No. 110 - Junio 1998
Segunda Conferencia Ministerial de la OMC
Una fiesta de cumpleaños inesperada
por
Chakravarthi Raghavan
El intento de la OMC de utilizar la ocasión de su Segunda Conferencia Ministerial para celebrar el quincuagésimo aniversario del GATT y del sistema multilateral de comercio resultó un fiasco. Aparte de las protestas de los grupos de base, de los movimientos ambientalistas y los que trabajan en temas de desarrollo, la Secretaría General de la UNCTAD también recordó a los asistentes que la sombría realidad del desempleo masivo mundial, la inseguridad laboral y la pronunciada desigualdad ya no podían seguir siendo ignoradas.
Fue una fiesta de cumpleaños en que las cosas no salieron exactamente como se planearon; la "estrella" entre las autoridades máximas participantes no fue precisamente el Presidente "más poderoso" del mundo que llegó blandiendo la bandera del libre comercio y la democracia para imponer su neomercantilismo, sino alguien a quien se había procurado ignorar o dejar de lado y que no proclama la práctica del libre comercio. Los aplausos no fueron para el presidente estadounidense Bill Clinton -quien evitó incluso mezclarse con otros jefes de gobierno para la celebración viniendo un día antes-, sino que el presidente cubano Fidel Castro robó la escena y fue el más aplaudido dentro y fuera del evento. Así contó a la prensa el Ministro de Comercio de India, Ramakrishna Hegde, tratando de esquivar algunas preguntas más difíciles sobre ambos. Pero la opinión de Hegde asombró más a quienes siguieron los acontecimientos desde las pantallas de televisión.
En busca de legitimidad
La fiesta fue planeada por la Organización Mundial de Comercio (OMC) (cuyo acuerdo fue firmado en Marrakech en 1994 y entró en vigor el 1 de enero de 1995) buscando engancharse a un linaje de 50 años del GATT y sentar su "legitimidad" escondiendo su propia extracción. Y para esto, la OMC redactó una historia ("El sistema multilateral de comercio: 50 años de logros") en tres idiomas, donde se escribe y reescribe el pasado, muy similar a las constantes revisiones históricas de la época estalinista del estado soviético, en que los roles de Marx, Lenin y el propio Stalin debían ser constantemente cambiados. Es la historia de un sistema de comercio que hay que leer cuidadosamente entre líneas para darse cuenta qué cosa quedó fuera y qué cosa se presenta de manera diferente. Y la institución -agregada a último momento en la lista de oradores- que ofrecía cierta presencia histórica y daba legitimidad al "del cumpleaños" dentro del sistema internacional vino a recordar a los gobiernos e instituciones de ahí adentro que afuera había un mundo (el ruidoso mundo demandante de los desocupados y los marginados, al cual hubo que mantener a raya durante los tres días de reunión de la OMC), que era la realidad que había que enfrentar y a la cual había que alimentar.
Las "celebraciones" fueron planeadas por la OMC, con otras dos instituciones sin legitimidad, para establecer un nuevo orden, el orden neoliberal, que aunque nunca fue puesto a votación popular, la oposición al mismo es catalogada como una actitud contraria a la democracia de parte de minorías de comunistas, marxistas e izquierdistas.
A pesar de que la redacción del tratado de la OMC excluye la posibilidad de una "continuidad" en términos de derecho internacional con su predecesor, el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT de 1947), y de que -con el apoyo también de varios países en desarrollo-, se negó a formar parte del sistema de las Naciones Unidas, la OMC todavía intenta presentarse como parte de un continuum y del orden de posguerra, y que de cierta forma tiene mayor legitimidad que la ONU.
Aunque los festejos del quincuagésimo aniversario del sistema multilateral de comercio organizados por la OMC se realizaron en el complejo del Palacio de las Naciones, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el secretario general de dicho organismo, Kofi Annan, no fue invitado; y si bien el secretario general de la UNCTAD, Rubens Ricúpero, fue un "observador" legítimo en la Conferencia Ministerial, fue invitado a hablar sólo a último momento, cuando las potencias comenzaron a oír "murmuraciones" entre los países en desarrollo y empezó a circular la idea de "alterar" la fiesta de alguna manera, si bien en una forma más diplomática que la de los jóvenes -y no tan jóvenes- "rudos" afuera, que se acercaron exigiendo ser escuchados y tuvieron que ser contenidos.
"La ONU", recordó Ricúpero en un discurso en nombre de Annan, "no es tan sólo un observador más: es la principal fuente de legitimidad del sistema internacional, y la piedra angular del sistema de organizaciones internacionales". La ONU fue el marco político y legal dentro del cual tuvo lugar el acto que se estaba conmemorando, expresó. El acuerdo del GATT fue diseñado y negociado dentro de un Comité de la ONU, y concluyó como un anexo de la Organización Internacional de Comercio aprobada en la conferencia de la Habana en 1947, la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Empleo. Y si bien la Organización Internacional de Comercio nunca llegó a plasmarse, fue la ONU quien convocó a esa conferencia, le ofreció apoyo para su preparación y posteriormente brindó el personal para formar la primera Secretaría del GATT, (y) el GATT se convirtió en la piedra angular en torno a la cual se construyó el sistema multilateral de comercio.
"Atmósfera festiva"
Después de hacer una breve historia de ese período, que abarcó la fundación de la UNCTAD, la Conferencia de La Habana y sus objetivos de comercio y empleo, y la creencia de las autoridades estatales y los economistas de que podía lograrse el pleno empleo, un objetivo que ahora ha sido prácticamente abandonado -con 25 millones de desocupados en los países de la OCDE y cientos de millones en el mundo en desarrollo, y los niveles de desigualdad dentro y entre los países incambiados- Ricúpero dijo algunas verdades dolorosas a los ministros de Comercio y los pocos jefes de gobierno presentes, así como a los funcionarios de la OMC: "El comercio ciertamente no tiene la culpa de que el siglo XX no haya podido resolver este problema candente. Pero en una época de liberalización mundial del comercio, la existencia de desempleo masivo, la inseguridad laboral y la aguda desigualdad sin duda tuvo algo que ver con el malestar -incluso en algunos lugares la reacción- contra la liberalización del comercio y la inversión que hemos notado en varios grupos. Tales preocupaciones han mostrado su rostro en foros tan diversos como el debate del Congreso de Estados Unidos sobre "la vía rápida", las negociaciones de la OCDE sobre un acuerdo plurilateral de inversiones, y las protestas y manifestaciones de estos últimos días aquí en Ginebra".
"Nadie debe llamarse a engaños por la atmósfera festiva de estas celebraciones", dijo Ricúpero en un agregado de último momento al discurso preparado -palabras, quizás, que los jefes de gobierno y los ministros y funcionarios de comercio deberían poner en las paredes de sus oficinas o sobre sus escritorios para recordarlas todos los días. "Afuera hay angustia y temor, inseguridad laboral y lo que Thoreau describió como una 'vida de calma desesperación'. Eso es también parte de la realidad, tanto como los impactantes logros de la liberalización global. Es sagrado deber del sistema de la ONU, la OMC y las instituciones de Bretton Woods, crear motivos para creer en el futuro y devolver a la gente razones válidas para la esperanza".
Una historia tendenciosa
La historia "oficial" del sistema multilateral del comercio brindada por la OMC en sus observaciones introductorias, citó dos ideas como puntales del "éxito" del sistema a lo largo de los años: Primero, la creencia en un sistema internacional de comercio y un orden económico abiertos como fundamento de un nuevo marco político y de seguridad; y segundo, la estabilidad y la condición predecible de las relaciones internacionales de comercio a través de un sistema de normas vinculantes mutuamente acordadas que se apliquen a todos los gobiernos miembros y sean exigibles a través de un sistema de solución de diferencias. Los historiadores oficialistas consideraron que no valía la pena mencionar en este contexto las metas y objetivos consagrados, después de largas deliberaciones, en la Carta de La Habana. Se menciona que la pieza central e idea rectora del sistema es la "no discriminación", y la historia sigue refiriéndose al crecimiento de la producción mundial y el comercio, y atribuye modestamente sólo parte del crecimiento del ingreso, la creación de puestos de trabajo y la prosperidad al éxito del sistema multilateral de comercio al rebajar los obstáculos comerciales en sucesivas rondas de comercio y aumentar la participación de los países en desarrollo en el comercio y el sistema mundial.
Con estas palabras, el historiador oficial barrió de un plumazo no sólo las teorías económicas keynesianas que dieron origen a Bretton Woods y la Carta de La Habana, sino también los roles del estado intervencionista en Estados Unidos bajo los presidentes Truman, Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon, o los estados de bienestar social de Europa, y las variedades japonesas.
Como historia oficial, no recuerda, ni siquiera en un pie de página, que desde la época en que los países en desarrollo intentaron subir a escena, la "pieza central" del sistema, la no discriminación, fue abandonada por "apartamientos autorizados" de discriminación contra el mundo en desarrollo -partiendo del acuerdo sobre textiles, a corto plazo, en la Ronda Dillon, pasando por el acuerdo a largo plazo y luego el Acuerdo Multifibras de las Rondas Kennedy, Tokio y Uruguay, y legitimizado y ampliado hasta el 2005 a través de la OMC.
Pero en la historia oficial se busca legitimidad (y linaje) para la protección discriminatoria y empresarial a través del antidumping y otras leyes. En el nuevo orden, después de la caída del Muro de Berlín y la implosión del sistema soviético, los economistas en general solían decir que el único sitio donde es necesaria una opinión pública monolítica es en el Fondo Monetario Internacional. Ahora pueden agregar que también se hizo revisionismo histórico.
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