Tendencias / Crisis Financiera
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No. 111 - Julio 1998
La crisis asiática se convierte en recesión
por
Martin Khor
Hace un año, la devaluación del baht tailandés desencadenó en Asia una crisis financiera y la posterior conmoción que se desató, en especial las bruscas caídas en los mercados de monedas y valores, afectó las magnitudes económicas fundamentales de la región, otrora las más fuertes del mundo. Los últimos datos demuestran que las penurias de la producción en baja, el desempleo y la inflación golpearon duramente a Malasia y otros países asiáticos. En realidad, mucho más severamente incluso que las expectativas más pesimistas.
La crisis de Asia entró en una nueva etapa, más penosa aún. Son malas noticias para quienes creyeron que después que las monedas de la región alcanzaron los niveles más bajos en enero ya había pasado lo peor.
El problema comenzó como una crisis financiera en la segunda mitad de fines del año pasado. Ahora la crisis financiera también se ha traducido en recesión económica. En muchos países asiáticos, la producción disminuyó mientras que la inflación y el desempleo aumentaron. La crisis financiera original estuvo marcada por rápidas caídas de los niveles de los mercados de monedas y valores. Esto tomó a todos por sorpresa ya que había consenso en cuanto a que las magnitudes económicas fundamentales de las economías del este asiático no sólo estaban saneadas sino que servían como modelo para otros países. Las tasas de crecimiento eran elevadas, la inflación baja, los presupuestos gubernamentales eran excedentarios y los déficit de cuenta corriente, si bien eran altos, en muchos países estaban siendo reducidos. Irónicamente, no fueron las magnitudes económicas fundamentales las que abatieron los niveles financieros sino más bien los movimientos financieros autónomos de los valores de los mercados monetario y de acciones. Había cierto fundamento para que las monedas de la región experimentaran algún descenso, pero no en grados tan extremos ni de esa manera tan brusca.
Las caídas fueron de hasta 40 o 50 por ciento para las monedas de Tailandia, Corea, Malasia y Filipinas, y de hasta 500 y 600 por ciento para la rupiah de Indonesia. Esto tuvo un efecto devastador en la medida que aumentó enormemente los volúmenes de moneda local que debían utilizarse para pagar los préstamos externos, lo cual fue una pesadilla para los bancos y compañías locales que habían contraído deudas externas. Muchos quedaron atrapados en problemas de flujo de efectivo o quedaron insolventes. Las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) causaron más problemas para Tailandia, Indonesia y Corea del Sur. Se recortaron los presupuestos gubernamentales, se elevaron drásticamente las tasas de interés y se restringió el crédito bancario. Si bien Malasia no pidió préstamos al FMI y por lo tanto no tiene que responder ante el mismo, hasta cierto punto el país también siguió la receta del FMI, imponiendo grandes reducciones al gasto público y restringiendo el crédito.
Afortunadamente Malasia tiene más libertad que el resto de los países para utilizar su propio juicio en materia de políticas. Por ejemplo, si bien las tasas de interés aumentaron (causando problemas a comerciantes y consumidores), si hubiera estado bajo las condiciones del FMI probablemente éste le hubiera exigido que aumentara aún más las tasas.
Las últimas noticias informan cómo, en un país tras otro, la crisis financiera afecta ahora a la economía real. La situación es peor de lo que se esperaba. En Malasia hubo una caída del 1,8 por ciento del Producto Interno Bruto en el primer trimestre de 1998, el primer período de crecimiento negativo desde la recesión de mediados de los 80. Los sectores más afectados fueron el de la construcción, el agrícola y el manufacturero, que cayeron 10, 2,8 y 2,4 por ciento respectivamente, comparado con un crecimiento del 8,5 por ciento en el mismo período del año pasado, y con la proyección de un crecimiento de 2 a 3 por ciento para todo el año 1998. Actualmente se está discutiendo si este pronóstico optimista puede cumplirse. Lo positivo de Malasia es la asombrosa recuperación de la balanza comercial, que registró un excedente de 12.400 millones de ringgit en el período enero-abril de este año, comparado con el déficit de 108 millones de ringgit del mismo período del año pasado.
De mantenerse esta tendencia, el déficit de cuenta corriente, que en 1997 era equivalente al cinco por ciento del PIB, este año se reducirá a cero o incluso se convertirá en excedente. Terminaría, así lo que había sido tal vez el punto más débil de la economía previa a la crisis. Pero esto ha tenido un costo muy alto: la recesión económica, que ha reducido los ingresos y por lo tanto provocado una reducción de las importaciones. Pero los problemas de Malasia son pequeños si se los compara con los de Indonesia. Su PIB cayó 6,2 por ciento en el primer trimestre de 1998, comparado con el mismo período un año atrás, y 8,5 por ciento comparado con el trimestre previo. Para la totalidad del año, el pronóstico es que la economía se retraerá 10,1 por ciento, según el presidente del Departamento Central de Estadísticas, Sugito Suwito. También manifestó que el nivel promedio de precios en mayo estaba un 52 por ciento por encima de un año atrás, y que los cálculos indicaban que la inflación aumentaría 85 por ciento para el año. La situación es peor de lo que se había proyectado en el presupuesto de abril: una caída del 5 por ciento en el PIB y una inflación del 45 por ciento. Mientras tanto, el desempleo aumenta drásticamente. El ministro de Trabajo de Indonesia, Fahmi Idris, pronosticó que este año habría 15,4 millones de desempleados, lo que equivale al 17 por ciento de una fuerza laboral de 90 millones. Esto es mucho más alto que todas las proyecciones anteriores. Nuevamente, el único signo positivo es en el comercio, en el cual el país tuvo un excedente de 1.970 millones de dólares en marzo, comparados con los 206 millones de hace un año. Y otra vez, el costo fue elevado para el país, ya que las importaciones cayeron un 38 por ciento debido a la recesión y la depreciación.
En Tailandia, las proyecciones son que este año el PIB tenga una disminución de entre cuatro y 5,5 por ciento. La producción manufacturera cayó 21 por ciento en marzo con respecto a un año atrás, y las exportaciones cayeron 3,5 por ciento en el mismo periodo. Se calcula que el desempleo aumentará a 2,8 millones de personas, lo que equivaldría a un 8,8 por ciento de la fuerza de trabajo. La inflación, que ahora es de un 9,5 por ciento, llegaría a 11 o 12 por ciento en el correr de este año.
En Corea del Sur, el gigante económico cuya caída fue la que más sorprendió a todo el mundo, el PIB cayó 3,8 por ciento en el primer trimestre, la primera contracción en 18 años, y también mayor que el 1 por ciento pronosticado por el FMI para este año. Las perspectivas de crecimiento para el resto de 1998 son sombrías, ya que en el primer trimestre los manufactureros redujeron el gasto de capital en 41 por ciento comparado con un año atrás. El desempleo también escaló de 2,8 por ciento hace un año, a 6,7 por ciento a fines de abril, con un total de 1,4 millones de desocupados. En el plano comercial hubo buenas noticias. En abril, el excedente comercial fue de 3.900 millones de dólares, comparado con el déficit de 1.700 millones de dólares de hace un año. En el primer trimestre, el volumen de exportaciones aumentó 31 por ciento mientras que el volumen de importaciones cayó un 28 por ciento.
Increíblemente, economías como Hong Kong y Singapur, que se esperaba pudieran campear mejor la tormenta, también fueron duramente golpeadas. Hong Kong está entrando en una recesión en la medida que su PIB cayó un dos por ciento en el primer trimestre con respecto a un año atrás, la primera contracción en 13 años. Fue afectado por la disminución del turismo y una recesión inmobiliaria en que los precios cayeron 40 por ciento con respecto a su nivel de 1997. En Singapur hubo un marcado crecimiento de 5,6 por ciento en el primer trimestre, que estuvo bien frente a un pronóstico del gobierno que lo ubicaba en 2,5 a 4,5 por ciento para el año. No obstante, una encuesta del Sunday Times entre 13 analistas del sector privado reveló que en promedio predecían sólo un crecimiento del 1,5 por ciento para 1998. En el primer trimestre, 7.131 trabajadores perdieron sus trabajos, comparados con 4.278 en el último período de 1997 y 1.582 en el primer trimestre de 1997. También hace poco Singapur se vio afectada por la recesión y la inestabilidad política de Indonesia, con cuya economía tiene vínculos importantes. El monto de los préstamos pendientes de los bancos de Singapur para Indonesia se ubican en 3.900 millones de dólares. Las compañías radicadas en Singapur tienen inversiones significativas en Indonesia, y los empresarios indonesios (incluido el magnate Liem Sioe Liong y algunos miembros de la familia del ex presidente Suharto) tienen inversiones en Singapur; algunas de estas inversiones pueden verse seriamente afectadas por la situación de Indonesia.
Una influencia importante en las demás economías ha sido el desempeño de Japón, atrapado en su propia crisis financiera y ahora la recesión económica. La falta de demanda de Japón para las exportaciones del sudeste asiático y la persistente debilidad del yen tuvieron un efecto depresivo sobre la región. En lo que fue del año hasta marzo, el gasto por hogares de Japón cayó 5,7 por ciento. Los pedidos de construcción de los cincuenta principales contratistas en abril estuvieron un 15 por ciento por debajo de un año atrás. El desempleo alcanzó un punto récord de 4,1 por ciento en abril, superando el 3,6 por ciento de febrero. Falta ver si el aumento de 120.000 millones de dólares en el gasto público anunciado por el premier japonés, aumentará la demanda lo suficiente como por lo menos impedir que el país caiga en la recesión. Una recesión o un proceso de freno en la economía japonesa reduciría aún más la tendencia a la baja de las importaciones japonesas provenientes de los países asiáticos. La proporción del total de las exportaciones con destino a Japón es 23 por ciento para Indonesia, 17,5 por ciento para China, 16,2 por ciento para Filipinas, 15,1 por ciento para Tailandia, 12,6 por ciento para Malasia y 10,9 por ciento para Corea.
Hasta ahora China parece seguir disfrutando un crecimiento relativamente alto. Su PIB creció 7,2 por ciento en los primeros tres meses de 1998 con respecto al mismo período del año anterior. Esto, no obstante, supone un enlentecimiento del crecimiento de 9,7 por ciento de 1996 y el 8,8 por ciento de 1997, y también está por debajo de la tasa de 8 por ciento anunciada para todo 1998 por el premier Zhu Rongji. El temor de otros países de la región es que si el crecimiento económico de China y en particular sus exportaciones se frenan como resultado de los efectos de la crisis asiática, podría autorizar una devaluación de su moneda, lo que podría a su vez causar otra ronda de devaluaciones en la región.
El análisis de los desempeños recientes de la región muestra que los efectos de la crisis financiera que comenzó hace un año están golpeando fuerte ahora en la economía real de varios países de Asia Oriental. Se ve reflejado en el brusco deterioro de la producción, el empleo y los precios, que son los principales indicadores de las "magnitudes económicas fundamentales".
Como las economías continúan debilitándose, la perspectiva es de que continúe un acalorado debate sobre qué tipo de políticas deberían adoptarse para mejorar la situación y en particular la función de las políticas fiscal y monetaria.
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