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   No. 143/144 - Setiembre/Octubre 2003
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Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales


No. 143/144 - Setiembre/Octubre 2003

El talón de Aquiles de la forestación con árboles exóticos

Dos especies de polillas australianas y dos especies de hormigas cortadoras latinoamericanas tienen algo en común: les gusta comer pinos y/o eucaliptos. Ese solo hecho las convierte en enemigas públicas, a ser exterminadas por la aplicación indiscriminada de productos tóxicos. No importa que los venenos utilizados afectan la salud de la gente y del medio ambiente; lo que importa es proteger a las empresas forestales de esta amenaza. Esto es lo que está ahora ocurriendo en Nueva Zelanda y lo que viene sucediendo desde hace años en Uruguay, como se detalla en los dos artículos incluidos en esta sección.
Nueva Zelanda: fumigan gente para proteger monocultivos de árboles



Dos pequeñas polillas están siendo motivo de una confrontación social y ambiental en Nueva Zelanda. En West Auckland, la gente y el medio ambiente están siendo sometidos a la fumigación aérea con peligrosos productos químicos con el objetivo de proteger las plantaciones de pino contra el ataque de una polilla (Teia anartoides). En South Auckland, las plantaciones de eucalipto están sufriendo el ataque de otra polilla (Uraba lugens) y todavía se desconoce si allí se aplicará el control químico para enfrentarla.

El pino radiata y el eucalipto son árboles exóticos en Nueva Zelanda y también son exóticas las dos polillas cuyos gusanos hoy se comen activamente sus hojas. Lo que está sucediendo ahora había sido previsto hace varios años cuando el WRM publicó El papel del Sur. En aquel momento habíamos afirmado que "La homogeneidad de estas grandes plantaciones constituye un serio problema para la propia plantación. La gran ventaja inicial de las especies exóticas (la inexistencia de una fauna local a la que sirva de alimento), se puede convertir en su talón de Aquiles a largo plazo, en la medida en que comiencen a aparecer predadores adaptados a dichas especies. En ese caso, el desierto alimenticio se convierte súbitamente en un festín para una especie, que podrá desarrollarse exponencialmente y llegar a dañar seriamente o incluso aniquilar a la plantación".

También hubo advertencias en la propia Nueva Zelanda. En 1994, el activista e investigador local Grant Rosoman publicó The Plantation Effect (El efecto de las plantaciones) y en referencia a la vulnerabilidad intrínseca de las plantaciones de monocultivos de árboles afirmó que "la incertidumbre mayor de la invasión de plagas y enfermedades no es SI sucederá sino CUÁNDO sucederá".

Ahora se ha confirmado la invasión prevista de estas plagas, pero el precio no lo pagan las compañías plantadoras de árboles -que causaron el problema- sino el pueblo de Nueva Zelanda. Su salud es parte del precio a pagar, e incluso se les ha negado información detallada sobre las sustancias con las cuales están siendo rociados. Si bien conocen el nombre del producto (Foray 48B), el fabricante se niega a divulgar sus componentes. En el extranjero se ha determinado que algunos de estos productos contienen tolueno, parabenos, ácido sulfúrico, ácido fosfórico, hidróxido de sodio (lejía) y una larga lista de otras sustancias potencialmente nocivas o carcinógenas. Al mismo tiempo, los impuestos que pagan los pobladores se utilizan para instrumentar el programa de fumigación.

Los pobladores de West Auckland están reaccionando cada vez más contra la fumigación con químicos. Han formado su propia organización, Pobladores de West Auckland contra la Fumigación Aérea (WASP - West Aucklanders Against Aerial Spraying) y han realizado varias acciones contra el programa de control del gobierno. Afirman que la polilla "ya ha costado a los contribuyentes más de 23 millones de dólares y ahora el gobierno pretende gastar 90 millones más. La única amenaza potencial parece estar dirigida contra los monocultivos de árboles clonados de pino transgénico de la industria forestal. Preguntamos ¿por qué los pobladores de West Auckland debemos pagar para proteger la explotación forestal privada?". Sin duda, una muy buena pregunta.

Uruguay: contaminando con Mirex para defender plantaciones contra hormigas

El 26 de mayo, El Poder Ejecutivo envió al parlamento uruguayo un proyecto de Ley para aprobar el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, suscrito en esa ciudad el 22 de mayo de 2001. Este convenio identifica un grupo de sustancias altamente contaminantes con el objetivo de llegar a su eliminación a escala mundial.

Sin embargo, si bien el gobierno por un lado pretende que se ratifique el convenio, por otro lado, a solicitud del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, solicita una exención para la eliminación del Mirex, el único plaguicida de los que figuran en el Convenio aún autorizado en nuestro país. De ser esto aceptado, permitiría el uso por cinco años más de este peligroso contaminante, utilizado para el control de hormigas cortadoras.

Es evidente que esta solicitud de exención tiene nombre y apellido: el sector forestal. Es sabido que unas de las pocas especies de la fauna nativa capaces de alimentarse de las hojas de estos árboles son las hormigas cortadoras y para defenderse de ellas el sector forestal ha liberado al ambiente grandes cantidades de Mirex. Es por ello que viene al caso citar un informe de mayo de 1999 realizado por el investigador estadounidense Thomas F. Geary*, que analiza los impactos ambientales de la forestación con eucaliptos y pinos exóticos. El informe del estudio está en inglés, lo que explica en parte su escasa difusión en el país, pero otra explicación es que el autor identifica una serie de impactos ambientales importantes del modelo forestal, seguramente no del agrado de sus promotores y beneficiarios.

En el resumen de su trabajo, Geary sostiene que "a nivel local, donde las plantaciones están concentradas, pueden estar teniendo lugar impactos no deseables. De preocupación inmediata es el uso de pesticidas a base de dodecacloro para el control de hormigas cortadoras. Estos productos químicos persistentes dañan a especies distintas a aquellas contra las que se aplica y se acumulan en los tejidos humanos".

En su capítulo sobre pesticidas desarrolla más el tema y señala que el "Mirex, un hidrocarburo clorado como el DDT -el ingrediente activo es un dodecacloro- es un pesticida comunmente utilizado en Uruguay para el control de las hormigas cortadoras. Este producto químico fue empleado extensamente en el sudeste de Estados Unidos para controlar a la ‘hormiga de fuego’ importada (Solenopsis sp.) hasta 1977, cuando la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos prohibió su uso. Además del peligro que representa para la fauna silvestre y otros organismos, el Mirex se acumula en los tejidos humanos y se sospecha que sea cancerígeno (Grosman; U.S. National Institute of Environmental Health). El uso del Mirex ha sido recientemente prohibido en Brasil. Uruguay debería adoptar la misma medida. El Mirenex, también utilizado en Uruguay para el control de hormigas, es un dodecacloro y tampoco debería ser usado".

Es decir, que desde 1977 se sabe de los peligros de este hormiguicida, que llevó a su prohibición total en Estados Unidos. Se sabe que en Brasil (donde también se plantan eucaliptos masivamente) fue prohibido a fines de la década del 90. Sin embargo, en 2003 no sólo se lo sigue usando a gran escala en Uruguay (en particular por el sector forestal), sino que se pretende que se autorice al país a seguir utilizándolo.

Más absurdo aún resulta el hecho si se tiene en cuenta que existen alternativas, tanto en Uruguay como en el exterior. Al respecto, el informe de Geary dice que "Algunos plantadores usan pesticidas menos nocivos. Aquellos basados en el ingrediente activo sulfluramida, tales como el Mirex-S, presentan riesgos mucho menores para los organismos a los que no se apunta a controlar. Fipronil, el ingrediente activo en Blitz, es también mucho menos peligroso que el Mirex. Los pesticidas basados en piretroides, tales como Fastac y Renegade, que están siendo actualmente ensayados en Uruguay, son los que probablemente presentan el menor riesgo".

Es interesante señalar que el estudio analiza una serie de impactos ambientales de la forestación (suelos, agua, biodiversidad, etc.) y no sólo el tema de los agroquímicos. Sin embargo, cuando llega a las recomendaciones, lo primero que dice, como "acción inmediata", es que se "dejen de usar pesticidas basados en el dodecacloro". Asimismo, su primera recomendación en materia de investigación es que "se debe dar alta prioridad al desarrollo de medidas para el control de plagas que no sean nocivas para el ambiente y la salud humana", puesto que "mientras los pesticidas pueden ser esenciales para una plantación exitosa, existe el potencial de que su uso puede producir un costo ambiental y social demasiado alto como para que se justifique su uso".

El estudio y las recomendaciones de este investigador no son en realidad una novedad para el movimiento ambientalista en general ni para RAP-AL (Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina) en particular, que vienen luchando desde hace años por lograr la prohibición del Mirex y otros agroquímicos nocivos. Sin embargo, entendemos que constituye un aporte importante a tener en cuenta en momentos en que el Parlamento de Uruguay debe discutir su prohibición definitiva en el marco de un convenio internacional.

* Thomas F. Geary, Environmental Impact of Afforestation in Uruguay, May 10-24, 1999 http://www.partners.net/old/English/programs/descriptions/
Farmer/Trip_Reports/Geary_1999.htm






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