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   No. 93/94 - Julio/Agosto 1999
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Ambiente


No. 93/94 - Julio/Agosto 1999

Paraguay

Contaminación amenaza a la población rural

El Tribunal Etico analizará en agosto en Asunción el caso de más de 600 personas que fueron contaminadas por el desecho de semillas tratadas con agrotóxicos propiedad de la empresa estadounidense Delta and Pine Land, subsidiaria de Monsanto, en una población rural de Paraguay. Una persona murió el 28 de diciembre pasado, tres semanas después de la contaminación, y sus síntomas coinciden con los de intoxicación humana con acefato y metamidofós descritos por diversas agencias de la ONU y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.

Los habitantes de Rincon-í, una población rural de Paraguay cerca de Asunción, temen estar muriendo lentamente, contaminados por cuatro toneladas de pesticidas ilegalmente abandonadas en su comunidad por la empresa Delta and Pine Land, subsidiaria de la transnacional Monsanto. La denuncia fue formulada en Montevideo por Gerardo Iglesias, secretario adjunto de la regional latinoamericana de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA).

El episodio de contaminación ocurrió en noviembre y diciembre de 1998. Durante más de 10 días, enormes camiones descargaron en un predio de una hectárea más de 600 toneladas de semillas de algodón vencidas tratadas con cinco pesticidas y una bacteria genéticamente modificada, dijo Iglesias. Entre esos pesticidas hay dos organofosforados, compuestos por sustancias muy peligrosas para la salud humana y para el ambiente. Una de ellas, el acefato, en combinación con el agua se transforma en una nueva sustancia, el metamidofós, clasificado internacionalmente como altamente peligroso.

Los síntomas de intoxicación humana con acefato y metamidofós, descritos por diversas agencias de la Organización de las Naciones Unidas y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, coinciden absolutamente con los padecidos por Agustín Ruiz, ciudadano de Rincon-í fallecido tres semanas después de la contaminación. El día que murió, el 28 de diciembre de 1998, Ruiz tenía 30 años y cuatro hijos. Su mujer estaba embarazada de cinco meses.

El médico que lo atendió dejó constancia en el certificado de defunción que el deceso se había producido "por intoxicación aguda por contaminación con agrotóxicos". Desde entonces, la comunidad formada por campesinos pobres se organizó en una Comisión de Defensa del Medio Ambiente y los Derechos Humanos que ha reclamado justicia y el amparo de sus derechos ante el Poder Judicial, autoridades departamentales y nacionales sin obtener resultados, señaló Iglesias.

El Tribunal Etico contra la Impunidad en Paraguay, que se celebra anualmente auspiciado por la Asociación Americana de Juristas, en esta oportunidad en colaboración con la Regional Latinoamericana de la UITA, decidió a principios de junio tomar el episodio para promover un juicio ético a la empresa Delta and Pine Land. El presidente del Tribunal Etico será el abogado paraguayo Martín Almada, que en 1992 descubrió en Asunción el "Archivo del Terror" de la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989), que proporcionó evidencias que probaron la existencia de una coordinación entre las dictaduras del Cono Sur en los años 70 y 80, conocida como Operación Cóndor.

El Tribunal Etico, que se reunirá en agosto en Asunción, analizará el caso de más de 600 personas, entre ellos unos 200 niños, que fueron contaminadas por el desecho de semillas tratadas con agrotóxicos. Las semillas eran propiedad de la empresa representante en Paraguay de la estadounidense Delta and Pine Land, subsidiaria de la transnacional Monsanto, una de las cinco mayores empresas químicas del mundo.

El predio contaminado está en el centro de Rincon-í, una población rural 120 kilómetros al este de Asunción de más de 3.000 personas, a 150 metros de una escuela pública a la que asistían 262 niños. Ahora la escuela está desierta porque los padres se niegan a que sus hijos se acerquen a la "basura tóxica", indicó Iglesias. Los pobladores de Rincon-í denuncian desde hace meses que padecen cefaleas, náuseas, debilidad, insomnio, vértigo, y que sus niños han perdido apetito y sufren de ronchas en la piel y en la boca. Pero ninguna institución gubernamental ha tomado hasta ahora cartas en el asunto.

El médico Pablo Balmaceda efectuó análisis clínicos y de laboratorio por iniciativa individual sobre 74 habitantes del lugar, y concluyó que todas las personas estudiadas estaban intoxicadas con organofosforados. Esa evaluación fue confirmada posteriormente en la Comisión de Toxicología de Agrotóxicos y de la UITA por el bioquímico brasileño Lenini Alves de Carvalho, asesor del Ministerio de Salud de su país. "En todos los casos estudiados ocurrió una intoxicación. Algunos de los análisis de laboratorio demuestran incluso repercusiones de esa intoxicación a nivel biológico", señaló Alves de Carvalho, quien agregó que las principales consecuencias de una intoxicación con estos pesticidas se producen a largo plazo. "Este veneno deprime una enzima llamada colinesterasa que se encuentra en todo el sistema nervioso central. El producto absorbido se deposita aleatoriamente en distintos lugares del organismo, y según la concentración, las lesiones pueden ser irreversibles, al destruir áreas del cerebro".

Otra de las consecuencias de esta contaminación sería totalmente impredecible y, según el ingeniero agrónomo Sebastián Pinheiro, director del Departamento de Salud y Medio Ambiente de la UITA, no tendría antecedentes en el mundo. La bacteria modificada genéticamente integrada a la semilla desechada en Rincon-í, y cuyo nombre comercial es Kodiac, produce una enorme cantidad y variedad de antibióticos. Su función es proteger a la semilla del ataque de otras bacterias. "En cantidades normales, puede ser manejable, pero no en la barbaridad que se desechó en Rincon-í", dijo Pinheiro.

Esta es la primera vez que se libera al ambiente una bacteria modificada en laboratorio en cantidad tal que su reproducción resulta incontrolable, aseguró Pinheiro. "No hay antecedentes que puedan servir para prever lo que pueda suceder. En cualquier caso, es probable que las personas contaminadas experimenten un descenso de sus defensas naturales y tengan propensión a desarrollar enfermedades graves", alertó.

Según una etiqueta adherida a las bolsas de semillas desechadas, los productos agregados pueden producir cáncer y mutaciones genéticas.






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