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   No. 82 - Agosto 1998
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No. 82 - Agosto 1998

Segunda Conferencia Ministerial de la OMC

Nada queda fuera de la futura agenda

La Declaración Ministerial de la Segunda Conferencia Ministerial de la OMC esbozó un amplio programa de trabajo que no deja ningún tema fuera de la futura agenda del organismo comercial. En vista de eso, los países en desarrollo deberían poner sobre la mesa los temas de su interés; de lo contrario, prácticamente equivaldría a dar rienda suelta a los países desarrollados para avanzar sólo en los sectores que les convienen.

La Segunda Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) finalizó el 20 de mayo con dos declaraciones que no incluyen ni excluyen nada de la futura agenda del organismo. La Declaración Ministerial establece un amplio programa de trabajo que deberá realizarse bajo la dirección del Consejo General, quizás con una jerarquía de temas, para lo cual celebrará una reunión extraordinaria en setiembre de 1998 y presentará recomendaciones con respecto al programa de trabajo que permitan adoptar decisiones en el tercer período de sesiones de la Conferencia Ministerial que se realizará en Estados Unidos en el tercer o cuarto trimestre de 1999.
Una segunda declaración, sin fuerza jurídica obligatoria, estableció un programa de trabajo sobre otro tema nuevo: todas las cuestiones relacionadas con el comercio electrónico mundial y un compromiso político amplio de los miembros de no imponer "derechos de aduana" a las transmisiones electrónicas. Este segundo programa de trabajo y las recomendaciones que surgen del mismo, junto con el statu quo en materia de impuestos aduaneros nuevos, se mantendrá hasta que el Consejo General de la OMC lo examine y haga sus recomendaciones por consenso a la próxima Conferencia Ministerial.

A partir de los intercambios entre Estados Unidos, la Unión Europea y varios otros, en la declaración que esbozó el programa de trabajo quedó claro que Estados Unidos mantenía abiertas todas sus opciones: negociaciones sectoriales (sobre agricultura y servicios), negociaciones de base amplia sobre éstas y otras cuestiones, y/o conversaciones sobre todos estos temas, sujeto a lo que supuestamente ya se había acordado en reuniones privadas de los cuatro grandes: Canadá, la Unión Europea, Japón y Estados Unidos. Según informes de prensa posteriores a una de esas reuniones realizada en abril, los miembros de ese grupo acordaron que si bien se iniciarían negociaciones de base amplia, tan pronto se llegase a un acuerdo en dos sectores o temas, éste se concluiría y se pondría en vigor sin esperar a los demás.

Restricciones a la autoridad negociadora de Estados Unidos

En la medida en que el gobierno de Estados Unidos no ha recibido del Congreso facultad negociadora de vía rápida y ni siquiera un acuerdo sobre los objetivos amplios de negociación, sólo puede moverse sobre la base de las otras facultades que tiene. Y si bien el Congreso puede otorgarle dicha facultad, parece haber pocas posibilidades, por lo menos hasta las elecciones del año 2000, cuando se instale un nuevo presidente en la Casa Blanca.

Esto significa que Estados Unidos sólo puede concluir acuerdos en sectores en que no se requieran cambios en su legislación ni impliquen la intervención del Congreso, o cuando sus socios comerciales estén dispuestos a negociar o renegociar posteriormente en función de las opiniones del Congreso. Así, incluso las negociaciones sobre agricultura, que Estados Unidos quiere que comiencen en 1999 tal como se estableció en los acuerdos de Marrakech, tendrían ciertas limitaciones.

En cualquier acuerdo por el cual el resto de los países deban hacer ciertas concesiones pero que también se las exija a Estados Unidos e implique un cambio de su legislación, los socios negociadores estarían en desventaja ya que el Congreso podría no aceptarlo.

Si bien la Declaración Ministerial exige que el programa de trabajo haga recomendaciones sobre "las cuestiones, incluidas las planteadas por los Miembros, relativas a la aplicación de los acuerdos y decisiones vigentes", los comentarios de la representante comercial de Estados Unidos, Charlene Barshersky, en una rueda de prensa posterior a la reunión dejaron escasas dudas de que ese país no aceptaría fácilmente cambios en las normas o acuerdos para resolver el problema. La OMC es una institución contractual, expresó. "Nosotros hacemos compromisos, otros hacen compromisos, nosotros los aplicamos, ellos los aplican. Hay una solución de diferencia si una parte no cumple con lo que se comprometió a hacer".

Sus comentarios públicos, y los de los funcionarios de Estados Unidos durante el proceso informal que condujo a la elaboración de la declaración, no dejan muchas dudas de que hasta el acuerdo sobre textiles y vestido -que tanto criticaron los países en desarrollo por considerarlo una "integración sin una liberalización comercial significativa"-, experimentará cambios de aquí al 2005, y para ese entonces ya habrá otras formas de obstáculos arancelarios. De hecho, tanto los preparativos de las negociaciones sobre agricultura y servicios como su lanzamiento -que Estados Unidos insiste en que deberían comenzar en 1999 y el 2000, respectivamente, y concluir rápidamente los nuevos acuerdos en lugar de tener que esperar a concluir todo, como en la Ronda Uruguay- podrían dar mayores beneficios comerciales a Estados Unidos, y lo mismo para el Sur.

Una nueva ronda entre bambalinas

El experimentado ex negociador de comercio de India Bhagirath Lal Das expresó en una comunicación al SUNS que el texto acordado significa que "la férrea resistencia" de algunas delegaciones mitigó la posición inicial de la Unión Europea de hacer una ronda del milenio con temas nuevos, pero el saldo es bastante claro. "Se introduce una nueva ronda a través del alcance 'de base amplia', de un plan y una estructura de modalidades que buscan una mayor liberalización y la estipulación de plazos de referencia", afirmó.

"Si alguno de los países en desarrollo cree que se logró evitar una nueva Ronda, la situación es similar a lo que algunos de ellos creyeron en 1986 cuando la Declaración de Punta del Este mantuvo al sector servicios efectivamente fuera del GATT y el tema de derechos de propiedad intelectual quedó limitado a 'cuestiones relacionadas con el comercio'. Los países en desarrollo creían que habían ganado. Espero que ahora no reincidan en la misma ilusión", advirtió Das. "Deberían saber que ya está en marcha una negociación amplia, y en lugar de hacer de cuenta que no existe deberían preparar sus propias propuestas, como mínimo unas 15 de las más importantes por un grupo de por lo menos 15 países. Puede sonar poco realista, teniendo en cuenta la historia pasada, pero todavía es posible".

El texto de la declaración fue "negociado" en las últimas semanas en una reunión informal de jefes de delegación para el proceso del Consejo General presidido por el director de la OMC, Renato Ruggiero. Como a determinada altura la Secretaría de la OMC pensó que la declaración podía tener ciertas cuestiones sin resolver que requerían negociaciones de carácter ministerial, estipuló la realización de una sesión ministerial para la tarde del 20 de mayo, y la sesión de clausura había sido planificada originalmente para las últimas horas de la tarde. Pero los negociadores comerciales en Ginebra, los embajadores y algunos altos funcionarios de las capitales decidieron que podía ser demasiado "peligroso" dejar algunos asuntos en manos de los ministros, por lo que negociaron y llegaron a un acuerdo que pasa todo a un proceso preparatorio en el Consejo General que comienza en setiembre.

A raíz de todo esto la reunión ministerial final se hizo antes de lo fijado, tanto que varios periodistas llegaron al Palacio de las Naciones de la ONU y se encontraron con que ya había terminado.

En un seminario para los países en desarrollo organizado en abril por la Red del Tercer Mundo, la Secretaría General de la UNCTAD había dado a entender que con frecuencia los ministros están más sujetos a presiones que los funcionarios. Una opinión similar expresaron en 1982 varios negociadores de comercio, después de la reunión ministerial de ese año del GATT, en cuanto a que el GATT era un negocio demasiado importante como para dejárselo a los ministros.

En la Conferencia de la OMC, varios funcionarios de países del Sur explicaron que la de Ginebra era una reunión de "transición". Pero no quedó claro qué era lo que tenían en mente, o a partir de qué era la "transición" y hacia dónde.

Una agenda positiva

En los últimos meses también se habló mucho de la necesidad de que los países en desarrollo elaboraran una agenda positiva o "de acción" más que "de reacción". La Secretaría General de la UNCTAD también ha estado subrayando esto e intentando ayudar a los países en desarrollo a pensar cuidadosamente y formular esa agenda. Pero incluso ese proceso y sus resultados no parecen haberse "filtrado" a todos los países en desarrollo.

La falla no está en la UNCTAD sino en la forma de organización de los países en desarrollo y sus instituciones y activistas, ya que varios de los diplomáticos tienen que manejar demasiados temas en demasiadas organizaciones. Y si bien los países en desarrollo lograron asegurar que los problemas de aplicación y otras negociaciones o evaluaciones mencionadas en la OMC (además de agricultura y servicios) figuren también en el programa de trabajo y en las recomendaciones para la próxima reunión ministerial, es necesario que expresen y presenten claramente sus problemas y recomendaciones, expresaron los observadores comerciales. La línea oficial sería que éstos son "compromisos" que deben ser aplicados y, en el mejor de los casos, podría aspirarse a algunas exenciones individualmente por país y por acuerdo.

Sólo los países en desarrollo pueden expresar y generar cambios, y pueden hacerlo sencillamente diciendo "no" a otras propuestas. Y a diferencia de la época de Marrakech y el origen de la OMC, su propia población ha tomado conciencia y no está dispuesto a aceptar las explicaciones de sus gobiernos sobre el peligro de estar "aislados" o sobre decisiones que fueron tomadas por otros y que les han sido impuestas.


Relaciones OMC-OIT

El director general de la OMC, Renato Ruggiero, comentó que el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y otras autoridades habían invitado a la Secretaría de la OMC a fortalecer el diálogo con la Secretaría de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). "Nos reunimos regularmente y seguiremos haciéndolo", dijo Ruggiero. "Apoyamos los esfuerzos de la Secretaría de la OIT para obtener una declaración en materia de derechos laborales, la cual constituirá un gran paso, junto con la Declaración de Singapur".

No obstante, en una reunión previa a la Segunda Conferencia Ministerial de la OMC, organizada por la Confederación Internacional de Sindicatos Libres (ICFTU, por su sigla en inglés), el director de la OIT, Michel Hansenne, definió la cooperación entre la OMC y la OIT como poco más que reuniones sociales e indicó el deseo de su organización de realizar reuniones institucionales estructuradas y cooperación de similares características, lo cual ya rechazaron en Singapur los ministros de la OMC.
El Sur necesita más influencia en la OMC

Los países del Sur en desarrollo subrayaron durante la Segunda Conferencia Ministerial de la OMC, realizada en mayo en Ginebra, que deberían estar mejor preparados para futuras negociaciones.

"En realidad la reunión no significó un desastre para nosotros, pero les dio a los países ricos un papel a cumplir con el cual pueden introducir sus prioridades, y frente a eso es necesario que seamos capaces de fortalecernos", dijo Martin Khor, de la Red del Tercer Mundo. "Esta reunión abre el camino en los próximos 18 meses a la posibilidad de que los países ricos presionen más en beneficio propio y nosotros debemos fortalecernos para poder defendernos".

Diplomáticos africanos comentaron que una de las desventajas que enfrentaron en las negociaciones fue su número limitado, lo que erosionó su capacidad negociadora en Ginebra, sobre todo porque hubo tres o cuatro reuniones simultáneas cada día.

Para los países en desarrollo, la prioridad de la agenda debería haber sido la aplicación de medidas resueltas con anterioridad, pero el tema de la mayor apertura fue el que predominó, tras las presiones de los países más ricos, en especial Estados Unidos y la Unión Europea. A pesar del hecho de que muy pocos países -unos 10 de los 132 miembros de la OMC- participaron en las discusiones sobre el comercio electrónico, se destinó más tiempo a este tema que a cualquier otro. Yao Graham, de la red de ONG, instituciones de investigación y medios de difusión Africa Trade, dijo que a partir de la declaración final resulta obvio que el tema de la aplicación casi no recibió reconocimiento. Estados Unidos logró introducir la discusión de su propuesta sobre comercio electrónico a último momento, lo cual "es un ejemplo gráfico acerca del poder de este país en la OMC", afirmó Graham.

Una declaración conjunta de 18 ONG deploró la forma en que Estados Unidos logró la aprobación de su declaración sobre comercio electrónico, calificándola de "poco transparente, antidemocrática y no participativa". La mayoría de las ONG del Norte y el Sur conocieron la propuesta horas antes de que fuera presentada a los ministros. Esto convierte en una burla las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y el director de la OMC, Renato Ruggiero, sobre mayor transparencia y participación en la OMC.
DECLARACIÓN SOBRE EL COMERCIO ELECTRÓNICO MUNDIAL Adoptada el 20 de mayo de 1998 Los Ministros,

Reconociendo la expansión del comercio electrónico mundial, que está creando nuevas oportunidades para el comercio,

Declaran lo siguiente:

El Consejo General, a más tardar en su próxima reunión extraordinaria, establecerá un programa de trabajo amplio para examinar todas las cuestiones relacionadas con el comercio electrónico mundial que afectan al comercio, incluidas las identificadas por los Miembros. El programa de trabajo, en el que participarán los órganos competentes de la Organización Mundial del Comercio (OMC), tendrá en cuenta las necesidades económicas, financieras y de desarrollo de los países en desarrollo, y en él se reconocerá que se están realizando también trabajos en otros foros internacionales. El Consejo General deberá elaborar un informe sobre los progresos alcanzados en el programa de trabajo y podrá formular recomendaciones sobre posibles medidas, que nos presentará en nuestro tercer período de sesiones. Sin perjuicio de los resultados del programa de trabajo ni de los derechos y obligaciones que incumben a los Miembros en virtud de los Acuerdos de la OMC, declaramos además que los Miembros mantendrán su práctica actual de no imponer derechos de aduana a las transmisiones electrónicas. Cuando rinda informe a nuestro tercer período de sesiones, el Consejo General examinará esta declaración, cuya prórroga se determinará por consenso, teniendo en cuenta los progresos alcanzados en el programa de trabajo.




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