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No. 85 - Noviembre 1998

Alimentos manipulados genéticamente

Multinacionales listas para controlar la producción mundial

por John Vidal y Mark Milner

Un puñado de gigantescas empresas agroquímicas están a punto de tomar el control de la producción mundial de alimentos mediante la manipulación genética. Las consecuencias para el Sur, en particular para sus agricultores, podrían ser desastrosas.

Seis gigantescas compañías agroquímicas se disponen a dominar la producción mundial de alimentos por medio de la ingeniería genética. El resultado podría ser el desempleo de millones de agricultores, la pérdida de mercados de exportación enteros de países en desarrollo, una revuelta de los consumidores en Europa y en Gran Bretaña una mayor concentración de la agricultura en unos pocos.

El ritmo y las dimensiones de la revolución alimentaria que se gesta en Estados Unidos sorprende a gobiernos, industriales y analistas. Las empresas sostienen que este año se plantaron más de 12 millones de hectáreas de cultivos manipulados genéticamente, es decir, tres veces más que en 1996. "Se prevé que el mercado se duplicará nuevamente para el próximo año", dijo un portavoz de la estadounidense Monsanto, la mayor empresa de biotecnología y sustancias químicas.

En Gran Bretaña, se han realizado cultivos de prueba durante varios años y se espera que la Unión Europea apruebe a comienzos del año próximo el primer lanzamiento comercial de semillas manipuladas genéticamente.

La inversión de 8.000 millones de dólares encabezada por Monsanto, con los conglomerados multinacionales Novartis, AgroEvo, Dupont, Zeneca y Dow detrás de ella, plantea interrogantes acerca de la influencia de las empresas sobre los gobiernos, ya que la campaña para impulsar la ingeniería genética implica una fuerte presión sobre organizaciones comerciales, organismos reguladores, legisladores, medios de comunicación y consumidores.

Las empresas argumentan que las nuevas tecnologías son ambientalmente sanas y causarán beneficios a la salud, pondrán fin al hambre mundial y reducirán el uso de plaguicidas. "No hay cultivo ni persona que no pueda beneficiarse. Se trata de un cambio histórico. Se puede mirar hacia atrás o bien preguntarse cómo se va a alimentar el mundo del futuro", declararon voceros de Monsanto.

Pero grupos internacionales de consumidores recomiendan precaución y sostienen que se están dejando de lado consideraciones científicas, éticas y sociales. "Científicos e industriales adoptan decisiones por los consumidores con un mínimo de discusión pública", señaló Julie Shepherd, de la Asociación de Consumidores. "Esto sólo agravará el hambre", advirtió la ambientalista india Vandana Shiva, directora del Instituto de Ciencia y Tecnología de Nueva Delhi. "Millones de pequeños agricultores sin acceso a la tecnología ni a los mercados mundiales quedarán incapacitados para competir".

En un análisis especial de los cambios que tienen lugar en la industria alimentaria mundial, el diario británico The Guardian descubrió:

* Una puerta giratoria entre el gobierno de Estados Unidos y la industria biotecnológica.
* Una gran presión para redefinir las normas mundiales sobre seguridad alimentaria en favor de la biotecnología.
* Nuevas leyes que protegen de las críticas a la industria alimentaria de Estados Unidos.
* Problemas ambientales inesperados.
* Contratos que someten a los agricultores al control de las empresas sobre su producción.
* Intentos de las principales firmas de biotecnología del mundo por inclinar el debate a favor de la ingeniería genética.
* La manipulación de organizaciones mundiales para oponerse a gobiernos que rechazan los cultivos modificados genéticamente.
* La imposibilidad para los consumidores de elegir libremente sus alimentos.
* Temor a que las economías de los países en desarrollo sean afectadas adversamente.

La revolución se basa en una simple manipulación genética que modifica las semillas para que sean resistentes a los herbicidas patentados por las mismas compañías. Se prevé que, en unos pocos años, habrá alimentos inimaginables logrados mediante la modificación genética.

Más allá de la posibilidad de lograr cultivos más productivos que requieran menos plaguicidas, se libra una feroz batalla por la producción alimentaria. La industria dominada por Estados Unidos tiene un mercado mundial anual de 400.000 millones de dólares. "Su poder combinado para dominar los mercados es impresionante", dijo un economista de la Organización de las Naciones Unidas. "El tren ya partió de la estación. Ahora es prácticamente imposible pararlo".

La biotecnología permitirá a Estados Unidos dominar aún más los mercados y estimulará su economía. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) predice que la revolución alimentaria afectará a todo el mundo en unos 10 años, con impredecibles consecuencias, ya que la agricultura representa 65 por ciento de la economía mundial.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) prevé grandes cambios económicos y sociales. "No es posible esperar una creación de empleos con las nuevas tecnologías. Esto afectará fundamentalmente a la agricultura en todas partes y tendrá un papel determinante en el futuro de los más pobres", dijo un portavoz.

El informe trimestral de la consultora británica McKinsey dice: "El mundo está por experimentar una revolución. La ciencia está ahora en manos de gigantescas empresas químicas, farmacéuticas y agrícolas que se disponen a pasar de unos pocos productos en la actualidad a un menú completo dentro de cinco años. La biotecnología está revolucionando la cadena alimenticia".

En diciembre de 1997, importantes actores de la industria alimenticia británica expresaron nuevas preocupaciones por los alimentos manipulados genéticamente. "Se supone que los nuevos alimentos son controlados adecuadamente, pero la legislación en esta área llegó tarde y es inapropiada para atender todas las preocupaciones de los consumidores", dijo un portavoz de la Asociación de Consumidores.

Sólo hay dos productos en los supermercados de Gran Bretaña que obviamente son producidos por ingeniería genética: el puré de tomates de Safeway y el queso vegetariano de Sainsbury y Co-op. Ambos están etiquetados. Dentro de la amplia gama de productos hay muchos que contienen ingredientes modificados genéticamente, pero no se los puede identificar debido a que están mezclados.

La resistencia a los alimentos alterados genéticamente está creciendo en Europa y los países en desarrollo, uniendo a consumidores y grupos ambientalistas. Muchos cultivos de prueba están siendo saboteados.

Este artículo fue publicado en The Guardian el 15 de diciembre de 1997, y se reproduce con autorización de sus editores.






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