser los sindicatos de esos países los que presionaran a sus gobiernos para ratificar los convenios cuando fuera necesario".
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