No. 98 - Diciembre 1999
LA FRACASADA NUEVA RONDA DE LA OMC
Receta para el conflicto social
por
Someshwar Singh
Delegados oficiales, expertos y organizaciones no gubernamentales participaron en un debate sobre comercio y desarrollo en el marco de discusiones informales de la UNCTAD. El "Informe sobre el Comercio y el Desarrollo 1999" de ese organismo contribuyó a demostrar que la competencia sin restricciones entre desiguales nunca logra un buen resultado.
Larry Elliott, editor de Economía del periódico The Guardian, manifestó que el modelo económico actual no funciona: hay grandes problemas estructurales con el neoliberalismo, el Consenso de Washington y la globalización. El "Informe sobre el Comercio y el Desarrollo 1999", de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) fue oportuno y ayudó a demostrar cómo la competencia sin restricciones entre desiguales nunca lleva a buen puerto.
Elliott dijo que la moda actual en materia de política es de gobiernos débiles, capitales fuertes y mercados libres. Pero antes los buenos resultados se dieron cuando los gobiernos eran fuertes, los mercados regulados y el capital débil. Cuando se abandonaron las políticas aplicadas inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial -tipos de cambio fijo, controles de capital, estado de bienestar social-, la situación empeoró. Los tipos de cambio flotantes provocaron inestabilidad; la apertura de los mercados de capital trajo problemas, entre ellos la fuga de capitales; y, desde 1973, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) experimentó una caída de las tasas de inversión y de la productividad laboral. También hubo un menor crecimiento en el Sur, las corrientes de capital se tornaron inestables y la balanza de pagos experimentó complicaciones. La Ronda Uruguay no trajo beneficios para el Sur, sigue habiendo un severo proteccionismo agrícola y la Organización Mundial de Comercio (OMC) ha sido captada por los intereses de las empresas.
Elliott propuso la cooperación de Japón, Estados Unidos y la Unión Europea para estabilizar los tipos cambiarios y reducir las corrientes de capital; la reforma del sistema financiero de manera que sea dirigido por el Estado (no por el mercado); validar los controles de capital de los países en desarrollo.
Los países en desarrollo necesitan acceso a los mercados y una Ronda del Desarrollo. Chakravarthi Raghavan, de la Red del Tercer Mundo y editor de SUNS, dijo que en momentos en que la mayoría de las instituciones internacionales no se atreven a hacer propuestas que contradigan la ideología oficialista, la UNCTAD pareció haber dado un primer paso con su análisis. El punto de partida fue: "y ahora cómo seguimos". Para muchos parecía obvio: ir a Seattle e iniciar una nueva ronda, sea del milenio o de desarrollo o de lo que sea. Lanzar una ronda, negociar y liberalizar parece haberse convertido en un fin en sí mismo.
Raghavan expresó que creía que el papel de las ONG es influir en los gobiernos. Pero la mera invitación a recepciones y seminarios de la OMC no convertiría a las ONG en participantes del proceso de la OMC. Tampoco su pretensión de convertirse en "transparente" o participativa se hace realidad por el solo hecho de permitir que las ONG presenten notas amicus curiae en los casos de solución de diferencias. "Si la OMC (...) quiere transparencia y respaldo público, comencemos por aplicar la norma de las seis semanas*", expresó Raghavan. "Que la opinión pública sepa de antemano cuándo se harán las reuniones de la OMC, qué tratarán y las propuestas que se harán, cuántos y quiénes fueron los delegados presentes y sus posiciones así como lo que hicieron o no hicieron. Recién entonces la opinión pública podrá pedirle cuentas a sus delegados y gobiernos".
Hay diferencias entre el periodo de la Ronda Uruguay y ahora, porque la sociedad civil y los empresarios de los países en desarrollo son conscientes de la importancia de lo que está ocurriendo en la OMC y desean saber qué posiciones adoptarán sus gobiernos, las que ya adoptaron y las que no adoptaron.
Globalización = dominio de Estados Unidos
Mucho se habló de la globalización y sus consecuencias inevitables, agregó Raghavan, citando la declaración del ex secretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger, en una conferencia en Dublin: "Lo que se denomina globalización es realmente otro nombre para el dominio de Estados Unidos". Según Kissinger, a ellos les había ido muy bien, pero en términos económicos puede irles mejor: pleno empleo, aumento de los salarios reales, aumento de la productividad, inflación baja, crecimiento sostenido". El único problema fue que ese modelo basado en capital barato, mucha tecnología y sólo la mano de obra costosa no puede exportarse, si bien las autoridades estadounidenses y las escuelas de comercio se ocupan mucho para lograrlo. "Rusia no se acercó a un modelo de economía de mercado o democracia; el modelo tampoco tuvo éxito en el sudeste asiático ni en América del Sur".
Kissinger formuló varias preguntas, reconoció que no tenía respuestas, pero advirtió que si no se encuentran, "a principios del siglo XXI (el mundo) se encontraría asediado por el mismo tipo de conflicto social que caracterizó los comienzos del siglo XX". Raghavan agregó que no estaba de acuerdo en que sería nefasto que la Conferencia de Seattle no decidiera iniciar una nueva Ronda amplia y simplemente produjera un programa de trabajo para resolver los problemas existentes. Antes de concluir la Ronda Uruguay se exageró sobre las ventajas resultantes, incluida la proyección de la OCDE y el Banco Mundial acerca de un beneficio de 250.000 millones de dólares. Posteriormente, en 1994, la secretaría del GATT aumentó la cifra a 500.000 millones de dólares, pero en 1995, en un seminario del Banco Mundial, las ganancias mundiales en materia de avance en bienestar social se ubicaron en sólo 40.000 a 60.000 millones.
Ahora volvió a hablarse de los beneficios que traería una nueva Ronda amplia. Pero ya no resulta tan fácil convencer a la opinión pública. "Si la opinión pública considera que no hay beneficios -y eso es una realidad, a cinco años de la Ronda Uruguay y la OMC-, no hay que iniciar otra Ronda", expresó. Raghavan coincidió con algunos oradores en que los países en desarrollo estaban mejor con normas multilaterales que sin normas. Pero que las normas sólo eran útiles (o inútiles) en la medida en que fueran justas, equilibradas y equitativas.
Comentando la declaración de Suiza que auguraba el fracaso de Seattle si los países en desarrollo no se comprometían a una mayor liberalización, Raghavan manifestó: "Ahora nos dicen que depende de los países en desarrollo profundizar la liberalización, y que será en nuestro beneficio. Y los teóricos del comercio neoliberal también nos dicen que quienes liberalizan -aún unilateralmente- se benefician. Si fuera así, ¿por qué no liberalizan los países industrializados? ¿Por qué la Unión Europea no se compromete a liberalizar totalmente la agricultura, o Estados Unidos el sector de textiles y vestido? ¿Por qué no dan el ejemplo ahora, sin tener que esperar hasta Seattle? No necesitan una nueva ronda para hacerlo: podrían hacerlo aquí en Ginebra, en la OMC, creado como foro permanente. Deberían hacerlo si realmente creen que la liberalización es tan buena para todos". Raghavan advirtió que los gobiernos y las secretarías no deberían exagerar en cuanto a las promesas de los beneficios que traería una nueva Ronda, en cuyo caso se estaría en graves problemas.
El delegado de Estados Unidos criticó la preponderancia de panelistas que acentuaban las consecuencias negativas de la globalización, y pidió una mayor variedad de opiniones en los grupos especiales. Cuando Colón zarpó en 1492, la gente sin educación creía que el mundo era plano. Si bien después se cambió al concepto hacia el de un mundo redondo, algunos siguieron prefiriendo el anterior, afirmó. "¿Qué utilidad tiene perder tiempo argumentando sobre un mundo plano?", preguntó. "Lo mismo ocurre con la globalización. Es cierto, antes de la globalización la vida era más estable, más segura. La liberalización no es un curalotodo, pero es una realidad". Dijo que quienes habían defendido el "viejo sistema" en la sesión, hablaban como si pudieran volver a él. "No hay marcha atrás a un mundo de sustitución de importaciones. Debemos resolver esto mirando hacia delante, no con la mirada nostálgica puesta en el ayer".
Finlandia, en representación de la Unión Europea, coincidió con Estados Unidos en que la globalización no puede ser revertida. La cuestión es más bien de cómo conducirla por una senda con "rostro humano", como propone el "Informe sobre el Desarrollo Humano" del PNUD. Agregó que el vínculo que falta entre la globalización y el desarrollo es una cuestión de políticas internas apropiadas. Argumentó que la política interna es la clave, si bien también es necesario que exista un buen contexto externo.
La liberalización comercial tiene más ganancias que costos, aseguró. "Si bien compartimos la preocupación de la UNCTAD por un mejor acceso a los mercados para los países en desarrollo, el sistema internacional no puede hacer todo el trabajo". Es fundamental que exista un marco interno adecuado y un buen funcionamiento de los mercados y agregó que la Unión Europea deseaba una nueva Ronda en que la dimensión del desarrollo tuviera gran peso. "No hay otra forma de ayudar a los países en desarrollo que a través de esta nueva Ronda, ya que los países en desarrollo tienen mucho para ganar de la liberalización", concluyó.
En contraste, muchos países en desarrollo subrayaron la importancia del entorno económico externo, la falta de beneficios que les reporta el sistema de comercio, la necesidad de que el Norte abra sus mercados a los productos del Sur, y la necesidad de eliminar los desequilibrios y el doble discurso de las normas de la OMC. Muchos preguntaron por qué, si la liberalización es tan beneficiosa, la Unión Europea se niega a liberalizar su sector agrícola y por qué los textiles siguen protegidos en el Norte.
El delegado de India dijo que parecía haber una "desconexión" entre las discusiones en la UNCTAD y las de la OMC. "Aquí discutimos lo que está mal con la liberalización y allá nos precipitan a una nueva ronda". Señaló la posición común de los tres expertos del panel, de que el comercio irrestricto no produciría beneficios.
Los países en desarrollo deben enfrentar tres grandes problemas en la OMC: los beneficios prometidos de la Ronda Uruguay no se han concretado; las disposiciones de trato especial y diferenciado son "letra muerta" y hay graves desequilibrios en algunos acuerdos, como los Acuerdos sobre las Medidas de Inversión Relacionadas con el Comercio (TRIMs) y sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPs), que coartan las posibilidades tecnológicas y de crecimiento.
Que paguen
No obstante, se les pidió a los países en desarrollo que "paguen" (en términos de concesiones adicionales) por los cambios que proponen en los acuerdos. Además, los obstáculos no arancelarios contrarrestaron las reducciones arancelarias en el Norte, con lo cual los países en desarrollo no se beneficiaron de la Ronda Uruguay. Agregó que en la OMC ahora los países en desarrollo dicen que antes de considerar temas nuevos hay que rectificar primero los problemas existentes. Al proponer temas nuevos tales como inversión, competencia y contratación pública, los países desarrollados sólo están buscando acceso a los mercados para sus compañías, lo que no beneficiaría a los países en desarrollo. Además, los estudios demostraron que no hay un vínculo directo entre la inversión extranjera directa (IED) y el crecimiento, o entre el aumento de las corrientes de capital y el desarrollo.
El delegado de Argentina dijo que la agenda multilateral de comercio está desequilibrada. Si bien se reiteró el concepto de una "Ronda del Desarrollo", de la agenda surge que se pide a los países en desarrollo el compromiso en los sectores con problemas de aplicación.
El delegado de Ecuador coincidió con el secretario general de la UNCTAD, Rubens Ricúpero, en que el sistema multilateral de comercio no está dirigido al desarrollo, pues no toma en cuenta las necesidades de los países en desarrollo, aun cuando son la mayoría. "Pensamos que existe una nueva forma de proteccionismo en los países desarrollados", expresó. Citó el ejemplo del surgimiento de un concepto muy peligroso, la "multifuncionalidad de la agricultura", presentado por algunos países desarrollados como una nueva forma de proteccionismo. Este eufemismo permitió la protección de la agricultura por motivos ambientales.
Se supone que el sistema de solución de diferencias es el pilar más sólido de la OMC para los países en desarrollo, agregó el delegado de Ecuador, pero subrayó que debía discrepar con quienes pensaban que se trataba de un pilar sólido. Ecuador tuvo una amarga experiencia en ese sentido, ya que integró el mecanismo de solución de diferencias para eliminar un enorme obstáculo proteccionista, y sin embargo el régimen del banano permanece intacto. Dijo también que ya es hora de que la OMC aborde el problema de la deuda, pues para los países en desarrollo es imposible pagar los intereses y las importaciones cuando experimentan dificultades en la balanza de pagos, especialmente problemas en el tipo cambiario.
El delegado de Guatemala expresó: "Sabemos que el mundo es redondo y no plano. Queremos mejorar el sistema del libre comercio. Es mejor una situación en que todos salgan ganando y no que el ganador se lleve todo mientras los demás lo pierdan todo". Guatemala no estuvo de acuerdo en que el Informe sólo subraya los aspectos negativos de la inversión extranjera; señala los efectos positivos pero observa que sólo unos pocos países atraen corrientes de IED, mientras que la mayoría de las inversiones han sido de capitales flotantes y corrientes de capital a corto plazo.
Maximizar los beneficios y minimizar los costos
El delegado de Etiopía refutó la acusación de que quienes cuestionan los efectos de la globalización defienden el proteccionismo, sino que lo que se busca es maximizar los beneficios de la globalización y minimizar sus costos. "Es difícil justificar las bondades de las políticas de desarrollo de los últimos 15 años cuando 1.300 millones de personas viven con menos de un dólar diario."
El delegado de Sudáfrica dijo que el informe de la UNCTAD había demostrado cómo los sectores e industrias competitivas del Sur tienen que competir con las industrias no competitivas subsidiadas del Norte. Si los países desarrollados están comprometidos realmente con el crecimiento de los países en desarrollo, deben asumir su propio ajuste estructural y eliminar los sectores que ya no tienen una ventaja comparativa.
El delegado de Malasia manifestó que la posición de la Unión Europea en cuanto a que la gestión de la globalización exige políticas nacionales racionales lo había dejado perplejo. Citó el ejemplo de su país, cuyas medidas en materia de tipo cambiario y de reglamentación al capital procuraron superar los efectos perjudiciales de las corrientes de capital especulativo y que justamente fue criticada, con el argumento de que no se ajustaba a la norma.
El delegado de Argentina, tomando como ejemplo la agricultura, expresó que los países desarrollados tienen privilegios -como créditos, tipos de interés bajos, préstamos baratos y el derecho a ser subsidiados- que generan más de 320.000 millones de dólares de subvenciones para el sector agrícola en los países de la OCDE. Esto tiene efectos negativos para el comercio internacional así como para el ambiente y la pobreza. "Debemos eliminar los privilegios escandalosos y dar privilegios a los países en desarrollo a través de un trato especial y diferenciado", afirmó.
El delegado de India manifestó que la clave era que la sustentabilidad sólo podría lograrse con equidad y que el desafío es tener un mayor equilibrio. Los países en desarrollo deberían tener un acceso a los mercados significativo, ya que la Ronda Uruguay dejó sin resolver los sectores de interés para los países en desarrollo (agricultura y textiles) y las ventajas en ese sentido también quedaron anuladas por el uso de recursos comerciales. "Parece que está bien que los países desarrollados subsidien la agricultura, pero no que los países en desarrollo ayuden a sus industrias a ser competitivas internacionalmente". Agregó que no tenía sentido que los países desarrollados, equipados con redes de seguridad, buscaran nuevas formas de proteccionismo. Además, las políticas nacionales no podrían resolver las desigualdades del sistema de comercio. "Vivimos en un mundo desigual donde no todos los países pueden sacar ventajas de la globalización. Por lo tanto, las disposiciones especiales y diferenciadas deben ser parte integral de las obligaciones de la OMC".
Martin Khor, de la Red del Tercer Mundo, señaló que el Informe demostraba que no hay un vínculo automático entre la liberalización del comercio y el crecimiento, pero que la liberalización de las importaciones podría provocar problemas en materia de desarrollo. Para los países en desarrollo en conjunto, el auge de las importaciones inducido por la liberalización no se acompañó de un aumento de las exportaciones, profundizando así el déficit comercial y contribuyendo a agudizar los problemas de endeudamiento y recesión. Los países en desarrollo no deberían ser empujados a la liberalización sino que deberían conservar la capacidad de combinar la liberalización con la defensa de sus sectores nacionales. Khor dijo que esto tiene profundas consecuencias para las negociaciones en la OMC. Es necesario examinar y rectificar los acuerdos existentes para compensar los desequilibrios y los efectos negativos sobre el desarrollo: "Seguramente las normas de la OMC no fueron pensadas para que las empresas y los productores nacionales del Sur resulten inviables y condenados al olvido". Exhortó a no introducir temas nuevos en la OMC a través del proceso de Seattle.
Agravamiento del déficit comercial
Martin Khor expresó, además, que temas nuevos tales como inversión, competencia, contratación pública y aranceles industriales, favorecen los intereses del Norte y sirven para abrir drásticamente los mercados de los países en desarrollo, cuyas empresas no podrían sobrevivir al consiguiente ingreso de poderosas empresas extranjeras y sus productos. También provocaría un agravamiento del déficit comercial y del endeudamiento externo de los países en desarrollo, repitiendo el ciclo de crisis de la balanza de pago y recesión.
Al respecto, el delegado de Finlandia dijo que el Informe había utilizado las balanzas actuales insustentables de los países en desarrollo "como justificación intelectual para resucitar el argumento de las industrias incipientes como forma de favorecer a los países en desarrollo. Eso es contraproducente". No obstante, la Unión Europea estuvo de acuerdo en que para los países en desarrollo las industrias nuevas son fundamentales, por lo que la creación de condiciones favorables es vital.
Estados Unidos consideró que la Secretaría de la UNCTAD había explicado bastante bien su enfoque de "agenda comercial positiva". Pero la forma en que estuvo expresado sugiere una operación "suma cero", donde no ganan ni el Norte ni el Sur. En realidad, la competencia ha sido entre un conjunto de países del Norte y del Sur por cada lado, como lo demostró la diferencia comercial por el banano. La UNCTAD debería seguir preparando al Sur para que tenga una mejor participación en la OMC, pero no mirar exclusivamente a un nivel Norte-Sur, dijo el delegado de Estados Unidos y aseguró que esta sugerencia no es una táctica de "divide y reinarás".
"Hoy no tenemos libre comercio sino un sistema mercantilista, donde la brecha Norte-Sur es amplia y el Norte debe preguntarse qué puede ofrecerle al Sur", dijo Larry Elliott. "La Unión Europea debe responder qué hará para eliminar los escandalosos privilegios otorgados a su agricultura. Hay un doble discurso cuando la Unión Europea dice que la liberalización tiene más beneficios que costos".
El brasileño Barros de Castro, manifestó: "Estamos viviendo una profunda crisis de identidad de la política de desarrollo. ¿Y ahora hacia dónde vamos? Posiblemente uno o dos países en desarrollo, como China o India, saben dónde están. Nosotros ni siquiera sabemos qué es 'aquí', no sabemos cuáles son nuestras posibilidades. Necesitamos estrategias para nuestras empresas, sectores, macroeconomía y países. Lo que hagamos debe ser adaptado a nuestras circunstancias".
El vicesecretario general de la UNCTAD, Carlos Fortin, dijo que ese organismo había calificado de "positiva" a la agenda porque los países en desarrollo habían ingresado a la última Ronda como reacción. La agenda positiva les permite identificarse con sus propios objetivos de manera de poder lograr una operación de sumatoria positiva.
Acerca del Informe 1999, Rubens Ricúpero manifestó que el informe es equilibrado y se caracterizaba por la moderación y la veracidad. El análisis demuestra que para los países en desarrollo ha habido un aumento constante de los déficit comercial y de cuenta corriente, y menos crecimiento, "el peor marco posible". El informe revela que la liberalización comercial, dentro de las circunstancias correctas, podría traer dividendos importantes en términos de desarrollo. Barros de Castro dijo que la lección principal es que la integración repentina a la economía mundial produce un ciclo macroeconómico de corrientes de capital y tipos cambiarios sobrevaluados que culminan en ataques especulativos, devaluación, inflación y la necesidad de mayor ajuste. Del lado microeconómico, es importante ver qué pasó con las empresas; si, por ejemplo, cerraron, reestructuraron y sobrevivieron, o se expandieron. El resultado es diferente en los distintos países. En Brasil, la mayoría de las empresas nacionales reestructuraron y sobrevivieron, pero el contexto se tornó muy inestable. Con respecto a la política industrial, hubo coincidencia en que no habría que introducir alteraciones macroeconómicas ya que las economías y las empresas son muy vulnerables.
Sunanda Sen, de la Universidad Jawaharlal Nehru, dijo que desde 1980 los países en desarrollo liberalizaron su comercio pero el crecimiento no aumentó, planteando así dudas en cuanto a por qué la integración comercial no conduce a un mayor crecimiento. Tampoco generaron crecimiento la desregulación de las finanzas y el ingreso de varios tipos de capital. Añadió que el comercio no provoca desarrollo debido al aumento de las importaciones y la dependencia. Para la mayoría de los países en desarrollo tampoco hay un vínculo entre crecimiento de la eficiencia y de las exportaciones. También señaló con preocupación que una gran parte de los ingresos de IED a los países en desarrollo se hicieron en el sector de servicios no comercializables, que no generarían ingresos por concepto de exportaciones.
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