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   No. 149 - Setiembre 2001
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No. 149 - Setiembre 2001

Pobreza

Un fracaso del mercado que no se cura con tecnología

por Chakravarthi Raghavan

El Informe sobre Desarrollo Humano 2001, del PNUD, se centra en las "nuevas tecnologías" y oscila entre una visión comercial del progreso tecnológico y una postura algo más consciente de las limitaciones del mercado a la hora de generar innovación. Entre estas dos perspectivas, el documento se pliega a la publicidad de la ingeniería genética y la tecnología de la información, áreas del conocimiento que, si bien pueden tener cierta utilidad, no constituyen ninguna panacea para el desarrollo humano.

"La creencia de que existe un milagro tecnológico que puede ‘solucionar’ el analfabetismo, las enfermedades o los fracasos económicos muestra que hay una escasa comprensión acerca de la pobreza", declara Mark Malloch Brown, administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el primer párrafo de su prólogo al Informe sobre el Desarrollo Humano, cuyo tema es "hacer que las nuevas tecnologías trabajen a favor del desarrollo humano".

El informe continúa con grandes alabanzas a las "nuevas tecnologías" y sus beneficios para los países en desarrollo: la biotecnología y las tecnologías de la información. La imagen que da este informe es que la innovación tecnológica es una contribución al progreso de la humanidad, que los logros tecnológicos fueron "los principales responsables" de las "ganancias sin precedentes en cuando al avance del desarrollo humano y la erradicación de la pobreza" en el siglo XX, que los mercados son un poderoso motor de progreso tecnológico pero no para difundirlo o erradicar la pobreza y que esos problemas se deben a ciertos fracasos del mercado que pueden subsanarse mediante políticas mundiales que los mitiguen (incluso la fijación de precios diferenciados para los medicamentos).

Pero existe otra versión sobre la historia económica de fines del siglo XIX y todo el XX, que no es en absoluto minoritaria y que apunta en otra dirección. Según esta visión de las cosas, buena parte de la innovación tecnológica, el crecimiento económico, la industrialización, el aumento de los ingresos y la distribución de los mismos, no se debe al mercado o a la economía liberal sino al activo papel que tuvo el Estado, que "utilizó" al mercado e intervino para difundir la tecnología y para garantizar una distribución equitativa de los ingresos para lograr un crecimiento y desarrollo sostenidos. Desde este punto de vista, existen "fracasos" tanto de mercado como de tecnología que provocan un desequilibrio creciente dentro y entre los países, marginación, desigualdad y pobreza.

El Informe sobre el Desarrollo Humano 2001 oscila entre estas dos posiciones, así como con relación a los derechos de propiedad intelectual y el Acuerdo de la Organización Mundial de Comercio (OMC) sobre Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPs), acerca de la función que cumplen los derechos de propiedad intelectual como premio a la innovación y la industrialización, así como al crecimiento económico y al desarrollo. Pero hay algunos cambios, aunque menores: se trata de aplicar el Acuerdo sobre TRIPS de modo de permitir que los países en desarrollo usen las salvaguardias (licencias no voluntarias, Art. 31 del Acuerdo) para tener acceso a "las tecnologías de extrema importancia nacional" y cumplir con la obligación impuesta en el Acuerdo de promover la transferencia de tecnología.

No hay duda de que el Informe sobre el Desarrollo Humano presenta también otro punto de vista. Por ejemplo, el del profesor Ha-Joon Chang, para quien los países industrializados líderes han llegado a ocupar el puesto que hoy tienen (en tecnología, industrialización y crecimiento económico) sólo porque han "pirateado" fuera de su territorio patentes, marcas y otros derechos de propiedad intelectual. La opinión de Chang fue relegada a un recuadro (pág. 103, en la sección de lecciones que ha dado la historia de los derechos de propiedad intelectual) que resume un trabajo hecho por este experto para el PNUD, titulado "Intellectual Property Rights and Economic Development - Historical Lessons and Emerging Issues" (Derechos de Propiedad Intelectual y Desarrollo Económico – Lecciones históricas y temas emergentes).

El texto de Chang (que había presentado versiones anteriores en algunas reuniones a fin de obtener comentarios y opiniones de otros expertos) dice claramente que las industrias líderes de hoy ocupan el puesto que tienen luego de haber abusado de las patentes, las marcas y otros "derechos" por el estilo, y que pudieron hacerlo porque no existía ningún régimen mundial como el que los líderes tecnológicos (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón) quieren imponer ahora a sus seguidores (los países en desarrollo) para evitar que surjan competidores que pongan en jaque a las principales empresas transnacionales del mercado "globalizado".

A los países en desarrollo se les prohíbe ahora lograr los avances tecnológicos que han conseguido los industrializados debido a los acuerdos de la OMC, entre los cuales está el Acuerdo sobre TRIPs, que prevé amenazas y sanciones comerciales para defender los derechos de propiedad intelectual de las transnacionales.

Pero hoy existe mucha literatura y un grupo creciente de individuos –incluso en la comunidad científica de Estados Unidos y entre los expertos en salud pública y desarrollo de todas partes del mundo- para los cuales el modo en que se trabaja y se utiliza el sistema de patentes (no para premiar la "innovación" sino para proteger los derechos de propiedad intelectual de las grandes compañías) ha creado una "contaminación de patentes", expresión utilizada por expertos como el argentino Carlos Correa. Es decir, las oficinas que otorgan patentes no examinan concienzudamente si existe una innovación en un "invento" para el cual se pide una patente, sino que a menudo optan a favor del solicitante –y en contra del interés público- aunque su producto implique escasas mejoras que no constituyen innovaciones. De este modo, se entregan patentes que generan ingresos por concepto de rentas de "propiedad" e "inversiones", y la innovación está ahora en peligro.

Además de Chang, existen muchos otros autores -a los cuales incluso se hace referencia en la bibliografía del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD- que revelan que muchas innovaciones tecnológicas han sido posibles gracias a fondos públicos o investigaciones dirigidas en instituciones estatales, algunas para la población civil y otras con fines militares, que tuvieron usos derivados o fueron recicladas.

Promover la biotecnología y la tecnología de la información

Entre estos dos puntos de vista, el Informe sobre el Desarrollo Humano 2001 opta, en efecto, por las promesas y le da bombo a la ingeniería genética y la tecnología de la información, que pueden tener su utilidad pero no son panaceas. De hecho, esta opción a favor de la tecnología de la información y de la aplicación de la ingeniería genética en la agricultura ha empañado la historia de este tipo de estudios, que por tradición eran críticos de los temas de desarrollo.

Al actual sistema de patentes se le suele atribuir la "explosión" de las innovaciones y los avances industriales. El Informe sobre el Desarrollo Humano 2001 (pág.103) menciona el incremento del número de patentes pedidas por Estados Unidos en los últimos 15 años (de 77.000 en 1985 a 169.000 en 1999) y de la cantidad de pedidos internacionales de patente recibidos y registrados en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (de 7.000 en 1985 a 74.000 en 1999).

"Buena parte de este crecimiento refleja el auge de la actividad innovativa, pero la otra parte habla de un cambio menos benigno", admite el Informe sobre el Desarrollo Humano. Los autores recuerdan que ha habido reclamos muy amplios e interpretaciones muy vagas de los requisitos para otorgar una patente –novedad, invención y aplicación industrial-, así como una visión equivocada de las mismas ya que, cuando hay incertidumbres, las oficinas encargadas de este asunto deberían otorgar el beneficio de la duda al que pide la patente y registrar su candidatura en lugar de negársela por ausencia de novedad, invención o aplicabilidad industrial.

La industria farmacéutica transnacional sostiene que el sistema de patentes le ha permitido producir medicamentos y sustancias para curar ciertas enfermedades y obtener compensación por los altos costos invertidos en investigación y desarrollo de las mismas. Sin embargo, existen pruebas de que el supuestamente alto costo invertido en la "invención" de sustancias está inflado, ya que en él se incluye el dinero destinado al marketing para promover dichos productos nuevos (que, en todo caso, suelen implicar escasos agregados que no cambian o mejoran realmente la eficacia de la variedad anterior, cuya patente expiró y de la cual se consiguen alternativas genéricas mucho más baratas) y a persuadir a los médicos de que deben recetarlos.

El intento de presentar organismos genéticamente modificados para la medicina y la agricultura como algo esencial para solucionar el problema del hambre en el mundo también es confuso, ya que muchos estudios han mostrado que el problema del hambre se debe a la carencia de ingresos y a las desigualdades crecientes que genera el sistema actual de mercado.

No hay dudas de que la Revolución Verde rindió cosechas extra abundantes en el sur de Asia, pero también trajo consigo muchos problemas, entre los cuales se incluyen la salinización del suelo y la cantidad de insumos necesarios, que están fuera del alcance de la mayoría de los pequeños productores de subsistencia de esta zona y de China.

Ignorar todo esto –cuyas soluciones pertenecen al reino de las políticas económicas- y presentar nuevas variedades de plantas genéticamente modificadas como respuesta es inducir a error. Las promesas de la ingeniería genética en esta área son, por el momento, sólo promesas, y los estudios sobre incremento de la productividad no son en absoluto concluyentes. Un enfoque científico requiere una mente abierta, que no se ponga ciegamente del lado de las empresas ni acepte el argumento de que un producto es seguro a menos que existan pruebas.

Al adoptar las supuestas soluciones de la tecnología y las plantas genéticamente creadas, el Informe sobre el Desarrollo Humano cita el caso del arroz con vitamina A, que podría reducir el problema del hambre en el mundo y llama la atención sobre la "filantrópica" acción de varios titulares de patentes que brindan semillas de este arroz a varios agricultores pobres sin cobrar lo que les corresponde.

Como señaló en su comunicado de setiembre-octubre de 2000 la Fundación Internacional para el Avance Rural (RAFI), una ONG con sede en Estados Unidos, esta variedad en particular fue desarrollada por investigadores del sector público y parte de los fondos fueron provistos por la Fundación Rockefeller. Y los 10 años que llevó esta investigación fueron donados en mayo de 2000 a la compañía transnacional AstraZeneca (ahora llamada Syngenta) porque había entre 70 y 100 patentes a nombre de otros y habría que haberlas negociado y conseguido antes de que el llamado "arroz dorado" fuera entregado a los agricultores.

La entrega de la patente generó indignación a nivel mundial y la industria genética, golpeada por sus diversos fracasos, vio entonces la oportunidad de hacerse buena propaganda distribuyendo el arroz entre los campesinos pobres del mundo en desarrollo. Pero promover este arroz como si bastara para cubrir las necesidades de vitamina A no está bien. La organización ambientalista internacional Greenpeace hizo simples cálculos y mostró que, para llegar a la ingesta diaria básica de dicha vitamina, un niño debería consumir alrededor de tres kilogramos por día. Sin embargo, la ONG advierte que existen maneras más baratas de compensar la deficiencia de vitamina A.

El Informe sobre el Desarrollo Humano sugiere que el peligro de utilizar organismos genéticamente modificados y las posibilidades de que éstos produzcan alergias son cosas que habría que considerar más bien en los países industrializados, pero que los consumidores de los países del Sur no deberían preocuparse por eso.

Es cierto que en los países en desarrollo las enfermedades mortales más graves –aparte del sida- son la tuberculosis y la malaria. Pero concluir por eso que las enfermedades alergénicas no son un problema es una falacia. El mundo en desarrollo no se ha visto agraciado con los beneficios que se supone implica la industrialización, pero no existe un centro urbano en el Sur donde la contaminación atmosférica, las alergias y las enfermedades comúnmente atribuidas a esas condiciones (el asma, por ejemplo) no sean las más comunes y extendidas.

Desgaste de la confianza pública

El Informe sobre el Desarrollo Humano subraya que es necesario que las autoridades nacionales reguladoras actúen de modo de inspirar confianza pública. Quizá esto sea igualmente válido a nivel internacional.

En ambos casos, y más aún en las organizaciones internacionales del sistema de la ONU, la opinión pública no cree que las autoridades internacionales actúen a favor del interés público. Esto se debe en parte a la tendencia general de crear sociedades entre el sector público y el privado, también defendida por el Informe; es decir, al modo en que se promueve el Compacto Mundial de la ONU (entre su sistema y el sector empresarial) o a las relaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con la industria farmacéutica.

Las patentes y otros derechos de propiedad intelectual, creados para recompensar a los individuos por su inventiva y para subsanar ciertos "fracasos del mercado", han sido distorsionados y pervertidos, de modo que terminaron sirviendo para promover los derechos de unas pocas grandes compañías transnacionales. El espacio que tenían antes los gobiernos para equilibrar esos derechos privados con el interés público según cada país ha sido anulado por acuerdos internacionales que establecen normas uniformes para la protección de los derechos de propiedad intelectual sin que exista ningún método para compensar la pérdida de bienestar general.

En consecuencia, el sistema de protección de los derechos de propiedad intelectual provoca ahora otros fracasos de mercado. Si este tema no se trata a nivel internacional e intergubernamental, la actual desconfianza pública en los gobiernos, en los países e incluso en el colectivo planetario de países, se convertirá en una alienación, y esto será en detrimento de todos.




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