Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales
|
|
No. 92 - Junio 1999
Paraguay: sociedad civil monitorea la actividad forestal
por
Alvaro González Gervasio
La deforestación y la expansión de los monocultivos forestales son procesos negativos que afectan al ambiente y la población del Paraguay, y han suscitado desde hace tiempo la atención de ONGs.
Paraguay presenta la tasa de deforestación más alta de América del Sur (2,4 por ciento para el período 1981-1990) y una de las más importantes de América Latina. Los bosques paraguayos son ricos en especies de maderas preciadas, como el lapacho (Tabebuia sp.), el ibirapitá (Peltophorum dubium), el peteribí (Cordia sp), el incienso (Myrocarpus frondosus), el iviraró (Pterogyne nitens) y el cedro (Cedrela fissilis) entre otras. La tala y salida ilegal de madera preciada -mayormente como rolos y en menor proporción como madera aserrada- constituye un factor fundamental de la destrucción de los bosques del país. Empresas madereras extranjeras, dedicadas a la extracción selectiva de madera, han tenido un protagonismo muy importante en este proceso. La actividad de explotación fue encarada como una minería, de modo que cuando la madera de valor se acababa en una zona se ampliaba el radio de extracción, iniciándose la corta en otras áreas.
Otro agente implicado ha sido el Estado. La promoción e implementación del modelo agroexportador que llevó adelante la dictadura motivó que grandes empresas agropecuarias fueran apoyadas por diversos mecanismos para la exportación de soja y carne, actividades que necesitaban de grandes extensiones de tierra. Los bosques de la región oriental del país sucumbieron ante el avance de los plantíos de soja, proceso que ha tenido a su vez consecuencias negativas sobre la dinámica hidrológica de la región y de toda la cuenca del Plata.
Por otra parte, el Estado promovió la colonización de tierras consideradas vacías e improductivas. La misma fue completamente impuesta, con nula participación comunitaria e ignorando la existencia y los derechos de los pueblos indígenas. Todo intento de organización a partir de la sociedad era visto como subversivo y severamente reprimido. El proceso de la Reforma Agraria en el Paraguay se inició como una estrategia que se adoptó en el marco de la Alianza para el Progreso y se basó en el desarrollo de asentamientos y en la división de parcelas de tierra en forma individual. La Ley 854 del Estatuto Agrario sancionada en 1963 establece categorías de latifundio en función del concepto de racionalidad de la explotación y de acuerdo con ella, determinados terrenos pueden ser expropiados. Este concepto arbitraria e infundadamente incluye las tierras con cobertura forestal en la categoría de "tierra inculta", es decir no explotadas racionalmente e improductivas. Esta ha sido una de las causas principales de la transformación de tierras forestales a usos agropecuarios, tanto para el caso de los latifundistas que talaron miles de hectáreas de bosques para demostrar que no eran tierras incultas y asegurar su dominio sobre ellas, como también para el caso de las colonias que eran habilitadas en áreas boscosas.
Este enfoque y esta política se basaron en un desconocimiento acerca de los beneficios que proveen los bosques. Por el contrario, se fomentó la idea del bosque como un componente improductivo, inculto y de uso no racional. Los bosques siempre han sido tomados como antesala del uso agropecuario, de modo que su función se reducía al corto plazo en que los rollos de pocas especies eran extraídos. En la mayoría de los casos eran incendiados para liberar tierras para la agricultura, en nombre de la "modernización del agro".
En el año 1973 se crea la Ley Forestal 422, que establecía una serie de reglamentaciones sobre la importancia de los bosques para protección y uso racional. Sin embargo éstas nunca fueron atendidas. A pesar de la ley, la destrucción de los bosques se acentuó a partir de esta época, como consecuencia de los procesos de colonización no planificados, la venta de latifundios forestales a empresas ganaderas y agrícolas, los planes de expansión rural, la creación de polos de desarrollo, la construcción de carreteras financiadas por los bancos multilaterales y la corrupción en el sector gubernamental a cambio de generosas "coimas", sobornos y prebendas que se ofrecían dentro mismo del Servicio Forestal Nacional.
La instauración de la democracia política en el país en 1989 no significó un cambio para revertir la tendencia de la deforestación en el país, pese a las denuncias y lo alarmante de la situación. Sin embargo, la generación de un espacio para la acción de organizaciones de la sociedad civil ha sido positivo. Es en este contexto que se aborda -junto al problema de la deforestación- el de la expansión de las plantaciones forestales en gran escala con especies exóticas.
Si bien este tipo de desarrollo forestal no es privativo del Paraguay, sino que presenta características similares con los de otros países de la región como Chile -que ha actuado como foco y promotor del modelo- Brasil, Uruguay y Argentina, el caso paraguayo presenta características propias. En efecto, el desarrollo forestal en base a monocultivos en ese país responde casi meramente a planes especulativos e incluso dolosos. En Paraguay, la enfática promoción de este tipo de plantaciones se ve rodeada de hechos de corrupción, trafico de influencias, desinformación y fraude. A su vez, la instalación de monocultivos forestales aparece a veces asociado con la destrucción del bosque nativo.
En 1994 el gobierno promulga la ley Nº 536 de promoción de la reforestación. Esta ley se basa en otorgar subsidios de hasta el 75 por ciento del valor de inversión a personas o empresas que implementen programas de plantación de arboles, fundamentalmente con especies exóticas, disminuyendo así las chances de regeneración y rehabilitación de ecosistemas forestales degradados. Sin embargo puede considerarse que el potencial de regeneración natural y asistida de los territorios afectados por degradación y conversión a otro tipo de uso de suelo, es aún alto, debido principalmente a la representatividad ecológica y viabilidad genética de los remanentes naturales (inclusive los forestales) existentes en casi todo el territorio nacional. Es por eso que desde organizaciones de la sociedad civil y círculos académicos se enfatiza la necesidad de regenerarlos y conservarlos.
Con la finalidad de encarar estos problemas, el 17 de marzo pasado Sobrevivencia–Amigos de la Tierra Paraguay, convocó a organizaciones gubernamentales y ONGs, a un "Taller sobre Plantaciones Forestales", que se realizó en la ciudad de Luque. Este taller tuvo como objetivo tratar la problemática de las plantaciones forestales en los medios naturales del Paraguay, así como los aspectos ambientales y socioeconómicos relativos a estas prácticas productivas.
El taller estuvo precedido por tres giras realizadas por integrantes de Sobrevivencia por la región oriental. La zona sudeste de esta región es la más afectada por el auge de las plantaciones forestales. No se tienen datos oficiales de la superficie o de la composición de las plantaciones, pero según los datos recabados alcanzarían las 50.000 hectáreas y el principal componente es el eucalipto. También se observaron plantaciones de pino y gmelina. De acuerdo a dos de las empresas dedicadas a las plantaciones monoculturales de especies exóticas -Forestal Paraná (subsidiaria de Shell Paraguay S.A.) y la PROFOR S.A., respectivamente- las mismas proyectan plantar unas 100.000 hectáreas en la próxima década. Shell posee extensas plantaciones también en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.
En el Taller se manifestó que los reales objetivos de la promoción de las plantaciones forestales en Paraguay responden a los de los países industrializados y los de las grandes empresas transnacionales, de la misma forma en que se ha promovido la producción agrícola a gran escala de cualquier otro rubro. Quedó claro que las plantaciones forestales son viables solamente a través de fuertes subsidios. Estos subsidios alcanzan hasta el 75 por ciento de los costos de implantación y casi en su totalidad provienen de la banca multilateral. Por ejemplo, las plantaciones de la Shell en el Paraguay son subsidiadas con fondos aportados por el Banco Mundial, a través de la ley 536/94. A su vez el PNUD (a través del programa financiero de manejo sostenible de los bosques), el Protocolo de Kioto del Convenio Marco sobre Cambio Climático, las agencias de cooperación de países del Norte (NEDA, GTZ, Helvetas, JICA), así como también compañías de generación de energía han sido agentes promotores de este tipo de desarrollo forestal en el país.
Además de críticas, el Taller planteó alternativas a la actual situación, enmarcadas en la reconstrucción ambiental y social del país. Entre las medidas de carácter técnico propuestas se encuentran la estricta protección de los remanentes forestales nativos, el enriquecimiento de bosques degradados y secundarios, la investigación de la viabilidad de estas especies en condiciones de plantación y la instalación de plantaciones experimentales mixtas de especies nativas de crecimiento rápido. En el aspecto socioeconómico, se propone, entre otras, la fiscalización de las actividades ilícitas de explotación de los bosques por parte de comisiones multisectoriales locales, municipales y departamentales, el combate masivo a la corrupción imperante en todos los estamentos oficiales y la valoración de productos forestales no maderables así como de los servicios ambientales prestados por los bosques.
Históricamente, en Paraguay fue la sociedad civil organizada la que lideró la defensa de los bosques ante los embates del modelo "de desarrollo" impuesto en el país. En esta instancia el taller se abocó a crear una red de monitoreo de las plantaciones forestales. Su objetivo principal es mantener y compartir la información sobre las plantaciones, su proliferación y sus impactos, por medio de una base de datos. La red se propone asimismo explorar mecanismos y realizar propuestas para la conservación de los remanentes de bosques nativos, pugnar porque se incluya a las plantaciones forestales en el sector agrícola, luchar por el beneficio de las comunidades locales en la utilización de los recursos forestales del país, promover la investigación científica sobre el bosque nativo y promover la propagación de las especies nativas.
Si bien se reconoció que la situación social, económica y política de inestabilidad por la que atraviesa Paraguay no resulta ideal para actividades comprometidas por parte de la sociedad civil, hubo coincidencia en que este tipo de actividades, innovativas y participativas, pueden tener un impacto positivo en beneficio de los bosques, el ambiente y el pueblo paraguayos.
Fuentes: Ibarra, José y Nuñez, Francisco, Un estudio de caso en las Serranías del Yvytyrusu, Paraguay, Proceso Causas subyacentes de la deforestación y la degradación de los bosques, Asunción, octubre de 1998; "Cualquier árbol es un buen árbol?", Informe final sobre un proyecto ejecutado por Sobrevivencia–Amigos de la Tierra Paraguay, 1999.
|