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Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales


No. 84 - Octubre 1998

Bosques en llamas, ¿hay soluciones?

por Ricardo Carrere

Durante los últimos 12 meses, el mundo entero ha sido testigo de gigantescos incendios de bosques en todas las latitudes, que han implicado enormes pérdidas sociales, económicas y ambientales. Desde Australia a Indonesia, de Brasil a España, de México y América Central a Italia, de Estados Unidos a Grecia, han llegado relatos e imágenes periodísticos de sobrecogedoras e inmensas llamas engullendo bosques enteros y consumiendo los hogares, los recursos de vida y en muchos casos la vida misma de los pobladores locales.

Culpando al Niño

En muchos de esos casos se ha culpado al fenómeno del Niño por los incendios. Sin embargo, si bien es cierto que las extensas sequías que han afectado a extensas regiones del planeta como resultado de dicho fenómeno pueden haber tenido su cuota parte de responsabilidad, no es menos cierto que determinadas acciones humanas han tenido una responsabilidad mucho mayor. Y en casi todas ellas, el interés económico fue el encargado de activar las llamas.

El mundo entero viene desde hace tiempo manifestando una enorme preocupación por la desaparición de los bosques. Dicha preocupación se origina en razones diversas, todas igualmente importantes, tales como la función que cumplen los bosques en materia de regulación climática o en materia de conservación de la biodiversidad. Menos preocupación ha manifestado, sin embargo, por la suerte de las poblaciones que dependen directa o indirectamente de los bosques y que sin los mismos se ven privados de sus medios esenciales de vida.

Pese a esas preocupaciones compartidas, el modelo actual de desarrollo continúa actuando en sentido inverso y los bosques siguen siendo vistos más como pérdida de oportunidades que como una posibilidad de desarrollo. En ese sentido, los incendios forestales no constituyen un accidente de la naturaleza, sino que son parte de una estrategia para sustituir los bosques por actividades económicamente más rentables a corto plazo.

El incendio: última etapa de un proceso

Sin embargo, el incendio es normalmente la última etapa de un largo proceso. Los bosques tropicales, por ejemplo, son prácticamente incombustibles en su estado natural, debido fundamentalmente a la elevada humedad reinante a su interior, donde rara vez los rayos solares alcanzan el suelo. ¿Cómo se explica entonces que los bosques de Indonesia o de la Amazonia desaparezcan en llamas?

Para que ello haya sido posible, el proceso se inicia normalmente con políticas de colonización promovidas por los gobiernos para disminuir la presión social por tierra en otras regiones del mismo país. Se otorgan o prometen tierras a en la zona boscosa, a condición de que "limpien" los bosques y los conviertan a la agricultura o ganadería. Para hacer la migración posible, los gobiernos (normalmente con financiamiento del Banco Mundial u otro banco regional de desarrollo) abren carreteras por las que los campesinos se adentrarán en el bosque. Una vez allí, comienzan a desmontar la selva y a instalar cultivos agrícolas o pastizales. Tanto antes, como durante y después del proceso de colonización, aparecen las empresas madereras, que retiran del bosque los árboles de madera más valiosa y de mayores dimensiones para su industrialización.

En poco tiempo, la hasta entonces incombustible selva se transforma drásticamente. Por un lado la cubierta continua de árboles es sustituida por un mosaico compuesto por caminos, cultivos, pastizales, viviendas, industrias y bosque. El propio bosque remanente es mucho menos denso que antes debido a la continua extracción de árboles. Como resultado, el nivel de humedad a nivel del suelo y de la atmósfera se reduce por una mayor penetración de los rayos solares hasta el propio suelo del bosque, donde se acumulan restos de la corta, que de golpe se convierten en material sumamente combustible. Las pasturas y cultivos circundantes se agregan a la elevada combustibilidad potencial de la zona. En ese momento, toda el área está lista para convertirse en una gran antorcha, lo que tarde o temprano ocurrirá, tanto por accidente como intencionalmente. En ambos casos, habrá poderosos intereses económicos para que el fuego se extienda lo más posible y éste ha sido el papel fundamental que ha jugado El Niño: facilitar la tarea.

Entre los casos intencionales más claros se encuentra el de Indonesia, donde el propio gobierno ha denunciado a las empresas plantadoras de palma aceitera y de eucaliptos como responsables de los gigantescos incendios ocurridos allí recientemente. El incendio se origina en la pérdida de interés de las empresas madereras por los remanentes del bosque ya explotado y en su decisión de transformarlo en cultivos industriales de palmas o árboles. El método económicamente más eficiente para limpiar el terreno consiste en prender fuego al bosque secundario para inmediatamente plantarlo con las especies de cultivo seleccionadas. También aquí El Niño jugó a favor de las grandes empresas y el área incendiada se amplió mucho más de lo esperado, para beneplácito de un gran número de promitentes empresas plantadoras.

Lo anterior puede constituir una generalización válida para muchos países tropicales (e incluso aplicable a los muy recientes incendios en Galicia, España). Sin embargo, también han ocurrido grandes incendios con otros objetivos. Por ejemplo, varios de los incendios ocurridos este verano en la zona del Mediterráneo se originaron en intereses inmobiliarios. A lo largo de siglos, los bosques de esta región fueron siendo eliminados por motivos similares a los que ahora ocurren en muchos países del Sur. La conciencia social actual de esta pérdida ha otorgado un elevado valor cultural, paisajístico y hasta ético a la mayoría de los escasos relictos de bosques que sobrevivieron al "desarrollo". Esto ha desembocado en medidas legales preservacionistas para asegurar su supervivencia. Sin embargo, algunos de estos bosques siguen obstaculizando al "desarrollo". En efecto, las tierras que ocupan despiertan la codicia de ciertas empresas, que ven imposibilitadas jugosas inversiones en materia inmobiliaria por estar el suelo ocupado por bosques "improductivos" y legalmente protegidos. Una buena sequía y un fósforo son suficientes para eliminar el obstáculo a la libre empresa. Y así sucedió.

¿Hay solución?

Pese a todos los gastos que puedan hacer los estados en materia de equipamiento contra incendios, lo cierto es que la mayoría de ellos son imparables una vez que se inician y en última instancia -como lo hemos visto a lo largo del año-, toda la técnica moderna se reduce finalmente a esperar a que llueva para que el fuego se extinga.

A nivel nacional, la primera condición para evitar los incendios es que los gobiernos realmente no quieran que ocurran. Es decir, que asuman sus responsabilidades en materia de conservación forestal y erradiquen la promoción de la explotación desmedida y la sustitución de bosques por otras actividades productivas. Esto implica, entre otras cosas, abordar el tema de los factores socioeconómicos que determinan la ocurrencia de incendios y eliminarlos. Mientras esto no ocurra, los incendios seguirán su curso.

En apoyo a lo anterior, cabe destacar que existen experiencias que prueban que los incendios no son inevitables y que bajo las mismas condiciones climáticas unos bosques desaparecen en llamas mientras que otros no son afectados por las mismas. Tal es el caso de la región de El Petén en Guatemala, donde durante 1998 los bosques comunitarios (concesiones forestales comunitarias legalmente otorgadas) fueron los menos afectados por la cadena de grandes incendios ocurridos en la región. Si bien estas concesiones comunitarias tienen acceso a entrenamiento y uso de equipamiento contra incendios, la razón principal que explica la casi inexistencia de incendios es expresada de esta manera: "Nosotros el bosque lo queremos y por eso lo cuidamos. Del bosque comemos, mantenemos los hijos para los estudios ¿quién va a cuidar la casa ajena?". (Cortave, Macedonio y Pérez, Ernesto. "Concesiones forestales comunitarias fueron mejor protegidas y menos afectadas por los incendios". En: Un archipiélago de oportunidades. Alternativas locales a la quema. Memoria de la Reunión Técnica de Alto Nivel, San Pedro Sula, Honduras, 23-24 junio de 1998.)

Dicha concepción contrasta, en esa misma región, con la actitud de los trabajadores contratados para apagar incendios por el organismo público encargado de las áreas protegidas (CONAP), que "llegan a desear el incendio que destruye el bosque para que haya trabajo y un salario".

La segunda condición para la no ocurrencia de incendios podría resumirse entonces en que a las comunidades locales les sirva más la conservación que la destrucción del bosque, lo que a su vez implica, en primer lugar, que su administración esté legalmente bajo su jurisdicción y que su uso sustentable redunde en beneficios para la comunidad en su conjunto. Sumados el interés local a políticas nacionales de defensa de los bosques, los incendios pasarán a ser accidentes excepcionales y no alimento diario de los medios de comunicación como sucede en la actualidad.

Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales Correo electrónico: rcarrere@chasque.apc.org Internet: http://www.wrm.org.uy






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