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No. 103 - Mayo 2000

UNCTAD Y LA SOCIEDAD CIVIL

Hacia objetivos comunes

Un grupo de ONGs realizó un plenario en Bangkok el 7 y 8 de febrero para manifestar inquietudes y formular propuestas sobre los temas que se discutirían en la X Sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD X) la semana siguiente. A continuación se incluyen las recomendaciones de las ONG a los gobiernos de los países miembros de la UNCTAD.

Nosotros, organizaciones de la sociedad civil, en una reunión plenaria de organizaciones no gubernamentales (ONG) que se realizó los días 7 y 8 de febrero de 2000 en Bangkok, damos la bienvenida a la UNCTAD X y presentamos una serie de propuestas que son el resultado de nuestras deliberaciones.
Para empezar, deseamos explicitar los valores, aspiraciones e inquietudes que compartimos como organizaciones de la sociedad civil y que en muchos casos coinciden con las de los gobiernos de los países miembros de la UNCTAD. Esas inquietudes fueron las que compartieron los gobiernos y la sociedad civil en los sucesos recientes e históricos de Seattle.

Nos oponemos a la promoción e imposición de las teorías neoliberales y los programas que incorporan la liberalización, desregulación selectiva, privatización y comercialización de todos los aspectos de la vida humana. Y también somos contrarios a que instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial de Comercio (OMC) usurpen el poder de los gobiernos nacionales y los derechos democráticos de los ciudadanos.

A cambio, proponemos desarrollar un sistema de gobierno mundial que respete las prerrogativas democráticas de cada nación y que se base en convenciones internacionales aprobadas en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los principios de dicha forma pluralista y participativa de gobernabilidad internacional serían así el marco regulatorio dentro del cual cooperarían todas las personas, compañías e instituciones gubernamentales internacionales, regionales, nacionales y locales.

Estos principios fundamentales deben basarse en la primacía de los derechos humanos, que incluyen el derecho a no ser discriminado, a la realización progresiva y a que no haya retrocesos. Tal sistema debería incluir también principios de diversidad y de desarrollo holístico e integrado, y sus fundamentos no serían sólo económicos sino también políticos, sociales, culturales, ambientales y de género. Estos valores estimularán la cooperación humana y la satisfacción de las necesidades básicas de las personas, que son lo opuesto a la competencia sin límites y la carrera hacia la cima que promueve el neoliberalismo.

Estos principios promueven la desconcentración institucional y la descentralización del poder y la toma de decisiones a nivel planetario, regional, nacional y local. También se pretende aumentar la responsabilidad y la transparencia. Los métodos y medios de toda estrategia de desarrollo son tan importantes como los objetivos. Esas herramientas no son sólo esfuerzos intelectuales y debates sino que también incluyen un cambio en las relaciones de poder en todas las instituciones y sectores, al igual que en todos los niveles de la sociedad. Esto, a su vez, obliga a fortalecer y movilizar a un número mayor de personas y a crear coaliciones populares y alianzas internacionales.

Un desafío para la UNCTAD

La UNCTAD puede cumplir un papel crítico en la construcción de un mundo más equitativo y democrático. La investigación y el análisis que hizo ya mostró ser de una importancia clave al poner en evidencia las consecuencias negativas de la globalización y al sugerir modelos alternativos.

Sin embargo, la opinión de la UNCTAD debe volverse ahora más coherente con su mandato de desarrollo. Es necesario que tenga en cuenta el gran número de consecuencias negativas de la globalización, evidentes en muchos lugares, y que abandone por fin su optimismo respecto de la integración gradual y completa de los países en desarrollo a la economía mundial. La UNCTAD debe hacer un análisis de la gobernabilidad económica desde la perspectiva de los derechos humanos y sugerir líneas de género y ecológicas para conformar un paradigma diferente al de la economía neoliberal, subordinando el estrecho concepto de eficiencia a valores como reproducción e igualdad social, solidaridad, igualdad de género e integridad ambiental.

Además, la UNCTAD debería prestar más atención a la gran diversidad de prácticas económicas existentes que ponen el acento en la cooperación y no en la competencia, en lo que a relaciones económicas se refiere.

La UNCTAD debería revertir su tendencia a consultar sobre todo a los especialistas de las instituciones del Norte industrializado y empezar a requerir investigadores, expertos y pensadores del Sur. También debería centrarse en la transformación social interna del Norte y del Sur, y alentar a los países a garantizar el derecho de sus ciudadanos a recibir salarios básicos dignos y adecuados, aunque las conclusiones de su análisis sobre las crecientes desigualdades entre y dentro de las naciones ricas y pobres no hayan provocado debates o iniciativas políticas en sus estados miembro.

La ausencia de una atención significativa a la transformación social interna se debe a la vigencia de un modelo simplista de relaciones internacionales entre el Norte y el Sur, que ignora las contradicciones sociales que imperan en ambas partes del mundo. La UNCTAD debe asumirse como representante de los intereses de las personas marginadas del planeta.

Propuestas a la UNCTAD

Las reglas internacionales de comercio e inversiones que promueven las instituciones económicas mundiales tienen por objetivo la creación de un "campo de juego igualitario" para todos los actores económicos, sin tener en cuenta el lugar que ocupan o su poder económico. Esta premisa de "no discriminación" implica la aplicación de normas iguales a actores muy desiguales. Hasta ahora, esta tendencia sólo fue resistida a través de disposiciones de "trato especial y diferenciado" que, en el caso de la OMC, suelen carecer de fuerza contractual y se basan en marcos temporales artificiales y arbitrarios, sin ninguna relación con las necesidad y posibilidades de los países.

Este es un llamado a aplicar la "no discriminación" teniendo en cuenta los derechos humanos, para lo cual el Estado deberá proteger y apoyar a los grupos y sectores vulnerables a fin de evitar que aumenten la discriminación y la marginación. Estas medidas no son favores especiales para los países en desarrollo y sus ciudadanos sino que se trata de componentes fundamentales de su derecho a desarrollarse.

Sobre esta base y con el apoyo de las organizaciones de la sociedad civil, la UNCTAD podría liderar un movimiento internacional cuya meta fuera garantizar la supremacía de las medidas nacionales, regionales e internacionales destinadas a proteger y promover todos los derechos humanos, incluso al desarrollo, y el cumplimiento de objetivos sociales y ambientales por encima de las políticas económicas internacionales. Por lo tanto, la UNCTAD reafirmaría su capacidad para contrarrestar las políticas de comercio e inversiones contrarias al desarrollo.

Para que esto suceda, la UNCTAD debería:

* Realizar monitoreo y evaluaciones, en forma independiente, sobre el impacto de la globalización y la liberalización del comercio y las inversiones sobre el desarrollo, la sociedad, la relación entre los géneros y el ambiente, y formular propuestas para solucionar esos problemas.

* Evaluar, en colaboración con otras agencias de la ONU, el impacto que provocan los regímenes de propiedad intelectual, como los TRIPS, sobre la seguridad alimentaria, el desarrollo, la salud y la transferencia de tecnología.

* Hacer una evaluación completa del impacto del Acuerdo sobre Agricultura de la OMC y su Acuerdo sobre Subsidios y Medidas Compensatorias, en colaboración con la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

* Analizar, desde la perspectiva del desarrollo y en forma independiente, las nuevas propuestas que se presentan para áreas como trabajo, finanzas, inversiones, competencia y logros de los gobiernos, basándose en trabajos que ya están en curso como el Informe sobre Comercio y Desarrollo.

* Garantizar que su trabajo sobre la inversión extranjera directa (IED), las compañías multinacionales y los flujos financieros, en particular el Informe sobre las Inversiones en el Mundo, sea más independiente y crítico del impacto provocado por la IED que otros, y también más coherente con análisis hechos en otras áreas como el Informe sobre Comercio y Desarrollo.

* Tratar con extremada prudencia toda propuesta de acuerdo multilateral, regional o bilateral sobre las inversiones, dado que la IED y otras formas de corrientes de capital suelen tener consecuencias negativas para el bienestar de los pueblos, la soberanía nacional y el desarrollo.

* Educar y alentar a sus Estados miembro a crear un marco legislativo nacional que fortalezca a la pequeña y mediana empresa y proteja a los consumidores contra el exceso de poder de las multinacionales.

* Promover la transparencia y la gobernabilidad de las corporaciones fomentando el cumplimiento de condiciones financieras, ambientales, sociales y éticas de las cuales se pueda responder e informar, y exhortando a todos los integrantes del gobierno a adoptar medidas eficaces contra la corrupción.

* Ocuparse de los desequilibrios existentes en el sector comercial, al igual que de los problemas relacionados con la aplicación de dichos acuerdos, con el fin de encontrar las mejores opciones para el desarrollo y las necesidades sociales de los pueblos en los países en desarrollo.

* Supervisar la compatibilidad de los acuerdos comerciales con otras obligaciones asumidas por los gobiernos bajo los tratados de la ONU en áreas como derechos humanos, ambiente, mujeres y trabajo.

* Establecer un Grupo Intergubernamental de Expertos para discutir asuntos referidos a las políticas de defensa de los consumidores.

* Dirigir una auditoría sobre los orígenes de la deuda financiera de los países en desarrollo y un estudio paralelo acerca de la deuda social y ecológica, de carácter histórico y contemporáneo, que tiene el Norte con el Sur.

* Alentar a sus miembros a presentarse formalmente ante la Corte Internacional de Justicia para pedir asesoramiento acerca de la legalidad de la deuda externa de los países en desarrollo.

El trabajo de la UNCTAD en todas estas áreas debe basarse firmemente en su mandato de desarrollo. Además, la UNCTAD debe alentar a la sociedad civil a cumplir un rol cada vez más importante, para lo cual tendrá que permitirle participar en sus deliberaciones oficiales, incluso en el Equipo de Comercio y Desarrollo, y las comisiones y grupos de expertos, cuando se tratan asuntos como estrategias de competencia, inversiones y defensa del consumidor. Para ello, la Conferencia debe seguir el camino trazado por el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC), revisando y ampliando sus procedimientos para brindar carácter consultivo a las organizaciones nacionales de la sociedad civil.

Además, la UNCTAD debería profundizar y reforzar su compromiso con la sociedad civil, tal como se acordó en la UNCTAD IX.

La UNCTAD podría desarrollar asociaciones dinámicas con las organizaciones de la sociedad civil a fin de fortalecer su alcance a nivel nacional, fomentando sobre todo los debates públicos y parlamentarios en torno de sus propuestas. Este podría ser un componente importante para la democratización de la economía tanto en los países pobres como en los ricos y contribuiría a aumentar la responsabilidad de los ministerios de Comercio y Finanzas respecto de los objetivos de desarrollo social que deberían fomentar las políticas económicas.

Esperamos que la UNCTAD X considere estas recomendaciones cuya implementación contribuirá al logro de los objetivos de igualdad, democracia y sustentabilidad que comparten la sociedad civil, los gobiernos de los países miembros y la Secretaría de la UNCTAD.


Un nuevo acuerdo Seguridad agrícola y alimentaria

La soberanía y la seguridad alimentaria –es decir, una nutrición adecuada, fácil de conseguir y de precio razonable- son derechos fundamentales de todas las naciones. Para los países en desarrollo, la seguridad alimentaria depende de la seguridad salarial. Por lo tanto, las normas sobre comercio de productos agrícolas que van contra la capacidad de los países pobres para implementar políticas de seguridad alimentaria deben eliminarse de la OMC.

Cada gobierno debe proteger el derecho de su pueblo a tener un acceso y manejo equitativos de la tierra, el agua y los recursos naturales, incluso las semillas. Las formas de vida no deben convertirse en productos básicos. Por lo tanto, rechazamos todo tipo de propiedad intelectual sobre la vida. Es necesario promover la agricultura sustentable y fortalecer las cooperativas a nivel local, nacional e internacional.

Para lograr estos objetivos, instamos a la UNCTAD a reconocer que la agricultura por contrato tiene consecuencias sociales negativas y a oponerse a que las industrias agrícolas sigan utilizándola para el desarrollo rural.

El artículo 27.3(b) de los acuerdos sobre los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (TRIPs) estimula a la biopiratería. La UNCTAD debe liderar la creación de sistemas sui generis basados en la Convención sobre Diversidad Biológica a fin de proteger el derecho de las comunidades sobre sus recursos y hacer que se refuercen las legislaciones nacionales contra la biopiratería.

La UNCTAD debe ayudar a los países en desarrollo a negociar la creación de normas adecuadas de competencia en el negocio del agro. También debe ser la primera en construir un mecanismo para proteger a los países pobres del dumping de alimentos baratos.

La UNCTAD debe apoyar la creación de órganos técnicos nacionales o regionales basados en fuertes principios preventivos y en un protocolo de bioseguridad para regular estrictamente la producción de organismos genéticamente modificados y contribuir así a fortalecer a los países en desarrollo.

La UNCTAD debe promover la cooperación regional o Sur-Sur y el comercio justo en agricultura y pesca a fin de lograr una mayor diversificación, sustentabilidad y autoconfianza en la producción de alimentos dentro y entre los países en desarrollo.

La UNCTAD tendría que ocuparse de manera constructiva del problema del declive comercial de los países en desarrollo en el área de los productos básicos.

Deuda y reparaciones

Es necesario concebir un nuevo modo de resolver la crisis de los países en desarrollo a causa de la deuda.

Las propuestas existentes de "alivio de la deuda" no liberan a los países endeudados del peso de su deuda ni se ocupan de las causas fundamentales de la misma o de la recurrencia del problema. Por el contrario, someten aún más a los pueblos y economías de los países en desarrollo a las presiones y dictados de los acreedores, ya sean países, instituciones o compañías.

Rechazamos la Iniciativa para la reducción de la deuda de los países pobres muy endeudados (PPME) y la perpetuación de los programas de ajuste estructural del FMI y el BM, que se presentan como promotores del crecimiento y la reducción de la pobreza.

Apoyamos la iniciativa de crear una alianza internacional entre gobiernos y la sociedad civil a fin de presionar a favor de un nuevo acuerdo de cancelación de toda la deuda de los países en desarrollo ya que ésta es ilegítima, inmoral o impagable según la sociedad civil. Además exigimos que el control de los procedimientos relacionados a la deuda salga del control de los acreedores, entre los cuales se incluye al FMI, el BM y el Club de París. Hay que poner en marcha un nuevo acuerdo independiente y transparente a cargo de la sociedad civil, que opere como garantía de que quienes hayan causado daños humanos, sociales, políticos o ambientales a los países en desarrollo y sus pueblos, serán responsables de restituirlos y repararlos por completo.

Finanzas

Instamos a la UNCTAD a presionar por la abolición de los programas de estabilización y ajuste estructural del FMI y el Banco Mundial, cualquiera sea la denominación que se adopte para los mismos.

Dado que el Grupo de los Siete (G7) no pudo responder al llamado a transformar la arquitectura financiera mundial, la UNCTAD debe discutir activamente y hacer sus propuestas para que sus miembros lleguen a un acuerdo y puedan implementar dicho cambio. Ese nuevo sistema debería implicar un control de capitales a escala nacional, regional e internacional, incluido el impuesto Tobin. Esas innovaciones son necesarias para la estabilidad económica y financiera mundial. El diseño de dicha arquitectura no debe ser dictado por los intereses o las iniciativas de los bancos, los fondos de financiación, el FMI, el Banco Mundial y los Ministerios de Finanzas de los países del G7. La UNCTAD debe presionar también por la abolición de los paraísos fiscales, ya sean países o territorios.

La UNCTAD debe garantizar que la dinámica del capital financiero no destruya el capital social, cultural y natural que supone el logro de la seguridad alimentaria, entre otras cosas.

Por lo tanto, nuestra recomendación es que la UNCTAD sea el baluarte de la transformación democrática de las instituciones financieras internacionales que causaron un impacto negativo sobre la soberanía económica nacional de los países en crisis, con la excusa de rescatar sus economías. uenta de que el respeto y la implementación de los derechos laborales fundamentales tienen consecuencias muy benéficas para el desarrollo sustentable porque solucionan problemas críticos al promover la igualdad, la distribución de los ingresos y el incremento de la participación en el proceso de desarrollo.

Habrá que establecer un nuevo paradigma de desarrollo que tenga en cuenta la importancia clave de los derechos laborales en una perspectiva de desarrollo y de derechos humanos.

Creemos que una de las prioridades de la UNCTAD debería ser la de fomentar la comprensión de que una buena conexión entre derechos laborales, derechos humanos y desarrollo sustentable es positiva para todos.

Trabajo

El enfoque actual de comercio y desarrollo ha empeorado sensiblemente la situación de los trabajadores del mundo. Creemos que los gobiernos miembro de la UNCTAD tienen la clara responsabilidad de garantizar los derechos laborales fundamentales a sus ciudadanos y reconocemos nuestra responsabilidad, como organizaciones de la sociedad civil, de brindar solidaridad y colaborar en el fortalecimiento de los movimientos sindicales del Sur.

Todos los gobiernos miembro de la UNCTAD deberían ratificar de inmediato y garantizar la implementación de las convenciones centrales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en particular la número 87 (libertad de asociación), 29 y la 105 (trabajos forzados), 100 (igual paga por el mismo trabajo), 111 (discriminación en el empleo), 98 (organización y negociación colectiva), y 138 y 182 (edad mínima y trabajo infantil). Los gobiernos de los países miembros de la UNCTAD deben reconocer y permitir que el trabajo tenga un papel significativo a la hora de decidir sobre todos los aspectos de su política comercial y de desarrollo.

La globalización provocó un aumento de la tendencia al trabajo ocasional y a la marginación de los grupos vulnerables de mano de obra, en particular niños, mujeres, inmigrantes, pescadores, prostitutas, amas de casa y otros trabajadores del sector informal. Es urgente proteger mejor los derechos fundamentales de esos sectores débiles, más allá del sistema tripartito existente de la OIT. Además, habría que eliminar el uso discriminatorio de los derechos laborales en los intercambios Norte-Sur, cuyo único fin es obtener beneficios económicos.

La UNCTAD y sus miembros deberían darse cuenta de que el respeto y la implementación de los derechos laborales fundamentales tienen consecuencias muy benéficas para el desarrollo sustentable porque solucionan problemas críticos al promover la igualdad, la distribución de los ingresos y el incremento de la participación en el proceso de desarrollo.

Habrá que establecer un nuevo paradigma de desarrollo que tenga en cuenta la importancia clave de los derechos laborales en una perspectiva de desarrollo y de derechos humanos.

Creemos que una de las prioridades de la UNCTAD debería ser la de fomentar la comprensión de que una buena conexión entre derechos laborales, derechos humanos y desarrollo sustentable es positiva para todos.




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