No. 96/97 - Octubre/Noviembre 1999
ARGENTINA
¿Génesis de una translógica o una lógica transgénica?
por
Luis E. Sabini Fernández
Un seminario de actualización biotecnológica, que reunió en Buenos Aires a investigadores y representantes de las grandes empresas transnacionales y empresarios argentinos del sector, reveló desde su presentación que la lógica sería la gran ausente.
Bajo el nombre de "seminario de actualización biotecnológica", la revista Forrajes & Granos Journal convocó en Buenos Aires a un encuentro público auspiciado por la Asociación de Semilleros Argentinos y el Foro Argentino de Biotecnología, y un panel a cargo de representantes de Novartis, Monsanto, Zéneca, que figuran en la media docena de laboratorios agroquímicos más grandes del planeta, investigadores y empresarios locales del sector.
La sola presentación introdujo al auditorio en un universo donde la lógica fue la gran ausente. No una lógica sofisticada o de alto voltaje filosófico, sino la lógica más elemental, la que nos permite hilvanar los pensamientos más básicos. El maestro de ceremonias procura trazar un estado de situación de los alimentos transgénicos y describe así a los actores en juego: "en primer lugar está Estados Unidos, Argentina y las grandes empresas transnacionales, en segundo lugar están los rezagados (y aquí hubo una larga explicación acerca de la situación de atraso tecnológico de europeos y japoneses en el asunto) y en tercer lugar están los ecologistas y los consumidores".
¿Es acaso necesario recordar que en Estados Unidos o Argentina hay consumidores y tal vez hasta ecologistas? ¿O que el "rezago" europeo coincide con ciertos reparos que investigadores en algunos países han presentado a los alimentos modificados genéticamente? La escasa lógica del estado de situación deja ver, empero, algo parecido a un alineamiento de fuerzas. Se reitera este perfil: el de campo de batalla.
El primer disertante, Federico Trucco, con un currículo impresionante como docente universitario, fundador de organizaciones en pro de la "sustentabilidad", productor agrario, etcétera, ahondó, si cabe, la devastación lógica. Aclaró que no conocía ni necesitaba conocer los vericuetos científicos de las técnicas transgénicas, que ese papel se lo cedía con gusto a los investigadores. Luego se dedicó a desmontar psicológicamente "las resistencias" a los productos genéticamente modificados valiéndose de jugosas citas de Francis Bacon: "porque el hombre cree con más disposición lo que preferiría que fuera cierto"; "silencia cosas porque reducen las esperanzas". Remató su razonamiento desechando las tan meneadas "resistencias" con la siguiente aproximación a la "complejidad y comprensión": "debemos asumir la complejidad y la incapacidad de entender simplemente. Debemos aceptar no entender el código genético, no todo lo que no entendemos es peligroso".
Lo que el improvisado filósofo no atinó a decir a su audiencia es que esas máximas que con tanto tesón buscó aplicar a los "resistentes" a los alimentos transgénicos se las puede aplicar perfectamente a sí mismo: es Trucco el que elige "creer lo que prefiere cierto" (o en su caso, sustituyendo nociones equivalentes, rentable); quien "silencia cosas que reducen su esperanza" porque admitir riesgos en las técnicas planteadas reduciría sus expectativas de rentabilidad.
El representante del emporio mundial Novartis, Juan Kiekebusch, aparentemente sin haber armonizado conceptos con Trucco, volvió a aludir a los "resistentes", por lo visto una especie exógena, que se conoce en Europa o India, en Brasil o Canadá pero no parece tener estado público en Argentina: "el hecho de no saber genera miedos". Una cita muy en el estilo baconiano antes glosado por Trucco, sólo que de acuerdo con las convicciones de este último, "el hecho de no saber genera osadía", una confianza ilimitada.
Separadas, serían sentencias para discutir, juntas desnudan que "el todo vale" retórico carece del más mínimo rigor lógico.
Al galope científico
Ambos disertantes se unieron en cambio para demostrar que están con la ciencia y que los refractarios no. "Las críticas al empleo de semillas genéticamente modificadas están fundadas en prejuicios", aseguró Trucco.
Sus intervenciones pasaron por alto, sin embargo, un pequeño detalle: que entre "los que saben", entre científicos e investigadores bioquímicos, algunos incluso dedicados inicialmente con pasión a las técnicas transgénicas, hay quienes objetan la citada técnica por la inseguridad manifiesta ante sus proyecciones (Vandana Shiva, Monocultivos y biotecnología. Montevideo, Instituto del Tercer Mundo, 1994), por el carácter patógeno de los vehículos moleculares de que se vale (Mae Wan-ho, "Los riesgos de la tecnología", Revista del Sur no 67, julio de 1997), por las modificaciones absolutamente inesperadas presentadas en los tejidos de los animales y plantas transgénicas (Arpad Pusztai,cit. en Revista del Sur no 92, junio de 1999), por su carácter de aprendiz de brujo, en suma.
No hace falta pecar de suspicaz para advertir que la increíble complejidad de las alteraciones y la ignorancia generalizada sobre sus proyecciones supera con largueza las pretensiones de cambios genéticos acotados, como la terminología usada - por pobreza expresiva o estructura idiomática- nos induce a creer. Un tomate con uno o dos genes de peces, en rigor no es ya un tomate, y tampoco un pez. Aunque su forma nos recuerde bastante a la del tomate porque en este caso sus genes son abrumadora mayoría, es una suerte de híbrido, o más exactamente, como dicen los propios técnicos partidarios de la técnica (Esteban Hopp), una "quimera": un "tomasdo" o un "pesmate".
Es esta falta de lógica elemental, de rigor básico, de método de análisis mínimamente ecuánime, lo que aterra de los personeros del método Play God ("Jugar a ser dios"), como se llama en círculos académicos anglófonos a esta técnica.
Otro estrabismo conceptual: los disertantes de este presunto seminario de presentación biotecnológica insistieron todo el tiempo en que los objetores de las técnicas transgénicas, por ejemplo en Europa, habían politizado el asunto. Con lo cual, los defensores de los alimentos modificados genéticamente vendrían a ser ciencia encarnada, ¿o qué?
Se puede alegar que el argumento de que el gobierno de Estados Unidos es cómplice en los hechos y administrador sumiso de los intereses económicos de la red empresaria transnacional de origen estadounidense es de carácter político. Pero en ese caso hay que ver dónde radica lo político, si en la crítica o en el método de lobby de los centros de poder empresarial.
Apuros comerciales
La mayoría de las objeciones, sin embargo, tienen otro carácter. Una es que a partir de investigaciones científicas se han comprobado alteraciones inesperadas que han cuestionado radicalmente las promesas de la técnica. Otra es que los laboratorios antes químicos y ahora bioquímicos han desarrollado esta técnica a marchas forzadas, sin dar lugar a suficientes recaudos de verificación. Monsanto, por ejemplo, se otorgó dos años de estudio con la soja transgénica, cuando tales verificaciones exigen rutinariamente y para innovaciones menos graves por lo menos 10 años: prácticamente concedió a la verificación el tiempo que a la propia empresa le llevó preparar su plan de ataque o de inserción en el mercado.
Hay otras observaciones que tampoco son políticas, en todo caso históricas, una especie de recaudo mental basado en la sensatez más elemental: estas empresas que acaban de encontrar una técnica tan revolucionaria como maravillosa son exactamente las mismas que hace unos 30 años presentaron "la revolución verde" como la panacea del campo y de la humanidad, con su aporte de las bautizadas "semillas milagrosas" que le darían a la humanidad el maná que les faltaba. En realidad, los únicos que se proveyeron de un maná hasta el momento inagotable han sido estas mismas empresas, que pasaron a ocupar desde entonces un papel protagónico en la agricultura. Las hambrunas prosiguieron, la contaminación de campos, tierras y finalmente mares se ha hecho inocultable, omnipresente, irreversible. Origen de cáncer para millones de seres humanos.
Ahora nos presentan la técnica transgénica para volcar, una vez más, maná sobre la humanidad.
¡Y los tóxicos son tóxicos nomás!
Una vuelta de tuerca presentó el panel, que conjuga el discurso glosado con una amnesia digna del Ministerio de Odio y Verdad orweliano. Nos hemos enterado -todos los panelistas prácticamente lo gritaron a los cuatro vientos- que los herbicidas, los plaguicidas, son nocivos, tóxicos, malos. Con lirismo, uno de los disertantes recordaba que con las nuevas técnicas, los pajaritos volvían al campo.
Nada de esto reconocieron las compañías agroquímicas durante la impiadosa implantación de la "revolución verde", ni durante las décadas posteriores. Al contrario, todo era presentado como para beneficiar a la naturaleza. Ahora parece develarse todo de golpe. Después de haber envenenado el planeta, los mismos envenenadores que lo reconocen ahora oficiosamente, nos prometen su desintoxicación, con otro remedio de maravilla. Es como si los "grupos de tareas" se hicieran cargo de la preservación de los derechos humanos.
Como el rey Midas, estos representantes convierten en oro todo lo que tocan. No sienten necesidad de otra cosa. A la inquietante pregunta de por qué se niegan a identificar a los productos transgénicos para que sea el consumidor quien decida si prefiere comer los viejos productos alimentarios o estos nuevos, una pregunta que tiene que ver nada menos que con el proclamadísimo derecho a la información, responde el representante de Novartis: "el etiquetado es superfluo porque es un costo adicional".
El problema no es que lleven el signo de pesos grabado en sus retinas. El problema es que nos lo quieran implantar en todos nosotros.
Y la democracia, ¿dónde está?
Como la guinda de la torta, recogemos las palabras finales del ya citado Juan Kiekebusch, quien manifestó que estaba muy satisfecho porque en Argentina "se había discutido mucho el tema". ¿Dónde, cuándo, cómo? ¿En el parlamento, en la sociedad civil, en la prensa, en la calle? Un atisbo de la estremecedora definición de democracia que tienen los representantes de las transnacionales.
Con semejantes defensores de la "salud", la "esperanza", la "vida", realmente no necesitamos enemigos.
Luis E. Sabini Fernández es periodista especializado en temas ambientales, miembro del Grupo de Reflexión Rural (GRR), con sede en Buenos Aires.
BUENOS AIRES
LEY CONTRA LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS
El siguiente proyecto de norma para la ciudad de Buenos Aires que prohibe el cultivo de transgénicos, presentado por el legislador Abel Fatala, es una manifestación más de una incipiente polémica en Argentina, un país que hasta hace muy poco parecía contar con una abrumadora mayoría a favor de ese tipo de cultivo.
Proyecto de Declaración Nº 2.819-D-99
La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Declara
La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires manifiesta su voluntad para que el Poder Ejecutivo del Gobierno de la Ciudad gestione ante el Poder Ejecutivo Nacional, Servicio Nacional de Salud Animal e Instituto Nacional de Medicamentos, la adopción de precauciones para evitar derivaciones negativas al medio ambiente y la salud humana por el uso de productos naturales genéticamente modificados, organismos genéticamente modificados o transgénicos. En particular, se solicita conocer:
a) Si el Servicio Nacional de Salud Animal y el Instituto Nacional de Medicamentos SENASA tienen asignado un rol para la aprobación de Transgénicos y si aplican el principio precautorio usando un etiquetado que, atendiendo los derechos del consumidor, aclara si el producto utiliza insumos obtenidos por procedimientos de ingeniería genética. En caso afirmativo enviar copia de los proyectos en curso.
b) Si en esos Laboratorios se ha adoptado un protocolo de pruebas de alimentos en cuya composición existan insumos genéticamente modificados. En caso afirmativo, se requiere saber cual es el criterio adoptado; cada cuanto tiempo actualiza el test; así como si todos los productos alimenticios en uso se analizaron químicamente sin utilizar el criterio de sustancias equivalentes, caso contrario cuáles fueron los productos sólo evaluados como sustancias equivalentes.
c) Si se da cumplimiento al procedimiento establecido en el artículo 19. Gestión de la biotecnología y distribución de sus beneficios del Convenio sobre Biodiversidad (Cumbre de la Tierra; 1992) , firmado por nuestro país.
d) Si se tiene en estudio adoptar una modalidad equivalente a la adoptada por la Comisión Económica Europea de aplicar el principio de precaución no autorizando la aprobación de los organismos genéticamente modificados hasta que los productores no hayan demostrado que no producen efectos negativos al medio ambiente y a la salud humana.
e) Si se realizan investigaciones y estudios propios para admitir la venta de productos alimenticios importados en la República Argentina. En caso afirmativo listar los realizados desde 1996 a la fecha.
f) Si en la admisión de productos importados se atiende el artículo 28 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
g) Si existen estudios para incorporar al proceso de evaluación de riesgo a un comité de científicos. En caso afirmativo enviar copia de los trabajos.
h) Si se prevé adoptar, al igual que Japón y la Comunidad Económica Europea, la incorporación a la información al público de las trazabilidad de las plantas transgénicas desde el cultivo hasta el producto terminado. En caso afirmativo enviar copia de los trabajos.
Proyecto de Ley Nº 2.820-D-99
La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sanciona con fuerza de Ley De Productos Genéticamente Modificados y Actividades en Biotecnología e Ingeniería Genética.
Artículo 1º - Se prohibe el cultivo comercial de alimentos con organismos genéticamente modificados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Artículo 2º - Los productos alimenticios que al momento de su comercialización en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires contengan en su composición substancias provenientes de organismos genéticamente modificados deberán tener, de modo visible, en sus envases la información impresa "Producto Genéticamente Modificado", "Contiene Organismos Genéticamente Modificados" o "Alimento Resultante de Organismos Genéticamente Modificados".
Artículo 3º - Las empresas, nacionales o extranjeras, que desarrollen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires investigaciones, tests, ensayos y otras actividades en las áreas de biotecnología e ingeniería genética, que comprenda organismos genéticamente modificados o como productos obtenidos por esas tecnologías, deben notificar al Poder Ejecutivo en la forma dispuesta por esta Ley. a) Aplícase, a los efectos de esta Ley, el concepto de ingeniería genética y organismos genéticamente modificados especificado en la Convención de Biodiversidad. b) La notificación deberá ser dirigida a la dependencia con competencia en bromatología acompañada con los siguientes documentos:
* La certificación o autorización concedida por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación Nacional o por la autoridad competente para cada área en que son desarrolladas las investigaciones, los tests, las experiencias y otras actividades concurrentes.
* El responsable técnico de cada área, debidamente acreditado por las entidades profesionales con incumbencia. * Estudio de Impacto Ambiental relativo a las actividades desarrolladas que puedan tener efectos adversos importantes para la diversidad biológica con miras a evitar o reducir al mínimo esos efectos y, cuando proceda, permitirá la participación del público en esos procedimientos.
Artículo 4º - El incumplimiento a lo establecido por el artículo 3º de esta Ley será tratado preventivamente impidiendo a la actividad en cuestión seguir desarrollando las actividades allí descritas hasta su debida implementación. El Poder Ejecutivo, a través del organismo correspondiente, adoptará de forma inmediata, atendiendo a los principios de bioseguridad, las siguientes medidas: Advertencia; Suspención de comercialización; Incautación del producto; Clausura del laboratorio, de la institución, de la empresa responsable, o de la propiedad; Destrucción de los organismos genéticamente modificados, sus productos y derivados. El procedimiento no exime de responsabilidad y reparación, incluso del restablecimiento y la indemnización por daños causados a la diversidad biológica. |
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