No. 83 - Setiembre 1998
La lucha de las mujeres del Sur no presenta el mismo aspecto de uniformidad y homogeneidad que, por ejemplo, la de las mujeres de Europa occidental y América del Norte. A pesar de sus aspiraciones comunes existe una gran diversidad de posiciones en sus respectivas sociedades. Algunas han sufrido grandes revoluciones sociales y la mujer ha experimentado definitivamente grandes avances en su condición socioeconómica. En otros casos, continúan inhibidas por limitaciones tradicionales.
La lucha de las mujeres del Sur no presenta el mismo aspecto de uniformidad y homogeneidad que, por ejemplo, la de las mujeres de Europa occidental y América del Norte. A pesar de sus aspiraciones comunes existe una gran diversidad de posiciones en sus respectivas sociedades. Algunas han sufrido grandes revoluciones sociales y la mujer ha experimentado definitivamente grandes avances en su condición socioeconómica. En otros casos, continúan inhibidas por limitaciones tradicionales.
Hay también casos en que, pese a la persistencia de barreras sociales y culturales, cierta apertura de un espacio democrático ha permitido a la mujer crear sus propias organizaciones independientes para luchar por el cambio.
La lucha de la mujer en el Sur es compleja y variada. Los diversos movimientos pueden compartir iguales objetivos amplios y aún así tener importantes diferencias en sus especificidades. Además, no se trata de un fenómeno exclusivamente urbano o de clase media sino que cada vez más las trabajadoras y mujeres de comunidades rurales están pasando a ser las protagonistas.
El fenómeno de la globalización ha introducido ahora un elemento común. La última fase de la globalización ha arrojado a millones de mujeres al sistema de mercado. Aunque al principio parecía que las liberaba de la servidumbre doméstica y la dependencia económica, pronto se hizo evidente que la globalización se estaba convirtiendo en la "feminización de la pobreza". Los trabajos peor remunerados, no calificados y a menudo peligrosos que no dejaban espacio para la movilidad social fueron para las mujeres. Resultó claro que lejos de ser un agente de liberación, la globalización acentuó y amplió las desigualdades existentes.
El proceso de globalización es impulsado en muchos países del Sur por organismos multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Los programas de ajuste estructural, por ellos propuestos, causaron estragos en las sociedades en general y en las mujeres en particular. El recorte de los presupuestos nacionales en materia de gasto público ha dejado a las mujeres sin atención de la salud (en especial el cuidado maternal), mientras que la eliminación o reducción de subvenciones sobre elementos básicos tales como alimento y combustible intensificó las presiones domésticas sobre la mujer en la administración de sus hogares.
Cada vez que una fábrica o una empresa debe despedir trabajadores, son las mujeres las primeras. En una palabra, las mujeres son las que cargan con el mayor peso de la crisis.
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