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   No. 83 - Setiembre 1998
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Salud


No. 83 - Setiembre 1998

Salud y seguridad

La manipulación de organizaciones científicas internacionales

por Barry Castleman y Richard Lemen

Las organizaciones científicas internacionales han sido por largo tiempo fuente importante de información objetiva sobre salud pública, ocupacional y ambiental, en particular para países en desarrollo. Con el advenimiento de la globalización, sin embargo, se intensificaron los esfuerzos por influenciarlas en función de intereses empresariales. Los autores analizan algunos intentos recientes de manipulación.

Las organizaciones científicas internacionales han sido por largo tiempo fuente importante de informes sobre sustancias tóxicas. No obstante, con la globalización del comercio y la información aumentaron los esfuerzos de grandes empresas por influenciar a agencias como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Con el surgimiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC) como un foro donde se pueden impugnar leyes de salud ocupacional y ambiental de países individuales, los pronunciamientos de organismos como la OIT y la OMS adquirieron mayor importancia. Las publicaciones de tales agencias, especialmente importantes para proveer información a países con escasos recursos para la salud pública, pueden ser usadas ahora para informar mal a dichos países y debilitar medidas de protección laboral y ambiental en las naciones más industrializadas.

En este artículo se analizan recientes intentos de manipulación de organismos internacionales, con el fin de ayudar a entender mejor cómo esos organismos deben protegerse contra esos embates y mantener su objetividad científica.

Programa Internacional de Seguridad Química

En 1993, A. Watterson, autor de Riesgos químicos y confianza pública, denunció graves amenazas a la credibilidad del Programa Internacional de Seguridad Química (PISQ). El Programa funciona en la sede de la OMS, en Ginebra, y es copatrocinado por esa organización, la OIT y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Watterson sostuvo que los primeros borradores del informe del PISQ sobre los refrigerantes con clorofluorocarbonos y el fungicida benomil fueron redactados por ICI, Hoechst y DuPont, fabricantes de esos compuestos y consultores del Programa a la vez. Además, informó que raramente había la misma cantidad de representantes de la sociedad civil que "observadores" de la industria en las reuniones de trabajo del PISQ.

El mismo año, científicos del gobierno de Estados Unidos descubrieron que el documento del PISQ sobre criterios de salud ambiental relacionados con el cloruro de metileno estaba basado en material redactado por ejecutivos de ICI y otros fabricantes del producto. Científicos del Instituto Nacional para la Seguridad y la Salud Ocupacional criticaron la renuencia del PISQ a modificar ciertas afirmaciones del informe para que reflejaran opiniones opuestas dentro del panel de expertos. Además, la fuerte influencia de los "observadores" de la industria en las reuniones de trabajo del Programa dio un nuevo significado a la expresión "error de observación". El INSSO decidió cancelar toda participación en actividades del PISQ hasta que éste estableciera un proceso objetivo para la elaboración de sus documentos.

La reacción de la comunidad científica se hizo más fuerte con la negativa del Collegium Ramazzini a revisar los borradores del documento normativo del PISQ sobre el amianto de crisotilo, preparado por "científicos estrechamente vinculados a la industria del amianto". Al negarse a involucrarse en una etapa tardía del proceso, el Collegium pretendió evitar una asociación inapropiada con el informe. Los esfuerzos por publicarlo permanecieron rodeados de controversia por años, y finalmente se espera su lanzamiento para 1998.

Por invitación del gobierno de Alemania, el PISQ realizó en Berlín un "Taller sobre Sensibilidades Químicas Múltiples", en 1996. Encabezado por consultores empresariales y "observadores" de la industria química, el panel decidió redenominar a tales sensibilidades "intolerancias ambientales idiopáticas". H. Kipen, presidente del panel, y C. Miller, de Estados Unidos, se opusieron al cambio de nombre. Sin embargo, los consultores empresariales comenzaron a presentar las conclusiones del taller como recomendaciones de la OMS en congresos médicos, documentos judiciales y anuncios de la prensa. Un "instituto de investigación" financiado por la industria pagó por la publicación de las recomendaciones en un suplemento de periódico sin el conocimiento del PISQ, que todavía no publicó su informe sobre el taller. Asimismo, consultores de la industria química para la Academia Estadounidense de Alergia, Asma e Inmunología emitieron una declaración utilizando el nuevo nombre de "intolerancias ambientales idiopáticas" (que sutilmente omite el término "químicas") y se refirieron al taller como un simposio de la OMS.

Tales hechos llevaron a 81 científicos a enviar una carta de protesta al PISQ y sus patrocinadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la que criticaban la influencia de las grandes empresas. Esto, a la vez, hizo que algunos organismos del gobierno de Estados Unidos vinculados con el PISQ recomendaran, mediante el Departamento de Estado, 12 cambios específicos en los procedimientos del Programa. La OMS respondió con unas pautas de "declaración de intereses", incluido un formulario para que completen los participantes en paneles de expertos. El PISQ participó de este proceso e hizo circular las pautas en octubre de 1997.

Mientras, el PISQ envió un tercer borrador, muy incompleto, de su informe sobre el amianto de crisotilo al panel de expertos encargado de redactar el informe final. Esta vez el panel era más equilibrado y calificado, revisó minuciosamente el borrador y agregó abundante material que no había sido citado. El único observador de la tarea, Graham Gibbs, decía representar al Comité Científico sobre Fibras de la Comisión Internacional sobre Salud Ocupacional. Como el panel consideró que representaba la posición de la industria del amianto, le solicitó que abandonara la sala durante la redacción de las conclusiones.

Organización Internacional del Trabajo

La OIT realizó en 1993 talleres de capacitación en Brasil y México para especialistas en la lectura de radiografías de tórax. El año anterior había realizado los mismos talleres en Praga, con la participación de médicos de América del Sur y el apoyo del Grupo Internacional de Seguridad en la Industria de la Fibra, que ofreció financiar la mayor parte del costo de los talleres en América Latina. El representante del Grupo era Scott Houston, quien trabajaba en Quebec en el Instituto del Amianto. El Grupo fue creado como resultado de acuerdos dentro de la industria internacional del amianto, aunque su nombre no deja apreciar su exclusiva representación de los intereses industriales. Dentro de la OIT, los acuerdos con el Grupo fueron manejados por Michel Lesage, un médico vinculado por largo tiempo a la industria del amianto. Su participación en la conferencia de Brasil sorprendió a los delegados, quienes esperaban que la OIT asumiera una posición distinta a la de la industria. Lesage volvió luego a Canadá y allí reside desde entonces.

Posteriormente, en agosto de 1997, la OIT envió a críticos científicos una monografía sobre los riesgos de los materiales fibrosos que le había sido enviada por el Comité Científico sobre Fibras de la Comisión Internacional sobre Salud Ocupacional (CISO). Expertos veteranos sobre el amianto (W.J. Nicholson, M. Greenberg, J. Dement) quedaron estupefactos al enterarse de que el capítulo sobre amianto había sido redactado por Jacques Dunnigan, ex director de ambiente y salud del Instituto del Amianto, y que el jefe de redacción era Graham Gibbs, el observador canadiense que fue invitado a retirarse en la sesión de clausura de las reuniones de trabajo del PISQ sobre el crisotilo, en 1996.

Nicholson, Greenberg y Dement se rehusaron a revisar algunos capítulos del borrador de informe de la OIT, ya que no querían quedar vinculados con ellos. Siguieron fuertes protestas de sindicatos de Gran Bretaña, países nórdicos y Estados Unidos, junto con críticas de otros científicos, y pronto la OIT retiró el informe de la consideración científica como publicación de la agencia. Luego reconoció que estaba revisando sus prácticas para desarrollar respuestas adecuadas a: 1) pedidos de patrocinio y asistencia a encuentros organizados por terceros, y 2) recepción de documentos surgidos de actividades de cooperación técnica. Asimismo, la OIT podría redefinir su relación con grupos como CISO y el Instituto del Amianto.

El vicepresidente de CISO a cargo de los comités científicos, Bengt Knave, pareció sorprendido al enterarse de esto en enero de 1998, y señaló que las pautas de su Comisión aprobadas en 1996 requieren que los documentos elaborados por comités científicos sean presentados a las autoridades de CISO antes de su publicación. Insistió en que eso no ocurrió. Knave no pudo explicar por qué la carta de la OIT a los sindicatos nórdicos describe el desacreditado informe como un producto del comité de fibras de CISO, y afirmó que "si el nombre y la reputación de CISO fueron impropiamente utilizados en este asunto, las autoridades deberán sancionar a los responsables y tomar medidas para que hechos similares no ocurran en el futuro".

Los acontecimientos aquí descritos plantean la interrogante de si CISO es utilizada a veces como fachada por intereses comerciales que operan mediante ciertas comisiones. Las palabras de Knave reflejan más una sensibilidad a las críticas a CISO que el reconocimiento de la necesidad de reformas: "Creo que esta carta pone fin a nuestras discusiones, surgidas de un documento inexistente".

Organización Mundial de la Salud

En julio de 1997, quedaron listos para la revisión técnica dos borradores de informe llamados "El amianto y la salud" y "El amianto y la vivienda". Ambos documentos parecían elaborados por la industria del amianto. El segundo sólo ofrecía una vaga información sobre los peligros de construir viviendas con tuberías y láminas de amianto y cemento (fibrocemento); no advertía sobre la necesidad de utilizar herramientas especiales de corte equipadas con campanas de succión para aspirar el polvo y tampoco decía nada para estimular la sustitución del fibrocemento por otros materiales más seguros. Además, el informe sostenía que la alta exposición al amianto era algo del pasado, sin considerar la forma actual de producción y uso de ese mineral filamentoso en los países más pobres, que todavía lo utilizan en forma abundante.

Las críticas a los informes, enviadas a la OMS y también publicadas en Internet, generaron una pronta respuesta de la oficina de la agencia en Copenhague, donde se habían originado los documentos. La oficina envió copias a otros expertos, entre ellos el británico Morris Greenberg, quien observó que los informes adolecían de varios errores y desequilibrios, además de exhortar a una "reelaboración radical del proyecto" y a la asignación de "recursos que la OMS generalmente requiere para los documentos normativos más importantes". Greenberg solicitó un plazo mayor para el proceso de revisión, con el fin de salvaguardar "la reputación de la OMS". Mientras, Philippe Grandjean urgió a la OMS a poner énfasis en los materiales alternativos que pueden utilizarse en lugar del fibrocemento, y Alan Dalton, un destacado sindicalista defensor de la salud y la seguridad laboral de Gran Bretaña, exhortó a la organización a perfeccionar sus procedimientos y destacó que una reciente editorial del periódico The Lancet lamentó el deterioro de la reputación y la pericia técnica de la agencia.

Próxima: la Organización Mundial de Comercio

La industria del amianto bien podría necesitar en breve un documento oficial de apoyo de la OMC. Sindicalistas europeos informan que, mientras la Confederación de Sindicatos Europeos procura una prohibición continental del amianto, la industria intenta bloquear esa iniciativa por medio de la OMC. Canadá, el mayor exportador de amianto del mundo, ya tomó medidas para desafiar la prohibición del mineral en Francia, impuesta en 1996. El primer ministro Jean Chrétien anunció que llevará la lucha hasta la OMC, donde una prohibición del amianto puede ser impugnada como una práctica comercial desleal. Se prevé que la industria argumentará que el "uso controlado" del mineral es la única protección justificable a la salud pública. Por ahora, la prohibición rige en ocho países europeos.

Conclusiones

Aunque en este artículo se destaca la manipulación de parte de la industria del amianto, sus métodos podrían ser aplicados por muchas otras. Como escribió a la OIT Robert Wages, presidente del Sindicato Internacional de Trabajadores de las Industrias Petrolera, Química y Atómica:

"La industria del amianto es comparativamente pequeña frente a otras industrias afectadas por informes sobre sustancias tóxicas. Trato habitualmente con algunas de las mayores empresas del mundo, y me pregunto cuánto tardarán las industrias petrolera y química en practicar una ciencia revisionista que permita la exposición de los trabajadores a productos tóxicos de todo tipo".

Las organizaciones internacionales de salud aquí mencionadas y otras deberían considerar su vulnerabilidad a la manipulación de las corporaciones, además de tomar medidas para proteger su credibilidad y reputación.

La OMS ya empezó una reforma. La organización está redactando "declaraciones de interés" que los científicos participantes en paneles de expertos de la OMS deberán completar, manifestando posibles conflictos de intereses que puedan tener en relación al tema del panel. En esto, la OMS utilizó como referencia las normas de la Junta Científica Asesora de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. Sería recomendable que todos los organismos internacionales aquí nombrados adoptaran las declaraciones exigidas por dicha agencia, que están disponibles para el público en general.

Los gobiernos de los países más avanzados en el control de sustancias tóxicas tienen más razón que nunca, en la era de la OMC, al exigir que las publicaciones de las organizaciones internacionales tengan un alto nivel de calidad técnica y objetividad científica.

Los científicos también deben estar alertas y cuidar que los grupos que integran no sean utilizados como fachadas de apariencia legítima por las grandes empresas. Internet constituye un medio para que los científicos independientes planteen sus preocupaciones y para generar cambios en las organizaciones internacionales.

Barry I. Castleman es consultor ambientalista (correo electrónico: bcastle@mail.bcpl.lib.md.us) y Richard A. Lemen es médico de USPHS (Ret), Duluth, Georgia, Estados Unidos (correo electrónico: rlemen@msn.com) Este artículo fue presentado en la asamblea anual de la Asociación Estadounidense de Salud Pública, realizada en Indianápolis el 11 de noviembre de 1997.






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