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No. 89 - Marzo 1999

¿Planetarización o globalización?

por Manuel Baquedano

El Instituto de Ecología Política (IEP) de Chile en conjunto con la corporación sueca Tierra del Futuro y la Red Internacional del mismo nombre realizaron un seminario-taller del 25 al 29 de enero sobre el tema de la "Planetarización frente a la Globalización". El objetivo principal fue analizar el concepto de planetarización como alternativa a la globalización en la búsqueda de una sociedad sustentable, así como las herramientas empleadas para alcanzarlo.

Lo primero que salta a la vista al mirar en retrospectiva el proceso de Río (Cumbre de la Tierra, Río'92), es el gran énfasis con el que se abordaron los análisis y la evaluación de los acuerdos alcanzados durante dicho proceso. Estos análisis se ocuparon de los compromisos de los gobiernos, y del sistema de organización de la ONU y de corporaciones internacionales, además de otros actores internacionales.

Lo anterior se contrapone al esfuerzo mucho menor que se destinó para evaluar el rol de los actores civiles, y en particular el de las organizaciones no gubernamentales (ONG) y los movimientos sociales. Por consiguiente, la discusión de nuestra propia agenda se ha tornado en una necesidad incuestionable que al considerarla en detalle, implica englobar a muchos de quienes estamos especialmente dedicados en todo el mundo.

Río fue la primera reunión que causó impacto global tras la caída del muro de Berlín. En otras palabras, fue la primera piedra angular colocada en un mundo que había dejado de ser bipolar y se convertía en unipolar. De esta unipolaridad resultó un fenómeno que llevaba implícito dos procesos distinguibles: un proceso dominante que es la globalización y un proceso dominado, que llamaremos "planetarización". El proceso de globalización es el más conocido y analizado, y consiste en la emergencia de mercados financieros globales, la integración vertical de empresas, que proveen insumos para un único mundo consumista, y la integración vertical de las transnacionales, que dan la fuerza motriz al crecimiento de la economía mundial.

Si descubriéramos la lógica última de la globalización, afirmaríamos que consiste en un proceso mediante el cual se enfatiza más a la construcción del total que a la construcción de las partes, es decir, la subsistencia y la expansión del total garantiza el sacrificio de las partes. Para la globalización, ciertamente no importa si estas partes sacrificadas son personas, regiones o ecosistemas, debido a que el sacrificio se torna necesario para poner a salvo a otras personas, regiones y ecosistemas; aunque esto último no es verdad.

Contrario a la globalización, es lo que llamamos "planetarización", que es la reacción al desarrollo primero, que domina; es decir, consiste en un curso de acción que va en oposición y se resiste, enlazando a la base social. Hablamos de enlace porque creemos que cualquier acción aislada que se opone a las políticas globales no está realmente participando del proceso de planetarización. Debe haber un vínculo con todo aquello que abarca lo nacional y lo internacional. En esencia, la lógica de planetarización es la lógica de construir una civilización planetaria basada en todas sus partes, sin la necesidad de sacrificar o excluir alguna de ellas.

Tras el proceso de Río, descubrimos que ambas lógicas existían ya en la Cumbre de Río, en la cual se incluyó a la sociedad civil de diversas maneras.

Por una parte, las organizaciones globales se han involucrado desde la acción global, representando a personas sin color, raza ni fronteras (WWF, Greenpeace, IUCN, Amnesty, Consumers International, entre otras); teniendo en cuenta que en sus acciones, estas organizaciones consideran que la globalización es el único proceso existente. Según esta perspectiva, para influir y corregir los efectos más negativos, necesitan comportarse y ser reconocidos como actores globales.

Por otra parte, están aquellas organizaciones que representan a gente de color, raza, con cultura y tierra o nación, que buscan integrarse a este nuevo escenario internacional mediante la inclusión de opiniones críticas acerca de la globalización, enfocándose en la coordinación de sus posiciones e intereses, con otros grupos y organizaciones semejantes. El evento más importante que se ha llevado a cabo con esta tendencia fue el Foro Internacional de Organizaciones No Gubernamentales (INGOF), teniendo como resultado la elaboración de los Tratados Alternativos.

La carencia de fuerza de la sociedad civil para lograr influir en la implementación de los acuerdos de ECO'92, devela que ninguna de las dos lógicas logró llegar a un acuerdo para realizar una acción mundial que fuera lo suficientemente fuerte como para ser capaz de formar la fuerza motriz de los acuerdos de Río. (Esto último se refiere a los Acuerdos firmados por los gobiernos en la Agenda 21 y las Convenciones, así como a aquellos discutidos y desarrollados por la sociedad civil en los Tratados Alternativos).

Por lo tanto, en nuestra opinión, la respuesta al tema sobre la forma de acción necesaria, estará basada en la solución del tema básico que surgió en Río, y que no fuimos capaces de resolver durante todo el tiempo que duró el proceso. ¿Acaso nos reunimos y nos organizamos para influir críticamente el marco de globalización actual desde adentro, proveyéndolo con actitudes humanas y de índole medioambiental, de las que carece?, o ¿aunamos nuestra fuerza para construir y promover una Alternativa Planetaria?

Para aquellos de nosotros que criticamos la globalización dominadora actual, los últimos años del proceso de Río nos dieron suficiente tiempo para darnos cuenta de que las ONG transnacionales que se han establecido (como el Consejo de la Tierra, por ejemplo) no brindarán resultados significativos; estas organizaciones no se involucran con lo local y no apoyan a las organizaciones de base, por lo que su intento por representar a grandes conglomerados con una posición de fuerza, se debilita desde el comienzo.

Por todo lo anterior, el curso de acción más adecuado sería preparar una propuesta de programa de alcance planetario, que podría llamarse Planeta Sustentable. Esta propuesta debe resultar de una serie de acuerdos que surjan de la Sociedad Civil, tal como se intentó con los Tratados Alternativos producidos en Río, y cuya puesta en marcha ha sido un tanto frustrante. Mas aún, la propuesta debe combinar esfuerzos metodológicos y políticos sectoriales, como los de los Tratados Alternativos, y además incluir los esfuerzos integrales tales como el diseño de sociedades sustentables (Alemania, Europa, Brasil, Chile, Indonesia Sustentable, etc.).

El desafío es enorme. Sin embargo, si no tenemos un programa de cambios, con un alcance planetario, las posibilidades de desarrollar un movimiento que se oponga exitosamente a la globalización capitalista y transnacional actual, serán seriamente reducidas y anuladas.

Manuel Baquedano es presidente del Instituto de Ecología Política (IEP), con sede en Santiago de Chile.






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