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Entrevistas


No. 82 - Agosto 1998

Chile

Malestar social pese a crecimiento económico

por Eduardo Tamayo G.

"A pesar del crecimiento económico, pareciera ser que la sociedad chilena no se encuentra contenta consigo misma. Y ese malestar tiene mucho que ver con no haber saldado adecuadamente sus deudas con el pasado", dice en esta entrevista José Bengoa, relator especial sobre pobreza y derechos humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), quien se refiere además a las contradicciones del modelo económico y a la relación entre la economía y la política en Chile.

-¿Cómo interpreta la situación de los derechos económicos, sociales y culturales en Chile, en circunstancias en que se dice que la economía anda bien?

- La situación económica chilena, en términos de crecimiento del producto ha sido muy favorable en los últimos 14 años. De hecho, desde el año 1987 existe un crecimiento sostenido de aproximadamente un 6,3 por ciento de promedio. En los últimos 10 años, el producto del país se ha duplicado, lo cual es sin duda muy importante. Ahora esas cifras, que se notan obviamente en la sociedad y en la vida de los chilenos, van acompañadas de otras cifras que no son tan auspiciosas básicamente en la distribución de los ingresos, porque esas cifras de alto crecimiento no se acompañan con cifras en las cuales la concentración de los ingresos vayan disminuyendo y por tanto, tengamos una situación de mayor reparto entre las distintas capas de la población y sectores del país. El problema central hoy día en Chile se refiere a esta contradicción: altas tasas crecimiento con distribución no regresiva, pero sí inequitativa. Todo esto produce dentro de la población una situación subjetiva muy compleja, porque un sector aparece teniendo condiciones de vida absolutamente semejantes a los países desarrollados, mientras otros sectores de la población aparecen teniendo condiciones semejantes a las de los países más subdesarrollados del mundo. Esa mala distribución de los ingresos hoy día está planteando una crítica al interior de la sociedad chilena muy compleja.

-¿Cómo se refleja esta situación inequitativa en los sectores más pobres?

- Se manifiesta en múltiples formas, se manifiesta en delincuencia, falta de integración social, en una juventud que no espera mucho de la política ni de la democracia. Ambos fenómenos: el de alto crecimiento y mala distribución, son fenómenos que atentan contra la integración de la sociedad.

-Para lograr superar esta situación, ¿qué es lo que hay que hacer?

-Yo creo que el gran desafío del gobierno va a ser buscar los mecanismos adecuados para lograr una mayor equidad social en el país, para que efectivamente exista la posibilidad de crecimiento con equidad, como lo ha dicho la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) pero que no siempre se cumple. Por ejemplo, cómo podemos provocar el combate a la pobreza. Efectivamente en Chile, en el año 90, cuando comenzaron los gobiernos democráticos, se hablaba de que había cinco millones de personas que estaban por debajo de la línea de pobreza. En el primer periodo, entre 1990 y 1994, ha habido un decrecimiento importante de las personas que viven bajo la línea de la pobreza, bajando a tres millones, sin embargo, cada año que va pasando se hace cada vez más difícil que nuevas personas dejen esos niveles de pobreza, y se van endureciendo las labores. Entonces, uno de los peligros que tiene el crecimiento económico chileno es que hay un grupo permanente, un remanente de dos, tres, cuatro millones que vive en la pobreza o en los bordes de esa pobreza, lo cual nos pone en un panorama que no es muy halagüeño, un panorama de gran crecimiento pero manteniendo una situación de falta de solidaridad, de injusticia, de un 20 o 25 por ciento de la población que no participa de ese crecimiento.

-¿Para ello se requeriría un recambio en lo político?

-No sé si un recambio en lo político, pero ahí se requiere un nuevo plan, un nuevo empuje de medidas económicas, que no solamente se fije en los elementos de crecimiento del producto, sino también en su distribución.

-¿El crecimiento de Chile es resultado de la imposición de medidas autoritarias en lo político, sería herencia de la dictadura?

-Hay algo de eso, en la medida en que Chile, a diferencia de otros países latinoamericanos, fue sometido por la fuerza a medidas muy profundas de desregulación del aparato productivo, de privatización muy rápida, de apertura comercial total, en fin. Por lo tanto, los ajustes estructurales que los países tuvieron que hacer a fines de los 80, en Chile se hicieron en la década del 70. Y ese elemento, sin duda, ha tenido un efecto sobre el crecimiento que ha tenido Chile en la década del 90.

-¿Qué tanto están pesando los rezagos de la dictadura para la consolidación de una democracia auténtica?

-Pesan enormemente. La subjetividad del país está en una situación muy compleja. A pesar del crecimiento económico, pareciera ser que la sociedad no se encuentra contenta consigo misma, existe un enorme malestar de la sociedad chilena consigo misma, y ese malestar tiene que ver con no haber saldado adecuadamente sus deudas con el pasado. La presencia de Pinochet en el Senado, la presencia de relaciones cívico-militares autoritarias, temerosas, ha llevado y conduce a que la sociedad chilena todavía no salga de una situación de democracia vigilada. Y es quizá por eso, que los fenómenos de inequidad de que hablábamos antes no se puedan resolver. Y si usted me pregunta cual es la relación entre economía y política en Chile, yo creo que es una situación cercana. La no resolución de los problemas distributivos en el país, tiene mucho que ver también con la no resolución, a nivel político y cultural, con nuestro pasado y con la presencia autoritaria en nuestra cultura. Es un tema extraordinariamente complejo, y afortunadamente es el tema de mayor debate hoy día en Chile y en la Concertación de Partidos por la Democracia, que es la coalición gobernante. Es un tema que además cruza los partidos políticos, es decir dentro de los mismos partidos políticos hay gente que piensa en forma diferente frente a esta temática, y está en todos los debates y en toda la prensa. Y es el mejor síntoma que hay ahora. Se habla de que hay "autocomplacientes" y "autoflagelantes", para motejar este debate. "Autocomplacientes" los que dirían que el modelo económico exitoso en sí mismo va a ir resolviendo todos los problemas, y que Chile está en muy buena posición para enfrentar el futuro; y los "autoflagelantes" serían aquellos que dirían que a pesar del crecimiento económico las cosas andan muy mal en términos políticos, en términos de integración de la sociedad, en términos de pobreza. Personalmente, no me considero ni autocomplaciente ni autoflagelante, pero me parece que ésta va a ser la discusión central en la campaña electoral de 1999 y que ojalá sirva de experiencia para otros países de América Latina, de que solamente el crecimiento del producto no es condición suficiente para el desarrollo de un país. (ALAI)






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