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   No. 139 - Noviembre 2000
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No. 139 - Noviembre 2000

FMI - Banco Mundial

Praga y después

por Rammanohar Reddy

El FMI y el Banco Mundial mantuvieron prácticamente incambiado su perfil luego de las reuniones anuales en Praga, pero se presentaron varias propuestas de cambio en la modalidad de operación. El autor evalúa las posibles consecuencias de las transformaciones sugeridas y destaca los puntos que preocupan a los países en desarrollo, insistiendo en que las instituciones de Bretton Woods deberían resolverlos con urgencia.

La imagen que quedará de las Reuniones Anuales del 2000 del Fondo Monetario Internacional (FMI) será, muy probablemente, la que difundió la prensa internacional: un manifestante iracundo preparándose para lanzarle una piedra a la policía el día en que las marchas callejeras contra la globalización se volvieron violentas en Praga. Pero a pesar de lo que piensen sus críticos, esta imagen que da la idea de que ambas instituciones están acosadas, no es muy precisa.

Aunque los manifestantes obligaron a cerrar las reuniones anuales un día antes de lo previsto, las “gemelas de Bretton Woods” seguirán entre nosotros igual que lo han hecho desde hace más de medio siglo.

La ola de críticas en los parlamentos nacionales, en particular en el Congreso de Estados Unidos, ha pasado y, si bien los países donantes no cumplieron con sus promesas, es poco probable que se lleve a cabo una gran revisión del tipo de la que realizó la Comisión Meltzer, recomendada por Washington hace unos meses.

El FMI y el Banco Mundial dejan Praga casi en la misma situación que antes, aunque ambas entidades estén dando pruebas de haber efectuado cambios, pequeños pero definitivos y de diversos tipos.

Cuando se decidió en 1995 que las reuniones de este año se realizarían en Praga, la expectativa era que el lugar podría utilizarse como vidriera de la exitosa transformación de los países de Europa oriental, que en una década abandonaron las economías centralizadas para convertirse en sociedades de mercado. Pero eso no sucedió. Un estudio del Banco Mundial, divulgado durante la conferencia de Praga, muestra en cambio que se agravó la pobreza en Europa oriental, aunque Polonia y la República Checa constituyan honrosas excepciones.

Aunque el cambio de Europa oriental fue tachado de la lista de temas de la reunión anual debido a las protestas contra la globalización, los organismos encargados de formular las políticas de las instituciones de Bretton Woods intentaron jugar un papel activo en dos asuntos de actualidad, aunque ninguno está directamente dentro de su ámbito de acción.

Cuando la caída de los altos precios del petróleo, el Comité Internacional Monetario y Financiero del FMI trató de presentar el asunto como si hubiera habido un acuerdo con los países petroleros para lograr una mayor estabilidad en los precios. Pero el hecho decisivo para que bajaran los precios fue que Estados Unidos liberó parte de sus reservas, y no los pronunciamientos del Comité Internacional Monetario y Financiero.

Luego, el FMI intentó hacer alharaca con la situación de caída del euro. La intervención coordinada del banco central durante las reuniones pareció indicar que los gobiernos de Europa occidental y América del Norte estaban prestando atención a los consejos del FMI. Pero al término de las conversaciones, la mención del banco central parecía algo fugaz y el euro ya no mostraba ninguna señal de recuperación después de 20 meses de declive.

Jamás habría sido posible que el FMI y el Banco Mundial tuvieran demasiado que decir en cuanto al precio del petróleo o el valor del euro.

Sugerencias para el cambio

Entonces, ¿cuál es el cambio que se produjo en Praga? Hubo dos cambios.

El director del FMI, Horst Kohler, presentó nuevas ideas y sugerencias para introducir modificaciones. No todas son sustantivas y no siempre van en la dirección deseable para los países en desarrollo. Pero luego de la debacle ocurrida cuando el FMI se hizo cargo del manejo de la crisis de Asia oriental en 1997 y del desvío de créditos hacia Rusia, era necesario construir una nueva imagen.

También hubo cambios en el Banco Mundial, aunque se trata de una entidad que muestra cada vez más señales de agotamiento y que no parece avanzar hacia ningún lado en su misión de erradicación de la pobreza.

La propuesta del FMI de asumir un papel más amplio, de vigilancia y prevención de crisis, y de retirarse de las actividades basadas en el crédito, fue apoyada por todos sus accionistas. India fue la encargada de señalar los peligros de la estrategia formulada por el FMI para prevenir las crisis.

La decisión de centrarse completamente en el desarrollo de reglamentaciones uniformes para las operaciones bancarias, los seguros y las acciones, o la transparencia de los gobiernos, se basa en que las crisis financieras se originan en las economías nacionales más que en el funcionamiento de los mercados financieros mundiales, indicó India.

Otro punto, también señalado por India en Praga, es la necesidad de adoptar códigos y estándares acordes al grado de desarrollo de cada país. Al término de las reuniones anuales de 2000, este argumento pareció gozar de una mayor aceptación.

Pero el mayor cambio que puede operar el señor Kohler en el FMI consiste en mejorar el sesgado sistema de votación. El modelo que brinda tanto poder a los países industrializados ha sido la piedra angular durante décadas. Ahora, Kohler ha hecho enfadar a unos cuantos, sobre todo de Europa occidental, al anunciar su intención de eliminar ciertas inequidades. Esto no puede hacerse en unos pocos meses y los países en desarrollo vigilarán al director del FMI para ver si él también se olvida de ellos, como lo hicieron otros antes.

Por su parte, el Banco Mundial parecía en Praga una organización moribunda. Los discursos de su presidente, James Wolfensohn, acerca de las medidas iniciadas para erradicar la pobreza sonaban cada vez más mortecinos y no convencían ni a los países en desarrollo ni a las ONG.

El Banco Mundial presentó ante el Comité de Desarrollo -el otro órgano encargado de formular las políticas del Banco y el FMI- una propuesta de trabajo sobre lo que llamó bienes públicos mundiales, es decir, sectores de intervención de los que se beneficiarían todos los países.

A pesar de lo confuso que resulta este término para caracterizar la intervención del Banco Mundial en diversas áreas, las sugerencias parecen provenir de una organización sobreextendida que intenta asumir cada vez más papeles nuevos. El Comité de Desarrollo pidió al Banco Mundial que trabaje más el tema y presente luego propuestas más depuradas y concretas.

Pero lo más grave fue la propuesta de Estados Unidos de promover un cambio radical en cuanto a la cobertura de los créditos del Banco Mundial. La primera sugerencia consistió en que los países de ingreso medio (750 a 3.000 dólares por habitante) no deberían ser elegibles para obtener préstamos del Banco. Así, de un plumazo, se eliminaría de la nómina a varios países de Asia oriental y América del Sur. La segunda sugerencia proponía que los que tuvieran una actuación mediocre deberían pagar un interés mayor que los más exitosos. Por suerte, al menos por ahora, el Comité de Desarrollo pudo rechazar estas ideas.

Si algo le hubiera granjeado al Banco Mundial algo más de apoyo de la opinión pública habría sido ampliar la Iniciativa de los Países Pobres Muy Endeudados. Los grupos de la sociedad civil hicieron fuertes campañas para extender la condonación de la deuda sobre la base de la Iniciativa, pero tanto las ONG como los países endeudados del mundo en desarrollo se quejaron de que el asunto avanza con gran lentitud.

Hace un año, el Grupo de los Siete países más industrializados prometió una gran ampliación de los términos de condonación de la deuda. Hasta ahora, los progresos hacia un verdadero alivio de dicha carga han sido muy escasos, tanto en términos de cobertura como de cantidad. Sólo 10 de los 41 países elegibles cumplen con los requisitos, por lo cual serán merecedores de una renuncia gradual. Por el momento, el país que debe hacer la mayor contribución, Estados Unidos, todavía no ha entregado fondos para la Iniciativa de los Países Pobres Muy Endeudados.

Si bien la clave de esta Iniciativa la controlan gobiernos de países industrializados, ni el FMI ni el Banco Mundial mostraron en Praga demasiado interés en presionar para que se amplíe el proyecto.

Después de Praga, las instituciones de Bretton Woods siguen formando parte del escenario al que pertenecen desde 1944.

Hay quienes argumentan que, en un mundo donde los capitales privados internacionales que circulan son tanto mayores que la asistencia oficial y multilateral, ambos tipos de ayuda pierden relevancia. Esto no es del todo correcto porque, en primer lugar, dado que los capitales privados son tan volátiles, siempre será necesario que exista un supervisor o un prestamista al que recurrir en último caso, como el FMI. Y en segundo lugar, como los fondos privados del planeta se concentran en menos de 20 países, el Banco Mundial cumple el rol de complementar los recursos nacionales de los países pobres.

Ambas instituciones pueden ser imperfectas y más sensibles a los intereses de los donantes que a los de los necesitados. Pero su relevancia no puede ser cuestionada.

---------------- C. Rammanohar Reddy es subeditor de The Hindu, el principal periódico de India. Este artículo fue publicado en ese órgano el 30 de setiembre y reproducido en SUNS con su autorización.




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