No. 128 - Diciembre 1999
Consejo General de la OMC
Más confusión después de la confusión
por
Chakravarthi Raghavan
El 17 de diciembre de 1999, el Consejo General de la Organización Mundial de Comercio (OMC) decidió aplazar hasta principios del 2000 la adopción de una decisión sobre la manera de abordar las cuestiones pendientes después de la Conferencia Ministerial de Seattle.
La situación de confusión y extralegalidad -si no ilegalidad- en que terminó la Conferencia Ministerial de Seattle la noche del 3 de diciembre, parece haberse agravado tanto por las decisiones adoptadas en la Sesión Especial del Consejo General del viernes 17 de diciembre de 1999, como por las decisiones que no adoptó. La Sesión Especial -que se reunió, primero formalmente, luego informalmente y otra vez formalmente- dejó la situación posterior a Seattle no sólo algo confusa sino con incertidumbres legales y algunas ilegalidades en cuanto a los derechos y obligaciones de los miembros.
Tal como lo estipulan varios acuerdos, algunas disposiciones -como la cláusula de no violación del Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio/TRIPs, y las subvenciones y acciones no recurribles contempladas en los Art.8 y 9 del Acuerdo sobre Subvenciones- terminan el 31 de diciembre de 1999, y varias obligaciones nuevas para los países en desarrollo comienzan a partir del 1 de enero del 2000 -como las medidas de inversión relacionadas con el comercio/TRIMs, los TRIP y muchas otras-, al final de los "periodos de transición".
El presidente de la sesión, el embajador de Tanzania, Ali Mchumo, emitió una declaración -que incorporaba fraseología y cambios propuestos por las delegaciones- que leyó en voz alta a todos, aunque el texto estuvo a disposición de las delegaciones y la prensa con posterioridad. En la misma anunciaba que la reunión del Consejo sería "aplazada y reanudada" lo antes posible el próximo año, para discutir el punto 3 de la agenda, "Seguimiento de la Conferencia Ministerial de Seattle". A lo largo de este año, tanto con respecto a las reuniones del Consejo General para elegir un director general como durante los procesos preparatorios de Seattle, se realizaron reuniones y se anunció su "suspensión" o "aplazamiento" para ser reanudadas. Nadie pareció prestar atención a la forma en que se utilizaron esos términos. Pero a continuación del descalabro de Seattle, y cuando los miembros comenzaron a investigar las normas, se "descubrió" que estipulan que el presidente debe iniciar y clausurar cada sesión, que los representantes pueden proponer el "aplazamiento" del debate pero no específicamente la "suspensión" de una reunión o el "aplazamiento" de la reunión y las consecuencias de la misma. Tal vez las "consultas" que tendrán lugar a comienzos del año próximo desemboquen en alguna "aclaración" entre los miembros, pero es dudoso que esto les dé credibilidad ante la opinión pública.
Mchumo también anunció el viernes que las consultas informales que se realizarían antes de reanudar las reuniones el Consejo General abarcarían una amplia variedad de temas, entre ellos los plazos para varias disposiciones y acuerdos.
Los países industrializados se negaron a acordar compromisos legales amplios hasta tanto el Consejo General reanude sus sesiones, tome posición y decida sobre las situaciones legales poco claras. Sí aceptaron acordar un compromiso político como para "ejercer restricciones".
A pesar de las reiteradas "consultas" entre sí, los países en desarrollo claves no actuaron de manera coordinada y permitieron que la Secretaría y la Presidencia avanzaran en la aprobación del presupuesto y el ingreso de Jordania, sin una declaración clara por parte de la Secretaría o la Presidencia acerca de la condición de la reunión de Seattle. Pero al poner el tema del ingreso de Jordania en la agenda del Consejo y decidir sobre el mismo -lo que el Consejo General sólo podría hacer dentro del ejercicio de las funciones de la OMC y en el intervalo de las conferencias ministeriales-, la Secretaría, el presidente del Consejo General y el propio Consejo implícitamente "decidieron" que la reunión de Seattle había terminado.
Algunos diplomáticos comerciales y observadores señalaron el viernes que a dos semanas de terminada la reunión de Seattle, la Secretaría no había podido elaborar un proyecto de actas del Comité del Conjunto. La Secretaría culpa de ello a la pérdida del equipaje que contenía las cintas. Sugiere, además, que esa situación tan lamentable tal vez podría haberse corregido si se hubiera retirado la aprobación del presupuesto y si hubiera habido un receso de la Sesión Especial del viernes para continuarla a los 15 días, como forma de lograr un proceso de consulta completo y una decisión de consenso general.
Pero la ansiedad de los diplomáticos comerciales y de la Secretaría de la OMC por tomar su licencia de Navidad y Año Nuevo -sumado a que algunos embajadores llegaron tarde y se fueron temprano, después de haber hecho algunas intervenciones y presentado oralmente algunas propuestas con ciertas consecuencias legales pero sin quedarse en la sala para asegurar una decisión- parece haber dejado a todos por lo menos con tanta confusión como en Seattle.
El hecho de que la Secretaría de la OMC parece todavía incapaz de elaborar las actas o siquiera un registro sumario de las reuniones de Seattle, sobre lo que sucedió y qué se decidió o no se decidió, está llevando al límite la credibilidad del sistema.
Pero el lunes, los países industrializados probaron de su propia medicina cuando los países en desarrollo, en la reunión del Comité sobre Subvenciones y Medidas Compensatorias, se negaron a aprobar la extensión de los plazos para el uso de subvenciones "no recurribles" contempladas en los Art. 8 y 9 del Acuerdo sobre Subvenciones. La semana pasada, analizando la situación posterior a Seattle así como el camino que queda por delante, los países industrializados habían rechazado incluso un alivio temporal general de todas las disposiciones que expiran o de las nuevas obligaciones que comienzan a aplicarse en varios acuerdos de la OMC, ofreciendo sólo estudiar, dentro de cada acuerdo y de manera individualizada, las aplicaciones de los países para la extensión de los plazos para el cumplimiento.
Conforme al Artículo 31 del Acuerdo sobre Subvenciones, que estipula la "aplicación provisoria" de las normas sobre subvenciones no recurribles y su identificación (por los Art. 8 y 9), ésta termina el 31 de diciembre, a menos que haya una extensión. La Unión Europea, Estados Unidos y otros países parecen haber apostado a la extensión de esas disposiciones sobre subvenciones hasta el final del proceso de consulta del Consejo General, argumentando que de lo contrario, las disposiciones caducarían, y "reintroducirlas" implicaría entrar en "negociaciones" (¡en las que el mundo industrializado tendría que pagar un precio!).
El presidente del Comité de Subvenciones, un diplomático comercial sueco, propuso una extensión, pero varios países -México, Malasia, India, Pakistán y otros- no aceptaron. Insistían en que, según la declaración del viernes del presidente del Consejo General, el proceso de consultas sobre el seguimiento de Seattle incluía todos los temas referidos a los plazos, y que debían ser abordados en su conjunto.
La presidenta de la Conferencia de Seattle, Charlene Barshefsky, anunció que los ministros habían aceptado suspender el trabajo de la Conferencia Ministerial, que todas las propuestas estaban "congeladas" y que el director general de la OMC, Mike Moore, "puede" mantener consultas con las delegaciones y examinar formas "innovadoras" de salvar las diferencias en los sectores en los que aún no se ha logrado consenso, preparar un proceso mejorado que sea a la vez eficiente y auténticamente completo, y preparar el camino para lograr una conclusión satisfactoria, y entonces la Conferencia Ministerial reanudará su labor.
El ministro de Relaciones Exteriores de Guyana, quien estuvo presente en Seattle, contradijo abiertamente la declaración de Barshefsky en cuanto a que los ministros en habían aceptado suspender el trabajo de la conferencia. Y el ministro de Comercio de India negó ante el parlamento indio que se hubieran realizado avances o que se hubieran logrado acuerdos en varios sectores.
Al tomar una decisión acerca del ingreso de Jordania y abordar el punto de la agenda sobre el "Seguimiento de Seattle", aún cuando su discusión se suspendió y aplazó hasta una próxima reunión en el año nuevo, el Consejo General implícitamente aceptó que la Conferencia Ministerial de Seattle había terminado, si bien sin haber completado su labor o incluso haber adoptado una resolución en materia de un orden de procedimientos para el camino que queda por delante.
Como puntualizó un ex negociador de comercio de un país en desarrollo importante, en todas las reuniones anteriores del GATT, que también terminaron en puntos muertos y sin acuerdos en cuestiones sustanciales, siempre hubo, no obstante, resoluciones en materia de un orden de procedimientos. A determinada altura de las conferencias, la Secretaría y la Presidencia adelantaban una propuesta de ese tipo, la discutían colectivamente, la presentaban formalmente y la adoptaban.
No se dio así en Seattle.
Para complicar aún más los problemas -ya que se comparó entre la reunión de Seattle y las de Montreal y Bruselas de la Ronda Uruguay- esas reuniones fueron del Comité de Negociaciones Comerciales, que supervisó y dirigió las negociaciones en los tres sectores de bienes, servicios y TRIPs, pero es un órgano que desde el punto de vista jurídico está fuera de las Partes Contratantes del GATT o del Consejo del GATT, que podrían actuar cuando no están en sesión las Partes Contratantes.
El Comité de Negociaciones Comerciales de la Ronda Uruguay fue presidido por el ministro de Uruguay, y las reuniones a nivel oficial de dicho comité, por el director general del GATT. Por eso, el entonces director general del GATT, Arthur Dunkel, podría adoptar ciertas iniciativas como presidente del Comité de Negociaciones Comerciales. Pero dentro del tratado de la OMC, el director general no tiene autoridad para actuar de esa forma, salvo como Secretaría para servir a la organización.
Resulta interesante que en la reunión del viernes en Washington entre el presidente Bill Clinton y Charlene Barshefsky por Estados Unidos por un lado, y por el otro el presidente de la Unión Europea, Romano Prodi, y el Comisario de Comercio de la Comisión Europea, Pascal Lamy, lo único sobre lo que ambas partes lograron establecer un acuerdo fue sobre la declaración de realizar en breve plazo conversaciones de liberalización del comercio que abarquen agricultura, servicios y "acceso al mercado", una palabra codificada para referirse a "aranceles industriales", y la renovación de los esfuerzos para incluir el tema laboral en la agenda comercial.
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