No. 143/144 - Setiembre/Octubre 2003
A medida que se acerca la Quinta Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), crece la preocupación por los problemas de transparencia y participación que se han registrado en la institución desde que fue creada, en 1995. Los países en desarrollo, en desventaja por su falta de recursos financieros para mantener misiones adecuadas en Ginebra, se enfrentan al problema de trabajar en una organización internacional que, aunque se proclama democrática, es probablemente una de las menos transparentes y más excluyentes de la actualidad.
El hecho es que, aunque la OMC funciona sobre la base del consenso o, en su defecto, del principio de "un país, un voto", está dominada por Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Japón. Como resultado, los países en desarrollo no pueden participar efectivamente para hacer oír sus preocupaciones y proteger sus intereses. La esencia del problema son los métodos de trabajo y el sistema de toma de decisiones que un pequeño grupo de países impone a la OMC, y que han afectado su naturaleza supuestamente democrática.
Quizá la expresión más notable de esta falta de transparencia y participación sea la práctica de "sala verde", que consiste en pequeñas reuniones informales en las que se adoptan decisiones importantes que luego se imponen a los otros miembros. Pese a las protestas de los países en desarrollo, esta práctica ha continuado. Esta tendencia a las decisiones autoritarias ha sido especialmente evidente en los procesos preparatorios de las conferencias ministeriales.
El uso de estos procedimientos antidemocráticos ha sido facilitado por una actitud permisiva -y en algunos casos, por la connivencia- de la Secretaría de la OMC, cuya parcialidad a favor de los países más poderosos es otra causa de preocupación para el Sur.
Los países en desarrollo han expresado su preocupación por la falta de transparencia en la toma de decisiones de la OMC, tanto dentro como fuera de la organización. Grupos de la sociedad civil se sumaron a este llamado a un proceso más transparente, participativo y predecible. Ante el creciente temor de que los abusos cometidos en Doha, durante la Cuarta Conferencia Ministerial, se repitan ahora en Cancún, países en desarrollo y ONGs intensificaron su campaña. Cabe esperar que las autoridades respondan a sus demandas, porque lo que está en juego es la propia integridad de la OMC.
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