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   No. 138 - Octubre 2000
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Análisis / Orden Económico Internacional


No. 138 - Octubre 2000

El informe del Milenio de Kofi Anan

Una visión del Norte

por Someshwar Singh

El Norte ha dirigido la agenda de desarrollo para sus propios fines, evadiendo su responsabilidad de resolver los problemas enfrentados por el Sur, así como las estructuras sistémicas que perpetúan las desigualdades en el orden económico internacional, según un informe del South Center emitido en vísperas de la Cumbre del Milenio de la ONU.

Esta es la segunda vez en sólo dos meses que el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, ha sido criticado por alinearse con el Norte y adoptar sus prioridades, en lugar de hacerle frente a las realidades y necesidades de la mayoría de los países del mundo. El informe “Un mundo mejor para todos”, emitido en conjunto por las autoridades de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la ONU, y publicado en vísperas de la Cumbre Social realizada en Ginebra, ha recibido una condena general.

El Informe del Milenio de Annan “Nosotros los Pueblos” fue objeto de dura crítica por parte del South Center, con sede en Ginebra. Con la intención de servir de guía para la participación de los países miembros del Grupo de los 77 (países en desarrollo) en el debate de la Asamblea del Milenio, el informe del South Center argumenta que la “agenda de desarrollo” ha sido secuestrada por el Norte y el principal desafío de la comunidad internacional debe ser reestablecerla efectivamente.

Durante los últimos tiempos, dice el informe, el Norte se las ingenió para reescribir la agenda internacional de desarrollo en sus propios términos, y la convirtió en un “proyecto” selectivo (a menudo orientado a la asistencia técnica) o en una agenda “orientada al problema”, más que en una agenda que abordara asuntos sistémicos.

Durante años el Norte argumentó que él mismo había sido afectado por los problemas de los países en desarrollo, y que su solución era una tarea tanto para el Norte como para el Sur. No obstante, ahora pone mayor énfasis en la responsabilidad de los países del Sur respecto de su desarrollo nacional, y les impone un creciente número de condicionamientos bilaterales y multilaterales en sus pautas del desarrollo, procesos políticos y opciones de política.

El “caballito de batalla” de la pobreza

El informe analiza algunos de los tratados de la modificada agenda de desarrollo actual, y afirma que la pobreza parece haber reemplazado al desarrollo como principal preocupación de la comunidad internacional. “El tema de la pobreza se transformó casi en un consigna que intenta trivializar el tema”.

Los indicadores de pobreza son selectivos y están sobresimplificados. Suelen quedar reducidos a una simple cifra global, por ejemplo, cuántas personas viven con un dólar diario. “Dentro de este enfoque, los cientos de millones de personas pobres y niños que mueren prematuramente en el Sur por hambrunas, enfermedades, calamidades y desastres naturales y conflictos civiles pueden aparecer como una estadística positiva y un indicador de que la extensión de la pobreza global está siendo reducida”, dice el informe. “A menudo la pobreza es fabricada para hacerla aparecer como una variable independiente, divorciada de las causas estructurales, económicas y con profundas raíces. Partiendo de que la reducción o erradicación de la pobreza queda en gran parte librada a la dinámica del mercado, lo que se propone son remedios, más que medidas preventivas”.

En el escenario mundial, los países del Norte han ocupado hábilmente el terreno de la moral elevada, y desde su posición estratégica se permiten sermonear al Sur -sus gobiernos y pueblos-, señala el informe. “El léxico que se aplica actualmente al Sur proyecta una imagen pobre de sus países y pueblos. Muchas de las categorizaciones, algunas con connotación moral e implicancias y trasfondos políticos negativos, son aplicadas estratégicamente para rebajar la intensidad de los enfrentamientos políticos contra los países en desarrollo. Para ello cuentan con un gran apoyo de los medios de difusión internacionales, con base en el Norte”.

En el informe se denuncia que mientras al Sur se le asigna el papel de villano, la imagen del Norte se proyecta como un dechado de moralidad y claridad. “El Norte logra desviar la atención de la agenda de desarrollo internacional y de sus propias responsabilidades”. Por ejemplo, los “países industrializados persiguen con celo misionero el cumplimiento de los derechos humanos en el Sur. Pero los esfuerzos del Sur por que se incluyan los derechos al desarrollo, la alimentación, la educación, la atención de la salud y medicinas, la vivienda, el empleo e ingresos fijos –de los que millones de seres humanos no gozan– como derechos humanos no son aceptados por los países avanzados, supuestamente porque involucra responsabilidades de su parte”.

Con relación al costo y disponibilidad de las medicinas para el sida en el Sur, el informe dice que en el Norte y el Sur se ha entendido, quizás por primera vez, que la muerte y la miseria de cientos de millones de personas y niños es directamente atribuible a las “políticas y acciones tomadas en las legislaturas y administraciones nacionales, o en las empresas transnacionales del Norte, así como también en las negociaciones internacionales donde se negocian los acuerdos. Omitir ayuda en la implementación de medidas que puedan prevenir la muerte de decenas de millones de personas cada año es un crimen contra la humanidad, y un ejemplo de la inmoralidad globalizada”.

El Sur se ha convertido en el sostén del “tren de la globalización” manejado por el Norte, dice el South Center, pero nadie dice hacia dónde va o cómo y por qué. “La ONU puede y debe brindar el contexto institucional para este proceso. Sin embargo, actualmente, muchos de sus impresos y documentos tienden a ser políticamente moderados cuando se aborda la naturaleza y el impacto de la globalización”, afirma el informe.

Con relación a las normas y los regímenes globales determinados a través de la Ronda Uruguay de la OMC y las instituciones de Bretton Woods, así como a través de la ONU en los últimos años, el informe dice que “generalmente ignoran los desafíos de desarrollo que enfrentan los países pobres. Las estructuras, instituciones y reglas del juego menoscaban la soberanía política y económica, y la identidad de los países en desarrollo, a expensas de los cuales se fortalecen los más poderosos”.




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