No. 79 - Mayo 1998
Acuerdo Multilateral de Inversión
El AMI ha muerto... o casi
por
Roberto Bissio
La movilización de la sociedad civil obliga a "congelar" por seis meses las negociaciones diplomáticas sobre un Acuerdo Multilateral de Inversión (AMI) que discute la OCDE, el "club de los países ricos" con sede en París. Pero las ideas que están detrás del AMI ya se han incorporado al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y están siendo incorporadas en las negociaciones sobre el Area de Libre Comercio continental, lanzadas en abril en la II Cumbre hemisférica de Santiago de Chile.
"Como Drácula, este acuerdo no puede vivir a la luz del sol", comentó Lori Wallach, activista de la organización de consumidores norteamericana Public Citizen, al conocerse la decisión de los ministros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) de "congelar" por seis meses las negociaciones en curso sobre un Acuerdo Multilateral de Inversión (AMI).
La OCDE es el "club de los ricos" en la diplomacia internacional. Con sede en París, sus miembros son los 29 países más industrializados, incluyendo algunos que ya prefieren llamarse "posindustriales", como Estados Unidos, y recién llegados como México y algunos países de Europa oriental. A los efectos de negociar el AMI, el club abrió sus puertas como observadores a Argentina, Brasil, Chile y Hong Kong. El 28 de abril los ministros de los países miembros debían firmar el acuerdo, ya con un año de atraso con relación al calendario original.
Desde que en los años 60 las empresas transnacionales irrumpieron en la economía mundial, el tema de la necesidad de algún tipo de regulación internacional sobre su actividad está en el tapete. A partir de iniciativas ciudadanas y boicot internacionales, Nestlé aceptó dejar de promocionar agresivamente los sustitutos de la leche materna y se elaboraron diferentes códigos de conducta para las transnacionales, que nunca llegaron a tener peso legal.
Pero lo que se está negociando no es un acuerdo para regular las inversiones sino una carta de derechos de las transnacionales que no impone deberes equivalentes como contrapartida. El derecho de establecimiento que el AMI le reconoce a las transnacionales y el derecho de demandar a los gobiernos ante un tribunal internacional inapelable fueron algunos de los excesos de este acuerdo que escandalizaron a la opinión pública y a los parlamentarios de muchos países, obligando finalmente a suspender las negociaciones.
El principio de no discriminación, que dice que los inversores extranjeros no pueden ser tratados peor que los nacionales, termina estableciendo que serán tratados mejor en la práctica. Los países compiten entre sí por atraer inversiones para generar empleo, para equilibrar su balanza de pagos, para poder pagar la deuda externa. Cuando los inversores logren "el campo de juego limpio y parejo para todos", que es el objetivo declarado del AMI, la única forma de atraer inversores será ofreciendo todavía más. Más exoneraciones impositivas, pero probablemente también supresión de derechos sindicales, de medidas de protección ambiental o sanitaria, de cualquier limitación al potencial inversor.
Los principios básicos del AMI no sólo se debaten en la OCDE. Ya están incluidos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y forman parte de los borradores propuestos para el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el acuerdo transatlántico entre América del Norte y la Unión Europea y acuerdos bilaterales de inversión.
La introducción de estos temas en la ronda Uruguay del GATT fue expresamente rechazada por los países en desarrollo. Una vez que concluyó la ronda Uruguay y se creó la Organización Mundial del Comercio (OMC), durante la reunión ministerial de Singapur (diciembre de 1996) resurgió la presión para discutir el AMI. Los países del Sur manifestaron que no querían dar esa discusión en la OMC, donde se negocian concesiones comerciales mutuas, alegando que los temas no comerciales no corresponden a ese foro. Se argumentó entonces que en realidad no se trataba de negociar, sino de iniciar un "proceso educativo", ante lo que el embajador de Tanzania terminó replicando con ironía que en ese caso el tema debía trasladarse a la UNESCO.
Como no se pudo introducir el acuerdo en la OMC, la OCDE tomó el tema, impulsado oficialmente por Canadá y la Unión Europea, aunque el gran interesado ha sido Estado Unidos. Durante dos años se discutió allí a puertas cerradas un conjunto de políticas con impacto sobre la sociedad, la economía, el medio ambiente y los derechos humanos de todo el mundo (ver Revista del Sur número 78). Incluso de los países que no participan en las negociaciones, ya que la intención explícita es negociar primero un acuerdo "de alta calidad" (desde la óptica de sus promotores) para, una vez firmado, abrirlo a la firma de todos los otros países. Y hay un proceso de enormes presiones diplomáticas para lograrlo, con giras de promoción en todas las regiones, y amenazas veladas o explícitas de retiro de las inversiones extranjeras. Tres países latinoamericanos -Argentina, Brasil y Chile- fueron invitados a participar como observadores en las negociaciones, junto con Hong Kong, para que fueran los primeros extra OCDE en adherirse.
Sólo después de un año y medio de negociaciones una organización canadiense logró filtrar el texto y publicarlo en Internet, cuando ya había más de 300 páginas del documento acordadas y los ministros de la OCDE estaban comprometidos a firmarlo en abril de 1998. Se produjeron escándalos políticos en varios países y no sólo porque la opinión pública no había sido informada. Tampoco los parlamentos, y a veces ni siquiera los gabinetes ministeriales, conocían en detalle y con propiedad qué se estaba negociando.
En medio de esa presión, en diciembre pasado la OCDE invitó a unas 40 organizaciones ciudadanas a conversar sobre estos temas en París. La reunión comenzó como un ejercicio de relaciones públicas para tranquilizar a gente demasiado preocupada por el ambiente. El secretario general de la OCDE dijo literalmente que la aprobación del AMI implicaría que en "un par de décadas" se acabarían "la miseria, la pobreza y la enfermedad" en el mundo gracias a esta "piedra angular de la globalización". Cuando varias organizaciones empezaron a demostrarles a los negociadores gubernamentales las verdaderas implicancias de lo que estaban a punto de firmar, la reunión terminó con los diplomáticos preguntando a las ONG si tenían algún estudio sobre el tema, porque en realidad nadie había estudiado las implicancias en detalle.
Europa había aceptado acríticamente la idea de que este tipo de acuerdo ya era parte del TLCAN. Lo que ya estaba funcionando bien entre Canadá, México y Estados Unidos se podría extender a todo el mundo. Pero cuando los grupos de abogados, de derechos humanos, de ambientalistas comenzaron a mostrar los problemas reales que ocurren con el TLCAN, los europeos se pusieron en guardia.
Cuando se preguntó a los representantes de los países asiáticos miembros de la OCDE si estarían en este selecto club si este tipo de reglas se les hubiera aplicado 30 años antes, la respuesta de uno de ellos fue: "No, definitivamente no. Jamás nos hubiéramos industrializado, jamás nos hubiéramos desarrollado, jamás hubiéramos logrado salir de la pobreza y la catástrofe del fin de la guerra hacia la situación de país industrializado bajo estas reglas. Pero ahora estamos en otra situación y dispuestos a jugar con otras reglas".
Implícitamente estaba reconociendo que lo que puede ser beneficioso entre "iguales" -aunque estos beneficios también sean discutibles, como sostienen quienes se oponen a un acuerdo de inversiones entre ambas orillas del Atlántico Norte- no sirve al más débil cuando el acuerdo es entre países con muy distintos niveles de desarrollo.
Que las negociaciones se "congelaran" a fines de abril no quiere decir que el AMI, con ese u otro nombre, no resucite. Pero cuando eso suceda, su trámite no será fácil en ningún foro. Como explica el influyente diario canadiense Globe and Mail, "una banda global de organizaciones de base, con pocos recursos más que sus computadoras conectadas a Internet, lograron descarrilar el acuerdo. Las negociaciones internacionales han sido transformadas por el éxito de los opositores al AMI que, alarmados por las tendencias de la globalización económica, utilizaron su propia globalización para responder. Utilizando la capacidad de Internet de diseminar información instantáneamente, grupos como el Council of Canadians y la Red del Tercer Mundo han sido capaces de mantenerse informados de los últimos acontecimientos (...) y romper la barrera del secreto que tradicionalmente rodea a las negociaciones internacionales, forzando a los gobiernos a atender sus demandas".
El diario Financial Times coincide en que la resolución ministerial fue un hito de mayor alcance incluso que el propio tratado: "Las ONGs han probado sangre", dice la crónica citando a un defensor no identificado del libre comercio, "y vendrán por más". Su temor: que las negociaciones comerciales en la esfera de la OMC ya no puedan seguir realizándose en secreto como hasta ahora. Ojalá y así sea.
Texto corregido y actualizado de la intervención de Roberto Bissio en la Conferencia Pública sobre el AMI, celebrada el 16 de abril en Santiago de Chile, en el marco de la Cumbre de los Pueblos de América.
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