No. 96/97 - Octubre/Noviembre 1999
La conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) se celebrará del 30 de noviembre al 3 de diciembre en Seattle, Estados Unidos,y la Unión Europea encabeza la propuesta del lanzamiento de una nueva Ronda de conversaciones comerciales destinadas a crear acuerdos sobre temas nuevos, en especial normas de inversión, política de competencia y contratación pública. En caso de que esta posición prospere, los más beneficiados serían los países industrializados, y a los del Sur en desarrollo no les quedaría mucho más margen que el de tratar de acotar los perjuicios que les acarrearía el ingreso de esos grandes temas. En tanto, las dificultades que ya enfrentan por la aplicación de los acuerdos aprobados en la Ronda Uruguay quedarían relegadas.
La conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) se celebrará del 30 de noviembre al 3 de diciembre en Seattle, Estados Unidos,y la Unión Europea encabeza la propuesta del lanzamiento de una nueva Ronda de conversaciones comerciales destinadas a crear acuerdos sobre temas nuevos, en especial normas de inversión, política de competencia y contratación pública. En caso de que esta posición prospere, los más beneficiados serían los países industrializados, y a los del Sur en desarrollo no les quedaría mucho más margen que el de tratar de acotar los perjuicios que les acarrearía el ingreso de esos grandes temas. En tanto, las dificultades que ya enfrentan por la aplicación de los acuerdos aprobados en la Ronda Uruguay quedarían relegadas.
El interés de los países industrializados es abrir mayores oportunidades de mercado para sus grandes compañías, para lo que proponen tres acuerdos: uno de inversión, que impediría a los gobiernos regular el ingreso y el funcionamiento de las empresas extranjeras, otro en materia de política de competencia, que impedirá a los gobiernos favorecer a las empresas nacionales con el argumento de que impide la libre comeptencia, y un acuerdo en materia de contratación pública, que a la larga prohibirá a los gobiernos conceder ventajas a las empresas nacionales en los contratos y proyectos estatales.
Las empresas de los países del Sur quedarían en situación no competitiva frente a las transnacionales, y sus gobiernos ya no podrían tener planes de desarrollo o industriales realistas. En los hechos sería el fin de la formulación de las políticas macroeconómicas o de la planificación del desarrollo estructural a largo plazo.
La vida económica, social y cultural estaría sujeta a las "fuerzas del mercado" y a lo que decidieran las grandes empresas y actores del mercado. Los países en desarrollo perderían su soberanía económica. Es por eso que las decisiones que tomen de aquí a noviembre los diplomáticos en Ginebra y lo que decidan los ministros en Seattle tendrá una importancia estratégica para todos.
¿Pondrán los países en desarrollo un parate a la apertura de sus mercados?
De no ser así, Seattle acelerará el proceso del predominio empresarial de la economía mundial, una agenda que conlleva grandes desigualdades sociales, empobrecimiento a gran escala y destrucción ambiental irreversible.
Han sido estas amenazas las que han movilizado a ONGs, organizaciones populares, ambientales, sindicatos, grupos religiosos y ciudadanos comprometidos de todo el mundo a organizar una campaña mundial contra la OMC, que culminará también en Seattle. Esta ciudad será entonces escenario no sólo de la mayor reunión de funcionarios de comercio, sino también de la mayor protesta contra el libre comercio que se haya realizado en territorio estadounidense.
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