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No. 85 - Noviembre 1998

Tecnología exterminadora de semillas y megafusiones

Amenaza a la seguridad y libertad alimentaria

por Geri Guidetti

La adquisición por la empresa estadounidense Monsanto de la tecnología "exterminadora" y su fenomenal crecimiento mediante fusiones y compras ilustran la nueva amenaza mundial a la alimentación y la libertad.

En la historia de la humanidad hay ocasiones en que la línea divisoria entre la genialidad y la demencia es apenas perceptible. En el mundo de la biotecnología y los alimentos, esa línea acaba de borrarse. Los anuncios realizados en los últimos meses sugieren que un ingenioso avance científico y posteriores acuerdos comerciales amenazan con poner fin a la capacidad natural de los pueblos de todo el mundo de cultivar libremente sus alimentos. Nunca el hombre ha creado un plan tan insidiosamente peligroso y "perfecto" para controlar la fuente de alimentos y aun la supervivencia de todos los seres humanos del planeta. ¿Exageraciones? Juzgue por sí mismo.

El 3 de marzo de 1998, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos y la empresa Delta & Pine Land Company de Mississippi, la mayor productora de semillas de algodón del mundo, anunciaron el desarrollo conjunto de una nueva técnica bioagrícola que fue patentada con el número 5.723.765. Benignamente denominada "Control de la Expresión Genética Vegetal", la nueva patente permitirá a sus propietarios y empresas autorizadas crear semillas estériles mediante la programación selectiva del ADN de las plantas para que mate a sus propios embriones.

La patente cubre las plantas y semillas de todas las especies. ¿El resultado? Las semillas de las plantas guardadas en la cosecha para futuros cultivos no germinarán. Vainas de guisantes, tomates, pimientos, espigas de trigo y maíz se transformarán esencialmente en morgues de semillas. De un solo golpe, el hombre habrá roto irremediablemente el ciclo planta-semilla-planta-semilla, que sustenta la mayor parte de la vida sobre el planeta. No habrá alimentos a menos que se compren más semillas. Esto es evidentemente bueno para las empresas productoras de semillas y, según parece, también es bueno para el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

Patentes en 78 países

En una reciente entrevista con la Fundación Internacional para el Progreso Rural (RAFI), con sede en Canadá, Willard Phelps, portavoz del Departamento de Agricultura, explicó que el Departamento pretende que dicha técnica "obtenga numerosas licencias y esté disponible rápidamente para muchas productoras de semillas". El objetivo, dijo, consiste en "aumentar el valor de las semillas de las compañías estadounidenses y abrir nuevos mercados en países del segundo y tercer mundo". El Departamento de Agricultura y Delta & Pine solicitaron patentes para su tecnología exterminadora al menos en 78 países.

Una vez que el método sea comercializado, el Departamento ganará cinco por ciento de las ventas netas. "Creo que será muy rentable para el Departamento de Agricultura de Estados Unidos", dijo Phelps. ¿Cómo se explica esta rentabilidad para un ministerio del gobierno federal de Estados Unidos?

La tecnología exterminadora fue creada para impedir que los agricultores conserven semillas no híbridas, de polinización abierta o genéticamente alteradas que venden las grandes empresas. Las variedades de cultivos de polinización abierta como trigo y arroz son ejemplos típicos. La lógica declarada de la tecnología exterminadora es realmente simple: una empresa productora de semillas invierte dinero para desarrollar y producir nuevas variedades, de las cuales espera vender grandes cantidades para recobrar el dinero invertido en investigación y desarrollo, y luego obtener ganancias. A primera vista esto parece justo, pero existe gran preocupación en todo el mundo sobre cuántas ganancias y cuánto control procuran estas compañías multinacionales.

Muchas de sus semillas patentadas no son más que versiones genéticamente modificadas de cepas antiguas, confiables, cultivadas de modo convencional, que han sido de dominio público por muchas generaciones. El razonamiento es el siguiente: cambiemos un gen para hacer una semilla resistente a algún nuevo tipo de enfermedad y esa semilla ya no pertenecerá a cualquiera que desee cultivarla o conservarla, sino a la empresa productora. En los últimos años, la comunidad mundial ha presenciado con indignación cómo algunas multinacionales productoras de semillas han reclamado el derecho de propiedad sobre especies enteras de plantas basadas en que alteraron un gen en un miembro de esa especie, por lo que todo su genoma les pertenece.

En un mundo de creciente población y, por tanto, creciente demanda de alimentos, gigantescas empresas multinacionales esperan vender enormes cantidades de semillas manipuladas genéticamente y patentadas. La alimentación es un gran negocio que tiende a crecer, y esas firmas aspiran a que los agricultores de todo el mundo necesiten volver a ellas, año tras año, para comprarles semillas y, en algunos casos, incluso los compuestos químicos para cultivarlas. Patentes de plantas, licencias, derechos de propiedad intelectual, investigaciones y juicios contra agricultores por violar el monopolio de una empresa sobre determinada variedad de semillas son algunos de los medios que utilizan para proteger sus intereses.

La nueva tecnología exterminadora podría volver obsoletas incluso estas modernas medidas de control, ya que es potencialmente tan poderosa, tan efectiva y perfecta en su posibilidad de aplicación, que sus propietarios y concesionarios tendrán literalmente un completo control biológico sobre los cultivos a los que se aplique. Las multinacionales han trabajado duro para impedir que los agricultores de todo el mundo guarden sus propias semillas de plantas cultivadas a partir de semillas compradas a esas empresas. También intentan encontrar formas de estimular a los agricultores de Estados Unidos, Europa y en especial del enorme mercado representado por América del Sur, México y Asia a que adopten las semillas patentadas, genéticamente manipuladas, en lugar de continuar con la ancestral práctica de guardar sus propias semillas, producidas localmente y cultivadas de forma convencional.

Si las empresas logran producir y ofrecer sus semillas "mejoradas" a un costo suficientemente bajo para convencer aun a los agricultores pobres a adoptarlas, habrán capturado gran parte del mercado mundial. La tecnología exterminadora garantizará que esos mercados, agricultores, comunidades y países dependan completamente de la empresa que les vendió las semillas para poder seguir alimentándose.

Existe otro lado potencialmente oscuro de esta tecnología. Biólogos moleculares están divididos sobre si existe o no el riesgo de que la función exterminadora escape del genoma de los cultivos a los que fue intencionalmente incorporada y se transmita a otros cultivos de polinización abierta o plantas silvestres de los alrededores. Debido a la increíble adaptabilidad de la naturaleza y al hecho de que la nueva tecnología nunca fue probada en gran escala, la posibilidad de que se extienda a cultivos cercanos o al ambiente natural debe tomarse en serio. La propagación gradual de la esterilidad entre las plantas podría resultar en una catástrofe mundial que incluso podría borrar del planeta formas superiores de vida, sin excluir a los seres humanos.

Control de las fuentes de alimentos

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos invirtió unos 190.000 dólares durante cuatro años en el proyecto conjunto. Por su parte, Delta & Pine Land Company gastó 275.000 dólares e invirtió 255.000 más. Sumadas, estas cifras constituyen sólo una gota en el mar comparadas con la potencial rentabilidad de la tecnología resultante. Delta & Pine retiene la opción de la licencia exclusiva de la tecnología producida conjuntamente, explicó Phelps, del Departamento de Agricultura.

"Si la tecnología exterminadora se utiliza ampliamente, otorgará a la industria multinacional de las semillas y los agroquímicos una capacidad extremadamente peligrosa de controlar las fuentes de alimentos del mundo", advirtió RAFI en un comunicado. Ese temor podría hacerse realidad mucho antes de lo que cualquiera pueda imaginar.

A la fecha del anuncio del desarrollo de la nueva técnica, el 3 de marzo, era sabido que Monsanto, la multinacional estadounidense de las semillas y los plaguicidas, era una accionista menor (ocho por ciento) en Delta & Pine Land Company. Ambas empresas tenían un proyecto conjunto de semillas de algodón en China. El 11 de mayo, sólo nueve semanas después del anuncio, Monsanto adquirió Delta & Pine Land Co. y, con ella, el completo control de la tecnología exterminadora.

Para una mayor descripción de las implicaciones de esta adquisición, ofrecemos aquí un resumen de ciertos datos publicados sobre las actuales actividades y propiedades agrícolas de Monsanto:

* La compra de Delta & Pine otorga a Monsanto una participación de 85 por ciento en el mercado de las semillas de algodón de Estados Unidos y una posición mundial dominante sobre este cultivo.

* El 11 de mayo, Monsanto anunció también la adquisición de Dekalb, la segunda mayor empresa productora de maíz de Estados Unidos.

* En enero de 1997, Monsanto compró Holden’s Foundation Seeds. Un portavoz de la compañía informó que su objetivo consistía en plantar sus semillas manipuladas genéticamente en al menos la mitad de los 16 millones de hectáreas que Monsanto había adquirido hasta entonces con sus compras. Se estima que entre 25 y 35 por ciento de las plantaciones de maíz de Estados Unidos fueron realizadas con productos de Holden. La adquisición de Holden y Dekalb convirtió a Monsanto en la empresa dominante también en el mercado del maíz.

* En noviembre, Monsanto adquirió Sementes Agroceres, una importante compañía semillera de Brasil. La compra otorgó a Monsanto 30 por ciento del negocio de las semillas de maíz en ese país. Los agricultores brasileños que durante generaciones han cultivado y guardado sus propias semillas son considerados objetivos primarios de la tecnología exterminadora y apomíctica.

* El 20 de enero, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos obtuvo la patente (número 5.710.367) del "maíz apomíctico", que acelera la producción de semillas híbridas al permitir que la planta produzca clones, disminuyendo así el precio de las semillas híbridas. Los agricultores del Tercer Mundo que no pueden adquirir semillas híbridas más costosas podrían comprar estos clones. A diferencia de otros híbridos, el maíz apomíctico puede ser recultivado, pero su uniformidad genética lo hace más vulnerable a perder su resistencia a las enfermedades, forzando a los agricultores a comprar semillas con más frecuencia. Se teme que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos otorgue licencia a Monsanto sobre este producto. Las recientes adquisiciones de productoras de maíz por Monsanto y su virtual monopolio del producto convierten esa posibilidad en algo muy cercano.

* También existe una conexión con Washington, según RAFI: "En los últimos dos años, varios altos funcionarios de la Casa Blanca y el Departamento de Agricultura abandonaron Washington atraídos por la sede de Monsanto en St. Louis, Missouri".

* En octubre de 1997, Monsanto y Millenium Pharmaceuticals (otra empresa estadounidense de ingeniería genética) anunciaron un acuerdo de cooperación de cinco años por 118 millones de dólares que incluye la creación de una nueva filial de Monsanto con unos 100 científicos para trabajar exclusivamente con Millenium en ingeniería genética. El acuerdo exclusivo no se limita a un único cultivo o lugar geográfico, sino que cubre todos los cultivos de todos los países. Monsanto considera a la nueva filial "una parte integral de su estrategia científica" y espera ganar competitividad en la investigación sobre "genes exterminadores" patentables.

* Monsanto ha promovido estrategias para la protección de sus patentes, principalmente en base a sus frijoles de soja genéticamente manipulados, que tienen la capacidad de soportar el rociado con el principal herbicida de la compañía, Roundup. (Las malezas y otras plantas mueren, pero los frijoles sobreviven). En 1996, la firma sentó un nuevo precedente que exige a los agricultores compradores de sus "frijoles de soja Roundup Ready" que firmen el "Acuerdo sobre Genes Roundup Ready 1996". Las condiciones para el agricultor son las siguientes: pagar un "derecho de tecnología" de cinco dólares por saco; otorgar a Monsanto el derecho a inspeccionar, controlar y probar sus tierras durante un plazo máximo de tres años; utilizar únicamente el herbicida en base a glifosato de Monsanto, llamado Roundup; renunciar a su derecho a guardar y replantar las semillas patentadas; no vender ni suministrar de modo alguno dichas semillas a "ninguna persona o entidad", y, en caso de violación del acuerdo, pagar a Monsanto una cantidad 100 veces superior a los derechos aplicables para el gen Roundup Ready, más los honorarios y costos de los abogados. La fuerte protesta de los agricultores contra la inspección y el control de su propiedad privada obligó a Monsanto a modificar esa parte del contrato en 1997.

* La compañía utilizó contratos similares para su algodón modificado genéticamente y, de acuerdo con una portavoz, proyecta introducir tales contratos para todas las semillas manipuladas genéticamente que lance al mercado. (Tengamos en cuenta que la tecnología exterminadora es aplicable a todos los cultivos).

Líder mundial

El 1 de junio de 1998, el potencial impacto de la tecnología exterminadora sobre la agricultura mundial aumentó explosivamente con el anuncio de que American Home Products Corporation (AHP) se había fusionado con Monsanto. AHP, decía el comunicado de prensa, "es una de las mayores compañías farmacéuticas del mundo (...) También es líder mundial en vacunas, biotecnología, productos agrícolas y veterinarios". La agencia de noticias Reuters anunció que la fusión crearía "una poderosa empresa farmacéutica con presencia masiva en el creciente mercado de los productos agrícolas manipulados genéticamente".

En realidad, AHP es una familia de empresas que incluye a American Cyanamid, Cyamid Agricultural Products Group y Wyeth Ayerst, entre otras. Es la tercera compañía de Estados Unidos en herbicidas, insecticidas y fungicidas, pero tras su fusión con Monsanto, se estima que la firma resultante se transformará en la mayor empresa de agroquímicos del mundo, superando a la gigante suiza Novartis.

No es necesario un gran esfuerzo mental para imaginar el potencial de aplicación y comercialización de las semillas Roundup Ready, los contratos y la tecnología exterminadora de Monsanto a un creciente número de empresas y cultivos. Si la tecnología exterminadora no se prohíbe a nivel mundial, se incorporará finalmente a todos los cultivos alimenticios no híbridos, manipulados genéticamente y de polinización abierta.

Siempre me ha preocupado la vulnerabilidad de nuestro sistema de producción, procesamiento y distribución de alimentos, cada vez más centralizado, computarizado y dominado por las multinacionales. Las condiciones climáticas extremas, los fertilizantes contaminados con residuos tóxicos, la contaminación bacteriana de los alimentos y la crisis del 2000 de las computadoras habían sido hasta hace poco las principales preocupaciones. Ahora se les suma la tecnología exterminadora, que amenaza con hacer desaparecer las semillas no híbridas de polinización abierta. Se trata de semillas que garantizan la biodiversidad y la seguridad alimentaria en tiempos inseguros.

Que quede claro: la adopción mundial de la tecnología exterminadora recientemente patentada asegurará la absoluta dependencia de los agricultores y las personas que éstos alimentan respecto de las empresas multinacionales para la obtención de las semillas. La dependencia no promueve la libertad, sino todo lo contrario. La historia abunda en ejemplos de pueblos y culturas que perdieron libertades fundamentales porque su fuente de alimentos era controlada por otros. Esto no debe pasarle a los agricultores del segundo y tercer mundo, no debe pasar en ninguno de los 78 países en los que se solicitó la patente, y no debe pasar aquí.

La tecnología exterminadora es científicamente brillante y sobre todo un buen negocio, pero ha cruzado la tenue línea entre la genialidad y la demencia. Es, simplemente, una mala y peligrosa idea que debe ser prohibida.

Copyright 1998, por Geri Guidetti.
Geri Guidetti es miembro de The Ark Institute, casilla de correo 140, Oxford, OH 45056, Estados Unidos.
Página Web: http://www.arkinstitute.com E-mail: arkinst@concentric.net






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