No. 98 - Diciembre 1999
INTERVENCIÓN MILITAR EN COLOMBIA
Nuevo catecismo para uso de los colombianos
por
Camilo Castellanos
En la segunda mitad de este año cobró fuerza la posibilidad de una intervención militar en Colombia. Declaraciones -muchas veces contradictorias- de altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos contribuyeron a aumentar la inquietud en la región. El autor, director del Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos (ILSA), responde 10 preguntas clave sobre el tema.
1- ¿Qué es intervención?
Intervención es la injerencia dictatorial en la jurisdicción de un Estado soberano. Dicha injerencia puede ser desarrollada por un Estado, por un grupo de Estados o por un organismo internacional. La intervención puede ser abierta o clandestina, pero supone siempre que la parte intervencionista es más poderosa que la parte intervenida por lo que resulta abusiva y moralmente reprobable. El carácter dictatorial se deriva del uso de la fuerza o de la amenaza de usarla para obtener los resultados deseados.
2- ¿Qué tipos de intervención pueden darse?
Según el ex canciller mexicano Bernardo Sepúlveda Amor, se pueden distinguir:
(1) La intervención en legítima defensa para proteger nacionales de la potencia intervencionista o en defensa frente agresiones no convencionales (terrorismo, narcotráfico, por ejemplo),
(2) La intervención por invitación o con el consentimiento de la parte intervenida,
(3) La intervención humanitaria, caso en el cual se busca la protección de los derechos humanos de los ciudadanos del estado intervenido sin el consentimiento de este y
(4) La intervención ordenada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
3- ¿Es posible una intervención extranjera en el conflicto colombiano?
En los últimos meses ha aumentado la preocupación por la intervención extranjera en Colombia. Sirven de indicios la preocupación declarada por el curso de los acontecimientos por diferentes actores norteamericanos, estatales y privados, la activa diplomacia del general Barry MacCaffrey, jefe de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos, frente a distintos gobiernos de la región y en la que presenta la situación colombiana como un peligro regional, las declaraciones concordantes de mandatarios como Alberto Fujimori, de Perú, y los movimientos de tropas en las fronteras.
Hay quienes piensan que Colombia ya es un país intervenido. Más de 200 asesores norteamericanos entrenan a la fuerza pública en labores relacionadas con la lucha antidrogas. También existe un fuerte apoyo tecnológico (comunicaciones, medios de transporte aéreo, armas) y un creciente endeudamiento para modernizar las fuerzas armadas. El monto de la ayuda militar a Colombia es el tercero en el mundo, después de Israel y Egipto.
En consecuencia, más que una intervención inédita, se estaría frente a una profundización de la injerencia preexistente.
4- ¿Qué componentes de la situación internacional propician una profundización de la intervención extranjera en Colombia?
Terminada la bipolaridad que marcó la segunda posguerra, parece instaurarse un Nuevo Orden Global, homogeneizado en el mercado y la democracia liberal, orden que se configura bajo el control de una hiperpotencia, cuya principal tarea es garantizar la tranquilidad necesaria a la globalización económica. Dicha hiperpotencia subordina las instancias interestatales a su propósito, cuando no hace caso omiso de sus prohibiciones o mandatos. Sus últimas acciones en el campo internacional parecen orientarse a demostrar la superioridad mediante el aplastamiento de los antagonistas, llámense Serbia o Irak.
Se dice que el Nuevo Orden Global es un sistema interdependiente y solidario. En él, la soberanía nacional es un concepto caduco o que por lo menos merece reformularse. Así, la soberanía no puede entenderse como absoluta (un poder ilimitado), ni característica de un Estado omnipotente. Reformulación que coincide con la implantación de poderíos supraestatales, intergubernamentales unos (Organización Mundial de Comercio, banca multilateral, etc.), de carácter privado otros (capital financiero, transnacionales) que imponen sus dictados a los Estados nacionales sin deliberación ni apelación posibles. Estos conceptos y dinámicas convertidas en verdad y realidad general, hacen que la opinión pública, nacional e internacional, considere necesaria y válida la injerencia y por tanto se prive de oponerse efectivamente a las políticas intervencionistas.
El último argumento de las intervenciones han sido las razones humanitarias, en particular los derechos humanos y la defensa de la democracia. La hiperpotencia define ante sí y por sí donde y quién viola los derechos humanos y cómo debe ser castigado su comportamiento. Se desarrollan entonces guerras o bloqueos económicos en favor de las víctimas, sólo que los damnificados por la intervención no son los tiranos sino la gente a la que se quiere salvar. Como le pudo ocurrir al cirujano infortunado para quien la operación fue un éxito, pero se le murió el enfermo.
El debilitamiento de los Estados como sujetos del orden internacional y el fortalecimiento de actores no estatales pueden llevar a un deterioro irremediable del orden legal internacional, hasta ahora fundado en el protagonismo de Estados teóricamente soberanos e iguales. Se daría paso a un orden prepolítico en el que predomina la ley de la selva o la voluntad del más fuerte. Fuerza que hoy parece fuente irrecusable de legitimidad.
5- ¿Qué argumentos pueden esgrimirse para una mayor intervención en Colombia?
Cualquiera de las siguientes nueve razones puede utilizarse para sustentar la necesidad de una intervención salvadora. Si bien algunas son contradictorias, pueden emplearse simultáneamente por confusión o cinismo:
* Los fenómenos de violencia, de los cuales el más letal no es precisamente la violencia política, han crecido sin mesura. En Colombia está en peligro la existencia misma de la vida civilizada. La mayor intervención, por tanto, tiene una función civilizatoria.
* No hay fuerza capaz de contener el auge de los actores violentos. El Estado es impotente o ha colapsado o ha sido rebasado por las fuerzas que le son hostiles. Por los desarmados se impone la intervención de una fuerza que los contenga.
* En Colombia existe una cultura de la muerte. Todos los actores son iguales e indistintos. Igual que en Liberia, reina el caos incomprensible y sin sentido. Se hace imperiosa una fuerza externa, pues Colombia, dejada a merced de sus ciudadanos, es inviable.
* El país tiende a dividirse entre los señores de la guerra –Colombia se ha balkanizado-, su integridad territorial está en juego. Un poder externo puede poner orden en el caos y de paso configurar nuevas realidades en Urabá -como el protectorado de Kosovo- donde de paso se construirá un régimen respetuoso del mercado, de los derechos humanos y un canal alterno al canal de Panamá.
* Los actores de esta guerra o están ligados al tráfico de drogas o son narcotraficantes. En la guerra contra este flagelo se impone intervenir en Colombia, como medida de legítima defensa, pues Colombia es el principal productor mundial de cocaína y heroína.
* La situación de Colombia -por su carácter anómico y caótico- es una amenaza para la estabilidad económica y política de la región. Dado que la anarquía es contagiosa, se precisa una respuesta regional a esta amenaza.
* La insurgencia colombiana es un supérstite anacrónico de la Guerra Fría, que hace peligrar el sistema democrático y el mercado libre, por lo que debe ser borrado definitivamente del planeta. Manuel Marulanda, líder de las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o quien corresponda, es "el Saddam Hussein de América".
* Puede argumentarse también como recurso válido la protección de la integridad o los negocios de los nacionales de la hiperpotencia interviniente.
* Por último, si se requiere puede levantarse un fantasma de probada eficacia. Hay una conjura para desnaturalizar la democracia en América Latina agenciando un proyecto totalitario, cuyas puntas de lanza son la guerrilla colombiana y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
6- ¿Existen en Colombia dinámicas internas que propicien una intervención extranjera?
Sin duda que sí.
Debe partirse de que en el mundo de hoy los reflejos nacionalistas o patrióticos están harto menguados. Erigir diques a la intervención es hoy más difícil dada la admiración por el poderío de la hiperpotencia y por su estilo de vida, cuyos patrones se imitan sin crítica, y dado el clima espiritual de esta época que pone el éxito por encima de toda otra consideración al tiempo que deprecia las nociones de dignidad y soberanía nacionales.
El gobierno ha venido vendiendo el Plan Colombia. Al centro de él está el asunto de las drogas. Para ganar la alianza estratégica con los norteamericanos se asume su discurso. Con este punto de arranque se plantea la tarea de la paz, que resulta asunto subsidiario y dependiente de lo que acontezca en la lucha contra la droga. El Plan Colombia invita a la comunidad internacional a hacerse parte de los problemas colombianos, invitación que sin duda será aceptada según las conveniencias del momento.
Los actores de la confrontación pueden tener interés en una mayor intervención. Para las fuerzas gubernamentales, un mayor compromiso de la hiperpotencia puede significar un desequilibrio definitivo en la correlación de fuerzas. Para los insurgentes, una mayor injerencia norteamericana, convertiría en guerra de liberación el actual conflicto, legitimándolos como los defensores de la dignidad y los intereses nacionales.
Cansada como está con la guerra, desesperanzada por la demora en una salida pacífica y desesperada por la inutilidad de sus esfuerzos por acercar la paz, la gente puede terminar aceptando la conveniencia de una mayor injerencia. Una encuesta de julio de 1999 mostraba que el 61 por ciento de los encuestados estaba a favor de la intervención. Apenas un indicio de lo que puede llegar a ocurrir.
7- ¿Qué forma puede adoptar una mayor intervención extranjera en Colombia?
Todo parece indicar que la injerencia en los asuntos colombianos estás lejos de parecerse al modelo vietnamita. En caso de extrema necesidad, podría darse una mayor presencia directa y abierta, sólo que no sería preciso enviar tropas, sino a la manera de Kosovo, desarrollar una guerra limpia en la que los intervencionistas destruyen un país, sin sufrir una baja. Utilizando los últimos desarrollos tecnológicos, se estaría por brindar toda la ayuda logística y el entrenamiento de las fuerzas armadas.
De otra parte, a la hiperpotencia le conviene encontrar la forma de una intervención colectiva, decidida por los países de la región -no sólo los limítrofes- motivada por el peligro inminente que para su estabilidad significa el conflicto colombiano o por la aspiración de convertirse en el mejor aliado de Estados Unidos.
8- ¿Qué impactos puede tener una mayor intervención en Colombia?
Una mayor intervención -aún más si es directa y abierta- incrementará las hostilidades, escalará las acciones y hará más complejo el conflicto al introducir nuevos ingredientes: otros actores, otros intereses, otras motivaciones.
A partir de esto es dable que el conflicto termine por regionalizarse. Ya hay tendencias claras en este sentido. Los paramilitares han tomado posiciones en Ecuador y amenazan a la Guardia Nacional en Panamá. La fuerza pública venezolana ha sido atacada en varias ocasiones por los insurgentes colombianos y es conocido el malestar generado por los secuestros de hacendados de la frontera. Estas tendencias se potenciarían en el contexto de crisis económica y social que vive la región, combinada en algunos países con crisis política. En este caso, la regionalización de la guerra colombiana no está lejos de ser fuego en un pajar. Sólo que para los países del vecindario no existe la alternativa de la guerra limpia, pues la guerra se trasladará dentro de sus fronteras con todo y la suciedad.
En este cuadro, la solución política al conflicto colombiano se hace aún más difícil y lejana. Acaso sea ésta la peor repercusión. Lo que visto desde los intereses de la población civil, significaría más sufrimiento y mayores sacrificios, sólo que el mal sería compartido con los civiles de los países vecinos.
Por lo dicho, la intervención en los asuntos colombianos no sirve a los intereses de Colombia y de su gente, ni a los intereses de los países vecinos ni los de sus pueblos.
9- ¿Qué cabe hacer frente a una mayor intervención en Colombia?
Una mayor intervención extranjera en los conflictos de Colombia no es un terremoto, sino un proyecto que se aclimata, prepara y anuncia. Como cualquier proyecto también se lo puede contrarrestar, neutralizar y derrotar.
Quienes se han comprometido con la intervención deben preparar la opinión pública de su país. Para ello no hablan explícitamente del objetivo último, sino que avanzan dando la espalda al objetivo perseguido, escondiendo o encubriendo las verdaderas intenciones. Mucho menos hablan de los intereses concretos que se juegan en estas aventuras. Es preciso descubrir las intenciones, los objetivos y los intereses.
Igualmente es necesario que en la opinión pública quede establecido el carácter indebido y contraproducente de la intervención. Indebido, porque no consulta los intereses ni del pueblo colombiano ni de los pueblos de los Estados que participan en esta aventura. Indebido, porque hasta ahora la intervención es contraria a las normas del derecho internacional y sólo es aceptada en casos extremos como una prerrogativa de la comunidad internacional y no privilegio de un Estado o grupo de Estados en particular. Contraproducente, porque lejos de acercar la paz, va a profundizar y extender la confrontación.
Habría que desarrollar un esfuerzo en dos frentes. En lo interno, para erradicar la falsa creencia en una solución fácil por la victoria militar o la esperanza ingenua de una solución regalada. Afianzar en la opinión pública, por el contrario, un sentido realista de la búsqueda de la paz, que ubica las dificultades y los obstáculos, y entiende que la paz es una empresa de largo aliento, exigente de todos y compleja. Este sentido realista es el mejor antídoto contra el mesianismo endógeno o exógeno de quienes pretenden regalarle a los colombianos la paz y la democracia.
En lo internacional se requiere quitar toda legitimidad y respaldo a las aventuras intervencionistas. Es preciso ilustrar a la opinión pública internacional sobre la realidad colombiana. No es Colombia un país en el que todo lo determine el narcotráfico, ni éste es la razón de la actual guerra. Debe comprenderse, en cambio, la naturaleza política y social de los conflictos, los intereses en juego y la necesidad de una solución política.
10- ¿Qué características debe tener una acción antiintervencionista constructiva?
Dos características debe tener una acción que efectivamente pretenda aportar: una, desarrollarse en la perspectiva de la salida pacífica. Como ya se vio, el antiintervencionismo puede servir también para escalar la confrontación. Y otra, debe servir al fortalecimiento de las fuerzas que desde la sociedad civil vienen pugnando por una salida negociada.
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