No. 143/144 - Setiembre/Octubre 2003
Los países del Sur ante Cancún
Participación efectiva en los procedimientos de la OMC
por
Boniface Guwa Chidyausiku
El autor, un destacado diplomático de Zimbabwe que representó a su país en las conferencias ministeriales de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle y Doha, considera el problema de la transparencia interna y la participación a la luz de su experiencia.
Un grupo de países en desarrollo presentó un documento ante el Consejo General de la OMC en abril de 2002, en el que se señala: "Desde la creación de la OMC, en enero de 1995, se han realizado cuatro Conferencias Ministeriales. Los procedimientos adoptados para el proceso de preparación, en Ginebra, y en la Conferencia Ministerial, fueron diferentes. Esto hace que muchos miembros tengan dificultades a la hora de prepararse para las conferencias. Es necesario ponerse de acuerdo acerca de ciertos principios y procedimientos básicos a fin de que tanto la preparación cuanto el desarrollo de las Conferencias Ministeriales sean transparentes y previsibles, y que incluyan a todos los miembros".
Es urgente tratar los temas planteados a fin de que los países en desarrollo y los países menos adelantados puedan participar en el proceso preparatorio de Ginebra, así como en las negociaciones que se llevan a cabo en las conferencias ministeriales de la OMC. La urgencia se debe a que muy pronto, en setiembre, se realizará una nueva Conferencia Ministerial en Cancún, México. Como el tema ya fue discutido en el Consejo General en 2002 y dado que no se ha llegado aún a ningún acuerdo, se podría plantear ante los ministros que se reúnan en Cancún.
Los países en desarrollo podrán participar más si aprenden de las experiencias del pasado, tomando como punto de partida la primera Conferencia Ministerial de la OMC, que se hizo en Singapur en 1996. Además, estos países deberían reconsiderar su posición en las negociaciones comerciales y la diplomacia comercial, en esta era de la globalización. Claro que las consecuencias de una Conferencia Ministerial no se pueden desligar de lo ocurrido antes. Por eso mismo, debemos remontarnos hacia atrás en el tiempo, a fin de prepararnos en forma adecuada para la Quinta Conferencia Ministerial.
Se socavan los fundamentos democráticos
Los países en desarrollo miembros siempre han exigido que los procedimientos de la OMC sean justos, democráticos e inclusivos, tal como está estipulado en los acuerdos. Las cláusulas sobre toma de decisiones de los acuerdos de la OMC hacen pensar que se trata de uno de los organismos internacionales más democráticos. Las decisiones se toman por consenso, o sobre la base de un voto por país en caso de ser necesaria una votación, y no existe el poder de veto. Pero en la realidad, se han ido desarrollado algunas prácticas que socavan los fundamentos democráticos de la institución y que a menudo resultan en decisiones perjudiciales para los países en desarrollo y los menos adelantados.
Esto explica por qué, en los preparativos de la Cuarta Conferencia Ministerial que se realizó en Doha en 2001, los ministros africanos de Comercio se reunieron en Abuja, Nigeria, y declararon: "Los ministros reafirmamos la importancia de contar con un mecanismo transparente para tomar decisiones en la OMC. Habría que crear un mecanismo que garantice la participación de todos (los miembros), así como la eficiencia y la viabilidad de la organización" (Declaración de los ministros africanos de Comercio en Abuja, setiembre de 2001).
En julio, los ministros de Comercio de los países menos adelantados habían expresado una opinión similar en su declaración, según la cual, la Cuarta Conferencia Ministerial debería asumir "el compromiso de garantizar un proceso de negociación inclusivo y transparente antes, durante y después de la Conferencia de Doha".
Preparación y participación
El grado de preparación y participación de los países en desarrollo en las conferencias ministeriales ha ido en aumento. El tema central de la agenda para la conferencia de Seattle fue la aplicación. Los países industrializados no lograron desviar la atención de los intereses de los países en desarrollo y los países menos adelantados, de modo que el famoso "Texto Mchumo" fue presentado en Seattle con todos los puntos que habían incluido las delegaciones presentes. Durante esa conferencia, varios miembros quedaron excluidos de la toma de decisiones. Los ministros de los países en desarrollo y de los menos adelantados deslindaron toda responsabilidad en las decisiones emanadas de las reuniones de "sala verde", donde, mientras ellos tomaban café y conversaban en los pasillos, unos pocos elegidos se ocupaban de las verdaderas negociaciones.
Esta fue una de las principales causas del fracaso de la Conferencia Ministerial de Seattle aunque, simultáneamente, constituyó un éxito para el mundo en desarrollo. Quedó claro que ya no se puede distraer a sus representantes para tomar decisiones que afectan a sus pueblos. Las decisiones de la OMC tienen fuerza legal y causan un impacto directo sobre la soberanía de sus miembros ya que, a veces, implican modificar las leyes nacionales. En tales casos, no se puede dejar que otros decidan según sus intereses y en detrimento del comercio de bienes o servicios del mundo en desarrollo.
Durante la preparación de Doha, los países en desarrollo de Africa, América Latina y Asia discutieron ampliamente y llevaron a cabo varias consultas sobre los temas y las expectativas que tenían para la conferencia. Uno de los casos a tratar era la Reunión de los Países Menos Adelantados, que se llevó a cabo en Zanzíbar, Tanzania, del 22 al 24 de julio de 2001. Los ministros de Comercio de dichos países adoptaron una posición clara y razonable en base a lo que esperaban de la Cuarta Conferencia Ministerial:
"Respecto de los acuerdos de la OMC, la 4ta Conferencia Ministerial debería dar pasos decisivos en los temas de aplicación, confirmación de los principios de trato especial y diferenciado, y flexibilidad de las políticas comerciales para cubrir los intereses de los países pobres menos adelantados; además, debería comprometerse a garantizar un proceso de negociación transparente e incluyente, tanto durante como después de la Conferencia de Doha".
Los ministros de los países menos adelantados sostuvieron también que, en el futuro, habrá que tener en cuenta su incapacidad para participar eficazmente en las negociaciones de una agenda extensa y de aplicar nuevas obligaciones debido a sus limitaciones, que son conocidas.
"Mini ministeriales"
El contenido, la forma y los resultados de los preparativos para las conferencias ministeriales suelen modelar sus consecuencias. Por lo tanto, es necesario adoptar principios claros. Los países en desarrollo deberían rechazar las diversas reuniones paralelas y "mini ministeriales" que suelen realizarse antes de cada conferencia ministerial y a las cuales sólo unos pocos miembros son invitados. En los preparativos de Doha, se organizaron reuniones en Frankfurt, a las cuales estuvieron invitados los países del Grupo de los Cinco y otros que se suponía simpatizaban con el lanzamiento de una nueva ronda de negociaciones durante la Cuarta Conferencia Ministerial. Se realizó otra reunión en Coppet, Suiza, luego de la cual los ministros de los países africanos a los que se aplica la Ley de Crecimiento y Oportunidad para Africa fueron invitados a Washington, como parte de los preparativos. En la reunión de países de Africa, el Caribe y el Pacífico que se realizó inmediatamente después de la de Washington se notó un cambio en la delegación de un país en desarrollo, que empezó a defender la posición estadounidense en el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPS) como la más apropiada para los países de Africa subsahariana. Finalmente, los países en desarrollo fueron a Doha con una posición común.
Los cambios de opinión ocurren debido a esas reuniones y pueden afectar el curso de las negociaciones, e incluso el resultado de las Conferencias Ministeriales. Una de las reuniones que cambió el curso de las negociaciones antes de Doha fue la mini ministerial que se realizó en Singapur, como instancia de seguimiento de otra mini ministerial que se había hecho en México, a fines de agosto de 2001. La de Singapur "no fue una reunión de la OMC", según el propio director general del organismo. "Varias delegaciones de países en desarrollo que no fueron invitadas a esta reunión se indignaron por esas mini ministeriales. El presidente del Consejo General y el director general de la OMC estuvieron presentes. Uno se pregunta cómo es que una reunión que cuenta con esta participación "no es de la OMC". A su regreso, se le pidió al embajador de Singapur que relatara lo ocurrido para informar a todos los miembros y ¡sorpresa! su discurso fue increíblemente parecido a lo que figuró luego en la Declaración Ministerial de Doha.
En muchos casos, los países en desarrollo y los menos adelantados son los responsables de que se hagan reuniones mini ministeriales y otras paralelas a los preparativos para las conferencias ministeriales. Cuando una delegación es invitada a ese tipo de encuentros, se siente más importante y no pregunta por qué no están presentes los demás. Pero si queda afuera, es seguro que protestará amargamente alegando que esos encuentros perjudican los intereses de quienes no participan. Los países en desarrollo no deberían formar parte de ninguno de esos encuentros. Por otro lado, habría que aclarar que las decisiones que se tomen en esas instancias tan excluyentes no deberían ser obligatorias para los miembros que no pudieron participar. Todos los miembros de la OMC deben velar para que no se adopten decisiones a escondidas.
Luego de lo ocurrido en los preparativos de Doha y durante la Cuarta Conferencia Ministerial, un grupo de países en desarrollo presentó al Consejo General una serie de propuestas para la preparación y realización de tales conferencias. El Grupo de espíritus afines de países en desarrollo propuso que todas las consultas fueran transparentes y abiertas, y que el proceso preparatorio contara con la supervisión directa del Consejo General, además de ser presidido por el presidente del mismo. Según la propuesta, las consultas o reuniones realizadas fuera de este marco no deberían formar parte de los preparativos formales.
Transmisión de textos en borrador
Los países en desarrollo se han dado cuenta de que la entrega de textos a sus ministros para discutir y adoptar en las conferencias ministeriales tiene un papel importante en el resultado de las mismas. La experiencia de las delegaciones del mundo en desarrollo en Ginebra antes de Doha es un claro testimonio de ello. Incluso después de las mini ministeriales y sus mini resultados, antes de Doha, la mayoría de los países en desarrollo que estaban en Ginebra se mantuvieron firmes en su posición, de modo que no se llegó a un acuerdo sobre el borrador que se presentaría a los ministros en Doha. Se planteó entonces la pregunta de cómo presentar un documento sobre el cual no había consenso.
La Secretaría de la OMC sostuvo que la Presidencia del Consejo General podía enviar el borrador de la declaración a los ministros bajo su responsabilidad. El presidente, Stuart Harbinson, actuó en base a este "sabio consejo". La mayor parte de los miembros de la OMC opinaron que no era correcto actuar de esa manera y citaron lo ocurrido en 1999 cuando, antes de la Conferencia Ministerial de Seattle, el entonces presidente del Consejo General, Ali Mchumo, llevó un texto para que fuera aprobado y presentado en la conferencia. En esa ocasión, el propio Harbinson, como representante de Hong Kong-China, subrayó que Mchumo debía aceptar las opiniones expresadas: no sólo las que figuraban en el borrador, sino también las surgidas durante las discusiones del Consejo General.
Dos años más tarde, Harbinson ignoró ese principio. Su decisión no fue aprobada por las delegaciones del mundo en desarrollo pero contó con la aceptación de las delegaciones que habían participado en las numerosas reuniones mini ministeriales durante las cuales se elaboró la agenda de la conferencia.
Teniendo en cuenta estos antecedentes, el Grupo de espíritus afines propuso que el proceso preparatorio de Ginebra concluya con un borrador de Declaración Ministerial que refleje las prioridades y los intereses de todos los miembros de la OMC, y que el mismo se apruebe por consenso. En el caso de que esto no sea posible, las diferencias deberían quedar muy claras, ya sea en el documento, mediante una lista de las diversas opciones sugeridas, o en la presentación del presidente, que podría dar a conocer las distintas posiciones. Si la mayoría de los miembros se oponen a la incorporación de algún tema, habría que desechar ese tema. El único habilitado a presentar un borrador de Declaración Ministerial en la conferencia es el Consejo General.
No es justo, ni práctico, que los ministros negocien asuntos técnicos en los tres días que dura la Conferencia Ministerial. No todos los ministros conocen los detalles técnicos del comercio internacional. Tampoco tienen todos el conocimiento suficiente para negociar y entender cuestiones técnicas complicadas que suelen plantearse a último momento durante las sesiones maratónicas de toda la noche.
Los ministros sólo deberían brindar ímpetu político a las negociaciones cuando éstas se trancan en algún punto. Las principales negociaciones siempre se cierran antes de la Conferencia Ministerial y de ello se encargan negociadores profesionales. Según el ministro de Comercio de India, Murasoli Maran, esto fue lo que ocurrió en Doha: "En Doha, cuando se trancó el proceso el 13 de noviembre, hubo un cambio de escenario y pasamos a la así llamada ‘sala verde’, a la cual se convocó sólo a un puñado de miembros de la OMC. Los demás no pudieron decir nada. Durante las discusiones de la noche del 13 al 14, aparecían textos que debían tratarse pero no se daba el tiempo necesario para que cada delegación los examinara. ¿Quién preparó la avalancha de borrador tras borrador? ¿Por qué?"
Esto no debe volver a ocurrir.
Desarrollo de las conferencias ministeriales
Durante una Conferencia Ministerial habría que negociar de manera transparente, previsible e inclusiva. Cuando llegamos a Doha, por ejemplo, faltaba un aspecto clave en toda reunión, que es la agenda. Los países en desarrollo consideran que ese es un asunto a resolver antes del proceso preparatorio. Los países del Grupo de espíritus afines sugieren que la agenda del borrador se elabore una vez que todos los miembros hayan tenido la oportunidad de expresar sus opiniones. Aceptada la agenda, se admiten cambios sólo si todos los miembros se ponen de acuerdo.
Además, no habría que adoptar la agenda en la apertura de una Conferencia Ministerial, sino en la primera sesión plenaria que se hace inmediatamente después. La sesión ceremonial debería ser simplemente eso y no transformarse en una ocasión para conversar de negocios. Algunas delegaciones pueden tener objeciones respecto de un punto de la agenda o, al contrario, pueden desear agregar algo. Si se discuten esos asuntos en la ceremonia de apertura, se corre el riesgo de molestar al anfitrión o de inhibir a las delegaciones.
El concepto de "facilitador" parece tener cada vez más arraigo en el desarrollo de las conferencias ministeriales. Los facilitadores son personas elegidas para ayudar en la negociación de temas considerados problemáticos. Nadie supo cómo se decidió cuáles eran los temas "difíciles" de Doha, ni cómo se eligieron los facilitadores. Los facilitadores de Doha procedían de países que "simpatizaban" con la necesidad de lanzar una nueva ronda de negociaciones durante la Cuarta Conferencia Ministerial (Canadá, México, Singapur y Sudáfrica). Es evidente que los facilitadores con intereses definidos son capaces de conducir una reunión en la dirección que desean. Las consultas, en estos casos, suelen hacerse en grupos pequeños. Muchos delegados tuvieron problemas para participar en tales consultas en Doha. Cuando los facilitadores presentaron sus informes en la sesión plenaria, no dieron detalles y no explicitaron quiénes apoyaban dichas posiciones.
También se ha dicho en el Consejo General que los facilitadores, incluso los presidentes, cuya tarea sea organizar consultas sobre temas específicos durante la Conferencia Ministerial deberían ser elegidos por consenso en el período de preparación de Ginebra, consultando a cada país miembro. Un facilitador debería ser una persona de algún país miembro cuyos intereses no estén en juego en el tema de la consulta. Sus consultas deberían ser abiertas, transparentes e inclusivas, y tendrían que organizar reuniones entre los defensores y los opositores de un tema planteado, convocando también a cualquier otro miembro interesado en participar. Para que esto sea posible, habría que dar a conocer el horario de cada reunión algunas horas antes.
Por supuesto, es esencial que las consultas de "sala verde" sean amplias e incluyan a todos los miembros. Dichas reuniones deberían ofrecer a todos los miembros la oportunidad de manifestar su punto de vista. Pero esta no fue la experiencia del ministro de Industria y Comercio Internacional de Zimbabwe, Herbert Murerwa, en la noche final de la Conferencia de Doha, el 13 de noviembre de 2001, cuando tuvo que irrumpir en una consulta de sala verde, a las 11 de la noche. El ministro no había sido invitado a participar en dicha negociación a pesar de que Zimbabwe coordinaba al Grupo de Africa en la OMC. Nadie le acercó una silla y tuvo que pasar la noche sentado en el suelo. No pudo hablar, dado que, oficialmente, no había sido invitado a la reunión de consulta. Su participación se limitó a la entrega de notas escritas a sus colegas para colaborar con sus intervenciones. Para Murerwa, la escena que se desarrolló ante sus propios ojos fue como si estuviera viendo una película sobre la mafia. Como dijo Maran, "a las 23 horas, probablemente luego de sesionar 37 horas y 45 minutos, presentaron un borrador –igual que un mago saca un conejo de la galera– y dijeron que se trataba del borrador final".
Las declaraciones deberían ser claras y sin ambigüedades. Esto parece obvio, pero es sabido que las delegaciones discuten durante horas sobre el sentido de algunas expresiones que figuran en las decisiones ministeriales. Los países en desarrollo creen que una manera de que los textos resulten claros sería considerar los intereses de todos los miembros de la OMC y crear un comité de redacción del borrador con representantes designados por todos los países miembros. Así funcionan las reuniones que organizan otros organismos internacionales, como las Naciones Unidas.
La comisión plenaria debería ser el foro principal para la toma de decisiones en las conferencias ministeriales y todas las reuniones de dicha comisión deberían ser formales. Sin embargo, eso no fue así ni en Seattle ni en Doha. La comisión no tenía un compromiso serio en Doha y se comportó como una instancia ficticia. Se supone que la comisión es la instancia en la cual los ministros discuten y plantean temas de interés. Pero, en ambas conferencias, fue meramente un espacio para dar a conocer frustraciones varias. La sensación de quienes participaban era la de formar parte de un proceso pero, de hecho, había un grupo reducido que tomaba las decisiones importantes en nombre de todos los miembros de la OMC, aunque sin consultar. Es muy importante que la comisión plenaria sea la instancia de la toma de decisiones y que todas sus reuniones sean formales.
Secretaría parcial
Los países en desarrollo deben seguir exigiendo que la Secretaría de la OMC sea neutral, imparcial y objetiva, y que no exprese opiniones sobre los temas específicos que se discuten en las Conferencias Ministeriales. En Doha, la Secretaría fue muy parcial, manteniendo su postura tendenciosa al aconsejar al director general que pasara por alto algunas normas existentes o que actuara a su antojo en caso de no existir regulaciones específicas.
Para ilustrar este hecho, durante la Tercera Conferencia Ministerial, realizada en Seattle en 1999, la presidenta de la conferencia, la representante comercial de Estados Unidos Charlene Barshefsky se mostró de acuerdo en discutir normas laborales y en introducirlas en la OMC. Para que su deseo se cumpliera sin la aprobación de la conferencia, creó un comité de análisis de la cuestión. Todos los demás comités de la conferencia habían sido formados con la aprobación expresa de la comisión plenaria. La Secretaría debería hacer aconsejado a la presidenta de la Conferencia no imponer arbitrariamente un comité sobre normas laborales porque la comisión plenaria ya había rechazado esa idea. Las delegaciones le pidieron a la Secretaría que le advirtiera a la presidenta que no violara las normas, pero no dio resultado.
La Cuarta Conferencia Ministerial se prolongó un día sin la aprobación de los miembros de la OMC. Varios ministros se fueron de Doha antes de que terminaran las sesiones porque no pudieron cambiar sus pasajes. Lo normal habría sido suspender la conferencia una vez cumplido el plazo estipulado y, para extenderlo, se podía haber consultado a la comisión plenaria. Estos son sólo algunos ejemplos de situaciones en las que la Secretaría dio consejos que no respetaban los deseos de todos los miembros de la OMC.
Debilidades de los países en desarrollo
La participación en la OMC en general y en las conferencias ministeriales en particular no debe tratarse sólo durante los preparativos para las conferencias. Los países en desarrollo y los menos adelantados necesitan programas de corto, mediano y largo plazo para superar la debilidad de su participación en la OMC y aprovechar su calidad de miembros de la misma para participar del mundo comercial. Para lograrlo, esos países tienen que prestar atención a determinadas áreas específicas, como plantea el Grupo Africa en la propuesta para poner en funcionamiento el trato especial y diferenciado: "Al pedir asistencia técnica, como lo hicimos en Doha, hay ciertos puntos fundamentales que los países en desarrollo y los menos adelantados deben entender:
El entrenamiento debe responder a ciertas prioridades identificables y también debe servir para ayudar a los miembros cuando se encuentran en un cuello de botella, por ejemplo para (a) aplicar obligaciones; (b) participar en forma efectiva en las negociaciones con cierta coherencia; (c) lograr que se incluyan claramente y sin equívocos sus inquietudes en instrumentos adoptados por algún órgano de la OMC; (d) aprovechar oportunidades que ofrece el sistema de comercio multilateral y otros acuerdos de acceso al mercado; y (e) lograr niveles aceptables o altos de crecimiento económico doméstico.
La capacitación debería apuntar al logro de los niveles proyectados para los departamentos de gobierno, las misiones diplomáticas y los ministros, así como para los equipos de negociación. A cada país en desarrollo le compete fijar su objetivo y pensar de qué manera lograrlo, para incluir esos datos en los programas de capacitación. Es decir, tendrían que explicitar a qué grado de experiencia y capacitación en las disciplinas relevantes y a cuántas personas se proponen formar.
Entre las condiciones esenciales para iniciar un período de transición habría que contar con acuerdos institucionales transparentes, inclusivos, justos y ampliamente aceptados para garantizar el buen funcionamiento de los programas de capacitación.
Habría que:(a) evaluar posibilidades y costos de aplicación, así como adecuación a las necesidades de los países miembros, en particular los del mundo en desarrollo y los menos adelantados; (b) determinar la posibilidad de cumplir con esos requisitos; (c) establecer primero normas obligatorias respecto de la ejecución de modalidades para cumplir con dichos requisitos teniendo en cuenta que los mismos tienen consecuencias financieras, socioeconómicas y de recursos humanos.
La capacitación debería servir para que:(a) los países en desarrollo incorporen maneras adecuadas de aplicar los derechos y obligaciones de la OMC en todos los departamentos de gobierno relevantes; (b) se establezca un lazo eficaz entre las capitales del mundo en desarrollo y sus misiones en Ginebra; y (c) se creen mecanismos para coordinar actividades de capacitación en Ginebra y en las capitales que reciben donaciones.
El éxito de la capacitación no debe evaluarse en base a la cantidad de dinero recibida o invertida, ni en relación al número de misiones técnicas, seminarios y talleres realizados.
En cuanto a las negociaciones, la capacitación debería apuntar a ofrecer materiales y herramientas para la hora de las negociaciones, en lugar de consistir en cursos introductorios y seminarios diseñados para nóveles funcionarios de gobierno. Los cursos de política comercial deberían continuar, pero también habría que hacer cursos para funcionarios gubernamentales con un buen conocimiento práctico del sistema de la OMC, cuyo objetivo sea la internalización de procedimientos de negociación relativos a sus prioridades como miembros individuales, regiones o grupos de países. Respecto de la capacitación para tomar decisiones en las negociaciones que se llevarán a cabo en la Quinta Conferencia Ministerial, la capacitación no debería consistir en formas de persuadir a los funcionarios del mundo en desarrollo para que adopten determinadas posturas –sobre todo en los temas de Singapur: inversiones, política de competencia, transparencia de la contratación pública y facilitación del comercio.
En cuanto a las nuevas obligaciones propuestas en las negociaciones, habría que guiarse por el principio general de que las legislaciones nacionales no deberían modificarse demasiado. En caso de requerir grandes cambios, las nuevas obligaciones sólo se tendrán en cuenta si los países disponen de personal especializado, con el marco institucional adecuado y con los recursos financieros necesarios para llevar a cabo la transformación".
Los países en desarrollo y los menos adelantados no deben renunciar al desarrollo de sus negociadores comerciales. La asistencia puede venir del exterior, pero los gobiernos del mundo en desarrollo deben tener la política de destinar recursos financieros a los ministerios de Comercio para que hagan lo necesario, de lo contrario, no pueden aspirar a aumentar su participación en el sistema multilateral de comercio.
Nivelar el campo de juego
Siempre habrá sorpresas y decepciones en las conferencias ministeriales. Pero es necesario nivelar el campo de juego y la mejor manera de hacerlo es documentar procedimientos claros para los aspectos importantes de la preparación y el desarrollo de dichas instancias, además de capacitar a los negociadores y las misiones diplomáticas de Bruselas y Ginebra. De lo contrario, las decisiones seguirán en manos de unos pocos y los demás seguirán siendo víctimas de presiones, persuasiones e incluso amenazas para aceptar las decisiones tomadas.
Falta muy poco para la Quinta Conferencia Ministerial de la OMC que se realizará en Cancún. ¿Estamos preparados para esa instancia crucial? Las decisiones y los plazos que fijaron los ministros en Doha no se han respetado en varias áreas claves para los países en desarrollo. Se vence ahora el plazo para encontrar una solución al párrafo 6 de la Declaración Ministerial de Doha sobre el Acuerdo sobre TRIPS y la Salud Pública, al igual que el plazo para poner en funcionamiento el trato especial y diferenciado en los acuerdos de la OMC. Estos temas no deberían ser "negociables", ni deberían formar parte de un paquete, sino que habría que tratarlos por separado. ¿Qué estrategias tenemos, como países en desarrollo, para asegurarnos de que se tomen en serio nuestras principales inquietudes? ¿Vamos a Cancún con la misma actitud de siempre? ¿Qué han hecho los países en desarrollo como contrapartida a las numerosas reuniones mini ministeriales organizadas por sus pares en la OMC para prepararse para Cancún?
Sabemos que los ministros de algunos grupos regionales se reunieron por última vez en 2001, antes de ir a Doha. No se hicieron reuniones para analizar lo sucedido en esa Conferencia Ministerial ni sobre lo ocurrido desde entonces. Como de costumbre, la Unión Africana organizará muy pronto una reunión de consulta, antes de Cancún. Algunos países en desarrollo adoptan una posición sin reflexionar demasiado, a veces sin convicción y hasta con escasa comprensión del contexto. Las consultas entre los miembros de los grupos regionales suelen hacerse pocos meses antes de una conferencia ministerial, luego de la cual los miembros de algunos países hibernan hasta que se aproxima la siguiente.
Ya es hora de que los países en desarrollo se preparen seriamente para las conferencias ministeriales, ya que las decisiones que se toman en dichas reuniones tienen un fuerte impacto y consecuencias importantes sobre el modo en el que luego se lleva a cabo su desarrollo comercial y económico.
Además, dichos países deben fortalecer sus vínculos entre sí y con los países menos adelantados para poder defender los intereses de sus pueblos, en lugar de enorgullecerse de defender la posición de los países industrializados, que nada tienen que ver con sus objetivos de desarrollo.
Los países del mundo en desarrollo deben ir a Cancún con la conciencia clara, de modo que si los temas de su interés no se resuelven en la Conferencia Ministerial, no tienen por qué hacer concesiones en otras áreas que no figuran en su lista de prioridades.
Tenemos que negociar para obtener lo que queremos y los países en desarrollo no deben esperar la caridad de los países industrializados. Tratemos de negociar desde nuestras fortalezas y no desde nuestras debilidades. En Doha, los países en desarrollo y los menos adelantados se sintieron obligados a hacer concesiones porque los países ricos tenían que satisfacer a sus votantes. Esta es una lógica absurda, dado que los países pobres también tienen votantes a los que satisfacer. De hecho, el interés de cada pueblo debería ser la prioridad de cualquier delegación a la hora de las negociaciones comerciales.
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Boniface Guwa Chidyausiku es embajador de Zimbabwe y representante permanente ante la ONU en Nueva York. Tuvo esta misma función ante la ONU y la OMC en Ginebra, de 1999 a 2002, y participó en las conferencias ministeriales de la OMC en Seattle y en Doha.
Este artículo fue escrito en base a un texto presentado en un Taller sobre Comercio que organizó en Kasane, Botswana, el Botswana Institute for Development Policy Analysis (BIDPA).
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