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No. 80 - Junio 1998

La gordura es (todavía) un tema para feministas

por Sarah Stephen

La imagen distorsionada, inalcanzable y sexista de la mujer "modelo" es la consecuencia inevitable de un sistema social en el que los que tienen el poder se benefician de la explotación de la mujer en el hogar y el lugar de trabajo. La forma más eficaz de combatir este fenómeno consiste en desarrollar fuertes campañas que involucren a un gran número de mujeres para cambiar sus condiciones de vida en diversos ámbitos y crear imágenes alternativas, creadas por las propias mujeres.

"Una mujer nunca es demasiado rica ni demasiado delgada", dijo la duquesa de Windsor y dicen todas las revistas de moda y belleza, todos los anuncios de televisión, todos los institutos de adelgazamiento e incluso muchos de nuestros familiares, amigos y médicos. La obesidad es mala; la delgadez produce felicidad. Esta premisa es llevada a su extremo por la industria de la moda, que presenta modelos con cuerpos esqueléticos y mejillas hundidas.

Las niñas que reciben de regalo muñecas Barbie, el estereotipo occidental de la belleza femenina, no saben que una mujer real con el peso de Barbie sería demasiado delgada para mantener un ciclo menstrual normal.

El mito de la belleza, escrito por Naomi Wolf en 1990, documenta los perjuicios del ideal físico inalcanzable sobre la salud física y mental de las mujeres, y culpa por ello a las industrias de la moda, los cosméticos y la cirugía plástica, que obtienen miles de millones de dólares al año en base a la estrategia de crear en las mujeres una profunda sensación de insatisfacción con sus propios cuerpos. Un estudio realizado en Estados Unidos en 1987 reveló que, hacía una generación, la modelo promedio pesaba ocho por ciento menos que la mujer promedio. Para 1987, pesaba 23 por ciento menos. Este hecho incrementa la presión sobre las mujeres para que inviertan más tiempo y dinero, y sufran más estrés físico y psíquico para tratar de alcanzar ese ideal.

¿Pero por qué las mujeres no pueden simplemente ignorar lo que dicen los anuncios y las revistas de moda? Ellas saben por su propia observación de la realidad que esos ideales no son más que fantasía. Sucede que las imágenes de los medios tienen un efecto muy poderoso, pero además son continuamente reforzadas en la vida cotidiana. Los comentarios sobre la apariencia de las mujeres son tan comunes y aceptados que subestimamos su efecto sobre cómo las mujeres se ven a sí mismas.

Las mujeres son descritas según su apariencia, y no por su forma de pensar o su ocupación, mucho más que los hombres: "El señor Jones y su hermosa esposa Sandy". Además, la pérdida de peso siempre es bien recibida entre los familiares y amigos: "¡Te ves tan bien! Has perdido peso". La aprobación hacia la delgadez y la desaprobación hacia la gordura tienen un mayor efecto sobre la autopercepción de una mujer cuando procede de personas cuya opinión le importa.

Los hechos

Se estima que entre uno y cinco por ciento de las mujeres padecen anorexia nerviosa. La bulimia afecta a una proporción similar, pero puede afectar hasta a una de cada seis estudiantes universitarias. Más de 90 por ciento de las víctimas son adolescentes o jóvenes.

Aunque actualmente hay una mayor conciencia pública sobre ambas enfermedades, la obsesión con la pérdida de peso, la depresión y los problemas de autoestima superan por lejos sus efectos:

* Un estudio realizado en Australia reveló que entre 20 y 45 por ciento de los adolescentes (mujeres y varones) realizaban dieta o alguna forma de control del peso, y las prácticas se extendían a veces a niños de sólo ocho años.

* Noventa por ciento de las cartas de los lectores a la revista Dolly, casi todas de adolescentes, se refieren a la apariencia.

* Datos tomados en 1992 de escolares de Australia revelaron que 71 por ciento deseaban ser más delgados, 22 por ciento estaban conformes con su cuerpo y sólo siete por ciento deseaban tener más peso.

* Un estudio realizado en 1996 entre estudiantes de séptimo y octavo grado descubrió que 21 por ciento realizaba dieta para adelgazar. Las consecuencias en la salud son significativas: 9,2 por ciento de las adolescentes de 15 años tienen deficiencia de hierro. Una alta proporción también carecen de suficiente calcio, retinol y cinc, elementos esenciales para la salud de los huesos, la sangre, la piel y la vista.

* Una encuesta realizada en 1994 reveló que, en cualquier momento dado, al menos 30 por ciento de las mujeres australianas están realizando algún tipo de dieta, y que 57 por ciento de las encuestadas habían intentado perder peso en los 12 meses anteriores.

* Un estudio realizado en 1993 entre estudiantes de secundaria demostró que 47 por ciento usan, al menos ocasionalmente, algún método extremo para perder peso (dietas "relámpago", vómitos provocados, píldoras para adelgazar, laxantes o diuréticos), y 13 por ciento admitieron emplearlo al menos semanalmente.

* En una encuesta realizada en 1993 en Tasmania , 79 por ciento de las mujeres declararon estar por encima de su peso preferido. Sin embargo, según la Encuesta Nacional de Salud de 1989, sólo 30 por ciento de las mujeres de Tasmania tenían un sobrepeso real.

* Setenta y dos por ciento de todas las adolescentes desean perder peso, aunque la mayoría de ellas son normales o incluso demasiado delgadas para su altura (1994).

* Un estudio realizado en 1989 reveló que una de cada tres mujeres entre 20 y 24 años tienen un peso inferior al normal. Otra investigación demostró que 45 por ciento de las mujeres demasiado delgadas según el criterio médico creen que son gordas.

Combatiendo el mito de la belleza

La conferencia nacional de la Asociación Médica de Australia (AMA) propuso el año pasado un código de práctica voluntario que regule los anuncios publicitarios.

La organización pretende que la industria no utilice fotos de mujeres demasiado delgadas, que identifique las imágenes digitalmente alteradas y que no utilice niñas impúberes para promocionar prendas de mujeres, especialmente ropa interior, explicó la delegada de AMA para la salud de los jóvenes, Kirsten Cross.

Otra propuesta consiste en que los anuncios que utilizan modelos superdelgadas exhiban mensajes de advertencia sobre los riesgos de la delgadez extrema, de forma similar a las advertencias de los cigarrillos. Asimismo, la industria del adelgazamiento, que anualmente factura 500 millones de dólares, debería ser obligada a colocar advertencias en sus productos dietéticos.

Las propuestas de AMA reflejan la conciencia que actualmente existe sobre el problema de las mujeres jóvenes y su imagen corporal. Se trata de medidas útiles en tanto tienden a educar a las personas sobre la falsedad y los peligros del ideal que promueven los medios.

Pero estas campañas ideológicas no son suficientes, ya que no atacan las causas fundamentales del problema y por lo tanto no lo resuelven. Las imágenes distorsionadas, inalcanzables y sexistas del cuerpo femenino no sólo son un producto de la explotación de la mujer como asalariada, trabajadora no remunerada y objeto sexual; también son una consecuencia inevitable de un sistema social en el que los que tienen poder se benefician de la explotación de la mujer en el hogar y el lugar de trabajo. El debilitamiento de la autoestima femenina no sólo hace a las mujeres comprar más y más productos en su lucha por alcanzar un ideal, sino que también les impide desafiar sus limitaciones.

Las campañas para modificar las imágenes sin cambiar las condiciones sociales que las producen y les dan poder sólo pueden tener un resultado limitado. Leyes que prohiban ciertos tipos de anuncios o regulen las dimensiones de las modelos no cambiarían los motivos por los que las industrias ganan tanto dinero usando tales imágenes para vender sus productos. La forma más eficaz de combatir los modelos sexistas consiste en que numerosas mujeres desarrollen fuertes campañas con el objetivo de cambiar sus condiciones desiguales de vida en una amplia variedad de ámbitos y creen modelos alternativos. Formar parte de un movimiento es lo que hará a las mujeres menos vulnerables al marketing sexista y más capaces de presentar alternativas reales.

Este artículo fue publicado por primera vez en Green Left Weekly, el 11 de marzo de 1998, y se reproduce con autorización de sus editores.






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