No. 84 - Octubre 1998
Werner Raza y la teoría de la regulación
La restricción ecológica
por
Eduardo Gudynas
El economista austríaco Werner Raza, un ferviente partidario de la teoría de la regulación, sostiene que la economía política contemporánea olvida las bases ecológicas de la producción. Recordando que muchos conflictos en realidad son disputas por recursos naturales, postula una reforma tanto en el mercado como en el Estado.
Werner Raza es un ferviente partidario de la teoría de la regulación, donde se presta especial atención a los aspectos sociales e institucionales en las procesos económicos. Pero da un paso más, trabajando en la inclusión de la dimensión ambiental en ese campo. Raza, profesor en la Universidad de Economía y Ciencias Empresariales de Viena (Austria), realizó su tesis en Bolivia estudiando las políticas en desarrollo sustentable en ese país. Actualmente se encuentra trabajando sobre el impacto en ciudades medianas de las políticas territoriales y ambientales en un proceso de integración, comparando Viena en la Unión Europea, con Montevideo en el Mercosur.
- ¿Cuáles son las novedades que aporta la teoría de la regulación para considerar los aspectos ambientales en los análisis económicos?
- Una noción central dentro de la teoría de la regulación es el régimen de acumulación, es decir el conjunto de las relaciones sociales que se ocupan con la producción y reproducción de una sociedad. Cada uno de estos regímenes de acumulación, que se pueden observar históricamente, tiene su propia forma de utilizar y explotar la Naturaleza, y también su propia forma de regulación de esta relación social. Con esta noción queremos ampliar el entendimiento económico sobre la distribución del ingreso nacional, es decir de los frutos de la actividad productiva, y también incluir temas como el acceso al medio ambiente, los costos y beneficios de su utilización y de la actividad productiva. Es decir, amplificar esta importante noción de la distribución económica. En esta tarea es especialmente relevante el concepto de restricción ecológica. Esta noción viene a integrar las relaciones sociedad-ambiente dentro de la teoría de la regulación. En realidad, en la formulación original de la teoría de la regulación, realizada por autores franceses, los aspectos ambientales estaban ausentes. Nuestro grupo de trabajo propone integrar a esta teoría una forma institucional que se puede llamar la restricción ecológica o la relación sociedad-naturaleza. Bajo ella queremos apuntar a las relaciones sociales que podrían ser conflictivas pero también a veces compatibles. Es decir, a la relación dialéctica entre estos dos campos, la sociedad y la Naturaleza. Nosotros creemos que cada régimen de acumulación tiene su propia forma de explotar y utilizar el ambiente y también los recursos naturales, y dentro de esta forma institucional creemos que sería posible integrar esta relación dentro de la teoría de la regulación. En estos momentos, antes que una propuesta elaborada, es una idea que proponemos.
- Buena parte de las perspectivas económicas tradicionales se resisten a incluir la dimensión ambiental en sus análisis. ¿Cómo reaccionan frente a las ideas que hoy prevalecen?
- Nosotros creemos que el tratamiento del medio ambiente dentro de la economía neoclásica es deficiente. No toma en cuenta el aspecto institucional, por ejemplo. Tampoco toma en cuenta el hecho de que el ambiente funciona como base de toda la ecología humana o toda la actividad económica. Nuestra perspectiva se desarrolla dentro de un marco teórico más amplio que el marco tradicional económico. En especial, como somos economistas políticos, nos interesa desarrollar conceptos nuevos para problemas que hoy vivimos pero que carecen de abordaje. En especial hay que tomar en cuenta las relaciones intrínsecas entre toda actividad humana productiva y reproductiva, y la Naturaleza, el medio ambiente. Esta es una ausencia teórica muy importante en las corrientes de pensamiento mas difundidas de la actualidad.
- ¿Puede existir una economía política sin incluir el medio ambiente?
- Esa es más o menos la situación actual, donde se olvida la importancia de la Naturaleza. La economía política quiere integrar el ámbito económico con el político desde una perspectiva tradicional, olvidando el ámbito ecológico, que está ausente. En el campo teórico, nosotros queremos desarrollar la relación con la Naturaleza ya que entendemos que la visión actual es deficiente. En términos prácticos también debe hacerse, porque las estrategias de muchos gobiernos está centrada a fomentar la actividad económica y quizás a distribuir algunos de sus ingresos en el ámbito social. Pero desde mi punto de vista, el ambiente es también una base energética y material de esta actividad económica y no puede ser olvidado. Hay quienes únicamente toman en cuenta al ambiente dentro de un marco conceptual que quiere sólo fomentar la economía tradicional. Por ejemplo, en términos prácticos los políticos no consideran el medio ambiente, o sólo lo hacen cuando piensan que hay una demanda pública a la que podría responderse. Pero no hay una política sistemática que tome en cuenta esta relación.
- En muchos casos el acceso a los recursos naturales o las condiciones de calidad de vida, terminan en conflictos debido precisamente a que se olvidan esos aspectos ecológicos.
- Creo que muchos conflictos sociales se puedan encontrar y también analizar dentro de este marco, porque un conflicto sobre el uso de un parque o sobre el aprovechamiento del espacio público, o incluso una disputa sobre la ubicación de una carretera o la construcción de un centro comercial de gran superficie, no sólo es un conflicto social y económico sino también ecológico. En el centro de esas disputas también están los temas ecológicos, la Naturaleza, y el acceso y la utilización de ella estará en todas las polémicas. Creo que muchos problemas ecológicos son por eso problemas bastante políticos, porque involucran conflictos sociales. En este sentido es importante la noción de distribución ecológica, un concepto promulgado por Joan Martínez Alier, desde España, con el se busca integrar la pregunta de la distribución, de la riqueza no sólo económica sino también natural, dentro de un proyecto de ecología popular o desarrollo sostenible. Por distribución ecológica nosotros entendemos los aspectos sociales referidos al acceso al ambiente y los recursos naturales, y su distribución. Además, considera no sólo la presente generación, sino también temporalmente las generaciones futuras. Se atiende la distribución del uso de cierto recurso entre la generación presente y las generaciones próximas. También se considera la distribución espacial de la contaminación del ambiente. Esta noción de distribución ecológica creo que puede apuntalar y apoyar el análisis de estos conflictos y también la actividad política misma. Porque cuando nosotros empezamos a pensar sobre los conflictos también en sus aspectos ambientales vimos que podrían encontrarse nuevas soluciones, que integraran los temas ecológicos o la defensa de la calidad de vida.
- Desde esta perspectiva, ¿cuál debería ser el papel del Estado en atender problemas sociales y ambientales?
- En primer lugar, no comparto la euforia neoliberal en cuanto a la capacidad del mercado de solucionar todos sus problemas económicos y sociales. Segundo, tampoco creo que el Estado como se encuentra en los países europeos sea algo bueno, sea sólido o eficiente. Claro que se debería modernizar al Estado, pero dentro de un marco que no quiere decir desmantelarlo, por ejemplo en todas sus actividades en el campo social. También creo que como la economía se está internacionalizando, esos aspectos tienen un fuerte papel, tanto en sus impactos ecológicos como sociales. Por ello el Estado debería reformular sus actividades. El Estado nacional dentro de este marco de globalización e integración regional, está perdiendo en ciertos aspectos su capacidad de gestión. Es el caso en la Unión Europea, donde hay un cuerpo legislativo junto a un cuerpo jurisdiccional que está sustituyendo en alguna medida al papel del Estado nacional. El Estado supranacional podría jugar un papel mayor en cuanto a la regulación de problemas sociales y ecológicos. Pero esto necesitaría también una reformulación del papel de la Unión Europea que, por ahora, permanece más o menos ligada a los intereses empresariales y no tanto a los intereses de los trabajadores y la ciudadanía. Bajo esta ola de internacionalización de la economía, de la amplificación del espacio económico geográfico, creo que el Estado debe responder especialmente a estos dos niveles, el supranacional y el local, en tanto los gobiernos nacionales pierden mucha de su capacidad de gestión. El Estado local, los municipios, obtendrá nuevas competencias y opciones, que a veces las utiliza, pero que en muchos casos no lo ha hecho.
- ¿Qué se debería reformar en el caso del mercado?
- La reforma del mercado es bastante dominante en nuestras sociedades. Pero tengo la sensación de que se deberían regular algunos ámbitos. Especialmente los mercados financieros que juegan un papel muy importante en el comportamiento de nuestras economías, y que pueden tener desempeños bastante destructivos. Se deberían regular estos mercados, por ejemplo con instrumentos económicos, pero a veces quizás también de comando de control sobre los flujos, especialmente de capitales especulativos. También se tiene que tomar en cuenta que el mercado liberalizado a nivel internacional no sólo tiene ventajas, como sugiere la teoría ortodoxa, sino también resulta en efectos negativos en un incremento de la contaminación por causa del tráfico ligado al comercio internacional y también en cuanto a efectos adversos sociales. Organismos internacionales como la Organización Mundial de Comercio o la Organización Internacional del Trabajo deberían integrar estándares mínimos tanto en el campo social como en el ambiental. Finalmente, también se necesitaría una nueva voluntad política de parte de los estados del Norte, para apoyar a los países del Sur en estos cambios.
- ¿Hay movimientos que promueven éste tipo de cambios?
- Los partidos socialdemócratas en muchos países europeos no son una fuerza hacia este cambio. Otros partidos de izquierda, y especialmente los verdes, podrían jugar un papel más importante en éste sentido. Para concretar ese cambio se necesita una coalición de movimientos sociales de los países industrializados como también de los países en vías de desarrollo. Hay señales en esta dirección, como la creciente presencia de ONGs en las reuniones internacionales, coordinadas de un modo bastante espontáneo y flexible para presionar por un cierto objetivo político. Y eso parece ser un modo bastante exitoso de los movimientos de cambio, donde el aporte de los países del Sur es muy importante, como los movimientos indígenas, los Sin Tierra en Brasil o los campesinos en Asia.
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