No. 86 - Diciembre 1998
Internet y la comunicación democrática
por
Roberto Bissio
Internet tiene una enorme capacidad teórica para hacer de la comunicación participativa y democrática una realidad. ¿Cuál ha sido el impacto de la nueva tecnología en los medios tradicionales? ¿Cuáles son los nuevos usos más imaginativos de Internet como herramienta de comunicación horizontal?*
Internet y democracia, al igual que sexo y mentira, son conceptos que casi siempre vienen asociados. Ambos son temas de conversación popular y ambos objeto de interminables discusiones: la democracia está vinculada a la idea de Internet desde sus orígenes, así como la mentira está vinculada al sexo también desde sus orígenes, por lo menos de acuerdo a la tradición bíblica. En todo caso, si bien es un gran honor para mí integrar este panel, también me resulta un poco embarazoso hablar de un tema tan vasto en Finlandia, el país con la mayor densidad per capita de conexión a Internet del mundo.
El triángulo tecnología-economía-sociedad
¿Por qué es que hablamos tanto sobre Internet y democracia cuando, que yo recuerde, nunca hubo un seminario sobre "fax y democracia"? La diferencia es que el fax, con toda su importancia económica, es tan solo una tecnología, mientras que Internet es el resultado de un triángulo en el que ciencia y tecnología están en un ángulo, economía en el otro y sociedad en el tercero.
Lo que hace de Internet la fuerza dinámica que es hoy día es 1) la capacidad cada vez mayor de computadoras cada vez más baratas, lo que multiplica y democratiza el acceso a la información digitalizada, 2) el costo cada vez menor de las comunicaciones y 3) un protocolo abierto (conocido en la jerga como TCP/IP) accesible a todo el mundo sin costo alguno y sin necesidad de permisos o autorizaciones. Lo que es básicamente lo mismo que el viejo sueño de tener un lenguaje universal y abierto para que la gente se comunique.
Un lenguaje, aun cuando sea libre y abierto, muere si la gente no puede o no quiere usarlo: es lo que pasó con el esperanto. Las personas que quieren comunicarse y la disponibilidad de máquinas y líneas llevará a un sistema centralizado controlado por el Estado de no existir un lenguaje común que pueda ser utilizado gratuitamente: ocurrió con Minitel en Francia.
El fin de la larga distancia... pero no todavía
La capacidad de las computadoras, el espacio de disco y el ancho de banda se han abaratado y abundan de forma creciente. Ya se anuncia "el fin de la larga distancia" (o, mejor dicho, del costo creciente de las comunicaciones en función de la distancia). Y esta tendencia va a beneficiar indudablemente a los que están lejos. Lejos de las capitales, lejos de los centros de poder. En la "periferia" que deja de existir a medida que se reduce la distancia al "centro".
Pero los costos de comunicación y las líneas de mala calidad siguen siendo las barreras más importantes para el acceso en gran escala a Internet. La información destinada al Sur debe tomar en cuenta esto y explotar todas las posibilidades del mínimo común denominador: el correo electrónico.
Muchos con muchos
La promesa democrática de Internet está en la relación entre los tres componentes: no se trata de una comunicación interactiva entre dos personas, como el teléfono o el fax, o una comunicación unidireccional entre una persona y varias, como la radio, la televisión o los periódicos. Es una comunicación interactiva entre muchos por un lado y muchos por el otro, como en el ágora. La Internet ha resucitado la utopía de la democracia directa y participativa.
La masificación de la computadora destruye la posibilidad de cualquier monopolio del conocimiento, la caída de los precios de las telecomunicaciones beneficia más a los que están lejos. Estas fuerzas combinadas están erosionando la organización de las corrientes de información que van de un centro a una periferia. La red no tiene centro. Cada nodo es jerárquicamente igual a otro. Ningún nodo es indispensable para la existencia de la red Internet.
Los ciudadanos y las negociaciones mundiales
Internet ha sido usada por grupos de ciudadanos para obtener información eludiendo la censura, para expresar preocupaciones y luchar contra la represión, y ha sido particularmente efectiva para organizar movimientos internacionales e incluso mundiales. La Cumbre de la Tierra en 1992 fue el primer gran debate internacional oficial en el que se empleó masivamente la comunicación por computadora. Pero, en gran medida, esas posibilidades pasaron desapercibidas en tanto si bien las ONG se entusiasmaron mucho con esta tecnología y sus posibilidades, no así los gobiernos y tampoco los medios de difusión. (La "explosión" de Internet fue en 1994).
La campaña contra el Acuerdo Multilateral de Inversión, que obligó a los ministros de la OCDE en abril de este año a postergar su aprobación, ha sido un ejemplo reciente y notorio de cómo Internet puede servir para destapar una discusión secreta y dirigir hacia ella la atención pública y al mismo tiempo movilizarse internacionalmente y de manera efectiva en su contra. El prestigioso Financial Times concluyó que "las negociaciones económicas internacionales nunca podrán ser las mismas" después del fracaso del AMI. Coincido. Y creo que eso es bueno para la democracia.
Las ondas
¿Y qué pasa con los medios de difusión convencionales? Como siempre ocurrió cuando aparecieron medios nuevos, los viejos no desaparecen pero tienen que hacer ciertos ajustes. La digitalización está produciendo una "sopa" con los medios de difusión: en lugar de concentrarse en lo que hacen mejor, en sus "nichos de mercado", como dirían los economistas, los periódicos se comportan en la Red como canales de televisión, los directorios y herramientas de búsqueda se convierten en vendedores de libros y distribuidores de noticias.
La palabra hablada se vuelve escrita. La imagen se vuelve palabra. Digitalizados los contenidos, se vuelve irrelevante cuál es el "medio" que los contiene.
"Portales" es la nueva palabra mágica, aunque nadie sabe si la seguiremos nombrando dentro de seis meses. Hace un año el tema hot ("de onda") en la Red era la tecnología push: se enviaba material de entretenimiento e información por la Red a los suscriptores, muy parecido a como hace años se enviaban las noticias a las terminales de teletipos. Pero los usuarios no quisieron que sus computadoras se comportaran como aparatos de televisión. Querían tener el control. Se aferraron a las tecnologías pull que les dan el poder de "jalar" lo que les interesa de la red. La tecnología push murió.
Los editores han muerto.
¡Vivan los editores!
Comencé a trabajar como periodista dedicado a temas Sur-Sur hace un par de décadas, en una época en que la información era escasa y preciosa. Ahora cambiamos de la sequía a la inundación. También es malo, aunque de manera diferente. Para sobrevivir a la sequía teníamos que almacenar cada trozo de información y defendernos para no perderla, como un cactus. Para sobrevivir a la inundación tenemos que aprender a nadar y reaccionar rápidamente a los cambios de vientos y corrientes. Demasiadas voces hablando al mismo tiempo confunden e insumen mucho tiempo para quien necesita información. Los editores como filtradores de lo que es imprimible y lo que no, ya no son indispensables. Sin límites en materia de espacio o costos, todas las noticias pueden ahora ser "impresas" en Internet (¡y de hecho, lo son!). Los lectores pueden ir a las fuentes originales y sacar sus propias conclusiones. Pero ahora están necesitando desesperadamente editores que los ayuden a seleccionar.
Una agencia como IPS cumplió un papel vital cuando para varios temas y para varios países fue la única fuente de información: era el oasis de la información. Ahora que las fuentes se multiplicaron, se hace necesaria como faro.
Dije faro y me detengo a pensar: ¿No fue la metáfora del "faro" una prolongación del concepto de "navegación en la Red"? Si es así debo disculparme. Nadie "navega" en la Red y se divierte visitando lugares en los que no deja rastros, como sugiere la metáfora. Los usuarios más bien son como "pastores" de sus intereses, buscando nutrientes para sus intelectos y al mismo tiempo dejando también nutrientes en la red, bajo la forma de la contribución voluntaria o inadvertida que en materia de información obtienen los lugares en los que han estado.
¿Cómo aprovechar al máximo la naturaleza interactiva de la red? Esta es la gran pregunta para la cual todavía no existe una respuesta definitiva. Las "conferencias" (lugares de discusión virtual) de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) son un buen ejemplo. Se iniciaron en torno al ideal democrático de que la gente pudiera participar en las discusiones mundiales al costo de una llamada local. Con el tiempo, la contribución de los lectores en esas conferencias se convirtió en un valor de información en sí mismo.
La mayoría de los medios de difusión convencionales no se desempeñan bien en la red porque es difícil modificar viejos hábitos y porque la interactividad con los lectores/espectadores/ciudadanos no es el lado fuerte de los medios de difusión. Amazon.com, la librería de Internet, por el contrario, entendió ese aspecto y está haciendo millones con un sitio que ofrece a los compradores de libros la oportunidad de publicar sus comentarios sobre los mismos.
El consumidor como proveedor de información
En esos ejemplos los usuarios ofrecen la información gratuitamente. ¿Qué ocurre con la información realizada de manera profesional? ¿Quién la va a pagar? "La información quiere ser libre", es la conocida consigna de los hackers ("piratas" de Internet). Muy bien para cuando hablamos de la censura o del abuso del poder por los poderosos. Muy mal si planeamos hacer de la producción y entrega de información una actividad económicamente viable.
De los dos modelos posibles -que pague el consumidor o que paguen los anunciantes- el segundo es hasta ahora el más extendido en Internet y constituye un gran problema para los productores de información pequeños e independientes. Los anuncios de publicidad tienden a concentrarse en unos pocos lugares y por unos pocos anunciantes cuyo poder sobre el contenido de lo producido aumenta día a día. Todavía se necesita explorar mucho e innovar en fórmulas de micropagos y protocolos para establecer un vínculo directo entre productores y consumidores de información sin la intermediación del poder de la publicidad.
Un pensamiento final: tal vez sea cierto que Internet tendrá sobre nuestra civilización un impacto similar al que tuvo la introducción de la imprenta con tipos movibles por Guttemberg. Pero no fueron las impresoras las que produjeron la democracia. Fueron los escritores y periodistas que las utilizaron.
* Estas preguntas fueron formuladas a los participantes en una mesa redonda durante la conferencia internacional sobre Internet y Desarrollo organizada por la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) en octubre, en Helsinki, Finlandia. El presente texto es una versión editada de la intervención del autor.
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