No. 164/165 - Enero/Febrero 2003
Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA)
El debate sobre el comercio agrícola
por
Eduardo Gudynas y Gerardo Evia
Las distintas posiciones dentro de América Latina, así como las diferencias con Estados Unidos y Canadá, convierten a los temas agropecuarios en uno de los ejes centrales de debate en el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Al finalizar la última reunión ministerial que negocia el Area de Libre
Comercio de las Américas (ALCA), realizada en Quito en octubre, los temas
agropecuarios se convirtieron en uno de los puntos centrales de discusión. Las
posiciones de los gobiernos siguen enfrentadas, y muchos analistas consideran
que sin un consenso en esos temas será difícil concretar el ALCA.
La importancia del sector agropecuario explica que deba analizarse con mayor
detalle la situación actual. Si bien todos los gobiernos aspiran a una
liberalización comercial, cada uno de ellos busca obtener ciertas ventajas en el
proceso, y en ningún caso están dispuestos a ensayar una estrategia de
desarrollo alternativa.
Distintos inicios, diferentes impactos
La diversidad de posiciones en realidad se explican por las diferentes
situaciones productivas. Por un lado, las potencias hemisféricas, Canadá y
Estados Unidos, son grandes productores y exportadores globales de productos
agropecuarios. Por otro lado, países como Argentina, Brasil, Bolivia y Uruguay
son exportadores netos tanto de productos agropecuarios como de productos
agroalimentarios elaborados a partir de éstos. Un tercer grupo de países está
representado por los exportadores netos de productos agropecuarios primarios,
pero que importan agroalimentos procesados (destacándose varios países
centroamericanos, Paraguay, Colombia y México). Unos pocos son importadores
netos de productos primarios pero exportan agroalimentos procesados (por
ejemplo, Cuba), y finalmente hay otras naciones que son importadoras netas tanto
de productos primarios como alimentos (varios estados caribeños y Venezuela).
Estas posiciones permiten entender varios aspectos de las negociaciones. Por
ejemplo, los grandes exportadores netos de productos primarios y de alimentos
procesados se encuentran entre los más interesados en aperturas amplias. Es el
caso de Argentina y Brasil, que presionan por liberalizar todavía más todo el
comercio hemisférico. En cambio, las naciones importadoras intentan proteger
algunos sectores agrícolas nacionales, y en especial la disponibilidad de
alimentos (con situaciones delicadas en Colombia y Venezuela). Estados Unidos
discurre por una estrategia doble, busca ampliar sus posibilidades de exportar
excedentes pero a la vez condiciona las importaciones de productos procesados
(apelando a diversos tipos de trabas), y como Canadá, mantiene fuertes
subsidios.
A medida que se suman nuevos estudios sobre los impactos de la liberalización
del comercio agropecuario queda en claro una situación también compleja (por
ejemplo van Meijl y van Tongeren, 2001). Para los países exportadores netos de
productos agrícolas el resultado a nivel nacional puede ser comercialmente
positivo en términos de aumentar la producción y lograr venderla; ese es el
sueño en las naciones del cono sur. Es posible que ese aumento exportador sea
particularmente beneficioso para las agroindustrias y grandes propietarios de
tierras; en algunos sectores eso puede aumentar el empleo en la agroindustria.
Sin embargo, incluso las empresas agroindustriales de capitales nacionales y
parte de los grandes hacendados pueden estar amenazados en tanto podrían ser
desplazados por corporaciones transnacionales. En todos los casos, campesinos y
productores medios y pequeños no tendrán beneficios o éstos serán muy pequeños.
Sin duda se sumarán otros efectos negativos, en especial por una expansión de la
frontera agropecuaria, o un uso más intensivo de la tierra (mayor uso de
agroquímicos, riego, etc.), desencadenando un incremento del impacto ambiental.
Además, en varios casos la caída de los subsidios puede hacer subir el precio de
ciertos alimentos. La liberalización también puede terminar con los programas de
accesos preferenciales a mercados que disfrutan algunos países (por ejemplo, los
países andinos ante Estados Unidos).
En el caso de los países que son importadores netos, el impacto en general será
negativo. Varios de los alimentos que se deben importar posiblemente sean más
caros. En algunos casos podrían haber recuperaciones de la producción nacional,
las que quedarían desplazadas por agroalimentos subvencionados más baratos.
Un reciente análisis de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) (Vaillant,
2001), demuestra que los países latinoamericanos que se verían afectados
negativamente por el libre comercio con Estados Unidos y Canadá, en los sectores
agrícola y agroalimentario, son Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay.
Las mayores amenazas comerciales se dan en Argentina y Brasil, mientras que son
medias en Uruguay, y bajas en los demás países. El estudio indica, además, que
las compras desde Estados Unidos y Canadá desplazarían al comercio
intrarregional, especialmente en Argentina, Brasil y Colombia. En el caso de las
exportaciones, los países con menores oportunidades comerciales de ingresar a
Estados Unidos y Canadá son Bolivia, Paraguay, Ecuador y Venezuela; los que
tienen más oportunidades son Argentina, Brasil y Uruguay.
Apoyos perversos y apoyos legítimos
El impacto de los subsidios agrícolas es uno de los ejes de la discusión. La
agricultura es por lejos el sector más subsidiado y protegido en el comercio
internacional; en el 2000 los países ricos subsidiaban a sus productores por
valor de 245.000 millones de dólares, con lo que desplazan las exportaciones de
muchas naciones en el Sur.
Estas medidas incluyen subsidios y créditos a las exportaciones, pagos
compensatorios, precios mínimos a los agricultores, etc. Es ampliamente admitido
que las exportaciones subsidiadas distorsionan los mercados internacionales
deprimiendo los precios, lo que perjudica a los países exportadores que no las
aplican, entre los que se cuentan las naciones latinoamericanas. Si esos
subsidios se eliminan, se beneficiarán los países exportadores netos; sin
embargo las naciones importadoras netas se perjudicarían debido al aumento de
precios internacionales.
En cualquier caso los subsidios a la exportación no pueden modificarse sin
cambiar las políticas de ayuda interna, o lo que es lo mismo, de nada vale
eliminar esos subsidios si no se modifican, además, los esquemas de asistencia
interna que explican excedentes de producción desvinculados del precio
internacional. En el ALCA se busca la reducción o eliminación de esas ayudas.
Sin embargo, en contra del discurso de libre comercio, Estados Unidos ha
aprobado recientemente una ley agrícola (Farm Bill) que significa un aumento del
proteccionismo, tanto de los subsidios como de los niveles de ayuda interna. La
norma prevé una asistencia de 175.000 millones de dólares para los próximos 10
años, apuntando a asegurar precios al productor (especialmente en trigo, maíz,
soja, arroz y algodón). En los hechos, estas medidas contribuirán
inevitablemente a una mayor baja internacional de los productos agrícolas por
cuanto seguirá existiendo un estímulo a la producción dentro de Estados Unidos.
De acuerdo a la Confederación Nacional de Agricultura de Brasil se estima que la
nueva Farm Bill ocasionará un perjuicio en los próximos cuatro años del orden de
los 10.000 millones de dólares a las exportaciones de productos brasileños.
La Farm Bill también eleva el nivel de ayuda interna de Estados Unidos,
dejándolo en una mejor posición negociadora frente a los latinoamericanos, donde
la asistencia es muy baja. Conviene recordar que en la lista de compromisos para
reducción de esas ayudas en la OMC se muestra una base de 19.000 millones de
dólares para Estados Unidos, mientras que la de Brasil era de 912 millones, la
de Argentina de 79 millones y la de Costa Rica de 16 millones de dólares. Una
reducción de esas ayudas, por ejemplo, al 50 por ciento, implicaría casi su
desaparición en varios países latinoamericanos.
Esta discusión deja en evidencia la necesidad de distinguir entre medidas
legítimas y otras perversas. Los apoyos de Washington casi siempre representan
los llamados "subsidios perversos": la mayor proporción de la asistencia va a
parar a agricultores y empresas con altos ingresos, mientras que los de bajos
ingresos reciben una mínima parte de la ayuda (el 80 por ciento de los granjeros
reciben solo el 16 por ciento de la ayuda, mientras que el resto va a las
grandes empresas), y por lo general están desacoplados de la calidad ambiental.
Sin embargo, otros subsidios pueden ser legítimos (por ejemplo, para remontar la
pobreza de las familias rurales o la reconversión productiva hacia la producción
orgánica).
Sin embargo, en las negociaciones del ALCA no existen mecanismos para distinguir
entre estos dos tipos de ayuda, y por el contrario, muchos gobiernos
latinoamericanos critican todo tipo de subsidios, olvidando que sus campesinos y
pequeños productores son justamente los que más necesitan esos apoyos legítimos.
La propuesta del ALCA tampoco ofrece mecanismos adecuados para atacar las ayudas
internas que terminan beneficiando a las corporaciones, ni formas para enfrentar
la conformación de oligopolios en el comercio agropecuario.
Una negociación negativa
Estos ejemplos muestran que la agenda agropecuaria del ALCA es tensionada y
contradictoria. Quienes proclaman el libre comercio montan restricciones y
subsidios, y quienes deberían fortalecer protecciones con sentido social y
ambiental las atacan. Unos y otros no promueven mecanismos de regulación en
cuestiones claves como las prácticas de dumping (y las de antidumping de Estados
Unidos), regulaciones antitrust y la competencia entre las compañías. Los
gobiernos del Sur, que deberían defender sus ventajas ecológicas comparativas
para una producción agroalimentaria más sana, están obsesionados en combatir las
regulaciones de calidad en el comercio. Y unos y otros esperan poder
desembarazarse de nuevas perspectivas, como el principio precautorio.
Bajo estas circunstancias, la marcha de las negociaciones del ALCA son
preocupantes. Se observan situaciones paradojales a cada momento: Estados Unidos
y Canadá buscan imponer una agenda asimétrica que los beneficia, y contra eso
reaccionan países clave como Brasil o Argentina, intentando defender su
producción agropecuaria, pero sin estar dispuestos a mejorar sus estándares
sociales o ambientales. Entretanto, países como Colombia o México dejan en
suspenso cualquier coordinación latinoamericana esperando pequeñas ventajas
comerciales en el corto plazo. En cualquier caso, la marcha de las negociaciones
está muy lejos de las necesidades del ambiente, y de las familias rurales de
nuestro continente.
Los diferentes puntos de partida en el ALCA.
Clasificación esquemática de los países de las Américas en relación a la
producción agropecuaria y niveles de ingreso. C: miembros del Grupo de Cairns,
que además integra a Australia, Nueva Zelandia, y otras naciones. Elaborado en
base a Van Meijl y van Tongeren, 2001.
POSICION COMERCIAL |
NIVEL DE
DESARROLLO |
Países
de ingreso bajo y medio-bajo |
Países
de ingreso medio alto |
Países
de alto ingreso |
Exportadores netos de productos agrícolas primarios y procesados |
Nicaragua
Bolivia
Guatemala
Ecuador
Costa Rica
Perú |
Argentina
(C)
Brasil (C)
Uruguay (C)
Chile (C) |
Canadá
(C) |
Exportadores netos de productos agrícolas primarios e importadores netos de
procesados |
Haití
Honduras
Paraguay
Panamá
R. Dominicana
El Salvador
Colombia (C) |
Mexico |
USA (C) |
Importadores netos de productos agrícolas primarios y exportadores netos de
procesados |
Guyana
Cuba |
|
Guyana |
Importadores netos de productos agrícolas primarios y procesados |
Jamaica |
Venezuela
Barbados
Antigua –Barbuda
Trinidad/Tobago |
Is.
Caimán
Bermuda
Aruba |
Bibliografía
CEPAL. 2001. Panorama de la agricultura de América Latina y el Caribe,
1990-2000. Cepal, Santiago.
Vaillant, M. 2001. Impacto del ALCA en el comercio intrarregional y en el
comercio de los países miembros de la ALADI con Estados Unidos y Canadá. ALADI,
Estudios No. 139, Montevideo.
van Meijl H. y van Tongeren F., 2001. Multilateral trade liberalization and
developing countries: A North South perspective on agriculture and processing
sectors. Fourth Annual Conference Global Economic Analysis, Purdue University,
West Lafayette.
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E. Gudynas y G. Evia integran el Centro Latino Americano en Ecología Social (CLAES)
www.ambiental.net/claes.
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