No. 96/97 - Octubre/Noviembre 1999
La otra cara de Seattle
por
Geov Parrish
No son sólo ministros y funcionarios gubernamentales de comercio los que están preparando la Conferencia Ministerial de la OMC en Seattle. Cientos de grupos de trabajadores, agricultores, consumidores, ambientalistas, religiosos, sindicatos y ONGs, todos preocupados por el dominio de las empresas en la economía mundial, están preparando "la protesta del siglo".
Las conversaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC) se celebrarán a fines de este año en Seattle. También "la protesta del siglo", cuando los opositores a la OMC se reúnan para hacerse oír. En una mañana fresca y soleada de un sábado de mediados de verano del hemisferio norte, cuando uno creería que la gente sensata estaría haciendo algo acorde a la época, unos 120 organizadores llenaron el Templo Laboral de Belltown para aprender acerca de los temas del comercio mundial y también para preparar los fríos, oscuros y húmedos días y meses por venir.
"Es histórico (...) las confrontaciones de Seattle definirán cómo se construirá el puente para el siglo XXI y quiénes lo cruzarán, si las transnacionales o la sociedad civil". Habla Michael Dolan, organizador de campo del grupo Public Citizen, con sede en Washington. Si Dolan lo logra, las conversaciones de apertura de la ronda de consultas de Seattle de la OMC, desde el 30 de noviembre hasta el 3 de diciembre, serán un hito, una enorme protesta por el dominio que ejercen las empresas sobre la economía mundial, que hará vacilar a los políticos y pasar un mal rato a los ejecutivos.
La OMC congrega a más de 100 países que realizan un esfuerzo sin precedentes por globalizar el comercio. Sus propulsores la ven como un medio de impulsar la economía mundial reduciendo los obstáculos comerciales, pero sus opositores opinan que la OMC sistemáticamente está fagocitando las protecciones a los trabajadores, los consumidores y el ambiente, y que deliberadamente usurpa los derechos de cada país a formular sus propias leyes, especialmente cuando esas leyes podrían entrar en conflicto con el comercio.
Dolan pertenece a Citizen's Trade Campaign (Campaña de los Ciudadanos por el Comercio-CTC), una coalición nacional amplia que incluye a Public Citizen, grupos sindicales, de consumidores, de ambientalistas como Amigos de la Tierra y Clean Water Action, de agricultores como el Sindicato Nacional de Agricultores y la Coalición Nacional Familiar y Agrícola, organizaciones religiosas. Más de 700 grupos internacionales firmaron la demanda de la CTC de oponerse al Acuerdo Multilateral de Inversión (AMI), una propuesta de libre comercio muy discutida que probablemente estará en la agenda de la OMC para Seattle. En lugar de donar dinero para la organización de las medidas contra las reuniones de comercio, la CTC donó a Dolan, quien pasó gran parte de la primavera y el verano boreal reuniéndose con activistas comunitarios y consiguiendo apoyo logístico. En agosto, la CTC abrió un local céntrico que funcionará hasta diciembre, para ayudar a la coordinación de las protestas. Y ese es sólo uno de los esfuerzos de organización contra la OMC que están en marcha.
Marcha multitudinaria
La Federación Americana del Trabajo y el Congreso de Organizaciones de la Industria (AFL-CIO, por sus siglas en inglés) envió dos organizadores para coordinar una marcha y concentración para el 30 de noviembre, pocos días después que los dirigentes sindicales de todo el mundo se reúnan en Seattle para su propia conferencia. El sindicato de camioneros y el de estibadores realizarán cada uno sus propias movilizaciones, la central de metalúrgicos hizo 1.000 reservas en hoteles de Tacoma y Bellevue. Habrá numerosos seminarios y conferencias alternativas así como ruedas de prensa y manifestaciones, marchas y barricadas.
Grupos de agricultores como Northern Plains Resource Council (Consejo de recursos de las praderas del Norte), Western Sustainable Agriculture (Agricultura sustentable del Oeste), el Instituto de Políticas Agrícolas y Comerciales, y Campaign to Reclaim Rural América (Campaña para reclamar a América rural) denunciarán los agravios. Se habla también de que habrá una marcha de tractores. Cientos de ONGs vendrán a que se les escuche. La Acción Global de los Pueblos, surgida de una iniciativa zapatista, organizará diversas caravanas que desde toda América del Norte convergerán en Seattle.
Participan incluso grupos de paz, como la Liga War Resisters, ya que el libre comercio, al eximir específicamente el gasto militar de sus acuerdos, promueve el tráfico de armas y la estructura militar de los gobiernos del Tercer Mundo. Arte y Revolución lleva sus títeres gigantes y su espectáculo público desde las calles de San Francisco. Steven Staples, organizador de la Columbia Británica para el Consejo de Canadienses, estima que "cientos y cientos de personas, tal vez miles" vendrán de Canadá, donde los activistas están preocupados por la amenaza de la OMC a sus sistemas de educación y atención de la salud. Después de la experiencia de Vancouver con las reuniones de la APEC, en las que hubo hasta enfrentamientos policiales, Staples destacó que "la gente se llevó una idea muy clara de cuáles son los intereses que se están favoreciendo".
Sin duda Seattle se verá conmocionada por una semana de protestas internacionales en la que se mezclarán ministros de comercio, jefes de Estado y el presidente y el vicepresidente de Estados Unidos, Bill Clinton y Al Gore. A los organizadores de las reuniones de la OMC en Seattle -que funcionan dentro de la bien financiada Organización de Recepción de Seattle- les gusta decir que será la mayor convocatoria comercial realizada en territorio estadounidense. La oposición será también la mayor protesta contra el libre comercio realizada en territorio estadounidense.
Dolan habla con fervor de una apertura política, con la derrota que sufrió el año pasado la iniciativa de Clinton de obtener autoridad de vía rápida para negociar los acuerdos de libre comercio, con el consiguiente desmoronamiento de las negociaciones del AMI en la OCDE.
Una de las mayores dificultades para los grupos que deseen ir a Seattle será simplemente llegar y tener un lugar donde quedarse, ya que para esa fecha no hay más vuelos ni cuartos disponibles, y tampoco es una buena época para acampar. Pero la sorpresa no es que lleguen miles de personas de todo el mundo a protestar por los acuerdos, sino que no haya más gente sublevada.
¿Qué es ese ruido ahí afuera?
La OMC fue creada en 1994 como la organización sucesora del GATT. La idea es aplicar una serie de tratados entre los países miembros que reducirían y eventualmente eliminarían los aranceles y otras restricciones al comercio en varios sectores de la economía mundial. Las negociaciones para los diferentes sectores han recibido los nombres de los lugares donde se realizaron las primeras reuniones de esa "Ronda". La próxima será la "Ronda Seattle".
Ciento treinta y cinco países -incluidos los principales, salvo China- son miembros y otros 30 tienen condición de observadores. Estados Unidos domina el proceso, y la evolución de la OMC es una de las principales razones por las que las empresas transnacionales aman a Clinton, ya que para ellas es todo ganancia. Así como con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que es su modelo, eliminar obstáculos al libre comercio generalmente significa debilitar, impedir o rebajar las leyes ambientales, salariales, de seguridad social, de salud pública y de protección al consumo.
Es un efecto remolino, una "armonización a la baja", en la medida que todas las normas de los países -salvo las más laxas- son eliminadas por concepto de competencia comercial desleal.
En Seattle, los ministros estudiarán temas nuevos y viejos. De la Ronda Uruguay previa quedaron agricultura y servicios; como nuevos, y de interés para el Norte serán el Acuerdo sobre Productos Forestales, el Acuerdo Multilateral de Inversión (banca y finanzas), biotecnología y comercio electrónico. Las "conversaciones" serán en gran medida para las fotos y el destaque político; gran parte de las negociaciones reales se hace entre bambalinas, en diversas reuniones sobre diferentes subacuerdos que anteceden a la Conferencia.
El movimiento mundial que se propone cuestionar el libre comercio forma parte de un movimiento más amplio de cuestionamiento al neoliberalismo, es decir, la usurpación de las políticas públicas por el mercado y las necesidades de las transnacionales. Esas empresas han aumentado de forma constante su presión sobre las políticas de los estados nacionales desde la caída del Muro de Berlín y, previamente, durante la era Reagan-Thatcher.
Lo que está en juego es la propia democracia, ya que las empresas, a través de instrumentos como el AMI, se hacen del poder para prevalecer sobre las leyes de representantes elegidos a nivel nacional, estatal o local. Actualmente los gobiernos, a menudo en representación de las empresas y a partir de haber decidido secretamente el tema por un tribunal de abogados empresariales con sede en Ginebra, pueden objetar las leyes de otros países por considerarlas "desleales" al comercio.
Las escasas normativas del tribunal han aumentado: invalidación de una prohibición europea sobre carne vacuna estadounidense con hormonas; abolición de una ley destinada a apoyar las exportaciones de banano del Caribe a Europa; la interdicción de los dispositivos de seguridad fijados por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos para las redes de camarones con el objetivo de proteger a las tortugas marinas en peligro de extinción; la objeción de las leyes ambientales estadounidenses que prohiben un aditivo canadiense para la gasolina; y más recientemente, la invalidación de una subvención para la industria aerospacial en expansión de Brasil.
En señal de mal augurio, el 9 de julio, el secretario de Agricultura de Estados Unidos, Dan Glickman, en respuesta a una nueva prohibición de la Unión Europea sobre organismos modificados genéticamente, prometió ir a la OMC para impedirla. Hasta ahora no ha habido ni un solo fallo de los tribunales de la OMC que contribuyeran a preservar una ley impugnada.
La protesta en las calles
En las últimas consultas de la OMC, celebradas el año pasado en Ginebra, Suiza, hubo manifestaciones callejeras. En la reunión del Grupo de los Siete países industrializados más poderosos (G-7), celebrada en junio en Colonia, Alemania, también hubo manifestaciones tanto en esa ciudad como en varias otras ciudades de todo el mundo, con daños a la propiedad en Londres y Nueva York, y revueltas en Eugene, Oregon.
Lenta pero inexorablemente la oposición al comercio sin barreras está llegando a Estados Unidos. Esto ciertamente no ha pasado desapercibido al Departamento Policial de Seattle, que encabeza una comisión de planeamiento integrada por múltiples organismos (el Comisario del Condado, el Servicio Secreto de Estados Unidos, el FBI, el Departamento de Estado, los bomberos) destinada a resolver los problemas de la OMC en materia de seguridad.
Todos esperan que sea una semana ordenada, pero con tantos grupos e ideologías diferentes en la ciudad es casi seguro que en algún momento habrá algún tipo de desobediencia civil. Los cálculos acerca de los costos de seguridad para la reunión los ubican en más de un millón de dólares.
Pero no todos los opositores estarán en las calles. Algunas ONGs darán talleres o conferencias como la auspiciada por el Foro Internacional sobre la Globalización. Si bien algunos grupos, tales como la Acción Global de los Pueblos (un movimiento especialmente popular entre campesinos de países como India), aspiran a la desaparición de la OMC, otros simplemente desean hacerle algunos ajustes. La Organización de Recepción de Seattle intenta crear ámbitos para el diálogo público con una serie de "programas del sector público" que incluye temas laborales, comercio electrónico, agricultura y productos alimenticios, temas ambientales y comercio de servicios. No están precisamente contra el libre comercio. Es más, el foro del comercio electrónico, por ejemplo, es organizado por Microsoft. Pero otros dos están organizados por personalidades que públicamente objetaron el curso que ha tomado la OMC.
La difícil unificación
"No vamos a exigir la muerte o la desaparición de la OMC", dice Ron Judd, consejero laboral del condado y coordinador del programa laboral de la Organización de Recepción de Seattle, quien también ayudará a supervisar la manifestación de trabajadores del 30 de noviembre que probablemente sea la mayor protesta de la semana, y la más visible. "No creemos que las normas tal como están redactadas ahora, sirvan a los trabajadores (...) queremos que dentro de los mandatos de la OMC haya sanciones en contra (de países que violan) los derechos de los trabajadores: trabajo infantil, mano de obra esclava, el derecho a organizarse, el derecho a la negociación colectiva, terminar con la discriminación en el lugar de trabajo".
Patti Goldman, del Fondo de Defensa Legal de Earthjustice, coordina el programa ambiental y explica la ventajas de trabajar con la Organización de Recepción de Seattle: "Creo que hay ciertas ventajas en tener algunos oradores que puedan explicar los efectos (de la OMC) sobre el ambiente".
El mayor desafío para los detractores de la OMC será decidir qué es lo que quieren, y tener un discurso unificado. Dolan está tratando de unificar a los organizadores de la protesta en torno a la demanda de que, en lugar de incluir más acuerdos, los ministros de comercio utilicen la Ronda Seattle para analizar los efectos de los acuerdos comerciales ya vigentes. Están convencidos, por supuesto, de que un análisis objetivo de los últimos cuatro años demostrará que se infligieron daños enormes a las economías y recursos del mundo en desarrollo así como a la democracia en general.
Los defensores del libre comercio no ven necesidad alguna de tal introspección. La Organización de Recepción de Seattle aduce que, en tanto grupo encargado de organizar la recepción, no toma ninguna posición sobre las acciones de la OMC. Pero tanto privada como públicamente, gran parte del tiempo y del dinero de que dispone se destinan a promocionar las glorias del libre comercio.
¿Se acuerdan de Seattle?
¿Podrán las protestas en las calles de Seattle poner coto al predominio de las políticas del libre comercio? A corto plazo, no. El libre comercio disfruta de un apoyo bipartidario sólido en Estados Unidos, encabezado por la administración Clinton-Gore y el ala acomodaticia republicana. Entre los demócratas y los republicanos, quienes objetan la conveniencia de un comercio sin restricciones quedan marginados.
La coalición de grupos sindicales, ambientales, agrícolas, de consumidores, de derechos humanos y constitucionalistas que esperan enlentecer, si no detener, el ritmo acelerado de una cantidad cada vez mayor de acuerdos de libre comercio, anticipa que Seattle será un trampolín. Las calles llenas durante varios días, el tránsito entorpecido, los policías alertas, y todos los lugares de reunión y hoteles ocupados, es posible que generen un salto cualitativo. Las protestas de Seattle seguramente no cambiarán el resultado de las conversaciones comerciales, pero el primer paso para cambiar una política es hacer saber a la opinión pública que aunque sea hay una respuesta en el terreno político.
La esperanza de los miles de manifestantes que llegarán a Seattle es que eso será el comienzo de algo grande. El objetivo, según Dolan, es "crear algo que más tarde haga decir a los políticos: '¿Se acuerdan de Seattle?', y que les haga pensar antes de seguir adelante con su agenda a favor de las empresas". Como señala Derdowsky: "renunciar a las libertades fundamentales a cambio del comercio en dólares es una opción muy pobre".
Este artículo fue publicado por primera vez en el semanario Seattle Weekly, el 19 de agosto de 1999.
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