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Entrevistas


No. 80 - Junio 1998

Víctor Hugo Cárdenas, ex vicepresidente de Bolivia

Indígenas deben inventar nuevos caminos

por Eduardo Tamayo G

Luego de dejar la Vicepresidencia de Bolivia en agosto pasado, Víctor Hugo Cárdenas se encuentra al frente del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, un organismo internacional compuesto por representantes de gobiernos y pueblos indígenas cuya función es ayudar a estos últimos "en la preparación de proyectos y programas que cumplan con sus propios objetivos de desarrollo". Al estar actualmente involucrado en la temática indígena regional, Cárdenas constituye una voz autorizada para analizar los avances, los obstáculos y los alcances de la lucha indígena en América Latina.

- ¿Cómo mira la situación de los pueblos indígenas de América Latina?

Hay aspectos que preocupan, pero también hay motivos de esperanza. La principal preocupación es el estado de pobreza, de miseria y de marginación en el cual todavía se encuentran la mayoría de pueblos indígenas del continente. La conciencia sobre la lucha contra la pobreza, y la pobreza es peor donde hay pueblos indígenas, todavía no ha crecido ni se ha institucionalizado en los estados. Varios países, todavía encargan a "fondos" o instituciones particulares la atención de los asuntos indígenas. Son muy pocos los países que asimilan la atención a lo indígena a todo el Estado nacional, es decir, lo indígena se lo asumiría como una dimensión transversal. Todavía persiste la atención focalizada en una institución y el resto del Estado no siempre tiene la misma preocupación.

Por otro lado, el contacto y el intercambio de los pueblos indígenas no se está desarrollando como uno desearía. Sin embargo hay motivos de esperanza.

- ¿Cuáles son esos?

En primer lugar, el tradicional pensamiento homogeneizante cada vez está perdiendo más fuerza y está emergiendo una concepción donde la presencia de los pueblos indígenas, en la construcción democrática, como algo necesario. En el campo político, hay alcaldes, concejales y parlamentarios indígenas, incluso indígenas en funciones en entidades del Poder Ejecutivo. En el ámbito social, la educación intercultural bilingüe cada vez más se va convirtiendo en parte de la política educativa oficial. También el tema de la biodiversidad va adquiriendo mayor conciencia en los ámbitos estatales y privados; la recuperación de la cultura, los héroes, la trayectoria histórica de los pueblos indígenas tiene cada vez más valor; las lenguas, tradicionalmente orales de los pueblos indígenas, cada vez más se van formalizando, escriturizando, superando las limitaciones que tiene la oralidad, sin abandonarla por supuesto, y finalmente diría la emergencia de un nuevo liderazgo indígena, muchos de ellos con nivel de educación superior que motiva un estilo de lucha indígena, que no se queda anclado mirando los anteriores 500 años, y que más bien mira los futuros 500 años. Y últimamente habría que señalar los procesos de reforma jurídica y de reforma constitucional que algunos países están encarando, en donde algunos incorporan la multietnicidad a nivel de sociedad, pero otros, como el caso de Bolivia y Ecuador, reconocen la multietnicidad a nivel estatal, y es un avance muy importante.

- ¿Cómo mira el problema de las autonomías que se están planteando los indígenas de México, Ecuador y otros?

- Hay varios modelos y propuestas de autonomía. Una es la que ocurrió en Nicaragua, que no es una autonomía étnica sino una autonomía territorial, y con más precisión, administrativa. (La Costa Atlántica) es una región, y en tal región hay pueblos indígenas. Otro tipo de autonomía es la figura de pueblos indígenas en la legislación boliviana. El pueblo indígena es reconocido mediante ley, tiene su personalidad jurídica, incluso formas jurídicas de su práctica cotidiana, por ejemplo la solución alternativa de conflictos queda recogida por el derecho oficial, y una ley, llámese Código Penal, Código de Procedimiento Penal y otras están compatibilizando el derecho indígena con el derecho oficial. Es más, esas entidades indígenas de base reciben recursos financieros del Tesoro General de la nación, recursos públicos para que ayuden a la solución de problemas particulares. Por otra parte, el gobierno central reconoce las prácticas y los criterios de las autoridades a nivel local, un juez de ciudad no puede atender un asunto en donde esté involucrado un indígena sin antes tomar en cuenta el paso que dio la autoridad indígena.

Hay formas de compatibilizar una autonomía que permita el desarrollo cultural, social, político, religioso, jurídico de los pueblos indígenas. No conozco ningún modelo de autonomía absoluta, es decir donde autonomía signifique independencia o la construcción de un Estado paralelo. La autonomía que plantean los pueblos indígenas no tiene carácter separatista ni independentista, como toda autonomía es relativa y está ubicada dentro de los marcos constitucionales nacionales.

- ¿Qué importancia le a la interculturalidad?

- La interculturalidad es el ambiente en el cual debe desenvolverse la vida social, económica, política e institucional y no (se debe) reducirla solo al ámbito educativo. La interculturalidad es el paradigma contemporáneo, yo diría modernísimo de nuestros países. Y en esto debemos inventar los caminos de la interculturalidad. No siempre hay caminos o modelos para imitar. Este es un desafío y tenemos que aprender a pensar con nuestra propia cabeza y sentir con nuestro propio corazón.

- ¿Cómo mira el desarrollo del decenio de los pueblos indígenas?

- Yo creo que el primer paso, muy útil, ha sido la declaratoria del año internacional de los pueblos indígenas, junto a ello el reconocimiento de Rigoberta Menchú como Premio Nobel de la Paz. Han sido dos campanazos que llamaron la atención del mundo sobre el tema indígena. Cuando en las Naciones Unidas se decide la declaratoria del Decenio dedicado a los pueblos indígenas se crea un contexto muy favorable para preocuparse sobre la temática indígena. Sin embargo, su implementación no siempre ha sido uniforme, hay países que lo están encarando, lo están realizando, y hay comités nacionales del Decenio, pero no en todos los países. Yo veo con mucha preocupación que en algunos de ellos, el tiempo va pasando y no se notan acciones específicas. Y 10 años es muy poco para combatir la pobreza. Como el sector más pobre de nuestros países es el indígena, el marco del Decenio podía haber sido un contexto enormemente favorable para focalizar la lucha contra la pobreza a través de los asuntos que preocupan actualmente a la situación indígena. Sé que en algunos países se lo está haciendo pero no en todos.

- ¿Qué es lo que hace falta para darle un mayor impulso al decenio?

- Yo creo que justamente avanzar a mesas de concertación como en Ecuador, espacios de discusión para tomar real conciencia sobre la importancia estratégica de la atención a los problemas y reivindicaciones indígenas. Hablar de pobreza en América Latina es hablar de la situación de los indígenas. La lucha contra la pobreza no puede tener un enfoque exclusivamente cuantitivista, economicista, sino que debe ser un enfoque que combine otros aspectos y tenga como sujeto beneficiario al mundo indígena, en cuya situación se tienen que ver los resultados.

- En este contexto, ¿qué labor viene cumpliendo el Fondo Indígena?

- El Fondo Indígena es una entidad continental, de la que también son parte países como España, Portugal, Alemania, Bélgica, dedicada a implementar una serie de proyectos cuyo único beneficiario es el pueblo indígena. Para estos dos años tenemos en marcha 56 actividades debidamente financiadas, en una veintena de países de la región, cuya ejecución demandará algo más de cinco millones de dólares para el bienio. Paralelamente, estamos incorporando el aporte de cada país, de tres a cinco millones de dólares, para conformar un fideicomiso que administre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ese aporte no se lo perdería, seguiría siendo de cada país, pero se lo dejaría en fideicomiso en el BID, cuyos dividendos el BID entregaría al Fondo para que lo invirtamos en proyectos de reinversión hasta que tengamos un capital social de 50 millones de dólares. Una vez que pasemos de esa cantidad, vamos a analizar la posibilidad de destinarlos a las áreas prioritarias de inversión, es decir, esos dividendos del capital social irán directamente destinados a aspectos de concertación entre el sector indígena y no indígena; a la elaboración de proyectos financiables, bancables, que hoy tienen enormes dificultades en ser elaborados por parte de las organizaciones indígenas; en tercer lugar, tareas de formación y capacitación de cuadros indígenas; en cuarto lugar, intercambio de indígenas de un país a otro. Nuestros consultores y expertos prioritariamente son indígenas y actualmente tenemos varios hombres y mujeres indígenas en organismos internacionales, donde, por encargo de sus organizaciones, están realizando pasantías, y estamos negociando actualmente con algunas universidades de Ecuador y de otros países para avanzar mucho más en aspectos de formación.

- ¿Las acciones del Fondo son un paliativo o apuntan a una solución?

- A una solución, pero a una solución realista. Si hay un proyecto que mueve, por ejemplo, 100.000 dólares, con toda seguridad hemos comprobado que para mover 100.000 dólares se requiere un aporte inicial de 5.000 o 10.000 para elaborar un buen proyecto, y el Fondo pone estas últimas cantidades que después van a movilizar los 90.000 o 100.000 restantes. Pero dado que no todo el problema es financiero, el Fondo también está ocupado en apoyar el fortalecimiento institucional o la propia formación o capacitación. Cualquier dinero que maneje el Fondo siempre va a ser pequeño, frente a las necesidades que tienen los indígenas, pero más que hablar por las soluciones es mejor hacerlo. Y esto hay que hacerlo poco a poco.

- ¿Cómo mira en Ecuador, el proceso de reforma constitucional en lo relacionado con los pueblos indígenas?

- Yo lo veo con mucho optimismo. He hecho dos, tres visitas a Ecuador, y constato que la información, la percepción del indígena y la búsqueda a diversas temas planteados en el debate van avanzando, no solo en el sistema político y en los partidos sino también en los niveles gubernamentales, las ONG y la sociedad civil. En segundo lugar, creo que Ecuador va a ubicarse en la vanguardia de los países que incorporan no solamente el reconocimiento de la multietnicidad y pluriculturalidad a nivel de sociedad sino a nivel de Estado. Ecuador ya lo hizo en la reforma constitucional de 1995-96. Ahora va a dar un paso mucho más avanzado: incorporar los derechos indígenas en los diferentes cuerpos de la Constitución Política: derecho a la educación, a la identidad, a sus valores, a sus costumbres, a sus normas, al manejo de su biodiversidad y otros aspectos. Creo que éste va a ser otro elemento que va a sellar a la reforma constitucional ecuatoriana como una de las más avanzadas. Y también la incorporación de la dimensión indígena como una dimensión transversal de las políticas públicas del Estado. Hay países que encargan la atención a los indígenas a una institución, en cambio Ecuador lo está asumiendo como un tema de importancia nacional. Y finalmente, Ecuador concreta la fórmula que yo voy predicando por diferentes países: el desafío contemporáneo es democratizar la democracia en nuestros países, es decir, si los pueblos indígenas, como parte de los sectores excluidos, no entran a ser protagonistas, junto a otros sectores no indígenas, de la consolidación democrática, siempre la democracia será débil, y Ecuador está pasando de las palabras y los deseos a prácticas de avanzada muy importantes.

- Uno de los problemas que más preocupa en América Latina es el conflicto de Chiapas. ¿Qué percepción tiene de este asunto?

- Si uno analiza la plataforma que se está discutiendo en México, después de los Acuerdos de San Andrés, y los compara con la plataforma del movimiento indígena en Bolivia o Ecuador, veremos que son temas muy similares. Si bien en esa zona (Chiapas) lo están haciendo después de enfrentamientos militares, en otros lugares se lo está haciendo en otro contexto, sin embargo tanto en Ecuador, en Bolivia, en México y recientemente en Guatemala, con el funcionamiento de las comisiones de los Acuerdos de Paz, creo que se está avanzando y encarando la incorporación de los pueblos indígenas en los sistemas democráticos. Ningún movimiento indígena de los que he mencionando está planteando la separación del Estado nacional y la ruptura con el mismo. Por el contrario, quieren fortalecerlo orgánicamente pero sin perder su identidad lingüística, cultural e histórica y me parece totalmente acorde con la normatividad internacional actualmente existente. (ALAI)






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