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   No. 100 - Agosto 1997
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Análisis / Globalización


No. 100 - Agosto 1997

Las corrientes financieras privadas

De ratones y elefantes

por Peter Bosshard

Si bien las corrientes financieras privadas han superado a las corrientes oficiales, en gran parte se concentran en unos pocos países del Sur y dentro de ellos en unos pocos sectores claves. Como solución a algunos de estos problemas, el autor sugiere, además de un Estado fuerte y un protagonismo decisivo de la sociedad civil, que el Norte mantenga los compromisos asumidos en 1992 en la Cumbre de la Tierra con relación a las corrientes de ayuda oficial para el desarrollo y que las agencias de la ONU presten más atención a los temas ambientales y de desarrollo planteados por estas corrientes de recursos.

Con relación al tema de las transferencias financieras entre el Norte y el Sur, me gustaría señalar algunos problemas cuantitativos y cualitativos de estas corrientes financieras, desde la perspectiva de una organización no gubernamental (ONG).

La proporción de corrientes financieras, como se sabe, cambió drásticamente desde principios de los 90. En 1991, las corrientes privadas (ubicadas en 57.000 millones de dólares) todavía eran menores que las corrientes oficiales (66.000 millones de dólares). En 1996, las corrientes privadas alcanzaron los 244.000 millones, dejando atrás a las corrientes oficiales que llegaron a 41.000 millones de dólares. Hablamos aquí de corrientes netas. ¿Acaso estas corrientes netas resolvieron todos los problemas financieros? ¿Terminaron con la necesidad de una ayuda oficial para el desarrollo continuada, como algunos observadores neoliberales nos quieren hacer creer?

Problemas asociados con las corrientes privadas

Incluso en un plano puramente financiero, la situación no es tan brillante como parece a primera vista. Permítanme señalar los siguientes problemas:

*. Es sabido que existe una gran concentración de las corrientes de recursos privados dirigidas al. El 73 por ciento de las corrientes privadas de 1996 fueron a doce países, y 53 por ciento a sólo cinco países. Por otro lado, sólo el 3 por ciento de todas las corrientes (o 7.000 millones) fueron dirigidas a países de bajos ingresos, con exclusión de China e India. "Se alimenta más a los elefantes que a los ratones", explicó hace poco un representante del IFC. Lo que quiso decir es que es más lógico que vayan más recursos privados a los países ricos que a los pobres. Pero en términos relativos hay una concentración desproporcionada de las corrientes privadas en los países más ricos. Con relación al Producto Interno Bruto (PIB), en 1996 los países de medianos ingresos recibieron más del doble de recursos privados que los países de bajos ingresos (nuevamente, con excepción de China e India).

A su vez, las corrientes de recursos privados están fuertemente concentradas en unos pocos sectores claves. Las inversiones extranjeras privadas y los préstamos para la financiación de proyectos se concentran en los sectores de telecomunicaciones, energía y transporte. No pueden reemplazar las menguantes corrientes de ayuda oficial para el desarrollo (ODA) que a título de donación solían beneficiar a los sectores sociales.

* Desde 1993, las inversiones de cartera han conformado más de un tercio de las corrientes privadas dirigidas al Sur. Sabemos, por lo menos desde la crisis del peso mexicano, que estas corrientes son sumamente volátiles y pueden abandonar rápidamente un país a la primera señal de problemas. Las corrientes rápidas, tanto de ingresos como de egresos, afectan profundamente las monedas nacionales y pueden crear problemas a los sectores productivos de la economía.

* Por último, hay una serie de corrientes inversas que no se manifiestan en las llamadas transferencias netas hacia el Sur. Los datos de la corriente neta en materia de deuda, por ejemplo, no tienen en cuenta las salidas por concepto de intereses, y los datos de inversión neta no tienen en cuenta las salidas por concepto de ganancias, dividendos o regalías. Si se integra el interés al escenario, las corrientes de la deuda han sido negativas tanto en 1995 como en 1996. Por supuesto, las estadísticas oficiales tampoco toman en cuenta las transferencias negativas invisibles causadas por el deterioro de las relaciones de intercambio, la manipulación de las transferencias de precios y otras formas de evasión del capital. Por último, las corrientes privadas deben ser desagregadas por sus receptores. Si bien los ingresos por concepto de deuda generalmente van al sector privado, gran parte de la amortización y el interés lo pagan los gobiernos. La mayoría de los 41 gobiernos que entran dentro de la Iniciativa para la deuda de los Países Pobres muy Endeudados, todavía pagan más de un quinto de sus ingresos por concepto de servicio de la deuda externa. En suma, las deslumbrantes corrientes nuevas de recursos hacia el Sur son más bien un fenómeno de un puñado de "elefantes", y principalmente de "elefantes" privados.

Preguntas estratégicas

¿Todo estaría bien si las corrientes de recursos privados estuvieran distribuidas más equitativamente entre ratones y elefantes, y fueran menos volátiles? No, no estaría. Desde la perspectiva de una ONG, las corrientes de recursos privados también plantean decisivas cuestiones de política. Querría señalar los siguientes problemas:

* Se nos dice que los países se beneficiarán de las corrientes de recursos privados si los gobiernos ponen su casa en orden. En otras palabras, se supone que la clave para atraer corrientes privadas es el ajuste estructural. Pero esta visión es simplista: hemos visto muchos casos de economías estructuralmente ajustadas que casi no atraen corrientes privadas porque, por ejemplo, no tienen salida al mar y están lejos de los mercados que resultan interesantes. En segundo lugar, hemos visto países que han aplicado los programas de ajuste estructural durante 15 años y donde la riqueza todavía se sigue filtrando de los pobres a los ricos, y no de los ricos a los pobres. De manera que me temo que según la perspectiva de los observadores neoliberales, las casas se "ponen en orden" cuando se pagan todas las cuentas, no cuando los ciudadanos tienen su bienestar asegurado.

* Más específicamente, el precio que los gobiernos tienen que pagar para atraer recursos privados a menudo es la privatización de los bienes públicos y la apertura de los sectores públicos a los inversores privados. Si bien desde el punto de vista de una ONG, las privatizaciones pueden estar justificadas en ciertos casos, a menudo tienen una gran gama de repercusiones negativas: en primer lugar, generalmente fortalecen la eficiencia a costa de la equidad social. Cuando se privatizan la salud o la educación, la educación básica escolar y la atención médica dejan de ser de carácter público y pasan a servir al reducto de los que pueden pagar los honorarios. En segundo lugar, disminuye la responsabilidad pública de los abastecedores de servicios. Cuando las usinas, por ejemplo, son privatizadas, para los ciudadanos suele ser difícil acceder a las evaluaciones ambientales u otros documentos importantes, y menos aún a los procesos de toma de decisiones. Por último, los inversores privados tienden a externalizar lo más que pueden los costos ambientales y sociales. Esa es la ley del mercado. De manera que a menos que se establezca un marco regulador, los inversores privados intentarán evitar obligaciones ambientales que los restrinjan.

Algunas propuestas generales

Por todas estas razones, las ONG generalmente no sólo critican la distribución despareja de las corrientes de recursos privados sino que consideran que las inversiones y préstamos privados no son la solución para los muchos problemas que aquejan a las sociedades. ¿Cuáles son, entonces, las recomendaciones que dan las ONG? Permítanme hacer las siguientes propuestas generales:

* En condiciones de mercado, los inversionistas privados reforzarán la eficiencia económica pero no cuidarán la equidad social. Si bien la eficiencia ha aumentado mucho a escala mundial desde la década del 60, y en la misma proporción lo ha hecho la desigualdad. Se necesita un estado sólido y una sociedad civil fuerte para revertir esta tendencia peligrosa. A las ONG les complace ver que el Banco Mundial parece acercarse a la posición de aceptar un Estado eficaz, aún cuando en su nuevo Informe del Desarrollo Mundial todavía obvia varios temas fundamentales.

* La desagregación por países y sectores demuestra que las corrientes privadas no pueden sustituir la asistencia oficial para el desarrollo. Los gobiernos del Norte deberían retomar los compromisos asumidos en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD) para aumentar sus corrientes de AOD hasta llegar al nivel prometido del 0,7 por ciento de su PIB. Por otro lado, es igualmente importante reducir o detener la salida de los principales recursos del Sur. ONGs especializadas han presentado propuestas exhaustivas sobre cómo resolver el problema de la deuda, por ejemplo, con una iniciativa como la de los Países Pobres muy Endeudados más amplia y generosa. Y la mayoría de las ONG se oponen al establecimiento de un Acuerdo Multilateral de Inversión (AMI) que debilitaría severamente el poder de los gobiernos con respecto a los inversionistas extranjeros. Los gobiernos deberían aceptar la inversión extranjera de manera selectiva, sometiéndola a las condiciones de responsabilidad pública o sustentabilidad social y ambiental.

* Por último, también es interesante la discusión de las corrientes de recursos privados por el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (ECOSOC). Por demasiado tiempo este tema había quedado casi completamente en manos de las instituciones financieras internacionales. Las organizaciones de la ONU deberían prestar más atención a las consideraciones de desarrollo y ambientales planteadas por estas corrientes de recursos. El ECOSOC podría abarcar algunas de las cuestiones específicas discutidas en su "Encuesta Económica y Social Mundial". También podría asesorar a las secretarías de la UNCTAD o el PNUD para su estudio y verter luego los resultados al ECOSOC en 1998.

Peter Bosshard es Secretario de "Declaración de Berne", un grupo suizo de interés público.




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