Análisis / Crisis Financiera
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No. 119 - Marzo 1999
Japón y la recuperación asiática
Ayuda externa y estímulo fiscal interno
El siguiente documento elaborado por la Secretaría de la UNCTAD evalúa el impacto potencial de las medidas políticas alternativas de Japón, sobre el crecimiento mundial y regional. Una de sus conclusiones es que un programa de ayuda a las economías asiáticas más afectadas por la crisis tendría mayores efectos sobre el crecimiento que la introducción de estímulos fiscales internos de igual magnitud. También alerta en cuanto a que esta última medida por sí sola no resolvería los problemas estructurales subyacentes de la economía japonesa.
Desde la publicación del Informe sobre Comercio y Desarrollo 1998, de la
UNCTAD, las perspectivas de la economía mundial se deterioraron
significativamente luego del estallido de la crisis rusa y la subsiguiente
inestabilidad de los mercados financieros, tanto de los principales países
industrializados como de los mercados emergentes. Si bien la recesión mundial
aún no es una realidad, han aumentado las probabilidades de que sobrevenga, así
como de que la posterior recuperación sea lenta.
En su condición de segunda economía del mundo en términos de PBI, y de mayor
acreedor en términos de activos extranjeros netos, indudablemente Japón puede
hacer una contribución crucial tanto a la recuperación económica de Asia
oriental como a la economía mundial en su conjunto. Hasta ahora ha adoptado
diversas medidas, entre ellas el estímulo fiscal y monetario para reanimar el
crecimiento económico, si bien sus efectos todavía no se han manifestado en su
total plenitud.
El Informe sobre Comercio y Desarrollo 1998 reconoce la importancia de la
recuperación de Japón, pues ofrece un mercado exportador en expansión a los
países de Asia oriental, pero expresa la opinión de que un programa de ayuda
externa en la forma de préstamos a largo plazo para los países en crisis de Asia
oriental tendría probablemente mayor impacto sobre el crecimiento de la región y
la economía mundial que un programa fiscal interno de igual magnitud. El Informe
también argumenta que, si bien un estímulo fiscal interno sirve para promover un
alza cíclica, es muy poco probable que logre recuperar el crecimiento sostenido
de Japón. Desde el estallido de la crisis en Asia oriental, Japón ha
proporcionado alrededor de 40.000 millones de dólares de financiamiento a la
región, incluidos 28.000 millones de fondos a largo plazo. Gran parte de éstos
han sido canalizados a través del FMI y han sido utilizados como parte de
operaciones de salvataje. Más recientemente, desde la publicación del Informe,
el ministro de Hacienda Kiichi Miyazawa, anunció la intención del gobierno
japonés de destinar unos 30.000 millones de dólares de ayuda para apoyar a los
países asiáticos afectados. La propuesta, llamada Plan Miyazawa, está destinada
a las cinco economías asiáticas más gravemente afectadas (es decir, Indonesia,
la República de Corea, Malasia, Filipinas y Tailandia), y a ayudar a
reestructurar el sector empresarial y el bancario, a establecer redes de
seguridad social, y a aliviar la contracción del crédito de esos países. Exhorta
al Banco de Exportaciones-Importaciones de Japón a que garantice las deudas de
las empresas y bancos asiáticos, ofrezca subsidios al pago de intereses, compre
bonos de gobiernos asiáticos que permitan a los países contar con más divisas, y
que ofrezca nuevos préstamos en yenes.
Modelos de simulación de opciones políticas
El objetivo de este documento es presentar una evaluación cuantitativa del
impacto potencial de las medidas de política japonesa en respuesta a la crisis
asiática sobre el crecimiento de la región y la economía mundial en su conjunto.
Se hace una comparación entre los efectos de una expansión fiscal interna en
Japón durante el periodo 1998-2000 y los que estarían asociados con un aumento
del apoyo financiero a largo plazo a las economías asiáticas afectadas, conforme
a los lineamientos propuestos durante la crisis de la deuda de los 80 por Saburo
Okita y otros, de reciclar parte del excedente japonés para los países muy
endeudados con miras a acelerar su recuperación. El modelo de simulaciones que
se brinda a continuación fue realizado antes del anuncio del Plan Miyazawa. Para
evaluar el alcance de las medidas alternativas japonesas de respuesta a la
crisis financiera asiática, en búsqueda de una coherencia entre países y
regiones, es necesario tener un sistema de modelización mundial bien
especificado que permite la interdependencia de países en términos de comercio y
otros vínculos claves. Las simulaciones presentadas aquí se basan en las
actividades del Modelo Futuros de Interdependencia Mundial (FUGI), versión 7.0
M80. Hay dos alternativas políticas en consideración: una expansión fiscal
interna y un aumento del apoyo financiero similar al sugerido por el Plan
Miyazawa. Los efectos de cada opción se derivan de la construcción de un
escenario de simulación apropiado en el contexto del sistema FUGI. No obstante,
para poder evaluar adecuadamente el impacto relativo de ambas políticas también
es necesario tener un ciclo de simulación que sirva como base de referencia para
su comparación. Con este fin, el escenario de referencia es una simulación que
toma en cuenta los efectos de la crisis financiera sobre el crecimiento de la
producción de las economías asiáticas afectadas no sólo en 1997 sino también en
años subsiguientes. De acuerdo con las discusiones de las perspectivas del
Informe sobre Comercio y Desarrollo 1998, el escenario de referencia incorpora
un deterioro de las condiciones económicas de los países asiáticos afectados en
1998, incluida una contracción del crecimiento del PIB del 12,0 por ciento para
Indonesia, 6,0 por ciento para la República de Corea y 8,0 por ciento para
Tailandia. El escenario A, que representa el caso de una expansión fiscal, asume
una reducción permanente del impuesto a la renta de 100.000 millones de dólares
para el gobierno japonés en la última mitad del año fiscal 1998, que se divide
por partes iguales entre el ingreso personal y el empresarial. Por otro lado, el
Escenario B explora las consecuencias de un financiamiento adicional de 100.000
millones de dólares (es decir, la misma cantidad que el fondo asiático propuesto
en 1997) de Japón a los cinco países asiáticos más seriamente afectados
mencionados anteriormente, que estaría disponible durante un periodo de tres
años, de 1998 al 2000. Una parte clave del ejercicio en el Escenario B es
decidir cómo se distribuiría adecuadamente la suma entre los países asiáticos
afectados en cada uno de los tres años. En la medida que la crisis ha afectado
el crecimiento de dichas economías en grados diferentes, tal como se describe en
el escenario de referencia, un procedimiento razonable sería asignar la ayuda de
tal manera de recuperar el crecimiento de la producción de esos países a niveles
lo más cercano posible a sus vías de crecimiento individuales anteriores al
estallido de la crisis. Como punto de partida, pues, es necesario tener cierta
idea de las tasas de crecimiento. Consiguientemente, un escenario intermedio, el
Escenario C, está destinado a describir las vías de crecimiento sobre la base de
las tendencias históricas de las tasas de crecimiento del PIB de cada uno de los
países afectados anteriores al estallido de la crisis. La diferencia en las
respectivas tasas de crecimiento entre el Escenario C y la referencia para cada
año durante el periodo 1997-2000 y para cada país afectado, indica la pérdida de
crecimiento de la producción como consecuencia de la crisis. En el cuadro I se
muestran los supuestos específicos del escenario B con relación a la
distribución de los 100.000 millones de dólares de financiamiento adicional de
Japón entre los países asiáticos afectados durante el periodo 1998-2000. Del
financiamiento adicional total para Asia, se asume que 50.000 millones se
utilizarán en 1998, 30.000 millones en 1999 y el resto en el 2000. En términos
de distribución entre los países, aproximadamente el 40 por ciento del total se
asigna a la República de Corea, un cuarto a Indonesia y un quinto a Tailandia.
Mayores proporciones de los totales anuales se asignarán a Tailandia y Malasia
en el 1999 y el 2000, mientras que para la República de Corea e Indonesia, una
gran proporción de las entregas se concentran en 1998.
Cuadro 1
Distribución de la ayuda de US$ 100.000
millones de Japón a los países asiáticos afectados
1998-2000 |
|
1998 |
1999 |
2000 |
País |
Partici
pación
(%) |
Cant.
($ bil.) |
Partici
pación
(%) |
Cant.
($ bil.) |
Partici
pación
(%) |
Cant.
($ bil.) |
Indonesia |
32 |
16,0 |
20 |
6,0 |
12 |
2,4 |
República de Corea |
48 |
24,0 |
38 |
11,5 |
27 |
5,5 |
Malasia |
5 |
2,5 |
12 |
3,5 |
23 |
4,5 |
Filipinas |
4 |
2,0 |
6 |
1,8 |
8 |
1,6 |
Tailandia |
11 |
5,5 |
24 |
7,2 |
30 |
6,0 |
Total |
100 |
50,0 |
100 |
30,0 |
100 |
20,0 |
El impacto relativo de las políticas alternativas
En comparación, los resultados de los escenarios alternativos para cada país o
región están expresados como desviaciones de las respectivas tasas de
crecimiento del PIB en cada escenario con respecto al escenario de referencia.
Los resultados, derivados de restar las respectivas tasas de crecimiento del PIB
del escenario de referencia, de los escenarios de expansión fiscal y de ayuda,
están dados en el cuadro 2 para determinadas regiones y países. El impacto de la
ayuda japonesa adicional sobre el crecimiento de la economía mundial es
considerablemente mayor que el de un estímulo fiscal interno de igual magnitud.
En términos acumulativos, el aumento del crecimiento global es un tercio mayor
en el primer escenario que en el último. Las simulaciones muestran que las
ganancias del crecimiento resultantes de un paquete de ayuda pueden ser
considerables para los países en crisis. Para la República de Corea, el impacto
acumulativo de la ayuda al crecimiento durante el periodo 1998-2000, supera el
10 por ciento. En los países del sudeste asiático, el programa de ayuda agrega
más de un 17 por ciento al crecimiento acumulativo para el mismo periodo. El
impacto es particularmente vigoroso en Indonesia, donde el escenario de
referencia demuestra una disminución considerable del crecimiento, comparado con
la tendencia previa a la crisis. Tal como se esperaba, el impacto de la ayuda
sobre el crecimiento en los países receptores es mucho más fuerte que el impacto
de un estímulo fiscal, mientras que para Japón es el caso inverso. No obstante,
un resultado interesante es el impacto en otros países. Al respecto, para la
mayoría de las demás regiones y países el programa de ayuda resulta más
favorable para el crecimiento que el programa de estímulo fiscal. Esto se cumple
en especial para Estados Unidos y la Unión Europea. En otras palabras, el
crecimiento de Estados Unidos y la Unión Europea se beneficiaría más con un
programa de ayuda japonesa a los países del este asiático en crisis que de un
estímulo fiscal interno japonés por una misma cantidad.
Si bien es obvio que el impacto directo a corto plazo del estímulo fiscal sobre
el nivel de actividad de Japón es mayor que un gasto equivalente en un aumento
de la ayuda a Asia, el impacto a mediano plazo es menos claro. En primer lugar,
una recuperación cíclica provocada por un estímulo fiscal redundaría en ingresos
estatales adicionales y por lo tanto ayudaría a cubrir parte del déficit
inicial.
No obstante, para evitar un aumento permanente de la deuda y el déficit del
sector público, sería necesario tomar medidas para elevar discrecionalmente los
ingresos fiscales o reducir el gasto (o ambos), lo que podría revertir gran
parte de las ganancias anteriores en el crecimiento. La experiencia de los
anteriores programas presupuestales resulta instructiva en este caso. Los
diversos programas de gasto fiscal introducidos a partir de 1995 finalmente
produjeron un brusco aumento en el crecimiento durante 1996, pero cuando se
intentó restaurar el equilibrio fiscal a través de un aumento de los impuestos
en el curso de 1997, el nivel de actividad disminuyó. En 1997, el efecto de
contracción de la política fiscal, medida por el indicador fiscal de la OCDE,
fue de 1,7 por ciento del PIB, de manera que la corrección fiscal fue en gran
medida responsable de la actual debilidad del crecimiento de la producción en
Japón. Sin embargo, también es claro que mantener el nivel de gastos alcanzado
en 1996 era insostenible a mediano plazo. En segundo lugar, como ha subrayado el
Informe sobre Comercio y Desarrollo durante algunos años, la causa subyacente de
la disminución de la tasa de la tendencia de crecimiento de Japón radica en
problemas estructurales de sus sectores industrial, financiero y de servicios, y
en que su crecimiento se apoya permanentemente en las exportaciones. Si bien
promueve una mejora cíclica, es poco probable que los programas de estímulo a la
demanda interna recuperen el crecimiento de Japón de manera permanente.
Cualquier recuperación sostenida debe ir acompañada de la resolución de los
problemas estructurales. Así, una estrategia apropiada es combinar la acción en
tres frentes: un estímulo fiscal temporario, ayuda a los países asiáticos en
crisis y reformas estructurales. En el corto plazo, los primeros dos se
combinarían para generar una recuperación cíclica de Japón y ayudarían
enormemente para superar las dificultades de la región. A más largo plazo, el
impacto positivo de las reformas estructurales se harían sentir de manera más
fuerte, permitiendo a Japón aumentar su confianza en el gasto interno (privado)
para el crecimiento y para su contribución a la demanda global. En este
contexto, las últimas medidas de Japón, incluido el Plan Miyazawa, los paquetes
de estímulo y los esfuerzos por resolver las deficiencias estructurales del
sector financiero, son bienvenidas.
Cuadro 2
Impacto relativo de las políticas
alternativas japonesas en determinadas regiones y países
1998-2000
(Superávit del crecimiento del PIB en
puntos de porcentaje con respecto al escenario de referencia) |
|
Expansión
fiscal |
Ayuda
adicional |
Región/país |
1998 |
1999 |
2000 |
1998 |
1999 |
2000 |
Mundial
|
0,18 |
0,23 |
0,10 |
0,29 |
0,23 |
0,16 |
Economías de mercado
desarrolladas |
0,24 |
0,31 |
0,10 |
0,00 |
0,10 |
0,09 |
Estados Unidos |
0,00 |
0,00 |
0,07 |
0,00 |
0,10 |
0,10 |
Japón |
1,32 |
1,75 |
0,41 |
0,00 |
0,21 |
0,17 |
Unión Europea |
0,00 |
0,01 |
0,01 |
0,00 |
0,04 |
0,20 |
Economías en desarrollo
|
0,00
|
0,02 |
0,14 |
1,36 |
0,72 |
0,40 |
Asia oriental |
0,00 |
0,02 |
0,43 |
2,11 |
0,71 |
0,52 |
China |
0,00 |
0,00 |
0,38 |
0,00 |
0,10 |
0,24 |
República de Corea |
0,00 |
0,05 |
0,65 |
7,29 |
2,26 |
1,26 |
Sudeste asiático
|
0,00 |
0,10 |
0,23
|
8,36 |
5,94 |
3,03 |
Indonesia |
0,00 |
0,04 |
0,09 |
12,90 |
9,00 |
6,42 |
Malasia |
0,00 |
0,19 |
0,27 |
4,57 |
1,69 |
1,53 |
Filipinas |
0,00 |
0,08 |
0,13 |
4,90 |
2,11 |
0,64 |
Tailandia |
0,00 |
0,20 |
0,56 |
11,33 |
10,15 |
2,86 |
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Este documento fue elaborado por la Secretaría de la UNCTAD en octubre de 1998.
Por mayor información, dirigirse a Yilmaz Akyüz, Encargado de Políticas
Macroeconómicas y de Desarrollo, GDS, UNCTAD
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