No. 91 - Mayo 1999
La industria turística es hoy un gran negocio y uno de los sectores de más rápido crecimiento de la economía mundial. Según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el número de personas que viajan a escala internacional aumentará de 612 millones en 1997 a aproximadamente 1.600 millones en el 2020, lo que provocará no sólo un gran aumento de los ingresos (de 443.000 millones de dólares en 1997 a dos billones para el 2020) sino también la generación de empleo y producción.
La industria turística es hoy un gran negocio y uno de los sectores de más rápido crecimiento de la economía mundial. Según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el número de personas que viajan a escala internacional aumentará de 612 millones en 1997 a aproximadamente 1.600 millones en el 2020, lo que provocará no sólo un gran aumento de los ingresos (de 443.000 millones de dólares en 1997 a dos billones para el 2020) sino también la generación de empleo y producción.
Si bien algunas cifras son cuestionables, claramente se trata de una industria lucrativa, en especial para quienes la dominan, es decir las transnacionales. Se presiona a los países del Sur para que abran sus economías y desarrollen el turismo para recoger las migajas. No es de extrañar que varios de ellos, con serias dificultades económicas, se hayan aferrado a la opción del "turismo".
Si bien la ONU reconoce que existen problemas sociales y ambientales asociados con el turismo, sostiene que es posible reducirlos o controlarlos. Y agrega: "El turismo debe ser más sustentable". El problema con el concepto de "turismo sustentable" es que es promovido en el marco de un régimen internacional que vicia los controles y reglamentaciones mismas que hacen a la sustentabilidad. Las instituciones internacionales que promueven la globalización, tales como la Organización Mundial de Comercio y los acuerdos multilaterales resultantes, como el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios, buscan la abolición de las restricciones a la propiedad extranjera, la eliminación de todos los obstáculos al crecimiento del turismo y la liberalización de las normas y reglamentaciones que rigen la expansión y la modernización de la infraestructura y las comunicaciones.
El argumento contra el turismo como modo de desarrollo para los países del Sur afirma que la propiedad y el control extranjero de los vínculos claves de la cadena turística (por ejemplo, hoteles) así como las importaciones en gran escala necesarias para el mantenimiento de la industria tornan ineficaces las ganancias recibidas por los gastos de los turistas. Como han demostrado varios estudios de casos, los egresos requeridos por el turismo son mayores que los ingresos.
De igual manera, la presión para la eliminación de todos los obstáculos al crecimiento del turismo y la liberalización de las normas y reglamentaciones que lo rigen, irá en detrimento del ambiente. Si el turismo pretende ser ambientalmente sustentable es necesario una aplicación más estricta de reglamentaciones y controles más severos. El tema de tapa de esta edición examina algunos de estos aspectos críticos en un análisis sobre "Turismo, globalización y desarrollo sustentable".
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